Madrid
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
Secretario General, alto representante, señoras y señores.
Es un honor clausurar este Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo. Y es un honor hacerlo cuando se cumple el vigésimo quinto aniversario de la Conferencia que dio lugar al Proceso de Barcelona, en 1995, durante la presidencia española de la Unión Europea. Una conferencia que acentuó el compromiso y la vocación mediterránea de España y que fue la expresión de la voluntad política de reencuentro.
Les agradezco muy sinceramente que, a pesar de las dificultades, hayan participado en este importante Foro. Un espacio que reúne a todos los países de la cuenca mediterránea en torno a una misma mesa. Considero que el hecho en sí de estar reunidos es ya una buena noticia y les doy por ello mi más sincera enhorabuena.
Como saben y aquí se ha dicho por parte de los intervinientes, la pandemia de la COVID-19 nos ha golpeado a todos con fuerza -especialmente en la primera ola- y tardaremos tiempo en recuperarnos de sus terribles consecuencias, ahora que también tratamos de superar la segunda ola de la pandemia.
Y con moderada prudencia podemos advertir que, con la llegada de la vacuna, vislumbramos el principio del fin de la misma.
Es verdad que nuestra cercanía geográfica se ha visto truncada. La pandemia ha obligado a cerrar conexiones aéreas y marítimas, a confinar, a separarnos, aunque sea provisionalmente, o al menos dificultar nuestros movimientos. Pero también ha venido a recordarnos algo muy importante y es lo vulnerables que somos los humanos frente a la adversidad y la importancia de estar y actuar unidos para ser más fuertes.
La COVID-19 ataca sin preguntar dónde nacemos o qué pensamos. No entiende de fronteras, sexo o pensamiento. Y, junto a este virus, hay otras pandemias que azotan el mundo: el terrorismo, la desigualdad social, la guerra o la emergencia climática.
Por eso, tenemos que volver a reivindicar hoy aquel acto de 1995 como un acto lleno de ambición. Porque, en ese momento, se pretendía trascender la idea de foro internacional y construir un espacio común de paz y seguridad. En definitiva, una zona de prosperidad compartida y una mayor colaboración en los ámbitos social, cultural y humano.
Hoy, 25 años después, si hay un deseo unánime, además del heredado en 1995, es salir adelante, avanzar. Todos. Unidos. Es superar esta pandemia con unidad, superando las consecuencias que tiene esta emergencia social, económica y sanitaria construyendo futuro.
Desarrollemos hoy el potencial vertebrador de futuro que tiene la Unión por el Mediterráneo; ampliemos su labor de identificación y desarrollo de iniciativas concretas de colaboración. Y hagámoslo hacia una agenda transformadora para los próximos veinticinco años.
Hagámoslo con una visión de futuro, a largo plazo, basada en la transición ecológica que tiene que ser justa y la sostenibilidad; basada en la digitalización que tiene que ser inclusiva; basada en la igualdad entre hombres y mujeres y también en la defensa inequívoca de los derechos humanos; basada en la cohesión territorial.
Dotémosla en definitiva del impulso político necesario para que siga actuando como catalizadora de todos los esfuerzos e iniciativas que tienen por objeto la cooperación y la integración euromediterráneas.
En espacios como este, en el que hablamos con franqueza y respeto, y de manera constructiva, podemos encontrar soluciones a las crisis y a las tensiones que aún persisten en nuestra región.
Me refiero a la superación de conflictos como el de Siria o Libia, así como la necesaria reactivación del Proceso de Paz en Oriente Medio, que deben ocupar el centro de nuestros esfuerzos.
No obstante, a la hora de revitalizar el Proceso, debemos tener en cuenta los grandes desafíos de futuro que tenemos en común:
En primer lugar, cerrar las brechas de la desigualdad, ya de por sí grandes, especialmente sangrantes en este Mediterráneo que debería ser punto de encuentro entre iguales. Y hacerlo sobre bases sólidas para el futuro, no sobre modelos caducos.
Y junto a ello, en segundo lugar, aprovechar la transición ecológica y los nuevos modelos energéticos para cooperar, como es el caso del hidrógeno verde.
En tercer lugar, intentar extraer lecciones de los miembros de la Unión más exitosos en la digitalización, en la transición que tenemos que abordar entre todos.
En cuarto lugar, promover la economía azul, clave para la sostenibilidad de nuestro mar y también para la protección de la industria turística que, como saben, es tan importante para todos nuestros países.
Y en quinto, y último lugar, garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos frente al terrorismo, las mafias, el tráfico de personas o el narcotráfico.
No debemos evitar debates difíciles, como el de la migración, que debería ser segura, humana y legal. Un reto compartido que exigirá de nosotros una voluntad genuina de afrontar su complejidad de manera global, conjunta, decidida y con vocación de encontrar soluciones a sus múltiples dimensiones.
En nuestras discusiones no debemos olvidar tampoco a nuestros jóvenes, a las generaciones venideras, a quienes debemos ser capaces de ofrecer horizontes de esperanza, prosperidad y oportunidades, pues ellos representan el futuro de nuestro progreso.
En definitiva, trabajemos para que la Unión por el Mediterráneo sea aún más justa, más verde, más digital, más integrada política, económica también y socialmente. Para que la Unión cierre las brechas que, como consecuencia de la pandemia, se pueden abrir más si no atajamos con determinación y con unidad esta grave consecuencia en el plano económico y social, además de sanitario, que tiene la COVID-19.
Hoy hace 25 años, también en Barcelona, nos propusimos alcanzar el objetivo compartido de hacer de la cuenca mediterránea un ámbito de diálogo, de intercambio y de cooperación mutua. Un ámbito de cooperación que garantizase elementos tan indispensables para el progreso como es la paz, la estabilidad y la prosperidad de nuestros pueblos.
Así quedó recogido en el preámbulo de la Declaración de la Conferencia que dio inicio al Proceso de Barcelona. Un Proceso que hoy, desde España, y con la ayuda y el compromiso de todos ustedes, queremos renovar.
Porque si hay algo que nos han demostrado estos últimos años es que unidos somos más fuertes.
Muchas gracias a todos y a todas. Gracias también al alto representante por su liderazgo en este Proceso.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)