Discurso del presidente del Gobierno en su comparecencia ante el Congreso

22.5.2024

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Congreso de los Diputados

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días. Gracias, señora presidenta.

Señoras y señores diputados,

Hace poco más de un mes compartí con todos ustedes y con todos los ciudadanos un diagnóstico de la delicada situación geopolítica en la que nos encontramos. Les invité a mirar más allá de nuestras fronteras y a que reflexionáramos sobre la creciente inestabilidad que afecta a nuestra vecindad.

Les hice notar que una tercera parte de los países que rodean a Europa están en guerra. Que la mitad de ellos han virado hacia formas más autocráticas de gobierno y que la práctica totalidad sufren la presencia de grupos terroristas activos o alguna otra forma de violencia.

Lamento decir que en estas últimas seis semanas, desde la última comparecencia ante ustedes, la situación no ha mejorado; ha empeorado. Putin ha lanzado una gran ofensiva contra el norte de Ucrania que ha obligado a evacuar a más de 18.000 personas y que amenaza a la ciudad de Járkov, que es la segunda mayor del país.Georgia ha aprobado una ley represora, que la aleja de los valores y del proyecto que representa la Unión Europea y la acerca a la Rusia de Putin. En el Mar Rojo, los rebeldes hutíes han seguido atacando barcos comerciales. En Siria, en Líbano y en Irak los episodios de violencia se han agravado, en parte como consecuencia de la creciente tensión entre Irán e Israel. Mientras, en Palestina el primer ministro Netanyahu ha continuado su destrucción de Gaza. En estas últimas seis semanas, han muerto allí 1.600 civiles, muchos de ellos niños y niñas, y han aumentado en cientos de miles las personas que viven en situación crítica debido al inicio de la operación en Rafah y al bloqueo de la ayuda humanitaria.

Al mismo tiempo, Francia y Estados Unidos han confirmado que van a reducir su presencia militar en el Sahel, algo que va a dar más espacio al terrorismo yihadista y que va a permitir a Putin afianzar su presencia en esa región tan importante para nuestro país. En resumen, señorías, las amenazas externas de las que hablé en el mes de abril, en mi última comparecencia, siguen ahí; no han remitido. Pero la buena noticia es que tampoco lo ha hecho la determinación ni de la Unión Europea, ni tampoco de España para hacerles frente y remediarlas, de afrontarlas con las herramientas que tenemos desde la democracia, todas las democracias: con más diplomacia, con más política económica, con más ayuda a quienes se defienden de agresiones injustas e ilegales.

En mi última intervención en esta Cámara me comprometí a desplegar una política exterior ambiciosa y coherente con los valores y los principios de los españoles. Somos, señorías, un pueblo pacifista y respetuoso con la Carta de las Naciones Unidas. Lo demostramos hace años rechazando la participación de España en la guerra ilegal contra Irak. Lo demuestran hoy miles de jóvenes que, en manifestaciones y también en acampadas universitarias, expresan su repulsa ante la masacre de Gaza y del resto de territorios palestinos. Y lo demuestran también nuestros servidores públicos y las ONG en las oficinas de asilo y de refugio con el pueblo ucraniano acogiendo a decenas de miles de refugiados que huyen del imperialismo de Putin.

Señorías, el Gobierno es consciente y también coherente con ese sentir pacifista del pueblo español y estamos impulsando una política exterior de paz y de estabilidad de nuestra vecindad, velando por los derechos humanos y por el bienestar de nuestros conciudadanos.

Hoy quiero dar cuenta, en consecuencia, de lo que hemos hecho en estas seis semanas, informarles también de nuevas medidas para mostrar que nuestras palabras siempre van acompañadas de hechos.

Antes me van a permitir que les pida -mejor dicho-, vamos a pedirnos algo, todos algo: convirtamos la sesión de hoy en un punto y aparte en la deriva de crispación que se ha apoderado de las Cortes Generales. Debatamos, discrepemos, critiquemos los argumentos del otro, pero hagámoslo desde la cortesía parlamentaria, no desde la mentira y el insulto a los otros oradores. Practiquemos el juego limpio, señorías; yendo al balón, no a por los jugadores. Esto es lo que propongo. No sé muy bien porque se dan por aludidos algunos diputados y diputadas de la bancada de la oposición.

Dicho esto, procedo, como decía, a dar cuenta de lo que hemos hecho en estas seis semanas e informarles de nuevas medidas que adoptaremos en materia de política exterior.

En el último Consejo Europeo, señorías, celebrado el pasado 17 y 18 de abril, España defendió la puesta en marcha de una agenda positiva en Turquía, un socio esencial para la estabilidad del Mediterráneo oriental y con el que pronto vamos a celebrar una cumbre bilateral para seguir estrechando lazos. También secundamos un mayor apoyo comunitario a Líbano, que se ha materializado hace pocos días con la creación, por parte de la Comisión Europea, de un paquete financiero de mil millones de euros que ayudará a este país a modernizar su economía, a asistir a cientos de miles de refugiados y refugiadas que hay en la región.

Y en este periodo también hemos alcanzado acuerdos importantes sobre Gibraltar con la Comisión Europea y con el Reino Unido. Acuerdos que nos hacen pensar que estamos muy cerca de lograr un hito histórico en este tema, que traerá más seguridad jurídica, más oportunidades económicas y más facilidades cotidianas a los habitantes del Campo de Gibraltar. A día de hoy, las partes lo que estamos haciendo es seguir negociando y confío en que lleguemos a un acuerdo integral durante las próximas semanas.

Durante estas semanas también hemos trabajado mucho por Ucrania, señorías. Hemos reiterado en Bruselas nuestro apoyo incondicional a este país en su lucha contra el imperialismo de Putin. Me he dirigido personalmente a los líderes de más de 20 países latinoamericanos y africanos para instarles a participar en la Cumbre por la Paz en Ucrania, que se va a celebrar en Suiza dentro de un mes y en el que, creo, el Sur Global está llamado a jugar un papel fundamental. Y al mismo tiempo hemos avanzado decisivamente en nuestras negociaciones bilaterales con el Gobierno de Ucrania. Tanto es así que puedo anunciarles hoy que, en cuanto a la situación en el frente lo permita, firmaremos con Ucrania un acuerdo que elevará la cooperación económica social e institucional entre nuestros países a un mayor nivel.

Ese futuro, señorías, de paz y de prosperidad que deseamos para Ucrania también lo deseamos para Palestina. En el último Consejo Europeo logramos que la Unión volviese a exigir un alto el fuego en Gaza, que reiterase su apoyo a la solución de los dos Estados. Algo que, como saben, España ha defendido desde el principio del conflicto allá por el mes de octubre del año pasado. Ha costado mucho, muchos meses, señorías, llegar a los 27 Estados miembros a esa posición y es esencial mantenerla. Pero debemos ser sinceros y reconocer que no es suficiente. El primer ministro Netanyahu sigue haciendo oídos sordos. Sigue bombardeando hospitales escuelas, viviendas. Sigue castigando con hambre frío y terror a más de 1 millón de niños y niñas inocentes, hasta el punto de que esta misma semana la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional haya pedido su detención por crímenes de guerra.

Como saben, llevo personalmente semanas inmerso en esta cuestión, hablando con muchos líderes de la región y de fuera de ella, leyendo mucha información tanto pública como confidencial. Y si tengo algo claro, es que el primer ministro Netanyahu no tiene un proyecto de paz para Palestina. Luchar contra el grupo terrorista Hamás es legítimo y necesario después de lo acontecido el pasado 7 de octubre, pero Netanyahu está generando tanto dolor y tanta destrucción y tanto rencor en Gaza y en el resto de Palestina que la solución de los dos Estados está en peligro, en serio peligro de ser viable. La ofensiva que está llevando a cabo solo conseguirá perpetuar el odio, empeorando las perspectivas de seguridad para Israel e imponiendo un horizonte de paz y de prosperidad para los palestinos y para toda la región absolutamente inviable.

Por tanto, no podemos permitirlo. Los países que defendemos los derechos humanos y el orden internacional basado en reglas estamos obligados a actuar en Ucrania y en Palestina. Sin dobles raseros Estamos obligados a hacer cuanto esté en nuestra mano, mandando ayuda humanitaria, como estamos haciendo; asistiendo a los refugiados y desplazados como estamos haciendo; pero también usando todos los resortes políticos que están en nuestro alcance para decir alto y claro que no vamos a permitir que se destruya por la fuerza la posibilidad de los dos Estados, que es la única solución justa y sostenible a este terrible conflicto.

Por eso, señorías, quiero comunicarles que tras haber consensuado la decisión entre los dos partidos que formamos el Gobierno de coalición progresista y haciéndonos eco del sentir mayoritario del pueblo español, el próximo martes 28 de mayo España aprobará en su Consejo de Ministros el reconocimiento al Estado de Palestina.

Ha llegado la hora de cumplir el mandato democrático que nos dio este Parlamento hace diez años y que reiteró hace apenas dos meses, cuando aprobó por mayoría una proposición no de ley que instaba al Gobierno a realizar este reconocimiento y cito textualmente "de inmediato". Ha llegado el momento de reivindicar, con más fuerza si cabe, una política exterior coherente, respetuosa con el derecho internacional en Ucrania y en Palestina.

Si España votó a favor del reconocimiento del Estado de Palestina como miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas, por coherencia debemos también reconocer el Estado de Palestina de forma bilateral. Ha llegado la hora de pasar de las palabras a la acción, de decirle a los millones de palestinos inocentes que sufren que estamos con ellos, que hay esperanza y dejar muy claro que por muchos muros que se levanten, por muchos pueblos que se bombardeen y por muchos asentamientos ilegales que se construyan, la tierra y la identidad de Palestina seguirán existiendo en nuestros corazones, en la legalidad internacional y en el proyecto futuro de un Mediterráneo en armonía.

Vamos a reconocer al Estado de Palestina por muchas razones que podrían resumirse, señorías, en tres, en tres palabras: por paz, por justicia y por coherencia.

Paz, porque solo hay una solución a este conflicto que es la existencia de dos Estados, uno israelí y otro palestino. Que convivan, que convivan con garantías mutuas de seguridad, como hacen otras naciones de culturas y religiones distintas en otros muchos lugares del mundo. Y para llegar a esa solución de los dos estados es necesario que las dos partes se sienten a negociar en igualdad de condiciones, con la misma legitimidad .Por eso reconoceremos al Estado de Palestina, para que cuando ese mismo momento llegue, pues el mismo estatus que el gobierno israelí tenga también el Estado de Palestina y así también poder empoderar a la futura autoridad Palestina frente Hamás, un grupo terrorista que evidentemente tiene que desaparecer si queremos una paz estable y duradera. Vamos a seguir apoyando a la Autoridad Palestina y el proceso de reformas iniciado por su nuevo gobierno. Cuando se logre poner fin a la violencia debe encabezar un gobierno unificado en Cisjordania, en Gaza, con Jerusalén como capital. Y la Autoridad Palestina es nuestro socio para la paz y va a necesitar todo nuestro apoyo: de los europeos, de los árabes, de toda la comunidad internacional para satisfacer las necesidades humanitarias, la reconstrucción institucional y material, así como para restablecer los servicios básicos y la seguridad. España, señorías, está y estará plenamente comprometida con estos objetivos.

Junto con la paz, la segunda de las razones es la justicia. Lo hacemos por justicia. La comunidad internacional, señorías, lleva acumulando una deuda histórica con el pueblo palestino. Durante más de medio siglo hemos permitido que se ignoren las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los acuerdos de Oslo, las peticiones de auxilio de ONG de la sociedad civil que reportaban una y otra vez los atropellos cometidos en los territorios ocupados. Esa pasividad debe acabar. Sabemos que nuestra iniciativa no va a devolverle a los palestinos el tiempo o las vidas perdidas, pero confiamos en que les dé dos cosas muy importantes para el presente y para el futuro y es esperanza y dignidad. Que nuestro reconocimiento sirva para decirles: estamos con vosotros y vosotras y hay luz al final del túnel.

En tercer lugar, vamos a reconocer al Estado palestino por coherencia, porque nuestro compromiso con los derechos humanos no puede depender del color de piel o de la religión de las víctimas. Defendemos la misma posición en Ucrania que en Palestina y es la Carta de las Naciones Unidas y la legalidad internacional.

Y también porque si queremos que el Sur Global, el llamado Sur Global, nos ayude en nuestra defensa del orden internacional basado en reglas, un orden sobre el que descansa buena parte de la seguridad y la prosperidad, también de los españoles y españolas, es esencial que les demostremos que no solo nos acordamos de él cuando afecta a nuestro territorio.

En síntesis, señorías, vamos a reconocer a Palestina porque es lo correcto y porque confiamos en que hacerlo ayudará a construir un Mediterráneo más seguro y más estable.

He explicado estos motivos, como se pueden imaginar, al jefe del Estado. Los he compartido también con la presidenta de la Comisión, con el presidente del Consejo Europeo y con el secretario general de Naciones Unidas. Y ahora les expongo aquí en esta Cámara, ante ustedes y ante todos los españoles, las razones por las cuales vamos a plantear el próximo martes 28 de mayo esta importante decisión. También tengo que decirles que hemos compartido estos argumentos con distintos líderes europeos en visitas, encuentros y llamadas que como ya saben he venido realizando durante estas últimas semanas y que es objeto también de esta comparecencia. Y me alegra poder decir que ese esfuerzo ha dado sus frutos y que España estará acompañada por otros países europeos durante estos días y la próxima semana.

Nos sumaremos a los más de 140 países del mundo que ya reconocen al Estado palestino y a esa amplia mayoría de países que hace 12 días votó a favor de la entrada de Palestina en Naciones Unidas como Estado miembro de pleno derecho. Esperamos no ser los últimos. Esperamos que nuestro reconocimiento y nuestras razones contribuyan a que otros países occidentales sigan este camino porque, cuantos más seamos, más fuerza tendremos para imponer un alto el fuego, para lograr la liberación de los rehenes en manos de Hamás, para relanzar el proceso político que pueda conducir a un acuerdo de paz entre las partes.

Nosotros, señorías, no nos vamos a resignar. Vamos a seguir trabajando para que así sea. El reconocimiento no es el final. Será solo el principio. Y vamos a seguir presionando a la comunidad internacional y vamos a seguir apoyando a los palestinos en todo lo que podamos.

En este sentido, quiero anunciarles que, como bien me comentó la ministra de Sanidad, y atendiendo al llamamiento de la Organización Mundial de la Salud y en coordinación con el Centro de Coordinación de la Respuesta a Emergencias de la Unión Europea, en las próximas semanas España acogerá a una treintena de niños y niñas gazatíes que han sido diagnosticados con cáncer o sufren traumatismos severos, para ofrecerles un tratamiento seguro en nuestro país y para tratar de darles lo que todo niño y niña merece, hayan nacido donde hayan nacido; y es una infancia en salud y en esperanza.

Señorías, quiero dejar claro una cosa: este reconocimiento no es contra nadie. No es contra el pueblo de Israel, un pueblo al que respetamos y apreciamos y cuyo reconocimiento vengo defendiendo abiertamente ante los líderes árabes -el reconocimiento al Estado de Israel por parte de algunos de estos países árabes-; y mucho menos es un reconocimiento contra los judíos, un pueblo admirable cuya identidad está íntimamente ligada a la historia y a la cultura de España. Tampoco es a favor de Hamás, como dicen los propagandistas del primer ministro Netanyahu y también diputados y diputadas del Partido Popular y de Vox, en un intento, por cierto, vergonzoso, si me lo permiten, de sacar tajada política de este asunto, de demonizar unas manifestaciones estudiantiles que, a mi modo de ver, son valientes, legítimas y admirables.

Cualquiera que se haya informado un poco sobre este tema sabe que el grupo terrorista Hamás es el primer interesado en que no exista la solución de los dos estados, pues tiene como principales objetivos la destrucción de Israel y la supresión de la Autoridad Palestina, un actor que se va a ver reforzado, sin duda alguna, tras nuestro reconocimiento. Por eso insisto en que este reconocimiento no es contra nadie, es en favor de la coexistencia pacífica entre Israel y Palestina. Es a favor de la solución de los dos Estados. Es a favor del derecho internacional, de quienes quieren que el mundo no se rija por la voluntad del más fuerte. Es, como he dicho antes, un acto de paz, de justicia y de coherencia.

Es posible, señorías, que algunos líderes israelíes no lo vean así y que nuestra decisión tenga consecuencias. Somos conscientes de ello. Y tengo que decirles que estamos preparados para asumirlas. Porque pensamos que el propósito de la diplomacia no consiste en no molestar a nadie, consiste en defender los valores y los intereses propios de forma pacífica; y es precisamente eso lo que estamos haciendo hoy.

Dentro de un tiempo, señorías, cuando cesen los bombardeos, cuando el polvo de los tanques y las demoliciones se disipen y los medios de comunicación y la comunidad internacional puedan ver con claridad lo que está ocurriendo en Gaza desde el 7 de octubre pasado, nos daremos cuenta de que hemos presenciado, tal vez sin ser conscientes de ello, todos, uno de los episodios más oscuros del siglo XXI. Y cuando eso ocurra, quiero que los españoles y españolas puedan decir con la cabeza muy alta y la conciencia tranquila que ellos estuvieron del lado correcto de la historia.

Señorías, hace un mes y medio les prometí que desplegaría una política internacional ambiciosa, coherente, para abordar las amenazas externas que afectan a la vecindad europea y, en consecuencia, a España. Y lo estamos haciendo: liderando en algunos frentes de forma valiente y apoyando sin fisuras a nuestros socios europeos en otros, incluso cuando puedan parecer lejanos.

La oposición no cree en esta política exterior. Lo hemos visto en estas últimas horas. Dice abiertamente que España debería practicar el seguidismo, que debería limitarse a esperar a ver qué hacen, y cito textualmente, otros países con peso.

En mi opinión, esta es otra forma extraña de patriotismo: pensar que España es un país sin peso, que no puede tener liderazgo internacional. Yo, desde luego, lo veo al revés. Yo creo que nuestro país puede y debe influir en aquello que ocurre fuera de nuestras fronteras, porque somos la cuarta economía de la Unión Europea, el décimo mayor donante del sistema multilateral de Naciones Unidas. Porque bajo gobiernos, es verdad, siempre gobiernos progresistas, España ya ha liderado grandes cuestiones internacionales, como fue la Conferencia de Paz entre Israel y Palestina allá en Madrid en 1991, en la que se sentaron, por cierto, los acuerdos de Oslo entre Israel y Palestina. También la Unión por el Mediterráneo que impulsó el presidente Zapatero. O como las Cumbres del Clima o la OTAN que acogimos la pasada legislatura; o las conferencias internacionales sobre la cultura y la financiación para el desarrollo de Naciones Unidas que vamos a albergar en España el año que viene.

Pero, sobre todo, señorías, creo que España debe tener una política exterior ambiciosa, porque, como reza el lema de nuestro escudo nacional, desde hace siglos, la realidad y los intereses de nuestro país van más allá de las columnas de Hércules.

España, señorías, es una de las 20 economías más internacionalizadas del mundo. Recibimos cada año más de 85 millones de turistas extranjeros. Tenemos relaciones comerciales sustantivas con más de 70 países y desde el año 2008 nuestras empresas crecen en gran medida gracias al aumento de sus exportaciones. Los precios del combustible y los alimentos, la posibilidad de acceder a bienes básicos, como una lavadora o como un automóvil, o la existencia misma de una cuarta parte de nuestros empleos dependen, como ustedes saben, de la economía exterior.

Vivimos, en consecuencia, en un mundo globalizado, interconectado. Recordemos la pandemia. Un mundo en el que lo que ocurra en Ucrania, en Oriente Medio, en el Sahel, en América Latina o el Caribe debe preocuparnos y, en consecuencia, ocuparnos. Porque actuando en esos lugares también estamos defendiendo los salarios, los empleos y la seguridad y el bienestar de nuestros compatriotas.

Esta es la visión del Gobierno. Esta es nuestra política. Y frente a ella, ¿qué hay? Pues yo tengo que repetirlo otra vez, señorías: la nada y el lodo. Una ultraderecha que llama al aislacionismo, a debilitar a Europa, a atacar a las Naciones Unidas; y una derecha sin equipo, sin proyecto, sin propuestas. Un Partido Popular que la única vez que tomó la iniciativa en política exterior fue para arrastrarnos a una guerra injusta que rechazaba el 91% de los españoles y españolas y que acabó costándole la vida a más de medio millón de personas.

Una oposición, tengo que decirlo, cada día más ultraderechizada, ya no se les distingue en las posiciones ni tampoco en las declaraciones, que lamentan los buenos resultados económicos de nuestro país, que se molestan cada vez que el Fondo Monetario Internacional o que la Comisión Europea mejora nuestras previsiones económicas y confirman que España será una de las economías que más prospere también en el año 2024 y en el año 2025. Que se dedican a envenenar nuestras relaciones con el Magreb. Que boicotean la imagen y los intereses de España ante las instituciones comunitarias: recordemos cómo trataron de bloquear la solución ibérica, que nos ha permitido ahorrar miles de millones de euros en lo peor de la crisis energética a los hogares y a las empresas de nuestro país. Creando bulos para que la Comisión Europea retrase el desembolso de los fondos europeos. Recordemos, por ejemplo, la oposición frontal a la reforma de las pensiones, que garantiza, precisamente, la revalorización conforme al IPC de las jubilaciones de nuestros mayores, y que contó con la oposición frontal de la oposición.

Una derecha y una ultraderecha cada vez más radicalizada, que siguen tratando de azuzar la confrontación territorial. Hoy mismo en la sesión de control que va a continuar después de esta comparecencia hay preguntas, señorías, sobre ETA. Más de diez años después de la desaparición de la banda terrorista y de la derrota de la banda terrorista por la democracia española, aún la oposición pregunta por ETA; también por el procés independentista, cuando precisamente Euskadi y Cataluña y, por tanto, toda España, han decidido abrir un tiempo nuevo de convivencia y de reencuentro.

Una coalición, a mi juicio reaccionaria, huérfana de ideas, de argumentos, a la que solo le queda una estrategia para llegar al poder. Lo intentaron el pasado 23 de julio y ahora vuelven a la carga. Y es lo que he denominado la máquina del fango.

Esa estrategia, señorías, no es nueva, no es nueva. Ya la utilizaron antes contra otros líderes progresistas, pero ahora cuentan con nuevos instrumentos digitales que evidentemente son mucho más poderosos. Su mecanismo es sencillo: consiste en financiar a pseudomedios digitales de comunicación para que publiquen bulos y difamaciones, de los que luego se hacen eco los señores Abascal y Feijóo. Y, por último, esos bulos se convierten en acusaciones falsas a través de organizaciones ultraderechistas, como por ejemplo, Manos Limpias.

El propósito es evidente. La máquina del fango pretende enturbiar el debate público con un triple objetivo. Y es lo que quiero explicarles a los españoles y españolas que se acerquen a este debate. El primero de esos objetivos es tratar de ocultar el verdadero proyecto político del señor Feijóo y el señor Abascal. Un proyecto político de minorías, una minoría de privilegiados, no está designado para la mayoría, porque congelar las pensiones o congelar el salario mínimo interprofesional o recortar la educación pública o la sanidad pública, banalizar la violencia de género como hacen los gobiernos autonómicos del Partido Popular o VOX, o negar los efectos del cambio climático, es un proyecto tan antisocial que solo unos pocos podrían votar si tuvieran que explicarlo abiertamente.

En segundo lugar, lo que se hace es intentar ocultar todos los éxitos del Gobierno, que son los éxitos del país. Tratan de crear una atmósfera artificial, irrespirable frente a una realidad cotidiana de un país que crece más que la media europea, que bate récords de empleo con más de 21 millones de personas trabajando y cotizando la Seguridad Social; por primera vez en la historia, más de 10 millones de mujeres trabajando y cotizando la Seguridad Social; por primera vez en una España, en la que crece el empleo y la productividad, algo que no ocurría desde el año 1995, y donde se consolidan las cuentas públicas, mientras se refuerza el Estado del bienestar y no se recorta el Estado del bienestar, como hicieron ellos durante la crisis financiera. Es decir, este es todo un éxito de país, que este gobierno, no les quepa duda, va a reivindicar siempre. El éxito de un país, basado en datos frente al fango de la oposición ultraderechizada, basada en bulos y en desinformación.

El tercero de los objetivos de esta máquina del fango del señor Feijóo y el señor Abascal consiste en quebrarme, o al menos intentarlo. Pero ya les digo yo que van listos, que van listos. Yo soy muy consciente, soy muy consciente de por qué me atacan a mí y a mi familia. Sé perfectamente que no es por tener el apellido que tengo, no es el sanchismo, señorías. Me atacan por presidir un Gobierno que sube el salario mínimo interprofesional, que aprueba un impuesto a las grandes fortunas, que revalorizan las pensiones conforme al IPC, que refuerza la sanidad pública, que refuerza también la educación pública.

Entiendo que estas políticas molesten a cierto círculo de poder que está detrás de estos tabloides digitales, de las organizaciones ultraderechistas y de los partidos de la derecha y de la ultraderecha. Pero me voy a dirigir a esos poderes que ustedes representan, señorías, en la sede de la soberanía nacional, para recordarles que su voto vale lo mismo que el de cualquier otro ciudadano. Y que en democracia, señor Feijóo, señor Abascal, son los ciudadanos los que con su voto ponen y quitan gobierno, no los intereses que ustedes representan. Y que este Gobierno de coalición progresista cuenta con plena autonomía. Si tenemos un interés, es servir a la gente de nuestro país. Tenemos plena autonomía política frente al servilismo que ustedes tienen con esos poderes.

La máquina del fango no ataca solo a los rivales políticos. Soy muy consciente de ello. Sirve también para calumniar a periodistas, a creadores e intelectuales que no repiten sus consignas, a los empresarios que no les apoyan, a los políticos progresistas o nacionalistas, incluso a sus familiares. A todos ellos y a todas ellas, quiero decirles que cuentan con mi apoyo, con mi solidaridad y también tengo que decirles una cosa: les pido disculpas por no haber atajado esta situación antes, mucho antes.

Y este es otro de los asuntos de esta comparecencia, y voy a ser muy claro y muy transparente, señorías, lo he sido desde el principio. Los señores Feijóo y Abascal nos acusan a mi esposa y a mí de un supuesto tráfico de influencias. Han llegado a solicitar en dos ocasiones algo muy grave -quiero informar a los ciudadanos porque evidentemente, con todo el tumulto de noticias, pues probablemente haya pasado desapercibido-, pero han llegado a solicitar en dos ocasiones el señor Feijóo y el señor Abascal mi inhabilitación para el ejercicio del cargo de presidente del Gobierno durante diez años, por un supuesto incumplimiento del régimen de incompatibilidades.

Es decir, lo que no consiguieron en las urnas lo pretenden conseguir por la puerta de atrás, con denuncias falsas. Pero bueno, tampoco es nuevo. Llevo diez años al frente del Partido Socialista como secretario general y ya sabemos que espiaron a mi familia desde el primer momento. Exactamente igual que hicieron con muchos otros políticos de izquierdas y políticos nacionalistas con la mal llamada "Policía patriótica", que también sufrieron esa persecución infame.

En esta ocasión se trataba de las ayudas que recibió una importante aerolínea de nuestro país, como tantas otras en toda Europa tras la pandemia. Pero el juez que investiga ese caso en la Audiencia Nacional ya ha dicho, hasta en dos ocasiones que, con una serie de bulos, sin contrastar, no da ni para citar a mi esposa como testigo.

Entonces, el caso fue otro: el supuesto tráfico de influencias al firmar, en nombre de una institución educativa, una declaración de interés que no fue tenida en cuenta en la valoración de un concurso, junto a más de 30 empresas e instituciones tales como el Ayuntamiento de Madrid, que todos ustedes saben su gobierno es claramente sanchista.

Obviamente, la Oficina de Conflicto de Intereses ha contestado ya en dos ocasiones al señor Feijóo y al señor Abascal, pero el señor Feijóo y el señor Abascal hacen lo mejor que saben hacer y es descalificar a la institución que no les da la razón después de haber acudido a ella.

Ahora se están produciendo nuevas diligencias previas en base a la denuncia de dos organizaciones ultraderechistas, como son Manos Limpias y Hazte Oír, y estoy seguro de que pronto la justicia archivará estas dos denuncias falsas de dos organizaciones ultraderechistas, sin más. Porque lo único que hay es fango, una colección de bulos y de difamaciones, de informaciones manipuladas y acusaciones veladas que no dan para más.

Yo, señorías, no voy a alimentar su máquina del fango, no voy a caer en el 'y tú más', y no lo voy a hacer porque sería muy injusto comparar a personas inocentes con quienes sí han realizado prácticas corruptas. Y ni siquiera espero que detengan ustedes la máquina del fango. Y, por tanto, si me piden mi comparecencia y la de mi esposa en el Senado -señor Feijóo, señor Abascal-, encantados de comparecer. En todo caso, lo que sí que espero es que alguna vez alguien pida perdón a las personas inocentes por todo el daño causado de forma injusta y estéril.

Insisto, sé por qué lo hacen, para tratar de quebrarme, pero ya les digo yo que van listos, que van listos. Mi mujer es una profesional honesta, seria y responsable, y mi gobierno es un gobierno limpio, señorías. Quienes realizan tráfico de influencias son otros, y no lo hacen mandando cartas oficiales y públicas con su firma, lo hacen con sus sobres, con iniciales y fajos de billetes dentro. No todos somos iguales, señorías. No todos somos iguales, y si no me creen, cuenten el número de ex ministros populares procesados y condenados por corrupción, y cuenten los míos.

Señorías, en todo caso, volvamos a lo importante. Europa y España se enfrentan a desafíos trascendentes desafíos geopolíticos como el imperialismo de Putin, como la espiral de violencia que sufre Palestina y que desestabiliza a Oriente Medio, sin olvidar, lógicamente, el riesgo de colapso en el Sahel. También desafíos económicos como el uso de la tecnología y de la inteligencia artificial y la competencia de otros actores internacionales. Desafíos medioambientales como la mitigación y la adaptación al cambio climático. Desafíos sociales como el acceso a la vivienda, particularmente de nuestros jóvenes, la mejora del Estado del bienestar, la protección de los derechos sociales, la lucha contra la desigualdad social, territorial, generacional y de género.

El Gobierno, señorías, es lo que quiero trasladarle a los españoles y españolas, está trabajando en esos desafíos; está obteniendo resultados positivos, tangibles, en todos ellos, a pesar de la difícil coyuntura internacional y a pesar, lógicamente, de las zancadillas constantes de una oposición destructiva que no quiere ayudar.

Señor Feijóo, desde que usted y su socio, el señor Abascal, se instalaron en Madrid hace más de dos años, no han parado de decir que España se rompe y la realidad no ha parado de refutarlos. En este tiempo, España no se ha roto, antes, al contrario, España está más unida y es más próspera que cuando ustedes gobernaban este país.

Se han roto otras cosas, se ha roto por ejemplo esa imagen falaz de un político moderado y buen gestor, que dijo que iba a venir a España a ganar a Sánchez y no a insultarle, y ha acabado insultando al señor Sánchez y al Partido Socialista Obrero Español, y perdiendo las elecciones. Se ha roto también… -sí, es verdad, ustedes están en la oposición y nosotros en el gobierno, es una cosa bastante sencilla- el cordón sanitario, el cordón sanitario que su antecesor, el señor Casado, mantenía contra la ultraderecha y que los empresarios y conservadores aún reivindican en Europa, por ejemplo, en Alemania, lo que ha permitido a Vox entrar en nuestras instituciones y convertir sus aberrantes promesas electorales en una cruel realidad.

Se ha roto la idea de que la derecha gestionaba mejor la economía; y el mantra neoliberal que decía que España solo podía crear empleos y riqueza apostando por la precariedad laboral de sus trabajadores y trabajadoras.

Se ha roto también, señorías, la mayoría independentista que nos condujo por la impericia del señor Rajoy a la crisis institucional y social más grave de la historia democrática de nuestro país el pasado año 2017.

Por cierto, se ha roto también la "policía patriótica", que durante años corrompió y ensució la política de nuestro país.

Se ha roto también, señorías, dentro y fuera de nuestras fronteras, la imagen de una España acomplejada que miraba desde abajo a las demás potencias europeas y no se atrevía a liderar en temas globales.

Eso es lo que se ha roto, señorías del Partido Popular y de Vox, señor Feijóo y señor Abascal: los lastres y las apariencias que se tenían que romper.

España sigue en pie, avanzando, prosperando, más unida que nunca. A día de hoy lideramos, Quiero volver a recordar a los españoles el crecimiento económico y la creación de empleo en Europa. Cuatro de cada diez nuevos empleos en Europa se crean en nuestra economía.

Somos uno de los estados miembros que más ha aumentado los ingresos de sus ciudadanos desde el año 2018. Lo estamos haciendo por encima de Francia y también de Alemania. Y lo estamos haciendo diez veces más, por cierto, que Italia.

Estamos reduciendo la desigualdad y la pobreza. Vamos a la cabeza en el despliegue de las energías renovables. Hemos aumentado nuestro nivel de innovación hasta converger con la media comunitaria y gozamos, creo, de un prestigio diplomático creciente en Europa y en los países del sur global. Ahora vamos a usar ese prestigio y esa fortaleza adquiridas para hacer lo correcto y corregir una injusticia histórica.

Señorías, termino.

Palestina es un Estado. Palestina es un Estado por mucho que lo niegue el señor Aznar, un expresidente del Gobierno que quiero recordar a todos los españoles y españolas, no ve lo que todo el mundo ve y es el sufrimiento y la persecución de un pueblo que reclama el reconocimiento internacional de su existencia como está. Pero en cambio, ese señor Aznar sí vio aquello que nadie más descubrió, que fueron las armas de destrucción masiva en Irak.

Por tanto, señorías, por justicia, por coherencia y por la paz, España reconocerá la existencia del Estado palestino el próximo 28 de mayo.

Nada más y muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)