Intervención del presidente del Gobierno en la presentación de la Oficina Nacional de Asesoramiento Científico (ONAC)

20.6.2024

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Sede del CSIC; Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Ministra, presidenta, demás autoridades universitarias y organismos públicos de investigación.

Tengo que reconocer que para mí esta probablemente sea de los actos más que más me ilusionan como presidente del Gobierno. Es evidente que no va a abrir las portadas de los medios de comunicación, pero creo que todos sentimos que lo que estamos hoy iniciando tiene un poder de transformación que, si es consistente en el tiempo, va a cambiar para bien a nuestro país.

Con lo cual quiero agradecer en primer lugar a la ministra, Diana, a la presidenta, Eloísa, el haberme invitado, el haber podido compartir con todos ustedes este proyecto tan ilusionante y, además, haber disfrutado de un acto tan inteligente, donde hemos compartido el punto de vista de la ciencia, incluso lo hemos mezclado con algo de magia, y ahora toca al político también dar su visión sobre cuál es esa relación tan necesaria y tan compleja, como se ha apuntado previamente, de la política y la ciencia.

Yo empezaré mi intervención con un breve recordatorio a una experiencia que creo que ha sido muy exitosa del asesoramiento científico a la política. En los años 70 del siglo pasado, allá por el siglo 20, científicos y científicas de todo el mundo empezaron a publicar informes que alertaban de una reducción drástica de la cantidad de ozono en la atmósfera, y la evidencia empírica era bastante clara. Era contundente. Decía que una reducción de más del 50% en pocas décadas, y señalaba además a los CFCs como las principales responsables de esa drástica caída en la cantidad de ozono en la atmósfera. La situación era, como recordarán, especialmente preocupante en el Polo Sur, donde los investigadores e investigadoras hallaron un inmenso agujero en la capa de ozono que protege a la tierra de la radiación del Sol. Y los modelos lo que hacían era predecir que, si no se adoptaban medidas urgentes entonces, cientos de miles de personas sufrirían de cáncer de piel, de enfermedades autoinmunes hacia el año 2000 y que, hacia el año 2040, colapsarían sectores tan importantes como la agricultura, como la ecología de los océanos, ya sin capa de ozono, los rayos ultravioletas acabarían con el plancton, que es, en definitiva, como saben ustedes, la base de la vida marina.

En aquella época los gases CFCs, recordarán, se usaban prácticamente para todo. Eran un componente esencial para los frigoríficos, para las máquinas de aire acondicionado, para los insecticidas, para los aerosoles o incluso también para los propios inhaladores. Y por eso, cuando los científicos y las científicas pidieron su prohibición, muchos en la industria se opusieron. Las grandes empresas químicas recordarán, arguyeron que prohibir los CFCs provocaría un colapso económico sin precedentes, que la pérdida de esta industria abocaría a la pérdida de millones de puestos de trabajo y pusieron en marcha una agresiva campaña para presionar a todos los gobiernos, a todos los políticos y desacreditar a los científicos y científicas que exigían su prohibición.

Pero hubo también algunos políticos y políticas que escucharon a la ciencia, afortunadamente. Y esos responsables políticos respondieron al consenso científico y se movilizaron: financiaron nuevos estudios, impulsaron regulaciones cada vez más restrictivas y en el año 1987, nada más y nada menos que 20 naciones firmaron lo que se llamó entonces el Protocolo de Montreal, en el que se comprometían a prohibir gradualmente la fabricación de estos CFCs.

Con el tiempo lo que sucedió fue que España y el resto de países del mundo se sumaron y el Protocolo de Montreal se convirtió en el primer tratado internacional suscrito para todos los Estados miembros de Naciones Unidas. La industria no se hundió, encontró alternativas más eficientes, por cierto, menos dañinas; la gente no perdió su empleo, tampoco su salud, afortunadamente no vio mermado su calidad de vida. Todo lo contrario. La concentración de CFC en la atmósfera fue reduciéndose y los niveles de ozono empezaron a recuperarse. Y hoy, casi 40 años después, el agujero de la capa de ozono está prácticamente cerrado y la humanidad ha sido capaz de superar un reto que amenazaba ni más ni menos que a nuestra propia existencia.

Bueno, yo quería recordar esta historia por dos motivos. Primero, porque demuestra que cuando queremos, yo creo que los seres humanos somos capaces de frenar la degradación ambiental, por muy sistémica que ésta sea. Es cuestión de trabajo, es cuestión de recursos, es cuestión también de voluntad. Y, en segundo lugar, porque creo que es un magnífico ejemplo del papel clave que el asesoramiento científico puede tener en nuestra sociedad.

Miren, yo me considero un político progresista y me considero un político progresista porque creo en el progreso. Es porque estoy convencido de que la humanidad puede ser mejor y avanzar hacia formas mucho más eficaces, mucho más equitativas, mucho más sostenibles de organización. Lo ha hecho en el pasado y sé que lo va a seguir haciendo en el futuro, gracias a dos herramientas que me gustaría compartir con ustedes. En primer lugar, la mejora moral del ser humano y en segundo lugar, la ciencia.

La ciencia, esa suma de errores que nos acerca a la verdad. Se lo debemos casi todo a ella. Y yo, de hecho, siento también este acto y este anuncio de lo que vamos a poner en marcha a partir de hoy como una deuda que tenía pendiente la sociedad española, desde hace mucho tiempo con la ciencia, con los científicos y con las científicas. La ciencia nos ha revelado nuestra propia naturaleza, nos ha mostrado de dónde venimos, nos ha ayudado a recorrer el camino. La ciencia nos ha permitido duplicar nuestra esperanza de vida, modificar también nuestro entorno, explorar el cosmos, vencer el dolor, la enfermedad, alcanzar unos niveles de abundancia, de seguridad y de bienestar paradójicamente, en este tiempo en el que hay tanta zozobra, desde el punto de vista ciudadano, desde el punto de vista del desarrollo, no es así.

Con lo que evidentemente todo desarrollo nuestros antepasados no se habrían atrevido siquiera a soñar. Y la ciencia, sin duda alguna, ha transformado la forma en la que nos movemos, comemos, nos curamos, interactuamos y ahora ha llegado el momento de que transforme también la forma en la que gobernamos, porque realmente desde la política necesitamos que nos ayudéis.

Hoy, en estos tiempos tan líquidos en los que proliferan los partidos políticos o los 'influencers' que niegan la utilidad de las vacunas, la eficacia de las políticas redistributivas, la existencia misma del cambio climático, creo que se vuelve más necesario que nunca el aporte de la ciencia. Mirar también desde la política a los científicos y a las científicas. Las opiniones y las intuiciones evidentemente son importantes en política. Eso es así. Y además, créanme que es así, pero solo cuando estas opiniones y estas intuiciones están informadas y están basadas en evidencia empírica. Porque nos enfrentamos a desafíos sociales, tecnológicos, medioambientales, por citar solamente esos, muy complejos, en los cuales la política necesita del aporte y del asesoramiento de la ciencia. Y lo hacemos con cerebros, como se ha dicho antes por la neurocientífica, con cerebros llenos de sesgos, de distorsiones. Y para superarlos, tenemos que aprovechar el vasto conocimiento científico que generan nuestras universidades, nuestros centros de investigación; en un sentido evidentemente amplio, incluyendo a las ciencias puras, pero también, y creo que es muy importante, como se ha hecho aquí por parte de otros intervinientes a las ciencias sociales y a las ciencias humanas.

El problema está en que hacerlo no es nada fácil, tampoco desde la política. En los últimos años es evidente que ha habido muchos gobiernos, organismos internacionales que han creado mecanismos de asesoramiento científico para reforzar sus procesos en la toma de decisión. Y, sin embargo, son pocos los países que han logrado establecer fórmulas, y subrayo este término, estables, interdisciplinares y realmente eficaces para superar la brecha que existe entre la ciencia y los silos que, por desgracia, también tenemos en la administración pública, en los departamentos ministeriales, y que generan un conocimiento verdaderamente útil.

En consecuencia, para el Poder Ejecutivo que yo, coyunturalmente, pueda representar. Ese es el objetivo que nosotros perseguimos. Ese es el objetivo que hoy nos reúne aquí y por el cual, les repito, yo estoy muy ilusionado.

Desde el principio, nosotros teníamos claro que nuestro país, España, debía colocarse a la vanguardia de este movimiento. Y por eso, ¿qué hicimos? Establecimos en el Consejo de Ministros y Ministras perfiles técnicos. Algunos de ellos nos han acompañado aquí, han estado conmigo: Joan Subirats, por ejemplo; o Pedro Duque; ahora Diana Morant.

Por eso hemos creado también en el gabinete de la Presidencia del Gobierno en La Moncloa un amplio equipo de doctores y doctoras en economía, en ciencia política, en ingeniería medioambiental, en derecho, en sociología… que juegan un papel clave en la toma de decisiones que tomamos, valga la redundancia, desde la Presidencia del Gobierno todos los días. Y por eso aprobamos también un plan de transferencia e innovación para fortalecer los intercambios entre los investigadores e investigadoras y las instituciones públicas.

Hoy estamos aquí para dar un paso más en esa buena dirección. Yo creo que eso es un hito; en fin, me da un poco de rubor decir que es histórico, porque están pasando tantas cosas… Pero sí va a ser un hito transformador o, al menos, es como nosotros lo vivimos y lo sentimos desde el Poder Ejecutivo.

Hoy echamos a andar nuestro ecosistema nacional de asesoramiento científico, un ecosistema que hemos estado diseñando durante casi dos años. Le hemos dado muchas vueltas, créanme, a este anuncio que estamos hoy presentando en esta sede del CSIC. Hemos estado hablando con muchos expertos y expertas. Hemos estado también comparando la experiencia de otros países. Nunca es fácil porque el sistema político y la cultura de un país no es lo mismo que en otros: siempre miramos al mundo anglosajón, aunque algunas veces el mundo anglosajón tampoco es que nos dé grandes lecciones, creando también, o intentando al menos crear, soluciones novedosas que se adapten a nuestra realidad, en definitiva, social e institucional.

Un ecosistema que pensamos va a ser uno de los más ambiciosos y aspiramos a que sea de los más sofisticados que existen en el mundo y con el que esperamos, en definitiva, poder recuperar el tiempo perdido, que ha sido mucho y situarnos lo antes posible en el grupo de países que mejor vinculan ese conocimiento científico con la toma de decisiones políticas.

No hay tiempo para dar todos los detalles aquí en este acto, pero sí me gustaría compartir con todos ustedes sus dos principios rectores y sus tres compromisos básicos con algún anuncio que va a ser inmediato. Los principios son sencillos, los principios son rigor y eficacia. No queremos crear algo solo para decir que lo tenemos, que, por cierto, es bastante típico en la política. Queremos que ese algo funcione y que funcione de verdad; que provea de conocimiento útil y sólido a la Administración General del Estado y también al resto de administraciones y que le dé también a la ciencia española un canal de comunicación claro que no ha tenido hasta ahora, estable y también institucionalizado con el Poder Ejecutivo.

La cadena que ese mecanismo necesita crea una cultura que va a tardar años en consolidarse. Esto creo que es muy importante también decirlo: hay que ser consistente en lo que estamos empezando hoy y por eso hay que empezar cuanto antes. Con tres componentes básicos, que es lo que me gustaría compartir con ustedes y con la opinión pública. El primero y quizá el más importante, las personas. Si queremos que haya más ciencia en el Gobierno, tenemos que tener más científicos y científicas en la administración pública. Así de sencillo.

Por eso les anuncio que en los próximos meses vamos a incorporar a más de medio centenar de asesores y asesoras científicos a la Administración General del Estado con distintos mecanismos.

Por un lado, lo que vamos a hacer es crear la figura del asesor y asesora científico en el gabinete de cada Ministerio del Gobierno de España. Un asesor o asesora que va a estar dedicado exclusivamente a conectar las preguntas que tendrán desde su ministerio y las respuestas con universidades y centros públicos de investigación. Por tanto, asesor o asesora científica en el gabinete de cada ministerio.

Por otro lado, lo que vamos a hacer es poner en marcha un programa de estancias de investigación para que los científicos y las científicas puedan pasar entre seis y ocho meses en los distintos ministerios. Y con ello lo que vamos a conseguir, lo que estoy convencido que lograremos, es familiarizar con el funcionamiento y con las necesidades de la administración, para ayudar a esos científicos y científicas a lidiar con retos específicos que pertenezcan a su campo de especialización. Esto creo que es algo que también se ha comentado por parte de algunos de los intervinientes y me parece muy importante.

Es tan importante que la política conozca la ciencia como también la ciencia conozca el funcionamiento de las administraciones públicas, en este caso del poder ejecutivo.

Y también lo que vamos a hacer es crear una unidad de apoyo al asesoramiento científico del Gobierno, que va a estar, querida presidenta, aquí, en el CSIC. Que se va a encargar de conectar las necesidades del Ejecutivo con el talento y con el conocimiento que se genera en nuestras universidades y también en nuestros centros de Investigación.

Y finalmente, lo que vamos a hacer es reforzar la Oficina Nacional de Asesoramiento Científico, que está en la Presidencia del Gobierno de España. Que se va a encargar de coordinar, de instruir y de apoyar a todos estos perfiles, de gestionar todo el ecosistema y de que la voz de la Ciencia sea escuchada de forma integral, incluso al máximo nivel del gobierno, evidentemente, en la Presidencia del Ejecutivo.

Si nos comparamos con el resto, el diseño que estamos presentando hoy a la sociedad española, creo que muy pocos países del mundo cuentan con una red de asesoramiento científico como el que estamos a punto de desplegar.

Las convocatorias para acceder a los puestos de asesor o asesora ministerial y de la Unidad de Apoyo del CSIC se van a publicar hoy mismo. Y me gustaría, por tanto, animarles a todos aquellos y aquellas que estén interesados en generar un impacto positivo a partir de su talento, a presentaros a estas convocatorias. Porque lo que queremos es tener a los mejores científicos y científicas, porque queremos la mejor política para nuestro país, para España.

El segundo componente de nuestro ecosistema de asesoramiento va a ser algo que en muchas ocasiones he hablado con la presidenta del CSIC, que es la investigación aplicada, también con la ministra Morán. Porque necesitamos incentivar aquellos estudios que nos ayuden a abordar desafíos económicos, sociales, medioambientales a los que se enfrenta nuestro país.

Y por eso, el anuncio que me gustaría compartir con ustedes es que hoy mismo también se va a publicar en el Boletín Oficial del Estado una convocatoria por valor de dos millones de euros para financiar experimentos aleatorizados de innovación pública y poner en marcha la explotación de bases de datos ministeriales, con el objetivo de convertir esa rica información en bruto que atesoran muchos organismos públicos de la Administración General del Estado en conocimiento académico, que sirva a su vez para mejorar el diseño y la implementación de nuestras políticas públicas.

Y de igual modo, también les informo de que el próximo mes, el mes de julio, lo que publicaremos será el proyecto de Real Decreto por el que se modifica el régimen de quinquenios y sexenios del personal docente e investigador. ¿Con qué propósito? Con el propósito de fomentar y recompensar las labores de transferencia y también de investigación aplicada.

Creo que la ciencia -en eso estarán de acuerdo conmigo- debe ayudar a resolver los problemas de la gente de forma prioritaria. Y nosotros queremos desde el Ejecutivo apoyar en esa dirección.

El tercer y último componente de nuestro ecosistema de asesoramiento científico van a ser los mecanismos institucionales. Si algo creo que se hizo evidente, y Miguel además lo experimentó tanto en el confinamiento como también en la escala, en la desescalada que diseñamos gracias también a su asesoramiento y su conocimiento científico. Si algo quedó en evidencia durante la pandemia en España y yo diría que también en el resto del mundo, sobre todo del mundo occidental, es que aún no teníamos procedimientos bien definidos para movilizar la opinión de los expertos y las expertas, especialmente en contextos de crisis. Los organismos, los gobiernos, tuvieron que crear mucho sobre la marcha. Y lo que vamos a hacer ahora es diseñar protocolos institucionales claros que establezcan cómo se recaba el asesoramiento científico; qué principios metodológicos, pero también éticos deben seguirse; cómo se financia ese ejercicio y qué se hace con las recomendaciones generadas. El objetivo es que la próxima vez que haya una emergencia, y ojalá sea dentro de muchísimos años, las administraciones públicas cuenten con mecanismos bien definidos para identificar y consultar a expertos y expertas de forma rápida y de manera rigurosa. Que el rigor científico de nuestras decisiones, las decisiones que debemos tomar desde la política, incluso en momentos de máxima urgencia y dificultad, sea el de mayor nivel.

Estos son los componentes principales, señoras y señores, que va a tener el ecosistema de asesoramiento científico que hoy ponemos en marcha. Científicos y científicas de primera, más investigación aplicada y más canales institucionales.

Vivimos un momento en el que nuestras sociedades tienen que decidir qué clase de liderazgo queremos para el futuro de nuestras sociedades. Algunos apuestan, lo estamos viendo en algunos otros continentes y no tan lejos de nuestro país, por volver a esos llamados hombres y mujeres fuertes, líderes que movilizan a las masas con diagnósticos simplistas de la realidad y promesas imposibles en muchas ocasiones ajenas absolutamente y contrarias a la evidencia científica. Y yo no quiero eso para mi país, no lo quiero. Yo quiero que España ilumine sus pasos con la llama del conocimiento, que convierta los principios científicos del rigor, de la experimentación en los pilares de su gobierno. Quiero que nuestro futuro esté en manos de gente que entiende que no hay nada, ningún problema, ningún debate público que sea simple, porque todos están repletos de una gran complejidad.

Es evidente -y algo ha apuntado Miguel en su intervención- que la ciencia no debe decidir, no puede decidir porque no tiene una voz única y porque la soberanía del pueblo no reside en ella, sino en las instituciones y en los representantes elegidos democráticamente con el voto por parte de los ciudadanos. Pero eso no significa que esas mismas instituciones no tengan la obligación moral, la necesidad práctica de escuchar a la ciencia y de apoyarse en la ciencia todo lo posible. Porque una democracia que descansa en la ciencia es una democracia más eficaz, por tanto, más robusta, y yo diría que esto es a mí lo que más me importa, más equitativa.

El ecosistema de asesoramiento que hoy ponemos en marcha nace para facilitar esa labor, para dotar a nuestro país de esa cultura científica y de los mecanismos institucionales necesarios para afrontar los desafíos de este siglo.

A todos los científicos y científicas españoles les pido que no se conformen con ser meros espectadores. Estoy convencido de que no es así, pero me veo en la obligación de decirlo. Necesitamos que arrimen el hombro, que aporten su conocimiento y su pasión para ayudarnos a hacer de España un país mejor.

Como he dicho al principio de mi intervención, este acto no va a abrir los telediarios, ni tampoco, por supuesto, ningún periódico en el día de mañana, pero créanme si les digo que como lo sentimos desde el Poder Ejecutivo y desde la Presidencia del Gobierno de España es que hoy estamos haciendo uno de. los actos y de los pasos más transformadores para nuestra sociedad en el corto, en el medio y en el largo plazo. Yo lo siento así. Les pido que también ustedes lo sientan así.

Nada más. Y muchas gracias.


(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)