Intervención del presidente del Gobierno en el Encuentro Empresarial Iberoamericano

7.12.2014

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Veracruz (México)

Señora secretaria general iberoamericana, señoras y señores, muy buenos días a todos y gracias por su asistencia aquí.

Voy a comenzar mi intervención, con su permiso, dando las gracias a Rebeca Grynspan por las palabras tan amables, como siempre, que me ha dedicado y, sobre todo, por su empuje y su determinación, por las ganas y por el coraje que le pone a todo aquello a lo que se dedica, y en este caso eso es muy importante porque la Secretaría General Iberoamericana es algo que a todos nos preocupa y nos preocupa mucho. Y gracias también por la alegría que transmites cuando hablas de estas cosas, que realmente es algo muy reconfortante y de lo que todos estamos muy necesitados. Creo que, una vez más, todos los países iberoamericanos hemos acertado cuando en su día te propusimos. Así que muchísimas gracias y cuentas con nuestra admiración, con nuestro apoyo y con nuestro reconocimiento. Muchas gracias.

Quiero decir que para mí también es un honor participar al lado del presidente de Costa Rica. Lleva muy poco tiempo al frente de sus responsabilidades, como todo el mundo sabe y además se nos ha recordado aquí. Yo no sabía que había trabajado en la SEGIB; lo que sí sé es que ya, cuando todavía no ha comenzado la Cumbre Iberoamericana, yo ya he conseguido algo, que es que el presidente de Costa Rica venga a visitarnos a España dentro de muy pocas fechas, porque me lo ha prometido y están todos ustedes de testigos, con lo cual tiene usted complicado el no cumplir con su palabra.

En cualquier caso, es un honor estar aquí con todos ustedes y creo que es muy positivo que reuniones de estas características tengan lugar. Creo que las Cumbres Iberoamericanas no deben de ser, y de hecho ya no lo son desde hace algún tiempo, reuniones única y exclusivamente de jefes de Estado y de Gobierno con representantes de otras instituciones -importantes, sin duda alguna--, sino que creo que deben de producirse también contactos con la sociedad civil porque, al final, un país no es lo que diga su Gobierno; un país es el conjunto de las aportaciones de muchísima gente y, desde luego, las aportaciones de los empresarios, que son los que, además de pelear por el legítimo beneficio y por hacer cosas, tienen una función social muy importante que es generar bienestar, riqueza y empleo.

Para nosotros es capital que se produzca esta suerte de reuniones y también es importante que haya un Foro sobre Comunicación como el que se ha organizado entre Televisa y el Gobierno de España, que ya tiene algunos antecedentes y yo espero que en el futuro esto sea útil.

Yo, con su permiso, quisiera hacer unos breves comentarios de cómo veo yo en estos momentos, desde el punto de vista económico, las relaciones entre España y toda la Comunidad Iberoamericana y, luego, también con su permiso, quería --sobre todo, porque Rebeca Grynspan en su intervención nos lo recordó-- hacerles un breve comentario de cuál es hoy en día la situación de la economía española y de cómo ve el Gobierno de España, que creo que es lo que más les puede interesar, la situación de la economía española a lo largo de los próximos tiempos, en el bien entendido de que no es fácil hacer pronósticos sobre la evolución de las economías y, en general, de casi ningún país del mundo. Pero yo creo que, al menos, sobre la economía española algunas cosas puedo aportarles a todos ustedes.

Lo primero que tengo que decirles a todos ustedes, siguiendo la línea que he marcado en esta primera intervención, es que de una orilla a otra del Atlántico hispanoamericano son tantos los vínculos históricos, culturales, sociales y económicos que nos unen que es fácil apercibirse de un profundo sentido de la comunidad. Desde luego, esto es mucho más fácil y más sencillo apreciarlo aquí, en la ciudad histórica de Veracruz, que es, como saben ustedes mejor que yo, polo cultural, comercial y marítimo, y eje vertebrador de nuestros continentes. Veracruz es una ciudad que contribuyó a trazar los primeros mapas de la economía global y que, como México en su conjunto, siempre ha sido puerto de acogida para generaciones y generaciones de españoles.

Quisiera decirles en relación con este tema algo que me parece importante. A veces, al hablar de los lazos que tenemos los españoles y los latinoamericanos tendemos a mirar sólo al pasado compartido y, siendo éste un patrimonio de riqueza incomparable, como todo el mundo conoce, yo quería hablarles hoy, y creo que ustedes son, sin duda alguna, el auditorio más indicado para que yo lo haga, de cómo esos lazos se afianzan también en nuestro día a día y, sobre todo, están llamando a fortalecerse en el futuro.

Yo pienso que eso no podría ser de otra manera, porque el peso creciente de la Comunidad Latinoamericana es una realidad diaria y constatable en su importancia en la economía internacional, también en su apertura no menos visible en el comercio mundial y en las propias mejoras de sus sociedades en términos de progreso y de bienestar.

Y junto a este gran activo, los países iberoamericanos contamos con otra ventaja no menor: la fluida comunicación entre nuestros países; tantos rasgos comunes que se proyectan también en el mundo empresarial y que facilitan nuestra coordinación en este ámbito. Y yo aquí no hablo de deseos, hablo de hechos objetivos y de realidades y, de hecho, nuestra visión de la iniciativa privada ya nos ha permitido sacar adelante grandes proyectos de resonancia global.

Yo creo que estamos en condiciones de decir que hay cifras que nos hablan de una auténtica edad de oro en el comercio y las inversiones bilaterales España-Latinoamérica. Sólo el año pasado, el comercio bilateral de bienes alcanzó los 33.109 millones de euros, lo que refleja la apertura de la economía española hacia América Latina y cómo los países de la región han sabido aprovechar sus ventajas competitivas en productos energéticos, materias primas y productos alimenticios. Y en la estela de un crecimiento continuado a lo largo de la última década, el stock de inversiones directo de España a los países de la zona ascendió a 122.000 millones de euros en el año 2012, unas inversiones que nosotros consideramos estratégicas para la economía española y que demuestran el altísimo grado de compromiso y de confianza de nuestras empresas en la evolución económica y el tejido productivo de nuestras naciones hermanas.

De hecho, como ustedes saben, desde las telecomunicaciones al sector financiero, pasando por la distribución energética o la ingeniería, no hay sector económico que no resulte atractivo para una firma española. Y eso es así, y hay que decirlo, porque ustedes, mano a mano con sus Gobiernos, han logrado afianzar uno de los destinos inversores más atractivos del mundo, enriquecido por un proceso incesante de industrialización y materias primas abundantes, con una población joven y cada vez más competitiva, una demanda interna con un creciente nivel de renta y una espectacular pujanza democrática.

Y algo más sobre lo cual quería poner especial énfasis. Creo que todos estos atractivos a los que acabo de hacer referencia no pueden compararse a los logros institucionales conseguidos en los últimos tiempos: los verdaderos aceleradores de la inversión y de la actividad han sido unas instituciones cada vez más sólidas y cada vez más estables y cómplices del desarrollo del crecimiento y el bienestar. Y son también destacables algunas cosas que me gustaría dejar apuntadas, aspectos de gran relevancia en la economía actual, como la innovación y los avances tecnológicos, que, junto a una creciente competitividad, explican una proporción creciente de exportación de productos de verdadero valor añadido.

Señoras y señores,

España, por historia y por voluntad, es no sólo parte integrante, sino activa y comprometida, de la Comunidad Iberoamericana de Naciones y, en consonancia con este compromiso, apuesta por unas relaciones económicas que cada vez acerquen más nuestros tejidos productivos y nuestras sociedades. Ésta es ya también otra realidad palpable. Ni siquiera las recientes oscilaciones han impedido que más de una tercera parte del stock de inversiones españolas en el exterior tenga como destino Latinoamérica, más de una tercera parte.

Ya he citado los más de 33.000 millones de euros del comercio bilateral de bienes en 2013, pero también quisiera hablarles del aumento sostenido, desde 2009 hasta hoy, de las exportaciones de España a la región, unas exportaciones que en 2013 han alcanzado su mayor cota histórica con más de 15.000 millones de euros. Y, si este dato es significativo, hay otros que resultan igualmente relevantes como los que subrayan la importancia, cada vez mayor, de América Latina como cliente y proveedor. La cuota de destino de las exportaciones españolas ha subido del 4,8 por 100 en el año 2009 al 6,4 por 100 en 2013 y va a continuar subiendo. Y la de Iberoamérica como proveedor de España ha pasado del 4,5 por 100 de 2009 al 7,2 por 100 en 2013, y estoy convencido de que va a continuar aumentando en el futuro.

Voy terminando esta primera parte de mi intervención.

Esta Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que celebramos a partir de mañana aquí, en Veracruz, nos permite celebrar nuestra identidad y nuestros vínculos, y ahondar en ellos. En este sentido, la intensidad de nuestras relaciones adquiere cada vez más un singular dinamismo en el ámbito económico y estamos llamados todos a promoverlo en beneficio de nuestros ciudadanos.

Actores claves en esta promoción han sido y deben seguir siendo las organizaciones empresariales de los países de la región, y el proceso de globalización con las transformaciones que ha supuesto la actividad empresarial nos exige adaptarnos a un entorno que demanda más estrechos marcos de cooperación. Por eso, no podemos sino saludar con satisfacción la reunión que en el marco de la Cumbre tendrán los presidentes de las organizaciones empresariales.

El papel de las organizaciones empresariales es tan significativo como el potencial que aún han de explorar nuestras empresas en una de las regiones más dinámicas del mundo. En este ámbito, los Gobiernos tenemos el deber de impulsar nuestras relaciones y ayudar a nuestras comunidades de empresarios, y estamos cumpliendo desde ya mismo con ese deber.

Hemos avanzado sustancialmente en las negociaciones comerciales entre la Unión Europea y los países de Iberoamérica completando, así, un marco jurídico económico bilateral ya de por sí importante. Y también debemos felicitarnos de la entrada en vigor de los acuerdos con Centroamérica y Colombia y Perú, ambos en 2013, así como de la conclusión de los acuerdos con Ecuador. Del mismo modo, esperamos en los próximos tiempos avances en las negociaciones en curso con los demás países de la región. Ésta es una de nuestras prioridades, lo ha sido y lo es más ahora en la Unión Europea, y estos acuerdos deben de traducirse en proyectos y en iniciativas empresariales concretas.

La reunión de presidentes de organizaciones empresariales a la que he aludido creo que es una excelente ocasión de dar un impulso a las relaciones entre nuestros países y un campo en el que nuestras empresas tienen un papel tan importante como benefactor para el desarrollo y la prosperidad de nuestras sociedades. Pueden ustedes tener la total y absoluta certeza de que cuentan, aquí y en otros ámbitos, con el apoyo total de mi Gobierno y pienso que también con el de la inmensa mayoría de los Gobiernos de los países iberoamericanos.

Ahora, y tal y como planteé al principio recogiendo la sugerencia que me decía en su intervención Rebeca Grynspan, quisiera hacer un breve comentario de la situación de la economía española, porque creo que eso es importante para todos. Lo es, desde luego, para los españoles, pero lo es también para el conjunto de los iberoamericanos.

Comienzo esta última parte de la intervención diciendo lo que me pasó en Los Cabos en el año 2012 en una reunión del G-20 y luego les contaré lo que me pasó en Brisbane en 2014, también en una reunión del G-20.

Cuando vine a Los Cabos a principios de 2012, todo el mundo estaba empeñado --todo el mundo, no; algún mundo, pero no de menor importancia-- en que yo tenía que pedir una línea de crédito al Fondo Monetario Internacional. Me convertí en la estrella de la reunión, porque todo el mundo debatía entonces, como en muchos lugares de Europa, cuándo España iba a ser rescatada, cuándo España se iba a ir del euro o cuándo el euro iba a saltar hecho añicos. Dos años después fui a otra reunión del G-20, en Brisbane. Ya nadie me habló del Fondo Monetario Internacional. Eso sí, me pidieron si yo podría introducir una ponencia a los jefes de Estado y de Gobierno que estaban en la reunión del G-20 que llevaba por título "De cómo las reformas estructurales pueden llevar al crecimiento económico".

Eso es lo que pasó, en síntesis, entre los años 2012 y 2014. A mí en el año 2012 me hablaban del rescate, me lo pedían y me lo exigían. Todo el mundo decía que España iba a salir del euro y todo el mundo decía que el euro, o iba a desaparecer, o iba a convertirse en una cosa distinta para unos y para otros; que iba a haber dos clases de euro: el de los listos y el de los que no lo éramos tanto.

En aquella época la prima de riesgo de España superaba los más de 600 puntos básicos y el precio del bono a diez años estaba por encima del 7 por 100; hoy, ayer, no llegaba al 2 por 100. En aquella época España tenía un déficit público por encima del 9 por 100, tenía un sector exterior en negativo, tenía una inflación de la cual ya no me acuerdo --me acuerdo de la de hoy porque ha sido cero en lo que va de año 2014-- y tenía un sector financiero una parte muy importante del cual estaba en quiebra y, por eso, yo, que presido un Gobierno de derechas, tuve que nacionalizar tres entidades financieras; algunas, no menores. Y, además, llevábamos cinco años en recesión y el paro aumentaba todos los días; en la última Legislatura, 3.400.000 parados más.

Pues bien, ¿qué ha pasado dos años después? Nadie habla del rescate de España, nadie habla de la ruptura del euro y nadie habla de dos categorías del euro. Los desequilibrios económicos se empiezan a superar y se está bajando el déficit público. Lo hemos tenido que bajar en dos años, en 2012 y en 2013, con una, todavía, muy fuerte recesión económica. Ha sido duro, difícil y hemos tenido que pedirles esfuerzos importantes al conjunto de los españoles, pero hoy el déficit público está bajando.

El déficit del sector exterior ya no es tal, el sector exterior está en superávit. La inflación está en cero, como les he dicho antes. El sistema financiero se ha reestructurado de arriba a abajo y los últimos test de estrés que ha hecho el Banco Central Europeo hablan de la solidez y solvencia de la banca española. La prima de riesgo está en 105 desde 639, el precio del bono a diez años por debajo del 2 por 100, como les dije antes, y el precio del bono a cinco años por debajo del 1 por 100.

Ya no estamos en recesión. En el último trimestre hemos crecido más que nadie en la zona euro. La zona euro creció el 0'2 por 100; España, el 0'5 por 100, el país de los grandes que más ha crecido. La media de crecimiento de la Unión Europea, zona euro y los demás, el 0'3 por 100. España este año va a ser el país que más crezca de la zona euro y el que más empleo cree, y el año que viene va a ser el que más crezca y el que más empleo cree. El pronóstico del Gobierno es que el año que viene habrá un crecimiento del 2 por 100. Creo que, si algunos acontecimientos que se están produciendo que afectan al tipo de cambio y a los precios de las materias primas se mantienen, España puede crecer más del 2 por 100 el año 2015 y, desde luego, va a ser el país que más crezca de la Unión Europea.

Hoy el sector exterior está en positivo. España es el cuarto país de los países desarrollados que más inversión extranjera ha recibido después de Estados Unidos, Canadá y Australia. Y este año recibiremos 62 millones de turistas.

El reto más importante ahora es el crédito, la educación y la innovación --por eso celebro que esta reunión de la Cumbre Iberoamericana vaya a hablar de educación y de innovación; son temas capitales del futuro--, y continuar con las reformas estructurales. La última que hemos aprobado ha sido la reforma fiscal y su Reglamento en el Consejo de Ministros que hemos tenido este viernes.

Después de todas estas experiencias que me permiten poder decirles a todos ustedes que España vuelve a ser un magnífico país de oportunidades para invertir y que animo a todos a hacerlo, he llegado a la conclusión de que lo único serio en cualquier faceta de la vida, por supuesto también cuando se gobierna, al menos en el medio y largo plazo, es ser serios.

Hemos hecho muchas reformas estructurales a lo largo de este tiempo. Empezamos por la Ley de Estabilidad Presupuestaria; hemos hecho la reforma laboral; la reestructuración, como les decía antes, de todo el sistema financiero; hemos hecho la reforma energética, que no ha sido difícil como sabe mucha gente; estamos haciendo la reforma de la Administración y la reforma de la unidad de mercado. Después de tener que subir los impuestos para hacer frente a una situación imposible ahora podemos hacerlo: a partir del 1 de enero baja en España el Impuesto de Sociedades cinco puntos y baja también el Impuesto de la Renta.

Quiero, por eso, decir aquí que las buenas políticas, las que surten efecto al menos en el medio y largo plazo, y las que producen crecimiento sostenido y estable, son aquellas que controlan el déficit público y la deuda pública, y que hacen la economía más liberal y más flexible. Ésa, al menos, es la experiencia que yo tengo.

España está, como saben, también integrada en Europa y también en Europa lo que allí se haga nos afecta, y nos afecta mucho; por tanto, nos afecta lo que decidamos en nuestra casa, pero también lo que se decida en Europa. Yo creo que Europa tiene que trabajar en una mayor integración económica. Todavía no está completa ni la unión energética, ni el mercado único digital, ni tampoco el mercado único de servicios.

Todavía tenemos que seguir trabajando en la integración. Hemos hecho este año la Unión Bancaria y el 90 por 100 de los bancos españoles y de todos los europeos ya no serán supervisados por el banco central español o el suyo; serán supervisados por el Banco Central Europeo. Creo que también debemos de ver cuál es el papel del Banco Central Europeo en el futuro, si tiene alguna labor más que la de controlar la inflación que en este momento, por cierto, en Europa está absolutamente controlada, lisa y llanamente porque no existe; y hay que ver también cuáles son los papeles que puede adoptar el Banco Central Europeo.

Hay que ver, y es un debate que hay ahora en Europa, si somos capaces entre todos de incrementar la inversión pública. Yo creo que sería necesario en estos momentos cuando el crecimiento en la zona euro, como les he dicho antes, ha sido del 0'2 por 100 en el tercer trimestre.

Pero, en cualquier caso, independientemente de lo que es la coyuntura, que siempre existe y en cualquier faceta de la vida, es muy importante que lo estructural esté siempre bien porque, si está bien, las grandes crisis se superan mejor y, si está mal, es muy difícil superarlas.

Insisto en lo que les he dicho al principio: mi experiencia me dice que las reformas estructurales, liberalizar y flexibilizar, son las que, al fin y a la postre, hacen que crezca el empleo y mejore los niveles de bienestar y riqueza que se supone que es a lo que aspiramos quienes estemos en el Gobierno, pensemos como pensemos, y ustedes, en su condición de personas que tienen también una responsabilidad muy importante para con sus semejantes.

Les agradezco a todos su atención. Estoy absolutamente convencido de que me he pasado de tiempo y, por lo tanto, pido disculpas; pero no he podido evitarlo, porque hoy me gusta hablar de las perspectivas de la economía española de cara al futuro.

Gracias.

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