Discurso del presidente del Gobierno en su comparecencia ante el Congreso

9.10.2024

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Congreso de los Diputados, Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Presidenta, señorías, buenos días.


Como ha dicho la presidenta, comparezco ante esta Cámara fundamentalmente para hablar, como ha solicitado la mayoría de los grupos parlamentarios, sobre la política migratoria del Gobierno.


Y lo hago además a sabiendas de que la migración es una cuestión delicada donde las percepciones pesan casi tanto como las realidades, algo que evidentemente algunos grupos, como el Grupo Parlamentario Popular y también el Grupo Parlamentario de VOX, también en Europa, tratan de instrumentalizar para inocular odio en nuestra sociedad y ocultar su falta de proyecto, incluso si ello implica destruir consensos sociales que nos han guiado durante la mayor etapa de paz y de prosperidad de nuestra historia.


Permítame que comience esta intervención leyendo una noticia. Abro comillas.
"Una embarcación destartalada arribó a nuestras costas con 106 inmigrantes ilegales a bordo. Los sin papeles detenidos, entre los que había diez mujeres y una niña de cuatro años, se hallaban en condiciones lamentables, famélicos, sucios y con ropas hechas jirones. La bodega de la embarcación, que solo medía 19 metros de eslora, parecía un vomitorio y despedía un hedor insoportable". Cierro comillas.


Esta noticia, señorías, podría haberse publicado en cualquiera de nuestros periódicos la semana pasada o la anterior. Los migrantes de los que habla este artículo podrían ser nigerianos, senegaleses o magrebíes. Pero en realidad esta noticia, señorías, apareció en un diario de Venezuela el 25 de mayo de 1949 y sus protagonistas eran españoles, más concretamente canarios, 106 de los 120.000 que cruzaron el Atlántico en pequeñas embarcaciones entre 1945 y 1978, huyendo de la miseria y de la dictadura franquista. 106 de los más de 2 millones de españoles y españolas que emigraron durante el franquismo, la mitad de ellos, por cierto, de manera irregular.

Señorías, evoco esta historia para recordar algo obvio, y es que España es un país de migrantes, de gentes que pasaron décadas en el extranjero buscando una vida mejor y de gentes que llegaron desde muy lejos para convertir nuestra tierra en su hogar. Creo que siempre que hablemos de migraciones, señorías, debemos empezar recordando este hecho, que España es un país de emigrantes. Tenemos que recordar las odiseas que vivieron nuestras madres y nuestros padres, nuestros abuelos y nuestras abuelas en América Latina, en el Caribe y en Europa.


Y entender que nuestro deber ahora, sobre todo ahora, es ser esa sociedad de acogida, tolerante, solidaria, que a ellos les hubiera gustado encontrar al otro lado de los Pirineos o también al otro lado del Atlántico. Porque esta es la deuda moral que tenemos que tenemos con nuestros mayores. Una deuda que hemos de compaginar además con la deuda que tenemos con nuestros hijos y con nuestros nietos, que es garantizar su prosperidad presente y futura. Hacer todo lo que esté en nuestra mano para que España continúe la senda de prosperidad y también de crecimiento impulsada desde el año 2018. Y en este sentido, señorías, mi Gobierno se está dejando la piel para lograrlo. Protegimos a nuestros trabajadores y también a nuestras empresas durante lo peor de la pandemia de la covid 19. También durante la crisis inflacionaria que precipitó la guerra de Putin. Hemos hecho una reforma laboral pionera que mejora la calidad del empleo y una reforma de pensiones justa que garantiza el poder adquisitivo y, además, la consolidación de las cuentas de la Seguridad Social y las cuentas públicas en nuestro país. Reformas, todas ellas logradas con el aval de los agentes sociales y, por tanto, con paz social. Y, al mismo tiempo, hemos puesto en marcha la modernización en verde y digital, que yo creo que es la mayor de nuestro tejido productivo durante la historia de la democracia.
Hemos reformado el sistema educativo, hemos reforzado la formación profesional, hemos demostrado que el feminismo no solamente es una gran causa social , probablemente la más transformadora de nuestros días, sino que también es la inversión más inteligente para mantener un vigoroso crecimiento económico. Hemos impulsado la transición ecológica de nuestra de nuestro ecosistema energético, pasando de tener uno de los precios más caros de la electricidad en el continente a tener uno de los más baratos, gracias a la intervención del mercado, la solución ibérica, la reforma del mercado eléctrico europeo y sin duda alguna también la transición verde que estamos impulsando. Y estamos reindustrializando España, toda España. Estamos digitalizando nuestras empresas, también nuestras administraciones públicas, gracias a unos fondos Next Generation, cuya ejecución lidera España en el ámbito europeo.

Señorías, los resultados de este esfuerzo de modernización que llevamos emprendiendo desde la pandemia están ahí para quien quiera verlos, con datos objetivos. España crece cuatro veces más que el promedio de la zona euro, crea más empleo que Francia e Italia juntas, exporta más que en ningún momento de su historia, Registra una de las inflaciones más bajas de Europa en un contexto geopolítico complejo como el que estamos viviendo, reducimos la deuda y el déficit público, sacando por primera vez en más de una década a España del procedimiento de déficit excesivo de la Comisión Europea.

Pero, señorías, para que este buen rumbo económico continúe y siga dando sus frutos en el futuro, necesitaremos superar un reto adicional como país. Un reto que, por ser lento, por ser estructural, figura poco en los titulares de la prensa, prácticamente nada en la conversación pública y publicada, pero que es esencial si queremos, insisto, garantizar esa prosperidad presente y futura. Y ese reto se llama reto demográfico.

Señorías, la mayoría de las proyecciones de la población de la Unión Europea sitúan en el año 2025, es decir, el próximo año, el pico de población y que, a partir de esa fecha, las proyecciones indican que la población europea irá envejeciendo y reduciéndose. ¿Esto qué implica? Esto implica, señorías, que a partir del próximo año, las personas jubiladas de aquí a los próximos decenios van a aumentar en un 35% y que la población europea perderá nada más y nada menos que 30 millones de personas en edad de trabajar. 30 millones de personas. En España, por ser lógicamente parte de esa Europa, va a pasar algo similar. Si no hacemos absolutamente nada en los próximos 25 años, Nuestra pirámide de población demográfica podría perder hasta 4 millones de personas en edad de trabajar. Algo que dejaría nuestra fuerza laboral en niveles similares a los del año 1996 y que podría tener una traslación en el impacto del crecimiento económico potencial de nuestro país de pasar del 2% al 0,1% .

En realidad, señorías, este reto del que hablo en el futuro, si no hacemos nada, ya está aquí.A día de hoy, más de la mitad de las empresas españolas declaran tener problemas para encontrar mano de obra y el número de vacantes sin cubrir ya supera los 150.000. Un máximo histórico que si, insisto, no actuamos, se va a multiplicar durante las próximas décadas. E insisto de nuevo, todos los países desarrollados nos enfrentamos al mismo reto demográfico. Y dejando al lado de la tecnología, sin duda alguna importante, para mejorar la productividad; dejando al lado el aumento necesario de nuestra tasa de actividad, que sin duda alguna el Gobierno de España trabaja para que así sea, todos contamos con dos herramientas para abordarlo: los nacimientos y las migraciones.

El Gobierno, señorías, está haciendo todo lo posible para fomentar los primeros. En España, hay miles de mujeres que quieren ser madres y que no pueden porque no tienen una vivienda adecuada, un empleo estable o un salario digno. Y en estos seis años, creo que hemos contribuido, señorías, a ayudarlas, por ejemplo, con la igualación de los permisos de paternidad, con la extensión del permiso de lactancia a 28 días, con las ayudas al alquiler o también con la subida al salario mínimo interprofesional.

Y, a lo largo de esta legislatura, vamos a seguir en esa línea emprendida durante la pasada legislatura. Y, de hecho, les anuncio que las próximas semanas los partidos del Gobierno de coalición vamos a intentar trabajar con los grupos parlamentarios para aprobar una nueva ley de familias en esta cámara, que ampliará los derechos de las familias monoparentales, las familias numerosas, las familias migrantes y aquellas familias que tengan algún miembro con discapacidad. Porque lo que queremos, señorías, es impulsar la natalidad, siendo fieles a los principios de la diversidad, de la libertad, de la justicia social, encarnados en nuestra Constitución y que caracterizan a la sociedad española.

Pero en todo caso, señorías, sea como fuere, debemos ser sinceros con nosotros mismos y no engañarnos. No es realista pensar que España, al igual que está ocurriendo en otros países occidentales, en otras economías desarrolladas. No es realista, decía, pensar que España vaya a recuperar esa tasa de fecundidad de 2,1 hijos por mujer, que garantiza el crecimiento natural de su población y que dejamos atrás nada más y nada menos que en el año 1980.

Ningún país desarrollado del mundo lo ha logrado. Ni siquiera, señorías, aquellos que han aplicado las políticas de natalidad más agresivas, ni siquiera aquellas que han cercenado la libertad de los jóvenes, restringiendo el derecho al aborto o el acceso a métodos anticonceptivos. En Occidente muchas familias no tienen tantos hijos como antes, entre otras cosas porque no quieren. Y esa es una decisión que les guste o no a algunos, todos debemos aprender a respetar como sociedad. Y, por eso, señorías, nosotros creemos que la verdadera clave para superar el reto demográfico pasa también por gestionar e integrar el fenómeno migratorio; pasa por refutar los estereotipos y los bulos que rodean a este asunto; pasa por defender con convicción que la inmigración no solamente es una cuestión de humanidad, que ya con eso sería suficiente, sino que además es necesaria para la prosperidad de nuestra economía y la sostenibilidad del Estado del bienestar y que, por tanto, la clave está en gestionarla bien entre todos.

A lo largo de la historia, señorías, las migraciones han sido uno de los grandes motores del desarrollo de las naciones. Y el odio y la xenofobia han sido y son las mayores destructoras de las naciones. La derecha y sus socios de la ultraderecha intentan, lo hemos visto durante muchos debates en esta Cámara, también, estoy convencido, a lo largo del día de hoy, pero también lo hemos visto en muchas de sus declaraciones públicas; hemos visto cómo intentan crear un monstruo donde solamente hay seres humanos buscando una oportunidad.

Hablan de invasiones, de supuestas invasiones, donde solo existe un movimiento poblacional que se produce desde hace muchas décadas, y ahora están intentando generar bloqueo y sensación de colapso de forma artificial e intencionada, porque su prioridad no es resolver el problema de los migrantes, señorías. Tampoco, por supuesto, ayudar a la población canaria; es inocular miedo y desesperanza en nuestra sociedad y con ello tratar de erosionar la acción del Gobierno.

Pero vamos a hablar de datos, señorías, porque creo, como decía antes, que con datos tenemos que refutar muchos de estos estereotipos y de bulos que propaga la derecha y la ultraderecha. En los últimos diez años, señorías, el 94% de los migrantes que han venido a España lo han hecho de forma totalmente legal y regulada para encontrarse con su familia, para estudiar o para incorporarse al mercado laboral. En diez años, el 94% de los migrantes que han venido a nuestro país han venido de forma legal y regular. Solamente un 6% lo hizo de forma irregular, cruzando el mar o las vallas de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. De ese total de migrantes regulares e irregulares, el 40% son latinoamericanos, el 30% son europeos y el 20% provienen del continente africano.

Es decir, se trata de una migración diversa que no se parece en nada a la imagen que la ultraderecha de la derecha quiere transmitir sobre la cuestión de la migración. ¿Y la pregunta cuál es? La pregunta es qué hacen los migrantes cuando llegan a nuestro país. Y la respuesta es bien sencilla trabajar, trabajar, esforzarse para sacar adelante a sus familias, como hacemos el resto de españoles. Vox y el PP nos dicen que los migrantes vienen a vaguear y acaparar subsidios. Si, lo dicen ustedes, pero lo cierto es que presentan una tasa de actividad cuatro puntos superior a la de los ciudadanos nacionales, que aportan el 10% de los ingresos a la Seguridad Social y que usan los servicios públicos y las prestaciones sociales un 40% menos que los nacidos en España. Vox y el Partido Popular nos dicen que los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo, pero la realidad es que la mayoría de ellos realizan profesiones invisibilizadas con un alto grado de precariedad y que sin ellos sectores tan importantes, por ejemplo, durante la pandemia, como fue la agricultura, la construcción ahora que queremos construir más viviendas públicas o la hostelería se hundirían, ya que suponen entre el 25 y el 50% de sus trabajadores. Repito, entre el 25 y el 50% de sus trabajadores. Vox y el PP nos dicen que los migrantes ponen en peligro a nuestros seres queridos, pero lo cierto es que la mitad de las personas que trabajan cuidando a nuestros hijos, a nuestros padres y a nuestros abuelos son personas inmigrantes y que los cuidan con respeto y con afecto, como si fuesen su propia familia.

Esta, señorías, es la contribución real de los migrantes a nuestra economía y a nuestra sociedad. Una contribución similar y complementaria a la de los ciudadanos españoles. Una contribución que, como les decía, debería mantenerse en las próximas décadas si queremos superar ese reto demográfico y garantizar la prosperidad y el progreso de nuestra sociedad.

Somos, señorías, desde el Gobierno perfectamente conscientes de que hacerlo no es fácil y, por ello, desde que tengo el honor de presidir el Gobierno de España nos hemos esforzado en impulsar una política migratoria solvente, humanista y eficiente. Algo que plantea desafíos notables que tenemos que abordar entre todos. Y yo destacaría tres desafíos notables.

El primero es gestionar los picos de inmigración irregular que se producen en función de la coyuntura nacional e internacional. Como saben, ahora mismo estamos viviendo uno de ellos. En el último año, las entradas irregulares en el territorio español, y fundamentalmente en las Islas Canarias, ha aumentado nada más y nada menos que un 50%. Los factores están ahí. Golpes de Estado en el Sahel --lo hemos hablado en otras comparecencias en las que he tenido ocasión de dirigirme a sus señorías y también al conjunto de la ciudadanía española--, inestabilidad, por tanto, en una región muy sensible y muy compleja para el continente africano y también para el impacto migratorio, la crisis climática o la falta de oportunidades en muchos países. Conviene, además, tener claro que estos picos que estos picos son comunes a otras rutas de entrada en Europa. Sin ir más lejos, señorías, en Grecia y en Italia las llegadas irregulares se duplicaron en el año 2023. Y estos picos, además, tampoco son mayores a otros que se han producido en el pasado reciente en nuestro país. Sin ir más lejos, en 2018, cuando yo entré a formar gobierno después de la moción de censura, ese mes de julio y agosto, hubo más llegadas irregulares que ahora, y aun así el sistema funcionó. Y también quiero recordar algo importante, y es que la curva de entradas irregulares tiende a reducirse. Hace pocos días, la Agencia de Protección de Fronteras Europea (Frontex) ha estimado que en lo que queda del año en las Islas Canarias llegarán entre 9.000 y 13.000 personas menos que en el año 2023. En todo caso, señorías, es innegable que el pico actual está suponiendo un auténtico drama para los seres humanos que se juegan la vida en el océano y que muchos de ellos, desgraciadamente, pierden su vida. Un desafío para las administraciones públicas y para las ONG que deben gestionarlo y una fuente de inquietud legítima para la población canaria. Unos canarios y canarias que, por cierto, están llevando esta difícil situación con una enorme comprensión y solidaridad. Y por eso quiero aprovechar la oportunidad que me brinda esta tribuna para darles las gracias. Para poner en valor y para aplaudir el ejemplo diario de humanidad que nos están dando al conjunto de españoles y de españolas. Porque su actitud, como he dicho al principio de mi intervención, evocando esos refugiados canarios que llegaron a las costas venezolanas y otras partes de Latinoamérica, su actitud honra a sus antepasados, muestra el camino a seguir y nos hace un país mejor. Así que gracias de verdad.

Y a quien se desgañita hablando de igualdad entre españoles y sin embargo abandona a su suerte a los canarios, les digo que quien quiera dejar solo a Canarias que no cuente con este gobierno.

El segundo reto que nos plantea las migraciones, junto con la gestión de los picos, es la integración. Como sociedad abierta y plural que somos debemos respetar la diversidad de quienes se instalan en nuestro territorio, porque esa diversidad es un reflejo de la nuestra y porque, además, nos enriquece. Pero también debemos reconocer que las diferencias culturales a veces generan fricciones, especialmente en aquellos lugares donde hay una mayor presencia de personas migrantes. Y creo que, desde el gobierno, y también desde las fuerzas progresistas, no podemos ignorar esas fricciones ni tachar automáticamente de xenófobas a quienes las denuncian. Por eso, debemos ayudar a los migrantes a integrarse y dedicar los recursos necesarios a ello, aunque la derecha y la ultraderecha lo critiquen, si lo van a criticar siempre. Y por eso debemos también proteger las leyes, los valores, las costumbres de la sociedad española con la misma convicción.

Y seamos sinceros, señorías. Otros países de nuestro entorno, donde los flujos migratorios llegaron antes que al español, han fracasado en este objetivo. Y de ahí también el avance de la ultraderecha. No han logrado una integración efectiva y una convivencia plena. Y nosotros, señorías, no podemos fracasar. No nos lo podemos permitir. Por eso reclamo desarrollar nuestro propio modelo de convivencia y de integración. Un modelo español de éxito, como, por cierto, ya hemos hecho en otras muchas cosas. Pensemos en lo que hemos logrado durante estos últimos años. Nos dijeron que era imposible crecer mientras crecía la dignidad laboral. Y lo hicimos. Nos dijeron que era imposible aumentar las renovables y bajar el precio de la luz. Y lo hemos hecho. Y ahora nos dicen que es imposible hacer una política migratoria que beneficie tanto a los extranjeros como a las nacionales. Pero lo vamos a hacer.

Y el tercer desafío que plantean las migraciones es la desinformación, la desinformación. Existe un ejército de tabloides digitales, de opinadores, de bots digitales entregados a crear un flujo constante de mentiras sobre los extranjeros. Mentiras que sobredimensiona los problemas de seguridad y de convivencia que a veces van asociados a la migración o que directamente inventan otros nuevos, como que los migrantes cobran cheques o comen perros y gatos. Parece burdo, parece burdo, pero la triste verdad es que sus mentiras terminan calando. Tanto que han conseguido que la mayoría de los ciudadanos, señorías, crean que el porcentaje de inmigrantes viviendo en España sea el doble del que realmente es. O que piensen que los inmigrantes que reciben asistencia social sea cuatro veces mayor que el dato real. Y lo mismo ocurre con la delincuencia. ¿Delinquen algunos migrantes? Por supuesto. ¿Incurren en fraudes en algunas ocasiones? Claro que sí. Pero si analizamos los datos con rigurosidad y solvencia de forma seria, teniendo en cuenta los factores de edad y de renta, verán que la tasa de delincuencia de este colectivo es igual que la de los españoles.

Ni mayor ni menor. Porque la realidad, señorías, es que los extranjeros no son ni mejores ni peores que nosotros. Son iguales. Son personas con sus virtudes y sus defectos, sus sueños y sus temores.

Nosotros somos conscientes del problema de la desinformación, que evidentemente está contaminando todo el debate público. También, lógicamente, la desinformación sobre la inmigración. Y vamos a tener muchos ejemplos a lo largo del día de hoy. Estoy convencido de ello. Sabemos que cuando se habla sobre migraciones se debate contra mitos más que contra realidades. Lo que hace que esa batalla sea muy difícil de ganar, reconozcámoslo. Pero estamos decididos a hacerlo, porque lo que está en juego es la tolerancia y la solidaridad como ejes rectores de nuestra sociedad. Lo que está en juego, de nuevo, como he dicho antes, es la prosperidad presente y futura de nuestra economía, la sostenibilidad de nuestras pensiones, nuestro sistema de salud. Está en juego, el futuro de nuestros hijos, de nuestras hijas y la dignidad de nuestro país.

Por eso hay que hablar sin rodeos y explicárselo a la ciudadanía con transparencia, sin ningún aspaviento. Los datos macroeconómicos y demográficos plantean el siguiente horizonte claro a los españoles y a las españolas: España tiene que elegir entre ser un país abierto y próspero o un país cerrado y pobre. Así de simple, esta es la cuestión que tenemos que plantearnos, si queremos ser un país abierto y próspero o un país cerrado y pobre. La derecha y la ultraderecha -lo vamos a ver durante la mañana de hoy- lo tienen claro: Quieren que la Armada deje de auxiliar náufragos y se dedique a hundirlos. Mandar fragatas contra cayucos es eso señorías. Quieren que la Armada deje de auxiliar náufragos y se dedique a hundirlos, quieren reemplazar los centros de acogida por campos de detención, quieren cambiar el tratamiento individualizado y acorde a la ley por deportaciones masivas e indiscriminadas… ¿esto también es una mentira, señorías?, por favor, si lo ha dicho su presidente de grupo parlamentario y su portavoz.

Quieren expulsar a todas aquellas personas que no piensan, que no vistan y que no luzcan exactamente igual que ellos, quieren hacer todas esas cosas aún a sabiendas de que intentarlo condenaría a España al ostracismo internacional, al estancamiento económico y a la miseria moral. Y lo quieren porque, en el fondo, a la ultraderecha y a la derecha -y es lo que me gustaría trasladarle a los ciudadanos- lo único que les interesa es usar este asunto para causar alarma social, para ocultar su falta de proyecto político para las mayorías, y para que el miedo les abra las puertas que las urnas les negaron, como desgraciadamente ya estamos viendo en otras partes de Europa.

Y desde el gobierno de coalición progresista lo que defendemos es un proyecto totalmente distinto a este que he enumerado de la derecha y la ultraderecha. Por eso, señorías, hemos desplegado y vamos a seguir desplegando una política migratoria responsable y humanitaria que no se desentienda del fenómeno migratorio, como hizo el PP cuando gobernó, ni lo demonice, como hace VOX cada vez que tiene ocasión de contar con una tribuna pública. Una política que reconozca los retos que plantea la inmigración y lo resuelva, al tiempo que maximice los enormes beneficios que esta puede reportar a nuestro país. Porque lo cierto, señorías, es que España tiene tanto la necesidad como la capacidad de integrar a la población migrante.

Algunos datos que creo que pueden redundar en esta línea de reflexión que planteo a los españoles y a sus señorías. Somos 48 millones de habitantes en el segundo país más extenso de la Unión Europea. Tenemos una densidad poblacional por debajo de la media europea y casi la mitad de nuestros municipios en riesgo de despoblación. Tenemos 150.000 puestos laborales vacantes. Tenemos personas mayores que requieren un cuidador o una cuidadora y no lo encuentran. Empresas que buscan programadores, instaladores, albañiles y que no dan con ellos. Colegios rurales que necesitan niños y niñas para no cerrar sus puertas. Y, sobre todo, lo que tenemos es una población solidaria y tolerante; yo diría que de las más solidarias y tolerantes del mundo, que sabe ayudar a quienes más lo necesitan y que saben valorar las aportaciones de los de fuera, como demostramos en el pasado al acoger a miles de afganos, de ucranianos o de africanos.

Esta es nuestra realidad, señorías, y por eso nuestra política migratoria siempre se ha articulado -desde 2018 a esta parte- en cinco frentes que quiero explicar a sus señorías, y también a los ciudadanos que sigan esta comparecencia. El primer el primero de los ejes es que nuestra política se centra en reforzar nuestras fronteras y nuestro sistema de acogida para gestionar los picos migratorios…. Como decía, señorías, nuestra política migratoria se ha articulado desde 2018 a esta parte en cinco frentes que explicaré a continuación. El primero de ellos es que nuestra política se centra en reforzar nuestras fronteras y nuestro sistema de acogida para gestionar esos picos migratorios a los que antes hacía referencia. Miren, cuando nosotros llegamos al gobierno en 2018, nos encontramos un sistema migratorio, de política migratoria, totalmente desmantelado por la administración del Partido Popular. Mariano Rajoy, como en otras muchas cosas, no tuvo política migratoria; eliminó el Mando Único de la Guardia Civil para el control de fronteras; redujo en 1800 los agentes desplegados en las costas que recibían más cayucos; aumentó los riesgos de salud pública al retirar la tarjeta sanitaria a, nada más y nada menos, que 870.000 personas migrantes; trabajó poco -o más bien nada- con los países de tránsito y de origen, por supuesto, nada con la Comisión Europea; redujo las políticas de integración a la mínima expresión y, para rematar, desmanteló el sistema de acogida, dejándolo con menos de 10.000 plazas.

Nosotros, ¿qué hemos hecho durante estos seis años, señorías? En estos seis años hemos reforzado el sistema de acogida, lo hemos multiplicado por cinco, hemos llegado a 50.000 plazas de acogida cuando hace seis años solamente había diez cero; hemos incrementado en un 12% el número de agentes de Policía Nacional y de Guardia Civil en Canarias; y solo este año hemos transferido 35 millones de euros adicionales a las comunidades autónomas para ayudarlas a atender a los menores no acompañados.

En esta legislatura les anuncio que vamos a seguir avanzando en esta misma dirección, con más recursos para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con 6.000 nuevas plazas en los centros de acogida y con más apoyo a aquellas comunidades autónomas que más lo necesiten.

En segundo lugar, señorías, vamos a seguir fortaleciendo los instrumentos que permitan una migración legal segura y ordenada, porque sabemos que esa es la mejor forma de acabar con las mafias que trafican con seres humanos y, por tanto, reducir la migración irregular y las miserias asociadas a ella.

En estos últimos seis años, señorías, hemos mejorado la legislación para facilitar la regularización por la vía del arraigo por formación, algo que ha permitido que los extranjeros que se formen en nuestro país se queden aquí y contribuyan al desarrollo económico.

Y hemos ampliado nuestros acuerdos de migración circular con terceros países, logrando un aumento del 15% en las contrataciones de origen.

Y en esta legislatura vamos a hacer más. Vamos a agilizar la homologación de títulos académicos de aquellas personas que quieran venir a trabajar a España.

Vamos a poner en marcha un nuevo programa de migración laboral para facilitar las contrataciones en origen de países como Mauritania, como Gambia, como Senegal, Guatemala. tal y como por cierto están recomendando todas las instituciones expertas en migraciones y que, por cierto, una posición que defendía el Partido Popular hasta hace poco cuando decidió empezar a competir con VOX en las Olimpiadas de la Xenofobia.

Y, además, vamos a modificar la regulación para hacer más eficiente a esta regulación, adaptándola a las necesidades fundamentalmente de las personas y de las empresas que nos lo están pidiendo.

Y por eso les anuncio que después de un largo diálogo con los agentes sociales, con los actores sociales, el mes que viene llevaremos al Consejo de Ministros una reforma del Reglamento de Extranjería que va a agilizar los procesos de los migrantes que residan en España, eliminando trámites burocráticos innecesarios, ordenando las figuras de arraigo y creando nuevas figuras en torno al empleo y las redes familiares.

Y, en tercer lugar, vamos a reclamar una política corresponsable y solidaria en Bruselas, exigiendo que toda Europa se implique de manera efectiva en la gestión de los flujos migratorios que recibimos los países del Mediterráneo.

Para ello les anuncio que vamos a pedir a la Comisión Europea que adelante la entrada en vigor del Pacto de Inmigración y Asilo que impulsamos bajo nuestra Presidencia el año pasado, de modo que las herramientas que provee ese pacto migratorio en materia de control de fronterizo de reparto de personas migrantes empiece a usarse en el verano del año 2025 y no en el verano de 2026 como está previsto.

Y vamos, por cierto, antes de ayer tuve ocasión de poder hablar con el tercer sector, vamos a contar con las ONG y también con las asociaciones civiles que están trabajando en primera línea para afinar e implementar estos mecanismos, porque ellas mejor que nadie conocen la realidad sobre el terreno.

Estas son, señorías, las herramientas para contar con una respuesta eficaz y humanitaria al desafío de la migración, particularmente de la migración irregular. Poner en marcha una respuesta comunitaria que costó 15 años consensuar entre los 27 Estados miembros y que se aprobó gracias al liderazgo de España.

Pero seamos claros, señorías, resulta difícil exigir a Europa una solidaridad que nosotros no mostramos en nuestro propio país. Por eso le pido encarecidamente a las señorías del Grupo Parlamentario Popular que asuman de una vez su responsabilidad. Que dejen de confrontar sobre este asunto y que aprueben de una vez la reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería.

Una reforma, señorías, que nosotros propusimos ya el 23 de julio. Estamos a 9 de octubre, el 23 de julio, para establecer una distribución proporcional entre comunidades autónomas de los niños y de las niñas no acompañados que llegan a Canarias.

Los diputados y diputadas de los dos grupos, del Grupo Parlamentario Popular y de VOX votaron en contra, sin dar argumentos ni motivos.

Pero quiero decirle, sobre todo a los canarios y canarias, que nosotros no tiramos la toalla, que hemos vuelto a negociar con ellos durante este fin de semana. Pero el pasado sábado, el Grupo Parlamentario Popular decidió unilateralmente levantarse de la mesa de negociación usando como excusa un bulo.

Por eso les pido que dejen de mentir y de bloquear. Dejen de poner los intereses del Partido Popular o del señor Feijóo, tanto monta, monta tanto, por delante de los intereses de los canarios y también de los españoles. Dejen de reclamar ayuda a la Comisión Europea, cuando ustedes mismos no están dispuestos a ayudar a sus propios ciudadanos.

Apoyen de una vez esta modificación de la Ley de Extranjería, una distribución justa entre comunidades autónomas que, por cierto, reclaman la mayoría de presidentes autonómicos, también de su partido político, señor Feijóo, y que apoya nada más y nada menos que el 77% de los españoles.

En fin, no puede ser que lo que es bueno para España sea siempre malo para su partido. Ocurrió con la desaparición del terrorismo, con la reconciliación en Cataluña, con la superación de la crisis de la covid y el crecimiento económico derivado de la respuesta que dimos y ahora está ocurriendo con el tema migratorio. Aprendan de una vez a proponer sin destruir.

Nuestro cuarto eje de acción será impulsar la integración de los migrantes que se instalan en España. Porque es evidente, como he dicho al principio de mi intervención, que las personas migrantes, como cualquier ciudadano, no solamente tienen derechos, también tienen obligaciones; y siendo una de ellas respetar los valores constitucionales, las leyes y, por tanto, las costumbres y las culturas de nuestro país.

Cuestiones como la libertad de expresión, como la laicidad del Estado o la autonomía de las mujeres son conquistas y, por tanto, pilares esenciales de nuestra identidad que todo el mundo debe respetar; sean quienes sean, vengan de donde vengan.

Y, por ello, en las próximas semanas les anuncio que vamos a poner en marcha un Plan Nacional de Integración y de Convivencia Intercultural, que tendrá recursos y medidas para fomentar la integración de los extranjeros en nuestra sociedad. Este plan tendrá como objetivo no solo facilitar su incorporación en ámbitos como el laboral, como el educativo y el social, sino también prevenir los errores del pasado.

Porque la experiencia, señorías, también nos demuestra que la falta de políticas de integración efectivas daña nuestra cohesión social y supone una pérdida de talento de las personas que llegan a nuestro país. Y, por ello, vamos a implementar estrategias de integración para la inclusión basadas en los derechos humanos y que fortalezcan una España diversa y cohesionada.

Y nuestro quinto y último eje de acción será continuar fomentando el desarrollo económico en los países latinoamericanos, en el Caribe y en el continente africano, de donde proceden el grueso de nuestros migrantes.

Señorías de la bancada del Partido Popular y de Vox, ustedes acusan constantemente a este Gobierno de alimentar un supuesto efecto llamada. Y entérense de una vez: las personas no dejan sus casas porque les den una cama en un centro de acogida ni dejan a sus familias porque les den un móvil de prepago con el que hablar con ellas; las personas dejan su hogar porque huyen de la miseria y la violencia y porque ven en España y en Europa un futuro.

El verdadero efecto llamada es nuestra prosperidad, señorías. La evidencia empírica, fuera de los bulos y la desinformación, lo que nos dicen los datos, es que las migraciones aumentan en economías que crecen y disminuyen en economías estancadas donde no se crea empleo.

Por eso, por ejemplo, el Partido Popular de Rajoy logró que, durante sus casi siete años de Gobierno, salieran de España nada más y nada menos que 120.000 personas más de las que entraron. Había presidentes autonómicos, uno en Galicia, que incluso a los jóvenes les daban una maleta para salir e irse a Alemania.

Porque el paro, señorías, se disparó hasta superar el 26%, más del doble que ahora, y el Estado del Bienestar sufrió unos recortes brutales. Donde existen grandes asimetrías, señorías, de prosperidad hay migraciones.

Por eso, la solución a la migración irregular pasa por impulsar el desarrollo económico y la estabilidad política de los países de origen, señorías. Nosotros lo estamos haciendo. En la medida de nuestras posibilidades lo estamos haciendo: hemos triplicado nuestra ayuda al desarrollo en los países del Sahel, hemos duplicado el presupuesto de la Agencia de Cooperación Española, pasando de 360 a 700 millones de euros, hemos puesto en marcha, junto con las Naciones Unidas, un plan pionero para combatir la inseguridad alimentaria en el Cuerno de África y, de la mano de la Comisión Europea, tuve el honor de ir con la presidenta de la Comisión a Mauritania, hemos llevado 500 millones de euros a este país para el desarrollo y el control migratorio.

Y en esta legislatura vamos a seguir avanzando en esta línea, profundizando en nuestro apoyo al continente africano. De ahí que hayamos firmado un nuevo programa de cooperación con el NEPAD para favorecer las oportunidades de la juventud y de las mujeres con una dotación de 70 millones de euros. Hemos lanzado una nueva estrategia España-África 2025-2028, con más de 100 medidas para fomentar el desarrollo económico en este continente.

En fin, la ultraderecha y la derecha, señorías, solo ofrecen una cosa a nuestros vecinos del sur: amenazas, devoluciones en caliente y discursos de odio. Y nosotros les ofrecemos desarrollo y estabilidad. Ya me dirán ustedes qué ayuda más a regular los flujos migratorios.

Señorías, estos son los ejes de acción principales de la política migratoria del Gobierno. Una política que reivindico, funciona; que entiende las tensiones que a veces genera la migración y que está decidida a poner todos los recursos y todos los medios para abordarlos, pero que también sabe que acoger al que viene de fuera buscando una vida mejor no solo es un deber al que nos obliga nuestra historia, no solamente es una cuestión de respetar nuestros valores, nuestros principios y el derecho internacional, sobre todo, el derecho internacional humanitario , que por desgracia está siendo atropellado en muchas partes del mundo, por ejemplo, en Gaza; es también un paso esencial para garantizar la prosperidad futura de nuestra economía y la sostenibilidad de nuestro Estado del Bienestar.

Esta, señoras y señores, diputados y diputadas, ciudadanos que estén siguiendo a través de los medios de comunicación y las redes sociales este debate, es nuestra visión. Esta es nuestra política migratoria. El Partido Popular y Vox me pidieron venir al Congreso a explicarla y creo que lo he hecho. Ahora les pido que hagan lo mismo y que expliquen su política migratoria, si es que la tienen.

Y a la ciudadanía le animo a que siga con atención este debate, porque este debate es importante para el presente y el futuro de nuestra nación; que comprenda esa ciudadanía que la lucha que se está produciendo en torno a este asunto de la migración no es una lucha entre españoles y extranjeros, no es una lucha entre cristianos y musulmanes, entre santos y delincuentes, nada de eso; es una lucha entre la verdad y la mentira, entre el relato y el dato, entre lo que nos interesa a todos como sociedad y lo que interesa a unos pocos que ven en el miedo y en el odio al extranjero el único camino para llegar al poder.

Señorías, los españoles somos hijos de la migración. No vamos a ser padres de la xenofobia. Hagamos una política migratoria de la que nuestros mayores puedan sentirse orgullosos. Y hagamos una política migratoria que garantice el futuro de sus nietos.

Nada más y muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)