Congreso
Señora presidenta, señoras y señores diputados,
Quisiera comenzar esta intervención recordando a Gabriel, el niño de Almería. Quiero también trasladar todo mi cariño a sus padres, Patricia y Ángel, felicitar a la Guardia Civil por su labor, y a todas las personas que han colaborado en la solución de ese caso. Descanse en paz
Señora presidenta, señoras y señores diputados,
Comparezco a iniciativa propia en el Congreso de los Diputados para informar sobre la política del Gobierno para garantizar las pensiones públicas, presentes y futuras.
Y lo hago también para responder a la petición de dos grupos políticos que reclaman conocer cómo va a afectar el factor de sostenibilidad a las pensiones.
A nadie se le oculta que estamos ante asuntos de capital importancia. A todos los españoles nos preocupan y, en el Parlamento, a todos nos ocupan. Ello es así por su dimensión económica, que sin duda es decisiva pero, sobre todo, por su trascendencia social. Estamos hablando de un elemento esencial de cohesión y solidaridad entre ciudadanos, de unos valores que se han construido con las aportaciones de muchas generaciones a lo largo de nuestra reciente historia.
Sé que muchos españoles han podido sentir en los últimos días cierto desasosiego sobre el futuro de sus pensiones. Comienzo mi intervención diciéndoles que no hay motivo para ello.
Todos los españoles, todos: los pensionistas de hoy y los que lo serán en el futuro, han de tener la seguridad de que su Gobierno y todos sus representantes políticos estamos comprometidos con el presente y el futuro de ese pacto entre generaciones que es nuestro Sistema de Pensiones.
Y, señorías, a ustedes les garantizo mi compromiso absoluto de que este Gobierno hará todo cuanto esté en su mano para mantener y revitalizar -cada día- el consenso político y social sobre un asunto tan trascendental.
Consenso y diálogo han inspirado los grandes acuerdos de nuestra democracia. Acuerdos que han sido fructíferos, que han beneficiado a tantos españoles y que tienen en el Pacto de Toledo una de sus más genuinas expresiones. De los llamados "Pactos de la Moncloa" -surgió precisamente hace 40 años, en 1978- el actual modelo institucional de la Seguridad Social española, que no hemos dejado de perfeccionar desde entonces y que ha hecho de nuestro país un referente internacional en protección social.
Por eso hoy, al hablar sobre el futuro de las pensiones, afrontamos, en mi opinión, un debate de una enorme importancia.
En primer lugar, porque afecta al conjunto de la población española. Las pensiones importan a todos.
Interesan, por supuesto, a quienes hoy son pensionistas, pero también a quienes pretendemos serlo en el futuro.
Este debate incumbe, sin duda, a quienes reciben sus prestaciones cada mes. Pero también interesa, y mucho, a quienes las hacen posibles con sus cotizaciones y sus impuestos.
Insisto, este es un debate que a nadie puede resultar ajeno, ni nadie puede patrimonializar porque afecta a los valores fundamentales que cohesionan nuestra sociedad.
Señorías,
Cuando hablamos del Sistema de Pensiones no hablamos de abstracciones ni de generalidades, sino de los pensionistas españoles.
Es decir, de mujeres y hombres que han trabajado toda su vida, que conocen perfectamente y de primera mano lo que son el esfuerzo, el deber y el tesón.
La pensión es el medio de vida, único en la mayoría de los casos, que tienen todas las personas que llegan a la edad de jubilación, o que reciben una prestación por razón de viudedad, orfandad u otras.
Cuando hablamos de pensiones, hablamos de personas, de su vida, de sus necesidades... Y señorías, como saben, la acción de cualquier Gobierno no puede tener objetivo más noble que atender a las personas.
Y más cuando se trata, de aquellos que, no hace tanto, pusieron este país en marcha y hoy necesitan que les ayudemos.
Si España es ahora la mejor versión de sí misma de toda su historia es por los españoles que ahora mismo cobran una pensión. Ha sido su esfuerzo diario, su trabajo constante, lo que nos ha traído hasta aquí.
Por eso, las pensiones para nosotros son irrenunciables. Porque no entendemos una sociedad que no garantice unas prestaciones suficientes para asegurar una vida digna a nuestros mayores. Son, insisto, irrenunciables.
Por eso, es bueno que estemos aquí hablando de pensiones porque estamos hablando de todos los españoles, de su vida presente y futura, y de la solidaridad entre nosotros.
Señorías,
Hay una segunda razón por la que pienso que este debate es tan necesario como importante.
El gasto en pensiones es el mayor de las administraciones públicas. Por tanto, el mayor gasto que hacemos los españoles.
No hay partida en el Presupuesto que se acerque, ni siquiera de lejos, a lo que gastamos en pensiones.
Y eso también nos obliga a actuar con responsabilidad, a estar a la altura de lo que nos exige esta materia, para mantener el Sistema, hacerlo sostenible y mejorarlo en lo posible.
Por estas dos razones, Señorías, me ha parecido que era oportuno pedir en esta Cámara un debate sobre la situación real de nuestro Sistema Público de Pensiones y sus perspectivas en el futuro.
Permítanme ahora, señorías, algunas consideraciones, sobre las que incidiré más adelante.
Primera. Cuando me presenté por primera vez a la investidura en esta Cámara, España vivía una crisis económica que ustedes a buen seguro recuerdan. Estuvo a punto de llevarnos a la quiebra y al consiguiente rescate de nuestra economía, como les sucedió a algunos países de nuestro entorno.
Entonces nos vimos obligados a reducir el gasto de las Administraciones Públicas. Era la única alternativa para evitar la quiebra y el rescate. Y así lo hicimos. Muchos me lo reprocharon entonces, pero el tiempo se ha encargado de demostrar que aquellas críticas no eran justas.
En aquel momento de absoluta emergencia, solo quedaron al margen de la reducción del gasto público las pensiones y el desempleo, las únicas partidas. Aquel fue mi compromiso en aquella lejana sesión de diciembre del año 2011. Y así lo cumplí. Las pensiones se descongelaron y subieron todos los años. No lo que a mí me hubiera gustado, pero logramos -en una situación excepcionalmente complicada- mantenerlas y subirlas. Y, lo más importante, sentamos las bases para asegurarlas en el futuro.
La segunda consideración es recordarles mi compromiso de que mientras yo sea presidente del Gobierno las pensiones no se van a congelar, subirán siempre y haré lo que pueda para mejorarlas. Subirán todo lo que sea posible.
En tercer lugar, me gustaría dejar sentado que para mí las pensiones son una política de Estado. Y espero que todos compartan esta opinión.
Las pensiones no las paga este Gobierno, ni ningún otro Gobierno. Las pagamos entre todos, con las cotizaciones y los impuestos. El Estado sólo interviene como administrador y como garante, asegurando la equidad, la igualdad y la solidaridad entre los ciudadanos.
Por eso, por la importancia de lo que estamos hablando, porque es un asunto que trasciende a cualquier gobierno, porque afecta a un valor de nuestra convivencia como es la solidaridad, porque en definitiva, es un asunto de Estado, es por lo que en esta Cámara existe una Comisión Permanente, la del Pacto de Toledo, para desarrollar entre todos una política que tiene que ser para todos.
Estoy seguro de que todos los miembros de esta Cámara, sin excepción alguna, compartimos el deseo de que España pueda disfrutar hoy y siempre del mejor Sistema de pensiones. Un Sistema que atienda a todos, que proporcione los medios suficientes para vivir dignamente y que sea sostenible en el futuro.
Pero señorías, no basta con desearlo, hay que saber cómo conseguirlo. Los buenos deseos aquí, como en tantas facetas de la vida, no son suficientes.
La clave está en ser capaces de hacer una política que nos permita plasmarlos en realidades y, en consecuencia, mantener el Sistema y mejorarlo. Lo fundamental es la capacidad para llevar a cabo una política económica que cree empleo y aumente el número de cotizantes a la Seguridad Social. Pero a este asunto me referiré luego.
Señorías,
Después de estas consideraciones preliminares, creo que es bueno recordar cómo funciona en España el Sistema de Pensiones, los recursos que destinamos a pagarlas y cuál es la evolución del mismo.
Señorías,
El gasto en pensiones en el año 2017 fue de 139. 637 millones de euros, lo que supone más del 40 por ciento del Presupuesto que gestiona el Gobierno de España.
Concretamente, dedicamos a pensiones el 29 por ciento del gasto público total español; les hablo del gasto del Estado, es decir, de la Administración General del Estado, de las Comunidades Autónomas y de los ayuntamientos. De todo el presupuesto público español más del 29 por ciento se dedica a pagar pensiones, y más del 40 por ciento del Presupuesto que yo presido se dedica a pagar pensiones.
Señorías,
No hay partida igual o parecida -por su dimensión- en los Presupuestos de las Administraciones Públicas. No la hay. Las pensiones más que duplican el siguiente capítulo de gasto, que es la sanidad.
Pero con ser muy importante su magnitud actual, no es menos importante su proyección de futuro. No hay gasto, ninguno, que experimente un incremento igual, solo por la evolución demográfica y sin necesidad de tomar decisión política alguna.
No quiero aburrirles con cifras, pero algunas son muy expresivas del fenómeno al que me refiero:
Hace tan solo diez años, el gasto público en pensiones era de algo más del 21,6 por ciento del total del gasto público en España; hoy, es del 29 por ciento. En 10 años ha pasado del 21,6 por ciento total español al 29 por ciento. Un incremento de más de 48.000 millones de euros.
Les pondré un ejemplo muy concreto: Cuando yo llegué al Gobierno en el año 2011, la nómina mensual de pensiones era de unos 8.100 millones de euros. La última que se ha pagado, en febrero de este año 2018, es de unos 10.100 millones de euros; es decir, 2.000 millones más al mes de gasto en pensiones entre 2011 y 2018 (8.000 al mes en el año 2011, más de 10.000 al mes, en el año 2018).
Y un dato más muy importante: la entrada de nuevos pensionistas en el Sistema supondrá, en este año 2018, un aumento del gasto en pensiones de más de 3.800 millones de euros; y eso sin revalorización alguna. Solamente la entrada de nuevos pensionistas supone un aumento del gasto de 3.800 millones de euros. Para que se hagan una idea, más del doble de lo que destinamos a pagar becas; bastante más de la mitad de lo que dedicamos al I+D+i, o más de la mitad de lo que dedicamos a seguridad ciudadana. Eso solo el crecimiento anual, sin tomar ninguna decisión de tipo político. Dicho de otra manera, el gasto en pensiones aumenta de forma automática a un ritmo en torno al 3 por ciento.
Pues bien, señorías, con este gasto los españoles pagamos cada año más de 10 millones 600.000 pensiones. De estas, más de 9 millones y medio son contributivas; más de 454.000 son no contributivas; y 634.000 responden al Sistema de clases pasivas.
En su mayoría son pensiones de jubilación, pero también las hay, como saben muy bien, de viudedad, orfandad o incapacidad., etc.
Y me gustaría, señorías, añadir algo más: nuestro Sistema Público de Pensiones forma parte, además, de algo mucho más amplio. Algo de lo que debemos estar orgullosos y que debemos sostener y preservar: nuestro Estado de Bienestar que atiende las necesidades sociales básicas de la población, y que no se crean, señorías, que existe en muchos países del mundo; más bien, en pocos. Me refiero a la sanidad, a la educación, a la protección frente al desempleo y a la atención a muchas más personas, repito, muchas más de las que reciben una pensión.
Como ustedes muy bien saben, señorías, son más de 14 millones de personas las que reciben en España, todos los meses, algún tipo de pensión, prestación o subsidio.
Pues bien, preservar este modelo de bienestar, que es tanto como preservar la solidaridad de nuestra sociedad, nos exige a todos una visión equilibrada y realista del mismo. Nos exige ser capaces de atender al mismo tiempo a quienes reciben las prestaciones y también a quienes las pagan.
Pero Señorías, volvamos a las pensiones que es lo que nos ha convocado hoy aquí.
Tenemos la fortuna de contar en España con un buen Sistema de Pensiones.
Entre otros muchos estudios, así lo dice el informe de la OCDE de 2017 sobre pensiones. Dicho informe estudia los 35 países de la OCDE, que se encuentran entre los más desarrollados y que tienen los mejores sistemas de Seguridad Social. El análisis se centra en los niveles de renta de las personas de más de 65 años. Me limitaré a darles tres datos:
Primero. En España la pensión media representa un 72,3 por ciento del salario previo a la jubilación, y en la OCDE es el 52 por ciento. Es decir, en España estamos 20 puntos por encima de la media de los 35 países más desarrollados del mundo.
Segundo. En España la renta de la población mayor de 65 años representa el 98,8 por ciento de la renta media total de la población. Esta cifra está muy por encima de lo que ocurre en la OCDE, que es el 87,6 por ciento, y por encima de países como Alemania, Holanda, Reino Unido o Bélgica.
Y tercero. Miremos el aspecto más sensible, el que se refiere a la pobreza. En general, en los países de la OCDE -según la propia OCDE- las personas mayores de 65 años tienen mayores probabilidades de caer en la pobreza que el conjunto de la población. Sin embargo, según la OCDE, España es uno de los países con menor población mayor de 65 años en situación de pobreza, en niveles comparables a Dinamarca, Francia o Noruega, y por delante de Bélgica, Austria, o Alemania.
En suma, señorías, tenemos un Sistema de Pensiones que es eficaz en la atención a nuestros mayores, y lo ha sido incluso en circunstancias tan adversas como las que hemos vivido recientemente, durante la crisis.
En la crisis económica que hemos atravesado en España el Sistema ha cumplido su misión, y se ha constituido en un instrumento de garantía de rentas para millones de hogares. Ha sido útil. Más aún, ha sido decisivo.
Pues bien, señorías, para seguir preservando este buen Sistema para el futuro, para que puedan beneficiarse de él las próximas generaciones de españoles son necesarias, en mi opinión, dos cosas:
Primera. Un mínimo consenso a la hora de poner en marcha las reformas imprescindibles para adaptarlo a los cambios que se producen constantemente en nuestra sociedad.
Y, segunda, y más importante si cabe, es preciso seguir creando empleo: más y mejor empleo.
Señorías,
Abordar un asunto de esta trascendencia, requiere de un debate sereno y de un mínimo consenso. En esto consiste el Pacto de Toledo que hoy necesita de un nuevo impulso, pero no de una rectificación. Insisto: un nuevo impulso, pero no una rectificación.
Porque la importancia del Pacto y de su revitalización está, precisamente, en no volver a empezar de cero. En definitiva, lo que les propongo es seguir avanzando sobre lo ya construido y no dar marcha atrás en ninguna reforma de las que se han hecho a lo largo de nuestra democracia. En ninguna. Cuando digo en ninguna, me refiero a las de 2013, a las de 2011 y a todas las que se han hecho en España en los últimos años.
El Pacto de Toledo ha sido un instrumento tranquilizador, porque, en términos generales, ha sido capaz de forjar los mejores acuerdos para tutelar el Sistema de Pensiones, modernizarlo y adaptarlo a los cambios que se producen en la sociedad española. Debemos, por tanto, preservarlo, buscar el máximo consenso e intentar mantenerlo al margen del debate partidista.
Esto, señorías, es lo que, de verdad, dará tranquilidad a nuestros pensionistas que merecen disfrutar, sin temores, de esta etapa de su vida.
En consecuencia, Señorías, deberíamos comprometernos a preservar el Pacto de Toledo. Pero, sabiendo que con ello no basta. No es suficiente el Pacto de Toledo. Se necesita más; dicho de otra forma: se necesita mucho más.
Señorías,
Es imprescindible disponer de los recursos necesarios para poder mantener y mejorar el Sistema. Y ¿dónde está el secreto? Pues en lo único que garantiza de verdad el pago de las pensiones de hoy y de mañana: en el empleo. Las pensiones están hoy seguras porque este Gobierno ha fortalecido el puntal que las sostiene, que es el empleo, su fuente de financiación.
Señorías,
Como todos ustedes conocen muy bien, en España hemos vivido una crisis económica como nunca habíamos conocido. Saben ustedes también que en esa crisis se perdieron 3.800.000 empleos; y saben también que los ingresos del Estado cayeron en 70.000 millones de euros -que se dice pronto- en sólo dos años. Pues bien, es esto, la pérdida de empleo y la consiguiente pérdida de recaudación, lo que ha puesto, de verdad, en peligro las pensiones.
Fíjense señorías, en el año 2011, por cada nuevo pensionista, uno, que entraba en el Sistema, tres personas dejaban de cotizar a la Seguridad Social. Hoy, la situación se ha invertido: Por cada nuevo pensionista, se crean seis nuevos empleos. Este es el secreto. Y no hay más, señorías.
Las pensiones se han sostenido por dos razones: Primero, porque hemos evitado un rescate de la economía española, que nos hubiera llevado a su drástica reducción. Esto, como saben, ha ocurrido en otros países de nuestro entorno que todos ustedes tienen en su mente. En algunos casos, reducciones de hasta el 40 por ciento.
Y segundo lugar, está aquí, nuestro Sistema de Pensiones, porque hemos sido capaces de darle la vuelta a la situación de nuestra economía y empezar a crecer y a crear empleo.
Señorías,
Incluso en una situación tan difícil -ustedes saben que era difícil- como la que hemos vivido, con una pérdida masiva de empleo y de recaudación, hemos sido capaces (no el Gobierno, los españoles) de no reducir las pensiones, de no congelarlas y hemos podido subirlas, poco, mucho menos de lo que nos hubiera gustado a todos, pero las hemos podido subir.
Y cabe preguntarse: ¿Esto lo hemos conseguido gracias a que se ha reducido el número de pensiones que pagamos? No, Señorías. Todo lo contrario. El número de pensiones ha crecido y muchísimo. Ahora ya son 742.000 más que en el año 2011 y llegan ya hasta los 10.600.000 millones. Y hemos atendido a todos, a los que estaban y a los nuevos, desde el primero hasta el último.
Señorías,
¿Acaso, para facilitar los pagos, hemos mantenido las pensiones congeladas? En absoluto. Como les he recordado antes, los hemos subido, sin excepción, sin excepción, con los recursos que nos proporcionaba el Sistema.
Señorías,
España no ha tenido que elegir, como otros países, entre sostenibilidad económica, suficiencia de las prestaciones, y cobertura del Sistema en su conjunto. Hemos podido avanzar y mejorar en los tres objetivos.
Y hemos podido hacerlo porque nos hemos guiado siempre por la prudencia y por la responsabilidad.
En suma, Señorías, este Sistema no se defiende sólo con palabras, sino que se defiende con realismo, con reflexión, con números y también, tengo que decirlo, evitando cualquier tipo de demagogia.
Y defenderlo sin demagogia quiere decir pensar en soluciones que no miren sólo a lo inmediato, sino que atiendan a la sostenibilidad del modelo en el medio plazo.
Y para ello, el primer objetivo que no podemos eludir, es la creación de empleo: cuanto más y mejor empleo, más y mejores pensiones. Por eso, nuestra política económica debe ser responsable. En un sistema de reparto y contributivo, como el nuestro, este es un factor esencial.
Nuestra segunda responsabilidad es actuar para hacer frente a los factores demográficos. Ese camino ya lo inició el Partido Socialistas en el año 2011. Y no sólo no revertimos la reforma, sino que continuamos en esa dirección en 2013. El mismo camino y la misma dirección por la que transitan todos los países que quieren preservar y proteger, para el futuro, sus Sistemas de Pensiones. Todos están reformando -o pensando cómo hacerlo- sus Sistemas de Pensiones para tener en cuenta que vivimos más años y que, en algunos casos, nacen menos niños.
Eso es el factor de sostenibilidad: hacer frente a nuestras responsabilidades para poder seguir pagando las pensiones a nuestros hijos. Significa hablar de garantía, hablar de futuro y hablar de esperanza de vida y de pacto entre generaciones, presentes y futuras.
La sostenibilidad no es otra cosa que ser solidarios en el futuro con quienes están siendo solidarios en el presente.
¿O acaso alguno de ustedes cree razonable exigir a los jóvenes españoles que coticen para las pensiones de hoy, sin ser capaces de garantizar las suyas en el futuro?
Precisamente, la respuesta a esa reflexión es lo que se llama el factor de sostenibilidad.
Con él se garantiza que el valor de la pensión recibida en el conjunto de la vida de un nuevo pensionista que acceda al Sistema dentro de algunos años, y que tendrá mayor esperanza de vida, sea equivalente al que se jubile hoy. Responde, como digo, a un pacto intergeneracional.
Señorías,
Defender nuestro Sistema de Pensiones sin demagogia también quiere decir actuar con equidad; aportar fórmulas que consideren el justo equilibrio entre los intereses de todos los grupos que necesitan la protección del Estado. Y que son: los jóvenes a los que hay que dar la formación que el siglo XXI requiere; los parados de larga duración, que tienen que adquirir nuevas competencias para regresar al mundo laboral; las mujeres, que tienen que superar las dificultades que la desigualdad les supone para conciliar su vida personal y laboral; una conciliación que, por cierto, también concierne a los hombres; las personas dependientes y/o que a las que afecta alguna discapacidad, porque ellos y sus familias necesitan que estemos a su lado.
España es un país solidario y justo. Lo es con todos y lo va a seguir siéndolo. Es una solidaridad que debe tener siempre presente que los recursos son limitados, porque lo son, y que es socialmente más justo lo que económicamente es más eficiente.
Dicho todo esto, señorías, tenemos motivos para ser razonablemente optimistas. Tenemos motivos sólidos para confiar en que, si se mantiene una buena política económica que impulse la creación de más y mejor empleo, y si no se revierten las decisiones tomadas, recuperaremos pronto el equilibrio del Sistema.
Señorías, hoy, gracias a la intensa creación de empleo, por primera vez desde el año 2008, el pasado año las cotizaciones crecieron por encima de los gastos. Insisto, por primera vez desde el año 2008, las cotizaciones creciendo por encima de los gastos, un 5,3 por ciento por encima del aumento del gasto en pensiones (3 por ciento). Además, en los tres últimos años (2015, 2016 y 2017) se han creado más de cinco empleos por cada nuevo pensionista, y esto -como les dije antes- es clave para garantizar la sostenibilidad futura de las pensiones.
Y lo anterior ha sido posible gracias a una política económica que, como saben, se ha basado fundamentalmente en dos pilares: la consolidación fiscal y reformas estructurales.
Gracias en gran parte a esta política, no sólo crecemos y creamos empleo, a la cabeza de Europa (por encima de la zona euro y de Alemania, Francia o Italia), sino que lo hacemos de forma competitiva, sin el déficit externo que tradicionalmente ha terminado -y ahí está la historia económica reciente- con nuestro crecimiento.
El año 2017 es el cuarto año consecutivo de crecimiento, creación de empleo y superávit externo, una combinación de tres elementos que, en nuestro modelo, no se había dado, señorías, nunca; simplemente, nunca.
Durante esta legislatura, la aprobación de los Presupuestos Generales de 2017 ha sido muy importante, porque ello ha generado un entorno de estabilidad y confianza en los agentes económicos, factor fundamental para impulsar la recuperación económica y la creación de empleo. Los Presupuestos de 2017 seguirán cumpliendo esta función hasta que se puedan aprobar, lo antes posible, unos nuevos. Esto, además, ha sido muy bien valorado y visto como un ejercicio de responsabilidad desde fuera de España.
Continuar así es la clave para que nuestras pensiones puedan seguir pagándose y sean mejores en el futuro.
Señorías,
Debemos preservar las reformas que tan buenos resultados han dado para el bienestar y las oportunidades de los ciudadanos. Y vamos a hacerlo cumpliendo el mandato de los españoles y nuestro compromiso con Europa. Nos gustaría hacerlo con el consenso de todos, de cuantos más, mejor.
Con esa voluntad aprobaremos, a final de este mes, en Consejo de Ministros, los Presupuestos Generales de 2018 y los traeremos a esta Cámara. Es en el contexto de esos Presupuestos donde podremos hablar de las mejoras posibles para el bienestar de los españoles, también en materia de pensiones.
Señorías,
El debate de Presupuestos nos ofrece una magnífica oportunidad para discutir a qué vamos a dedicar el espacio presupuestario que estamos ganando, gracias a la mejor situación económica.
Yo les ofrezco trabajar desde este momento para alcanzar un acuerdo a lo largo de la tramitación de los Presupuestos de 2018. Porque es en el marco de ese debate donde debemos valorar qué decisiones queremos tomar sobre ingresos tributarios y qué decisiones queremos tomar sobre gastos sociales. Y debemos hacerlo teniendo muy en cuenta que no podemos gastar lo que no tenemos -porque eso fue lo que hundió a nuestro país- y que estamos obligados a cumplir nuestros compromisos europeos en materia de déficit público, porque eso fue lo que salvó a nuestro país.
Por mi parte, Señorías, ya les adelanto que en el en el proyecto de Presupuestos plantearé concentrar las ayudas fiscales en el IRPF para pensionistas y familias, y plantearé también una mejora de las pensiones mínimas y de viudedad.
Señorías,
Este esfuerzo adicional podemos hacerlo ahora que la situación económica mejora. Pero debe ser un esfuerzo responsable, lo que significa, respetar el procedimiento general de revalorización que está siendo un elemento determinante para garantizar la viabilidad del Sistema a los pensionistas, a todos, a los de hoy y a las nuevas generaciones. Y no olvidemos que esa es nuestra mayor obligación, y nuestra mayor responsabilidad para con nuestro país.
En cualquier caso, señorías, como les decía antes, la sostenibilidad de nuestro Sistema de Pensiones y el importe de las mismas dependen del empleo: de que trabajen muchas personas y que lo hagan en empleos cada vez mejores. Solo si hay más gente cotizando se pueden pagar más y mejores pensiones.
Por ello, mi prioridad es hacer todo lo posible para seguir creciendo y para crear empleo cada vez más estable, y cada vez mejor remunerado.
Por ello, debemos perseverar en una agenda de reformas que nos lleve a crecer, a mejorar la productividad, a diversificar nuestra economía y hacerla cada vez más capaz de adaptarse a un entorno cambiante y muy competitivo.
Señorías,
Son muchos los ámbitos en los que tenemos que trabajar, insisto, para mejor crecer y para ganar empleo, y, en consecuencia, mantener y mejorar el Sistema de Pensiones y, en general, todo el bienestar social. Citaré algunos de los ámbitos que me parecen prioritarios.
Primero. La estabilidad financiera. Mantener unas cuentas públicas saneadas y prudentes es condición necesaria para seguir generando confianza y creciendo. Señorías, lo sabemos por experiencia propia; insisto, por experiencia propia.
Segundo. La digitalización. La transformación digital es una auténtica revolución tecnológica que nos obliga a adaptarnos a una nueva realidad. Pero también ofrece nuevas oportunidades que debemos saber aprovechar. Y la competitividad de nuestra economía depende de ello, y hay que actuar en muchas áreas y en ello está mi Gobierno: despliegue de redes de alta capacidad; transformación digital de nuestra industria y de nuestros servicios; actuaciones en materia de I+D+i, determinantes a la hora de potenciar las nuevas tecnologías digitales; actuaciones dirigidas a mejorar el funcionamiento de los mercados, avanzando en la eliminación de las trabas administrativas; seguir respaldando el emprendimiento y la iniciativa empresarial; mejorar las políticas activas de empleo; seguir fomentando la internacionalización de nuestras empresas -asunto capital, decisivo para conseguir situarnos en una situación de recuperación económica-; y, por supuesto, continuar modernizando la Administración Pública.
Y, fundamentalmente, actuaciones en materia educativa y formativa, para que todas las mejoras anteriores sean una realidad palpable. Tenemos que garantizar una capacitación de calidad y adaptada a las necesidades, para que los ciudadanos puedan competir con ventaja en el mundo global y los trabajadores puedan incrementar su productividad y, por tanto, sus salarios.
Si perseveramos con más reformas en todos estos ámbitos, y sin errores que puedan poner en peligro nuestra competitividad, podremos aprovechar las oportunidades que nos brinda un mundo más globalizado y cambiante.
Y solo así lograremos no quedarnos atrás. Solo así conseguiremos seguir avanzando y terminar de revertir las consecuencias de una crisis económica sin precedentes y garantizar la permanencia de nuestro Estado del Bienestar y de nuestras pensiones.
Y termino ya, señora presidenta.
Señorías,
Se lo digo como lo pienso, tenemos un Sistema que bien merece nuestra confianza y la de los pensionistas. Un Sistema que ha sobrevivido -que se dice pronto- a la pérdida de más de tres millones de cotizantes, mientras el número de pensionistas se incrementaba en un millón, sin que en ningún momento se hayan dejado de pagar las pensiones, bien merece nuestra confianza y la de los pensionistas.
Hoy se pagan más pensiones que nunca, más altas, porque quienes están entrando en el Sistema han cotizado más tiempo y con más recursos y durante más tiempo, dada la estimable esperanza de vida que afortunadamente tenemos en España. Y nuestro objetivo es que eso siga siendo así en el futuro.
Un Sistema que, poco a poco, está recuperando el equilibrio financiero -no lo ha recuperado aún- pero lo está recuperando en un clima de gran creación de empleo, ofrece las mejores garantías para corregir el déficit y ganar flexibilidad en sus decisiones, por ejemplo, mejorando las pensiones más bajas.
En definitiva, señorías, los españoles pueden estar tranquilos porque no existe hoy ningún peligro por lo que se refiere al Sistema de Pensiones.
Señorías,
Lo único que puede amenazar nuestras pensiones es volver a las políticas erróneas, a las que generan desempleo. Y lo que puede amenazar la tranquilidad de los pensionistas es que caigamos en la tentación de incluir las pensiones en el terreno de la pelea partidaria. Estos son los dos únicos peligros
Cuanto más nos importe el bienestar de los pensionistas, más procuraremos asegurarle la fuerza que nace del acuerdo.
Cuanto más nos importe la solvencia, la estabilidad y el futuro de nuestro Sistema, más deberá importarnos el consenso y la unidad a los que formamos esta cámara.
A estas reflexiones responde el Pacto de Toledo, que nació con el deliberado propósito de proteger el Sistema de Pensiones de todos frente a las opciones de algunos.
No lo hemos escogido por ser solidarios, sino para que nuestra solidaridad sea eficaz.
No lo escogemos para eludir el debate ni esconder las diferencias, sino porque es el único terreno en el que la confrontación, lejos de perjudicar, nos ayuda.
Si de verdad pretendemos que principios como solidaridad, responsabilidad y sostenibilidad, iluminen y den sentido al Sistema de Pensiones de los españoles, estamos proclamando la necesidad del acuerdo.
El Pacto se sostiene gracias a esa voluntad de servir con eficacia, con coherencia y con responsabilidad a un bien que es de todos y del que depende la vida de millones de españoles, de hoy y de mañana.
Por eso, señorías, no estamos hablando de una política de partido, ni de una política de Gobierno, sino de una política de Estado porque protege los intereses generales de la nación.
Debe ser una política de Estado porque ha de proyectarse en el tiempo, más allá de lo que pueda durar un gobierno, más allá de lo que dure una legislatura y bastante más allá de sucesivas generaciones de españoles.
Debe ser una política de Estado porque hemos de diseñarla por acuerdo de los distintos grupos políticos, y al servicio de todos.
En fin, señorías, debe ser una política de Estado porque nuestro Sistema de Pensiones forma parte de ese proyecto de nación, al que todos servimos, y nos asegura que España, admirable ya por tantas cosas, lo sea también por el trato que garantiza para sus mayores.
Los pensionistas españoles, que son siempre un ejemplo de responsabilidad y también de solidaridad, no merecen actitudes frívolas. Ellos son los primeros que quieren un país mejor, con empleos para sus hijos y oportunidades para sus nietos. Y merecen respeto y dignidad, que nadie les utilice en ningún debate ni en ninguna ambición, por la sencilla razón de que ellos ya lo han dado todo por su país.
Nada más, señora presidenta, y muchas gracias.