Según ha explicado Garzón, Consumo ha identificado un patrón de consumo de riesgo potencial para la salud y valora distintas opciones en este momento, tomando como referencia diferentes estudios analizados que alertan de una tendencia creciente del consumo de estas bebidas entre la juventud.
En la actualidad, la definición de este producto no está recogida en la normativa y se engloba dentro de las bebidas refrescantes. Tampoco existe una regulación de los ingredientes permitidos, sus concentraciones máximas o sus posibles combinaciones. Por ello, Consumo abordará un plan de información a consumidores sobre la composición y los posibles riesgos que conlleva la ingesta de bebidas energéticas en cantidades no recomendadas.
Así lo ha trasladado Garzón durante la presentación de los resultados del Informe sobre los riesgos asociados al consumo de bebidas energéticas, elaborado por el Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Este estudio revela que una persona que tome más de 1,4 miligramos de cafeína por kilo de peso al día puede sufrir insomnio y reducción de la duración del sueño. Si este consumo se eleva a 3 miligramos, puede implicar riesgos cardiovasculares y hematológicos, neurológicos y psico-comportamentales.
Teniendo en cuenta que los envases más habituales de este producto contienen 32 miligramos de cafeína por cada 100 mililitros, el Comité Científico de la AESAN alerta de los riesgos para la salud que conlleva la ingesta del producto en envases de 300 a 500 mililitros que se comercializan en la actualidad.
El informe científico, coordinado por la doctora Carmen Rubio, también alerta del riesgo de interacción con los medicamentos, así como de la presencia de otros componentes con principios activos naturales como el ginseng o el gingko, con ingesta contraindicada en periodos de embarazo y la lactancia. En el caso del ginseng, también en la infancia y adolescencia. Además, el consumo de las bebidas energéticas no está recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en período de lactancia, según la normativa europea de información al consumidor.
Garzón se ha comprometido a valorar las distintas opciones existentes de cara a informar adecuadamente a la ciudadanía para realizar un consumo seguro de estas bebidas, teniendo en cuenta las recomendaciones del Comité Científico de la AESAN. Asimismo, el ministro ha anunciado que su cartera establecerá contacto con los fabricantes de productos energizantes para abordar el adecuado cumplimiento de la información proporcionada al consumidor y la publicidad y promoción de estos productos. Garzón ha recordado que ya es obligatorio la inclusión de la advertencia: "Contenido elevado de cafeína: No recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en período de lactancia.
El ministro ha mostrado su compromiso para profundizar en el trabajo de evaluar la ingesta, exposición y riesgo de otros "modelos de consumo de cafeína" como los conocidos shots o caffeine/energy shots, productos comercializados en formato pequeño que concentran, en menos de 100 ml, elevadas concentraciones de cafeína muy superiores a las de las bebidas energéticas.
De otro lado, Garzón ha anunciado que AESAN emitirá unas recomendaciones específicas para el consumo de estas bebidas que, junto con programas de comunicación y educación, tendrán el objetivo de aumentar el conocimiento de la población de los riesgos para la salud asociados a estos productos. Esta alerta está centrada especialmente en niñas, niños y adolescentes con especial atención a su combinación con bebidas alcohólicas.
Cabe recordar que, según los resultados de la última encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) del Plan Nacional sobre Drogas, cuatro de cada diez estudiantes de entre 14 y 18 años habían tomado bebidas energéticas en el último mes. Su consumo es mayor en los chicos (49,7%) que en las chicas (31,1%). Además, el 16% de los estudiantes de 14 a 18 años había mezclado alcohol con bebidas energéticas en los últimos 30 días.
Por último, Garzón ha expresado su intención de poner en marcha un grupo de trabajo con agentes institucionales, sociedad civil y personas expertas para elaborar un documento de actuaciones y que irá acompañado de una mayor presión inspectora por parte del control oficial para verificar el cumplimento de los actuales requisitos recogidos en la legislación alimentaria.