Intervención del presidente del Gobierno en el acto de entrega de la Placa de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo a la selección española de baloncesto 1984 y de la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo a la baloncestista Laia Palau

31.5.2024

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Complejo de La Moncloa

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Bienvenidos al Palacio de la Moncloa. Bienvenidos a vuestra casa, porque esta es la casa de todos los ciudadanos y ciudadanas.

Para mí esto es un regalo, Laia, amigos y amigas de la selección, de esa mítica selección de las Olimpiadas de Los Angeles en el 84. Es un regalo porque, efectivamente, soy un amante reconocido, pública y manifiestamente del baloncesto y, por tanto, es un lenguaje que entiendo perfectamente y que me apasiona.

Pero bueno, yo creo que es importante que nos atengamos al formalismo. Estamos en la sede de la presidencia del Gobierno. En este acto estamos haciendo algo muy importante y es honrar dos relevantes trayectorias deportivas, una individual, otra también colectiva, que han marcado la historia del deporte español y singularmente la historia del deporte de baloncesto.

Pero, por encima de todo ello, como bien ha dicho antes Laia, lo que estamos haciendo es honrar a grandes personas, a grandes personas. Personas portadoras de extraordinarios valores que, como bien comentaba Laia, hoy tenemos que reivindicar más que nunca: el compromiso, la entrega, la humildad que hemos visto en sus palabras, la autenticidad también que hemos visto en tus palabras, la solidaridad, el juego en equipo… esenciales en un deporte que ha hecho a España una referencia mundial. Es verdad que se habla mucho de fútbol, pero cada vez se habla más de baloncesto gracias a vuestra aportación.

Honramos a Laia por inspirar con su trayectoria ejemplar en el baloncesto, por contribuir con una carrera llena de éxitos al despegue del baloncesto femenino y, por tanto, del deporte femenino que durante muchas décadas, demasiadas décadas, ha sufrido una injusta marginación.

Y honramos también a los jugadores de aquella selección única de Los Angeles 1984 por traer a España con aquella plata olímpica la pasión por un deporte único como es el baloncesto. Por tanto, gracias una y mil veces por aquella victoria ante la antigua Yugoslavia de Petrovic y Dalipagic, por aquella final ante la constelación de estrellas futuras que estaban emergiendo entonces en la NBA, como Michael Jordan o Patrick Ewing, y por aquel equipo dirigido con maestría por un ser humano excepcional llamado Antonio Díaz Miguel.

Yo tenía entonces 12 años y hoy puedo deciros que aquel 10 de agosto de 1984 hicisteis que me enamorase para siempre de este maravilloso deporte que es el baloncesto. Y como yo, además estoy convencido, aquí se ha dicho, miles de niños y de niñas que aparecieron de un día para otro en los institutos, en los colegios, con un balón de baloncesto bajo el brazo. Así que vuestra hazaña sigue presente en la memoria colectiva, como bien comentabais, pero sobre todo vive en las canchas de los colegios, de los polideportivos, de los parques, de todas y cada una de las ciudades de nuestro país.

También en los hitos que estaban por venir para el baloncesto español. Yo creo que también es importante recordarlo en esta vertiente del baloncesto masculino -del femenino antes ya se ha hecho referencia- dos campeonatos del Mundo, cuatro Eurobasket, dos subcampeonatos olímpicos conquistados desde entonces.

Pero, sobre todo, yo creo que está muy presente ese auténtico legado que es el que iba a recoger el testigo de aquella plata con sabor a oro de Los Ángeles Los estamos viendo hoy, pero también los vimos en un pasado muy inmediato, porque a Ricky Rubio, a Navarro o a José Manuel Calderón se llega siguiendo la estela de Corbalán. A Pau Gasol, a Villacampa, a Herreros, a Rudy Fernández.se llega pues siguiendo el legado de Epi. A Garbajosa, Reyes, a Marc Gasol se llega por el camino que abrió Romay. Si me permitís que ponga estos ejemplos.

Y, por último, a la NBA se llega a través de la huella trazada por el gran Fernando Martín. Y en este acto, como bien antes se recordaba está Antonio, su hermano, presente. Y aquella plata, sin duda, marcó también la memoria y el recuerdo de un auténtico pionero, como fue tu hermano Fernando. Un deportista valiente, sin miedo a los desafíos, que abrió las puertas de la mejor liga del mundo, por las que más adelante cruzarían otros 16 españoles. Y un auténtico pionero en América, con una auténtica vocación también deportista y competitiva como la de Fernando Martín.

Yo estoy seguro de que los héroes de 1984 también inspiraron a una niña que aún no había cumplido los cinco años entonces. Una niña que con el tiempo sería la mejor jugadora de la historia del baloncesto español. Se dice pronto y es fácil decirlo, pero estamos ante la mejor jugadora de la historia del baloncesto español. La deportista que más veces ha defendido la camiseta nacional. Y de qué manera. 12 medallas con la selección en Mundiales, en europeos y en Juegos Olímpicos. En fin, el tratamiento de excelencia yo creo que se te queda corto, Laia.

De todas las facetas en las que la Laia brilló a lo largo de su carrera hay una que a mí me gustaría poner de relieve en este acto y es su ambición y, sobre todo, que siempre ha sido más pasadora que anotadora. Creo que eso la define muy bien. Es decir, regalando asistencias hacía mejor a las que tenía al lado, hacía mejor a su equipo y por eso yo creo que lo que has dicho encaja perfectamente en cómo has desarrollado tu carrera deportiva dentro de la cancha. Yo creo que Laia es y será siempre un modelo a seguir por sus logros deportivos, sin duda alguna, pero también por el valor de su ejemplo, sobre todo para las niñas y los jóvenes.

Tu trayectoria deportiva representa la excelencia, pero también lanza un mensaje en favor de la igualdad y en defensa del deporte femenino, que yo creo que nos está dando unas grandes alegrías y que nos va a seguir dando estoy convencido, tanto en las Olimpiadas, querido Alejandro, como también en las Olimpiadas, Miguel, grandes, grandes alegrías.

Laia demuestra lo mucho que hemos avanzado, pero también lo mucho que nos queda aún por hacer. Ella mismo lo ha dicho. Hace un tiempo una maestra me contó una anécdota que me gustaría compartir con vosotros. Me contó su preocupación porque en los recreos de los colegios los niños se apropiaban del espacio y las niñas se debían resignar a juegos sedentarios en un rincón. Y creo que el ejemplo de Laia, como el de las mujeres que se proclamaron campeones del mundo de fútbol el pasado verano, sirve para que esas niñas hagan lo que ya están haciendo, que es reconquistar el espacio que por derecho les corresponde y que tantas veces les ha sido negado.

Así que yo concluyo. Este es un homenaje por encima de todo que representa mucho más que eso. Es una declaración. Al dar un premio, como hacemos hoy, proclamamos unos valores y hacemos una defensa de lo que consideramos más digno de apoyo. Pero también debe ser una ocasión para asumir compromisos, para ponernos deberes. El primero y el más importante es el de apoyar la práctica del deporte en todos los niveles, con políticas, con inversiones, con, con instalaciones y también con becas, con facilidades administrativas, eliminando barreras y dedicando recursos. Es fomentar la alta competición como lo representa Laia, pero también es asegurar que no haga falta ser una heroína para desarrollar una carrera deportiva. Que a los méritos en el deporte no haya que sumar una infinita capacidad para superar obstáculos sociales, conciliar o hacer frente a limitaciones económicas que tenéis muchos deportistas.

Es decir, que no haya que lidiar con el machismo, que por desgracia aún pervive en nuestra sociedad, para que cualquier persona, en fin, pueda disfrutar y mejorar su vida con el deporte, y si lo desea, y su talento y su esfuerzo se lo permiten, llegar a convertirse en un o en una profesional.

Por eso creo que el mejor reconocimiento que le podemos hacer a una deportista excepcional como Laia es trabajar para que su carrera, o para que las carreras como la suya dejen de ser la excepción. Y el mejor homenaje que le podemos rendir a un equipo, a un equipazo, a un auténtico equipazo que inició una era en el baloncesto español es velar para que ese impulso se mantenga al menos otros 40 años más. No solo ese es el compromiso de mi Ejecutivo, del Gobierno de España. Es también, estoy convencido, el de todo el país, hoy reconocido por su excelencia en el deporte.

Así que muchísimas gracias, estimada Laia, estimados amigos, por vuestra contribución única.

En fin, esta es una celebración de todo el país. Bienvenidos de nuevo a vuestra casa y enhorabuena por las alegrías que nos habéis dado.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)