Madrid
Queridas amigas, queridos amigos; queridas Ministras, querida Ministra de Igualdad,
El Ministerio de Igualdad premia este año, por primera vez, la labor de cuatro mujeres ejemplares; repito, cuatro mujeres ejemplares. Ha sido un acierto, Ministra; un acierto como tu política. Tenemos una Ministra de Igualdad valiente, que ha soportado mucho tan injustamente por defender la igualdad y el progreso, y yo lo quiero subrayar hoy aquí: ha aguantado mucho, es valiente.
Pero quiero empezar por las cuatro mujeres ejemplares: Amelia, Carlota, María y Marisa. ¡Enhorabuena! A las cuatro, enhorabuena y, sobre todo, gracias. Gracias por vuestro trabajo, por vuestra perseverancia y por vuestra firmeza. Con ellas os damos nuestro afecto y la comprensión de vuestra causa, que es nuestra también, que ya es de mucha gente, de miles y miles de personas, de mujeres y de hombres. Y tanta gente tiene que ser un buen premio para mujeres como vosotras que habéis tenido que nadar contra corriente y solas tantas veces.
Querida María Telo, fuiste una de las cuatro mujeres que formaron parte de la Comisión General encargada de revisar el Código Civil en unos años (1971-1975) donde el ejercicio de la libertad no era nada fácil en España. Lo fácil, entonces, era la arbitrariedad y la discriminación, la consecuencia natural consentida y amparada por el poder de una visión fundamentalista y excluyente de las relaciones humanas; una visión fundamentalista y excluyente que nuestro país y las generaciones de mujeres y hombres que nos precedieron sufrieron durante décadas, terribles décadas y, en muchos casos, toda una vida de soportar la discriminación.
Tu labor encomiable contribuyó a dejar atrás algunas ignominias como la licencia marital, la llamada licencia marital, aún en 1975. Hicisteis que empezara a restituirse a las mujeres su capacidad jurídica; suena insólito en la España de hoy, pero no hace tanto tiempo de esto. Abristeis, todavía en la dictadura, una senda que luego la Constitución de 1978 y la Ley en 1981 recorrerían hasta reconocer la plena igualdad jurídica de las mujeres y la plena igualdad a los cónyuges en la Administración y disposición de sus bienes.
María, gracias. Muchas gracias, María, y muchas gracias por tener el placer de poder verte, quererte, recordarte y premiarte.
Querida Carlota Bustelo, he recordado tu imagen, lo que significó para un joven socialista saber quién era la primera ponente sobre temas de igualdad en el Congreso del Partido Socialista de 1975 y cómo esa primera manifestación pública y comprometida te llevó a las Cortes de 1977 y, a tu renuncia en 1979, porque no podías aceptar que las listas electorales integraran a menos mujeres que en la Legislatura anterior. Bien hecho. Y tu batalla por la igualdad te llevó a ser la primera Directora General del Instituto de la Mujer para seguir, desde allí, dando toda la vida la batalla por la igualdad.
Te debemos mucho, te lo queríamos decir, y, además, Carlota subrayar que has significado mucho para el Partido Socialista por ese impulso genuino, inicial, en favor de la igualdad. A partir de tu firmeza y de tu posición el Partido Socialista poco a poco se convirtió en el gran partido de la igualdad, en un partido de profunda vocación feminista a favor de los derechos de la mujer.
Querida Amelia Valcárcel, Amelia Valcárcel es maestra: es maestra de sentimientos, es maestra de valores y es una gran maestra de la igualdad. Dentro y fuera de las aulas, en puestos de responsabilidad institucional y en la vida has mostrado siempre determinación y una inigualable capacidad de explicación de lo que representan el alto valor de la igualdad y el compromiso.
Has dicho en alguna ocasión que para las mujeres no ha habido regalos, sino conquistas. Esas conquistas son tus conquistas. Y, además, sabes que me resulta especialmente significativo, especialmente entrañable, poder estar aquí reconociéndote y dándote este premio. Es una de las personas a las que más admiro, cuyo pensamiento me ha ayudado mucho. Leer todo lo que ha escrito sobre la igualdad ha forjado muchos de mis pensamientos y de mis actititudes en defensa de un proyecto político más justo y más integrador en esa democracia que exige una igualdad plena. Gracias, Amelia.
Y, querida Marisa, tu labor es la memoria y la palabra. Si la igualdad tiene futuro, es porque tiene memoria y, si la igualdad es una aspiración real y cotidiana, es porque antes ha sido palabra, convicción escrita. Como infatigable bibliotecaria y documentalista de la igualdad nadie lo sabe mejor que tú. Con tu trabajo todos hemos aprendido ya el valor de la Biblioteca de Mujeres que, por supuesto, el Ministerio de Igualdad va a apoyar. Una biblioteca de mujeres es una biblioteca de sensibilidades. Gracias, Marisa.
Gracias a las cuatro con todo nuestro cariño y gracias también a quienes habéis organizado este acto y a los que habéis venido a compartirlo. Yo sé lo que os traído aquí esta mañana, esta mañana de invierno todavía, y lo que os ha traído aquí es vuestro afán de mantener el compromiso con la igualdad. Lo sé porque a eso mismo he venido yo también y lo seguiré haciendo, como Presidente del Gobierno y como ciudadano: a mantener uno de los compromisos más nobles en la convivencia democrática: la igualdad real entre mujeres y hombres.
Hemos venido a reconocer el valor de cuatro mujeres ejemplares, excepcionales; pero también hemos venido a reivindicar que no se nos olvide la esencia de lo que representa el afán por la igualdad. Porque éste es un acto institucional austero, como el Ministerio de Igualdad. Sí, es el Ministerio más austero de la historia del Gobierno en nuestro país. Es el Ministerio más joven, además, como bien sabéis, y el Ministerio que siempre, por algunas voces, desean que desaparezca casi antes de haber empezado su andadura. Siempre sitúan al Ministerio de Igualdad pero, ¡hombre!, después de tantas décadas, de siglos, de desigualdad tan profunda hacia las mujeres en este país, ¿no nos merecemos que haya un Ministerio de Igualdad para las mujeres durante mucho tiempo?
Vamos a reivindicar porque las dificultades que atravesamos con la crisis económica no pueden servir de excusa, y siempre habrá alguien que lo utilice, para que nos detengamos o para retroceder sobre lo que ya hemos avanzado a favor de la igualdad y de la extensión de los derechos de los ciudadanos en nuestro país. Por tanto, no dejemos de reivindicar y tampoco de constatar los avances, los logros, que se consiguen en el camino.
Así, por ejemplo, podemos congratularnos de que sólo hace unos días el Senado haya dado luz verde a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo; congratularnos de que estemos a punto de superar una ley que hace un cuarto de siglo supuso un avance, pero que ahora presentaba problemas en su aplicación que sólo la hipocresía o el intento de convertir determinadas convicciones religiosas en normas cívicas universales permitían ignorar problemas que podían menoscabar la dignidad de las mujeres, además de la seguridad de los profesionales. La Ley afirma esa dignidad y protege esa seguridad. Ninguna mujer podrá ir a la cárcel por interrumpir su embarazo, ni tampoco podrá ser intimidada por ello. Ése es el cambio que representa la Ley y esto es lo que hemos venido saludando cívicamente, cuando elaboramos el Anteproyecto de Ley o cada vez que hemos superado una votación en el Congreso o en el Senado.
Pero, amigas y amigos, en este último año también hemos logrado otras cosas en el desarrollo de aplicación de la Ley de Igualdad. Puedo deciros con gran satisfacción que la Ley de Igualdad entre hombres y mujeres es una de las leyes, quizás la ley con el mayor respaldo ciudadano de todas las que ha promovido el Partido Socialista desde el año 2004 en esta etapa de Gobierno.
Podemos congratularnos de haber puesto en marcha un plan de inspección para la vigilancia de igualdad efectiva entre hombres y mujeres en las empresas, y de que en estos momentos más del 65 por 100 de los convenios colectivos publicados en el BOE contienen ya previsiones de igualdad.
Podemos congratularnos de que, a pesar de las dificultades, de la crisis, y del retroceso grave del empleo, el año pasado haya aumentado el porcentaje de mujeres afiliadas a la Seguridad Social.
Podemos congratularnos de que haya más mujeres en puestos ejecutivos, sobre todo en las empresas públicas, y de que en los Consejos de Administración de las grandes empresas privadas también se haya triplicado el número de mujeres, para añadir a continuación que no es suficiente y para reivindicar que se vaya más rápido en el cumplimiento de la Ley de Igualdad en esta materia y vamos a ser más exigentes para que se cumplan los objetivos de la Ley.
Podemos congratularnos de haber aprobado una normativa de protección en el entorno laboral de las mujeres embarazadas o en período de lactancia; o de haber flexibilizado los requisitos de cotización previa para tener derecho a la prestación por maternidad; o de haber ampliado el permiso de paternidad para ciertos supuestos; o de haber aprobado la norma que regula la concesión y la utilización del distintivo "Igualdad en la empresa", que esperamos que sirva como estímulo para aquellas empresas que pueden destacar por la aplicación de políticas de igualdad de trato, en la organización, en los servicios, en los productos o en la publicidad; o de haber puesto en marcha, y es la primera vez que un Gobierno en España lo hace, un Plan Integral 2009-2011 de lucha contra esa lacra inasumible que es la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, que contiene más de sesenta medidas para prestar atención a las víctimas, para luchar con más eficacia contra las mafias y los proxenetas, y para sensibilizar a la sociedad sobre lo que supone la trata de mujeres y de niñas. Debemos seguir avanzando e ir más allá en este recorrido de lucha contra esta utilización de los seres humanos.
Amigas y amigos,
Lo que no podemos celebrar, por más que sea objetivamente un dato mejor, es que las víctimas mortales por violencia de género hayan descendido un 30 por 100 en 2009 en relación con el año anterior. La rabia y la tristeza que nos producen las 55 mujeres cuya muerte todavía no logramos impedir no dejan hueco a ningún otro sentimiento. Desde aquí las recordamos.
Pero esa rabia y esa tristeza son una motivación formidable para seguir apretando los dientes y dar cada día la batalla por una nueva vida de una mujer en peligro o para evitar que la dignidad de otra sea pisoteada. Ésta es la razón por la que durante la Presidencia de la Unión Europea España trabaja para conseguir una Orden Europea de Protección a las Víctimas, por la creación del Observatorio contra la Violencia de Género y porque haya una gran respuesta de la Unión Europea a favor de una política activa, perseverante y firme en contra de esa lacra que es la violencia de género.
En esto he de deciros, con satisfacción y con modestia --¿quién nos lo iba a decir, si pensamos en el año 1975, ahora que hemos recordado que ésa era la fecha de supresión de la licencia marital?-- que, cuando presenté el Programa de la Presidencia Española para la Unión Europea en el Parlamento Europeo, sin duda, la política más reconocida de la España de hoy, la política más valorada del Gobierno que presido, era la política en favor de la igualdad entre hombres y mujeres, el apoyo a las mujeres maltratadas, la lucha contra la violencia de género y los avances legislativos en materia de derechos que han permitido que España se reconozca hoy como una sociedad avanzada, consciente del valor de la igualdad, y que constituimos una referencia en políticas de igualdad.
Lo debo decir aquí con modestia, pero con orgullo. Y esto, pensando en 1975 lo que se pensaba de la España de la discriminación, de la España de la desigualdad, de la España machista, hasta niveles insoportables, es, sin duda alguna, una buena motivación, un buen estímulo, para que trabajemos, para que haya un gran Ministerio de Igualdad y, por supuesto, para que sigamos año a año con este compromiso como el que tenemos hoy aquí. Gracias por este compromiso.
Pero a los avances sociales nunca les han faltado resistencias y yo sé un poco de eso. Avanzar hacia la igualdad nunca ha resultado fácil, porque como Amelia Valcárcel nos ha enseñado, el miedo a la igualdad es muy fuerte. Y ahora tampoco resulta fácil avanzar. Detrás de toda situación de desigualdad, siempre hay otra de privilegio o, simplemente, de insensibilidad por el destino del otro. Pero no seríamos lo que ya somos si tantas mujeres no hubieran dicho que "no" en algún momento de su vida, como una forma de decir "adelante"; con el mismo coraje y con la misma convicción como han dicho "no" y "adelante", de un modo u otro, en uno u otro lugar, y en tantas ocasiones, Amelia, Carlota, María y Marisa.
Os puedo asegurar, y os pido que con vuestra capacidad reivindicativa sigáis velando por ello, que el Gobierno de España dirá rotundamente "no" a cualquier discriminación que persista o resurja en nuestra sociedad, y dirá "adelante" a nuevas medidas que aseguren la igualdad efectiva entre las mujeres y los hombres de nuestro país y terminen con cualquier discriminación.
Lo haremos, como hemos hecho las leyes que ya rigen la vida social y como hemos cambiado las expectativas para muchas personas, para muchas mujeres. Pero sólo lo haremos con vuestro apoyo, sólo lo haremos con las organizaciones de los colectivos en defensa de los derechos de la mujer y sólo lo haremos con los hombres comprometidos en el valor de la igualdad, con todos aquellos que no tienen miedo; al revés, que admiran y valoran ser iguales, y que reconocer los derechos de los demás, acabar con los privilegios y abrir la puerta a quien ha tenido profundas discriminaciones es lo que más nos enriquece, lo que más libres nos hace y lo que más auténticos nos puede llegar a definir en nuestra personalidad.
Amigas y amigos,
Un año más, Ministra, con todas y con todos los que quieran vamos a seguir conquistando la igualdad. No la tenemos miedo; al revés, la deseamos.
Gracias.