Declaración institucional de Pedro Sánchez con motivo de la exhumación de los restos de Francisco Franco
Actividad del presidente - 24.10.2019
Lengua de signos | Pool Moncloa/Diego del Monte - 24.10.2019
La Moncloa, Madrid
"Buenas tardes y muchas gracias a todos los medios de comunicación que os habéis acercado al Palacio de la Moncloa para seguir esta declaración institucional.
En el día de hoy, 24 de octubre de 2019, han concluido las tareas de exhumación y traslado de los restos del dictador Francisco Franco desde la basílica del Valle de los Caídos hasta el cementerio de Mingorrubio.
Concluye así un largo proceso, que ha contado con el pronunciamiento de los tres poderes del Estado: del poder legislativo, del poder ejecutivo y del poder judicial.
Fue el poder legislativo, sin un solo voto en contra del Parlamento, el que instó al Gobierno a poner fin a una anomalía en una democracia europea como es la española: la exaltación de la figura de un dictador en un mausoleo construido durante la dictadura; por la dictadura, y a mayor gloria de la dictadura.
Fue el poder ejecutivo el que impulsó los actos necesarios para materializar esta exhumación.
Y en tercer lugar, ha sido finalmente el poder judicial el que, con el pronunciamiento del Tribunal Supremo, ha respaldado un procedimiento dotado de las máximas garantías.
Así funciona un Estado Democrático de Derecho.
Se cumple, por tanto, con un mandato del Parlamento, con una sentencia del Tribunal Supremo y con un compromiso del Gobierno.
Pero, por encima de todo, hoy España cumple consigo misma.
Con esta decisión se pone fin a una afrenta moral como es el enaltecimiento de la figura de un dictador en un espacio público. Se da un paso más en la reconciliación que solo puede descansar en la democracia y la libertad que compartimos. Y nuestra democracia se prestigia a los ojos del mundo, atendiendo a una recomendación respaldada entre otros organismos por Naciones Unidas.
Nos costó mucho tiempo deshacernos de un régimen represor. Y casi nos ha llevado el mismo tiempo apartar los restos de su artífice del homenaje público.
Caben todas las opiniones sobre el momento de llevar esta acción a cabo. Cada cual puede tener su criterio. Mi Gobierno anunció públicamente que lo haría en el mismo momento en que esto fuera posible. Y este es el momento. Y así se ha hecho. Ni un día antes ni un día después.
El mausoleo del Valle de los Caídos fue levantado con el sacrificio de millares de presos políticos de la dictadura. Allí fueron conducidos los restos mortales de casi 34.000 compatriotas, víctimas todos ellos de la guerra civil. Más de un tercio de ellos permanecen aún sin identificar hoy, y muchos de ellos reposan en ese lugar después de que sus cuerpos fueran trasladados sin consentimiento o en el más absoluto desconocimiento de sus familias.
Es, por tanto, una infamia que más pronto que tarde deberá ser también reparada, como habrá de serlo igualmente el que aún hoy existan miles de fosas dispersas por toda nuestra geografía. Es una aberración que debemos afrontar con decisión. Por justicia y dignidad. Pero, sobre todo, por pura humanidad.
La España de hoy tiene una deuda con esas familias. La España de hoy tiene una deuda, también, de los españoles que lucharon en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, combatiendo al fascismo en Europa. Es deudora también de quienes se vieron forzados al camino del exilio hace justamente 80 años, en el año 2019.
Es deudora de los españoles abandonados a su suerte en campos de exterminio, mientras su Gobierno les daba la espalda y les consideraba apátridas. De los españoles perseguidos. De los españoles humillados durante décadas por sus ideas.
La España actual es fruto del perdón, pero no puede ser producto del olvido. La España de hoy es el país más opuesto a lo que representó el régimen franquista. Donde había represión y dictadura, hay libertad y democracia; donde había uniformidad e imposición, hay diversidad cultural y territorial; donde había aislamiento, hay Europa; donde había machismo y homofobia, hay feminismo y tolerancia.
El homenaje público al dictador era más que un anacronismo y una anomalía. Era un agravio a nuestra propia democracia, la democracia española. Ponerle fin era un deber para las generaciones que no crecimos bajo el trauma de la guerra civil y del franquismo.
La generación de nuestros abuelos se enfrentó en una contienda feroz, la generación de nuestros padres se reconcilió en un acto de concordia. Hoy rendimos un tributo a todas las generaciones pasadas. Y con el pensamiento puesto en las generaciones futuras, proclamamos que la enseña de la democracia y la convivencia ondeará siempre en nuestra patria.
En unos días, cuando el Valle vuelva a abrir sus puertas, quienes accedan se van a encontrar con un lugar distinto. Porque desde hoy quienes yacen son ya todos víctimas, sólo víctimas. Cuando el Valle vuelva a abrir sus puertas simbolizará algo distinto: el recuerdo de un dolor que no debe volver a repetirse jamás y un homenaje a todas las víctimas del odio.
Gracias."
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)