Intervención del presidente del Gobierno en el debate general del 76º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas

22.9.2021

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Nueva York

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO EN EL DEBATE GENERAL DEL 76º PERIODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE NACIONES UNIDAS

Señor Presidente, Secretario General, Señoras y Señores, Embajadores, Embajadoras, Delegados y Delegadas.

El pasado domingo 19 de septiembre, a las 15:12 horas un volcán de la isla española de La Palma, en Canarias, entró en erupción. Desde entonces toda
España permanece atenta a lo que allí sucede. Y el gobierno de España está volcado con sus habitantes que ven como la lava se lleva sus viviendas, terrenos
agrarios, fincas, tierras fértiles y una enorme memoria emocional cuyo valor nadie puede medir.

Llego en consecuencia a esta Asamblea directamente de la isla de la Palma impresionado por como la naturaleza una vez más nos recuerda la medida de
nuestra fragilidad, pero también de nuestra fortaleza, porque gracias a la ciencia hemos podido anticipar la respuesta, y gracias a la acción eficaz y coordinada de
nuestros servicios de emergencia, y también del conjunto de instituciones hemos garantizado la seguridad de todos los ciudadanos y ciudadanas, y nos
permitiremos en todo caso quedar conminados a la inversión para que nadie quede desamparado tras esta catástrofe natural.

Durante el último año y medio hemos creído que el mundo entero se unía en torno a estas mismas realidades. Por un lado, nuestra fragilidad ante un virus que no entendía de fronteras, de ideologías o de condición social. Y por otro, un espíritu de unidad y de confianza en la ciencia que nos ha llevado, entre otras cuestiones, a conseguir vacunas efectivas contra el COVID-19 en un plazo realmente asombroso.

Pero lo cierto es que, a pesar de las apariencias, el virus también respetaba las desigualdades. Las regiones más pobres no tenían infraestructuras sanitarias para contener la enfermedad ni recursos para levantar un escudo social que protegiera a sus ciudadanos, a sus compatriotas, de la crisis económica.

La pandemia nos enseñó que todos somos frágiles, pero nos recordó también que en el mundo perviven desigualdades intolerables que se agravan con las crisis globales, como es la del COVID-19.

Hoy, por ejemplo, España se asoma llena de esperanza a un tiempo nuevo de recuperación y transformación. Lo hace de la mano de una exitosa campaña de vacunación, que nos ha permitido superar ya el 75% de la población con la pauta completa. Una cifra, en todo caso, que contrasta amargamente con la de naciones donde el porcentaje de protección apenas alcanza el 1% de la
población. Es el caso de un país que está hoy en el centro de todas las miradas; me refiero, obviamente, a Afganistán.

Como saben, el pasado 21 de agosto de 2021 visité, junto al Presidente del Consejo Europeo, y también con la Presidenta de la Comisión Europea, a los primeros afganos que, procedentes de Kabul, llegaban a la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, a las afueras de la capital de España, de Madrid.

Y puedo asegurarles que recordaré siempre los rostros de aquellas mujeres, de aquellos hombres, de aquellas niñas y niños, víctimas actuales de estrategias y conflictos geopolíticos del pasado; de la ignorancia y el desprecio entre naciones; del terror asociado al fanatismo y el extremismo; de la carencia de un estado fuerte que alimente una sociedad libre; víctimas de un modelo de desarrollo
injusto e insostenible, y de las emergencias climáticas y sanitarias que actualmente vivimos.

Es decir: aquellas personas eran el testimonio vivo de los grandes males que amenazan nuestro planeta.

Y sin duda, podemos mirar los problemas desde la distancia, como algo lejano, como algo ajeno. Pero creo que estamos aquí para todo lo contrario: estamos aquí para dar respuestas comunes a retos y necesidades que son también comunes al conjunto de la humanidad.

Por eso, señor Presidente, subo a esta tribuna para hacer un triple llamamiento:

  • En primer lugar, llamo a defender la existencia de Estados sólidos y con recursos que puedan garantizar la prosperidad y el bienestar de la ciudadanía según valores de justicia, de progreso y de igualdad. Es imprescindible impulsar una recuperación económica que tiene que ser justa, que cierre las grandes brechas de desigualdad que tenemos.
  • En segundo lugar, llamo a defender la democracia, a defender la democracia como única alternativa frente a cualquier deriva totalitaria, excluyente e intolerante.
  • Y llamo también a defender la cooperación internacional y el multilateralismo como la única vía para dar soluciones reales a los desafíos
    que afronta el mundo en la actualidad.

Estos son, a mi juicio, los tres principios que deben guiar -transversalmente-nuestros pasos en el tiempo nuevo que estamos iniciando. Un tiempo nuevo que tiene sus grandes objetivos globales lógicamente en la vacunación, en la recuperación socioeconómica y en la transición ecológica.

Miren, mi vocación política nace de una enseñanza de mi abuelo que nunca olvido, y que es especialmente valiosa en estos tiempos: que la desigualdad solo
crea pobreza a largo plazo, y que lo que es justo para todos termina siendo siempre beneficioso para todos.

Nada ejemplifica mejor este principio que el dilema de la vacunación que hoy vive el mundo. Asistimos a una nueva fractura entre países que no solo produce un sentimiento de injusticia, sino que también plantea un riesgo para la salud mundial: porque nadie va a estar a salvo hasta que todos estemos a salvo.

Por eso, la ciencia nos lo recuerda a cada instante: su salud es la nuestra. Aquí no habrá muros ni fronteras que puedan defender a unos del sufrimiento de otros. Por eso, tenemos que actuar ya: desde la ética, desde la inteligencia.

Y por eso también quiero anunciar aquí que España aumentará en 7'5 millones de dosis las vacunas a donar a terceros países: en lugar de los 22'5 millones a los
que nos habíamos comprometido, donaremos 30 millones de dosis, y esa cifraseguirá aumentando en la medida de nuestras posibilidades.

Quiero también destacar la gravedad de la situación en América Latina y en el Caribe, región que, representa el 9% de la población mundial, que ha sufrido cerca del 30% de las muertes por COVID-19. Por eso, el gobierno de España ha querido priorizar el apoyo a la región de América Latina y el Caribe. Y cumpliendo con el compromiso que anuncié durante la Cumbre Iberoamericana de este año
celebrada en Andorra, España ya ha enviado más de 7,5 millones de vacunas, a través del mecanismo COVAX y también de manera bilateral. Y de los 22,5 millones de vacunas restantes que España donará en el año 2021, el gobierno de España se compromete también a hacer llegar a América Latina y Caribe otros
7,5 millones de dosis adicionales.

Porque, en estos momentos de dificultad, España debe estar del lado de naciones con las que tanto compartimos en la región latinoamericana y del Caribe. Además de todo eso, vamos a destinar 7,5 millones de dosis al África Subsahariana y a los países de la Vecindad Sur de la Unión Europea.

También quiero anunciar que vamos a aportar 2 millones de euros a UNITAID, responsable del pilar de diagnósticos dentro del ACT-Accelerator, que se sumarán a los 175 millones de euros que España ya ha dedicado al desarrollo y a la producción de vacunas entre el año 2020 y el año 2021, y a nuestras aportaciones al pilar de diagnósticos a través del Fondo Global. Vamos a trabajar,
en consecuencia, con países que necesitan especialmente un refuerzo de capacidades para poder hacer frente a la pandemia.

Y por último, quiero también subrayar que los derechos sobre las patentes nopueden ser un obstáculo en esta situación inédita de emergencia sanitaria mundial. Por eso, reitero la propuesta que ya hizo el Gobierno de España para resolver los cuellos de botella de producción y distribución, incluyendo una posible exención temporal de las patentes de las vacunas y la eliminación de los
obstáculos a lo largo de la cadena de valor.

Creo sinceramente que la pandemia nos deja otra evidencia muy importante: y es que solo gracias a las medidas y a los recursos excepcionales movilizados por todos los gobiernos del mundo, cada uno en función de sus posibilidades, lógicamente se ha podido evitar una devastación económica y social sin precedentes.

El Gobierno de España ha afrontado esta emergencia desde una propuesta muy clara: la del Estado del Bienestar, la del multilateralismo, acordando medidas históricas con nuestros socios de la Unión Europea, y propiciando una recuperación económica justa definida por una premisa básica: y es la de no dejar a nadie atrás.

Y siento en este sentido una gran satisfacción al comprobar cómo otros muchosgobiernos del mundo siguen esa misma senda, propiciando un cambio también de paradigma que se tiene que dar a nivel global respecto a los errores cometidos en crisis pasadas. Creo que es, sin duda, el momento de revertir unas tasas de desigualdad y de recortes en servicios públicos que tanto debilitaron a nuestras sociedades ante la llegada inesperada de la pandemia.

Por eso lo digo una vez más: no existen soluciones estrictamente domésticas. Si defendemos la igualdad como garantía de progreso en el seno de nuestras sociedades, igualmente debemos hacerlo en el ámbito internacional, siguiendo el mismo principio que antes citaba: y es que las soluciones comunes tienen que ser también las soluciones a problemas globales.

Deseamos, en este sentido, garantizar una educación inclusiva, equitativa, de calidad, lógicamente en mi país, en España, pero también en el resto del mundo, y por eso España anunció recientemente una nueva contribución de 20 millones de euros para la Global Partnership for Education.

Deseamos luchar contra la pobreza y la exclusión en todas sus formas, sobre todo aquellas vinculadas con la pobreza infantil y con la desigualdad de género en España y en el resto del mundo, reformando nuestro modelo de desarrollo a fin de hacerlo mucho más sostenible. Por eso celebramos el acuerdo histórico en materia de tributación internacional alcanzado a primeros de julio. Y hago
desde aquí también un llamamiento a todos los países para unirse al acuerdo y hacer posible cuanto antes esa implementación.

Deseamos que las instituciones financieras internacionales también puedan brindar el apoyo financiero y técnico que necesitan muchas economías en desarrollo y emergentes en este preciso momento. Por eso, aplaudimos logros
importantes como la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda y el Marco
Común para el Tratamiento de la Deuda del G20, o la nueva asignación de
Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional.

España defiende que el Marco común del G20 también pueda beneficiar a países de renta media con problemas de liquidez derivados de la COVID, además, obviamente, de a los países de renta baja más vulnerables. Y además, apoyamos la creación de una herramienta, en el marco del Fondo Monetario Internacional, que permita la cesión de Derechos Especiales de Giro desde los países avanzados
a los más vulnerables, sin tener en cuenta su nivel de renta, para que puedan financiar las reformas necesarias para su recuperación sostenible, para combatir el cambio climático, y para frenar la pobreza y la desigualdad. Y en este sentido, mi país está dispuesto a contribuir en su justa medida a este instrumento, una vez se apruebe.

Ahora, en todo caso, debemos asegurar que las iniciativas en curso tengan el mayor impacto en el menor tiempo posible. Quiero decirlo con toda rotundidad: la Agenda 2030 sigue siendo nuestra guía en la ruta hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Creo que la pandemia ha supuesto un duro golpe a lasexpectativas, pero también ha servido para reforzar la convicción de que, hoy
más que nunca, se trata de una meta irrenunciable, necesaria, y en eso está el Gobierno de España.

Señor Presidente,

Me he referido a la superación de la pandemia y a la recuperación socioeconómica. Pero, sin duda alguna, la emergencia climática es la gran crisis de nuestra era.

Ya no hay espacio para el negacionismo. Es una realidad que se evidencia de forma diaria y crecientemente catastrófica: con grandes incendios, con sequías crónicas, con inundaciones, con fenómenos atmosféricos insólitos que merman nuestros recursos, que alteran dramáticamente nuestra forma de vida y que ocasionan una pérdida irreparable de biodiversidad.

Y de nuevo, hablamos de un problema común, con causas comunes que deben tener respuestas compartidas desde el más alto nivel de la multilateralidad. Y en este sentido, puedo decir que España y el conjunto de la Unión Europea lideran con el ejemplo, siendo el bloque con las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional más ambiciosas.

Uno de los principales desafíos que tenemos es la COP26, y en consecuencia aumentar la ambición en materia de financiación climática y, en particular, en el
ámbito de la adaptación. Debemos cumplir con los compromisos adquiridos sobre la base del Acuerdo de París, elevar de manera significativa los compromisos a futuro. España va a contribuir a este objetivo destinando 30 millones de euros al Fondo de Adaptación en el año 2022, y vamos a trabajar por que la COP26 en Glasgow sea un éxito. El momento sin duda alguna es ahora. Tenemos que actuar. Y no podemos esperar.

Y es también el momento de acordar un nuevo marco mundial para la protección de la biodiversidad más allá de los objetivos establecidos para el año 2020. Quiero recordar al respecto que este año, precisamente, se cumple el 30 aniversario del Protocolo de Madrid, la capital de España, al Tratado Antártico de Protección al Medio Ambiente, que supuso un gran paso adelante para proteger el medio ambiente antártico y los ecosistemas dependientes. El 4 de octubre tendrá lugar en Madrid una conferencia internacional para analizar los logros de estos 30 años y reflexionar sobre los desafíos futuros.

Mi país, España, ha hecho de la crisis climática una prioridad absoluta en su acción de Gobierno. Un 40% de las inversiones previstas en los fondos europeos, nuestro Plan de Recuperación,Transformación y Resiliencia, estarán destinados a la transición ecológica. Y para 2030, nuestro objetivo es que el 74% de la electricidad que generemos y el 42% del total de energía que consumamos vengan de fuentes renovables. Y acabamos de aprobar además una ambiciosa Ley de Cambio Climático y Transición Energética en el Parlamento Nacional de España.

Solamente el empuje decidido de los Estados podrá conseguir avances decisivos. Pero no debemos olvidar algo muy importante, y es que se trata de poner a las personas en el centro de nuestras decisiones, evitando la cuenta de ganadores y de perdedores.

Porque la transición ecológica, si exige algo, es precisamente de cambios radicales que tienen un impacto muy directo en el día a día de las personas, sobre todo de aquellas personas más vulnerables, en sus empleos, en sus hábitos de consumo.

Y por eso, de la misma forma que lideramos un proyecto de Recuperación Justa para superar la crisis económica, debemos apostar también entre todos por una Transición Justa. Y lo hacemos absolutamente convencidos de que es la forma más eficaz de alcanzar nuevas cotas de progreso y de bienestar. Y en este sentido, quiero poner un ejemplo muy claro: el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España prevé que nuestras políticas de transición ecológica crearán entre 250.000 y 350.000 empleos netos anuales.

Por eso, de nuevo, lo que es justo para todos termina siendo siempre beneficioso para todos.

Sr. Presidente,

La respuesta que demos a estos tres factores -la pandemia, la crisis económica y también a la emergencia climática- va a determinar decisivamente el escenario de la política internacional en el corto y en el medio plazo. Un escenario en el que España mantiene una activa presencia y también con compromisos.

1) En primer lugar, en América Latina y en el Caribe, con quienes como saben mantenemos vínculos muy estrechos. Este año, nuestro sistema de Cumbres Iberoamericanas cumple su 30 aniversario, y lo hace desde el desafío mayúsculo que ha supuesto la pandemia en la región, y con el telón de fondo del drama de cientos de miles de desplazados internos, que pone al límite los sistemas de apoyo social de varios de sus países. Una situación para la que España defiende un enfoque integral que enfrente las causas y no únicamente las consecuencias.

Queremos seguir siendo el principal agente que refuerce los vínculos entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe, pues estamos convencidos de que ello va a redundar en la estabilidad y la prosperidad compartida a ambos lados de la relación.

2) En segundo lugar, como saben, el Mediterráneo, con cuyos países ribereños compartimos un destino que debe ser también el de las oportunidades, la prosperidad, el de la integración regional y el de la inclusión social. Ello pasa por asegurar la paz, la estabilidad y resolver los conflictos existentes.

Es necesario alcanzar una solución política, que tiene que ser justa, duradera y mutuamente aceptable sobre el Sahara Occidental, tal como establecen las resoluciones del Consejo de Seguridad. España sigue defendiendo la centralidad de Naciones Unidas, apoyamos los esfuerzos del Secretario General. Y este año se han dado pasos importantes, también para otro tema muy importante para España, que es el proceso de estabilización en Libia, un proceso que debe seguir liderado por los propios libios y que España apoya plenamente. La celebración de elecciones a finales de este año debe ser el objetivo.

3) Y en tercer lugar, quiero resaltar que España tiene una nueva política para África, un continente que cuenta con un enorme potencial. Queremos acompañar a los africanos y a las africanas en su propia búsqueda de la prosperidad y del progreso, desde la firme convicción de que su progreso será también el nuestro.

Y España está comprometida con los esfuerzos para que la seguridad y la paz vuelvan a las poblaciones del Sahel. Creo que la estabilidad en esta región es esencial para preservar la seguridad de nuestros ciudadanos, a un lado y al otro del Mediterráneo.

4) Y en cuarto lugar, tampoco nos olvidamos de los conflictos que llevan tanto tiempo enquistados. Este año en otoño se cumple el 30 aniversario de la Conferencia de Paz de Madrid, que reunió por primera vez a las naciones árabes con Israel, dando inicio a las negociaciones de paz que desembocaron en los Acuerdos de Oslo. Creo que es necesario que se retomen las conversaciones de paz, que es necesario avanzar en la solución de los dos Estados.

Y en cuanto a Afganistán, tendremos que aprender a trabajar en el nuevo contexto -especialmente con los países vecinos- para afrontar la crisis humanitaria y evitar una mayor desestabilización en la región. Porque lo que no podemos permitir es bajar la guardia ante la amenaza terrorista, que es real, que existe, que ya ha asestado un duro golpe en plena operación de evacuación.
Afganistán no puede convertirse en un nuevo refugio de terroristas.

En definitiva, España está firmemente comprometida en la búsqueda de la paz y la seguridad internacionales. Desplegamos hombres y mujeres, civiles y militares, en las misiones de Naciones Unidas en Líbano, en Mali, en la República Centroafricana, o en Colombia.

Estamos junto a la OTAN en Irak, en los países bálticos, y también en el Mediterráneo. Y además, aportamos más del 25% de la fuerza militar de la Unión Europea en el exterior, participando con especial intensidad en el Sahel, en una apuesta clara por desarrollar una mayor autonomía estratégica de la Unión y por reforzar nuestra política común de seguridad y de defensa.

El pasado 31 de diciembre de 2020, en el contexto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, España y el Reino Unido alcanzamos un entendimiento bilateral relativo a Gibraltar. Y ese entendimiento debe servir para sentar las bases de la futura relación de este territorio con la Unión Europea, confiando en que, en breve, se alcance un Acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido en relación con Gibraltar. Este Acuerdo deberá ser plenamente respetuoso con la doctrina de Naciones Unidas sobre dicho territorio, con la que España se alinea plenamente. Y respetuoso también con la posición jurídica de mi país con respecto a la soberanía y a la jurisdicción en relación al mismo.

Porque nuestro objetivo, en definitiva, es el de trabajar en la creación de un área de prosperidad económica, social, que abarque todo el espacio de Gibraltar y también el Campo de Gibraltar.

Defender el orden internacional basado en reglas e instituciones es una prioridad estratégica para el Gobierno de España. Así lo demostramos cuando, un año atrás, lancé junto con el Primer Ministro de Suecia una iniciativa con un grupo de países diferentes, de distintas regiones del planeta dispuestos a ejercer su liderazgo para apoyar el multilateralismo, reforzándolo con respuestas concretas.

Desde entonces hemos estado trabajando juntos por hacer realidad los compromisos asumidos en la Declaración del 75 aniversario de Naciones Unidas. Y agradecemos el esfuerzo realizado por el Secretario General para presentar su informe "Nuestra Agenda Común", y nos comprometemos a impulsar su cumplimiento.

La Historia nos ha enseñado que ningún país consigue su objetivo trascendental desde la unilateralidad, desde la individualidad, desde la soledad en mitad de un
mundo que es cada vez más internacional y globalizado. El enemigo del multilateralismo es el extremismo; por tanto, no nos dejemos engañar por aquellos que desde el egoísmo y el individualismo nos quieren hacer creer que las causas colectivas que nos unen son causas que no merecen la pena.

En este contexto, en el que siguen cambiando los equilibrios de un mundo multipolar, yo creo que la Unión Europea debe asumir el liderazgo que le corresponde, con fuerza y con determinación. Esto tiene implicaciones muy concretas, empezando por la necesidad de desarrollar una mayor autonomía estratégica, por reforzar nuestra política de seguridad y de defensa.

Y no quiero dejar de mencionar expresamente nuestra voluntad de reforzar también nuestra Alianza Atlántica y adaptarla a los retos globales de hoy y de mañana. España va a trabajar con ese espíritu, con ese compromiso, con determinación para que, de la próxima Cumbre de la OTAN, que tendrá lugar en Madrid en 2022, salga un nuevo concepto estratégico que dote a la organización de los instrumentos, de los mecanismos necesarios para hacer frente a los desafíos de las próximas décadas.

Sr. Presidente,

Termino, comenzaba mi intervención con una referencia a los cientos de ciudadanos y ciudadanas afganos que llegaron a Madrid el pasado 21 de agosto, gracias al trabajo conjunto con nuestros socios de la Unión Europea y también de la OTAN.

No hablo de ello como una victoria; antes bien, lo traigo aquí como un recordatorio de todas las personas que en algún lugar del mundo permanecen injustamente atrapadas, perseguidas y amenazadas por los enemigos del progreso y de la tolerancia.

Frente a la magnitud del drama, pueden parecer pocos aquellos que conseguimos evacuar. Sin duda alguna lo son. Pero no olvidemos que son seres humanos llenos de sueños, de deseos y también de capacidades. Vidas, en definitiva, como las nuestras, que encuentran así una nueva oportunidad de salir adelante.

Ellas deben animarnos a seguir trabajando por las demás. Pienso especialmente en las niñas y en las mujeres, cuyo papel ha sido imprescindible para el desarrollo de Afganistán en estos últimos años. Y hoy, el futuro de las profesoras, de las abogadas, de las periodistas afganas, de las políticas afganas está en riesgo.

Debemos situar los derechos y las libertades de miles y miles de mujeres y niñas en el centro de nuestras prioridades, porque ninguna sociedad puede sostenerse con el avance tan sólo de la mitad de la población, mientras la otra mitad permanece sometida.

Y quiero llamar la atención también sobre los casi diez millones de niñas y niños afganos cuya supervivencia depende de la ayuda humanitaria, como nos ha recordado precisamente UNICEF. La crisis humanitaria que vive el país debido a la sequía se ha agravado hasta el punto de situarnos en puertas de una gigantesca catástrofe humanitaria. Y por tanto impedirlo debe ser nuestra máxima prioridad ahora.

La crisis de Afganistán ha servido para que algunos cuestionen la manera en la que determinados países participamos en el escenario internacional. Y frente a esas voces, quiero declarar hoy aquí que el modelo democrático es el único que garantiza la defensa y la protección de los derechos humanos y las libertades individuales, y que servirá y que seguirá siendo el faro y guía de nuestra actuación.


Seguiremos defendiendo que toda sociedad humana, en cualquier lugar del planeta, pueda vivir según los principios básicos de libertad, de justicia social, de participación, de dignidad, respetando las leyes acordadas, la voluntad de las mayorías y los derechos de las minorías. Respetando, en definitiva, un código que está por encima de cualquier otra naturaleza o identidad: y es precisamente el de los Derechos Humanos.

Porque la lucha por la democracia no solo nos remite a Afganistán. Afecta a los cinco continentes, y se libra también en los países más desarrollados del mundo. Es una lucha yo diría que diaria contra quienes quieren imponer la desigualdad, beneficiando a unos pocos; quienes buscan excluir o culpar a las minorías más vulnerables; quienes llaman al odio por razones de origen, de sexo o de creencia; quienes apelan a muros y a fronteras para impedir el avance de las ideas de igualdad, de libertad y de fraternidad.

Sin duda, la democracia está amenazada. Somos conscientes de ello. No es un don que se nos haya concedido, sino una larga y esforzada conquista histórica que debemos cuidar y proteger entre todos.

En este momento de aceleración de la historia, de profundos cambios de orden global, como estamos viendo, de nuevas formas de crecer, de habitar nuestro mundo, pido que elevemos la apuesta por la democracia. Por eso, este proyecto común que millones de seres humanos compartimos, que sigue siendo el que nos acoge a todos por igual, merece la pena.

No hay ninguna razón racial, cultural, histórica o antropológica que justifique la mutilación de la libertad. Y por eso, el único camino es la democracia.

No me cabe duda de que la democracia es el sistema más eficaz para mejorar la vida de la gente, para aumentar su prosperidad, para crear oportunidades.

Pero la democracia, además, no necesita explicaciones ni coartadas. Por eso me van a permitir que concluya citando a un gran político socialdemócrata español de la primera mitad del siglo pasado, Fernando de los Ríos. Cuando le preguntaron "¿Libertad para qué?", "¿Libertad para qué?", le preguntaron, él respondió simplemente: "Libertad para ser libres".

Muchas gracias.

(Transcripción editada por la Oficina de Comunicación en Washington)
(Intervención original en español)