Madrid, Auditorio Nacional de Música
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
Buenos días, un año más, presidenta del Congreso, presidente del Senado. Gracias. Vicepresidenta primera, vicepresidenta segunda, ministros, ministras, presidenta del Tribunal de Cuentas, autoridades, familiares de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura, señoras y señores. Este es, como ha dicho antes el ministro Bolaños, uno de los momentos siempre más especiales desde que se celebra y tengo el honor de ser presidente del Gobierno para poder compartir con todos ustedes.
Quisiera comenzar por otra efeméride, o mejor dicho por otra fecha, ésta de 1961, en el mes de diciembre, en el que un hombre se acercó al poeta Luis Cernuda al finalizar un recital en el San Francisco State College en California, y este hombre le contó al poeta que había luchado en el Batallón Lincoln durante la Guerra Civil española; unidad de voluntarios norteamericanos dentro de las Brigadas Internacionales. Y esa misma noche, cuando regresó al hotel el poeta Cernuda -en el exilio desde el año 1938-, conmovido por el encuentro con este brigadista, escribió un poema; unos versos que tituló 1936 y que arrancan diciendo 'Recuérdalo tú y recuérdalo a otros'.
Mañana, como aquí se ha dicho, 31 de octubre, se conmemora el día de todas las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura, y es nuestro deber asumir el mandato moral que escribió el poeta entonces, el de recordar. Con ese espíritu nació la Ley de Memoria Democrática, que ahora cumple un año. Que todas esas mujeres y todos esos hombres reciban el reconocimiento de la democracia española y dejen de habitar rincones ocultos de la historia de España .Rincones ocultos que de cuando en cuando nos devuelven la tierra que caminamos, la tierra que oculta parte de nuestra memoria que podríamos calificar como insumisa.
Y permítanme que les hable de uno de ellos que a mí me ha conmovido especialmente. En agosto de 2011, un equipo de arqueólogos que trabajaba en una fosa de la ciudad de Palencia hizo un sorprendente hallazgo: junto al esqueleto de una mujer de estatura menuda, a la altura de su cadera había un objeto inusual y era el de un sonajero de bebé de color rosa y con una forma de flor. Los restos de aquella mujer menuda eran de Catalina Muñoz Arranz. Fue fusilada a la edad de 37 años, en septiembre de 1936, y era madre de cuatro hijos. Al más pequeño, de nueve meses de edad, pertenecía con seguridad aquel sonajero que se encontró en la cadera de su madre.
Ocho décadas después, aquel objeto, símbolo del amor de una madre, volvió a las manos de su legítimo dueño. Aquel bebé, ya anciano, se llamaba Martín de la Torre Muñoz. Martín falleció el pasado mes de junio a los 87 años de edad y los últimos cuatro años de su vida pudo ver ese objeto, volver a sujetar entre sus manos el sonajero que su madre llevaba en el mandil el día de su muerte. Por tanto, que nadie se atreva a decir que no merece la pena seguir escarbando en la tierra para rescatar la memoria olvidada que yace bajo nuestros pies.
Las personas que hoy honramos en este acto se suman a las 242 víctimas que ya han sido homenajeadas nominalmente por el Estado en el último año. Leídas desde este siglo XXI, creo que podemos estar todos de acuerdo en que sus biografías impresionan y, sobre todo, conmueven, porque contienen episodios de tremendo dolor y también de tremenda injusticia. Son solamente una pequeña muestra de tantas y tantas vidas -como ha dicho el ministro antes- anónimas, que a día de hoy no constan como víctimas de aquella época sombría y triste de nuestra historia.
Vidas, en muchos casos, condenadas por un relato injusto, en un presente también clandestino y levantado sobre la desmemoria y la losa del olvido. No es la primera vez que hablo de una de las homenajeadas de María Teresa León. Acabamos de escuchar a su sobrina, a Teresa, y quiero volver a citar ese libro inmenso, y testigo de todo aquello, que es 'Memoria de la melancolía', porque decía María Teresa de León que recordar es más importante que vivir, recordar es más importante que vivir. Y, al igual que Cernuda, nos lo pidió ella cuando dijo aquello de 'cuando yo no recuerde, recordad vosotros'.
Bueno, pues la Memoria Democrática es una cuestión de Estado. La Ley de Memoria Democrática es una ley de Estado, que no concierne a una ideología en particular. Por eso, es incomprensible que aún hoy algunos no sientan como propio el deber asumido con normalidad en cualquier democracia del planeta y, en particular, del continente al que pertenecemos.
Decían los clásicos que era recomendable beber equilibradamente de las fuentes del olvido y también de la memoria. Y algunos siguen ensalzando la primera a conveniencia y ejercitando de forma muy selectiva la segunda, si me permiten. Recordar significa, literalmente, traer de vuelta al corazón, y al corazón de nuestra España pues tenemos que hacerlo, porque no puede ser ajeno el desgarro emocional de una tragedia como aquella. Leer las páginas de nuestro siglo XX no es un acto pretérito, sino una vocación contemporánea para construir un futuro mejor. Por nosotros, por nosotras, pero, sobre todo, por las generaciones que están por venir.
Es de suma ignorancia decir que la Ley de Memoria es sectaria o es revanchista. No lo es en ningún país del mundo y no lo es tampoco en España. Esta ley, como ha explicado el ministro Bolaños, fue elaborada siguiendo las recomendaciones de distintos organismos internacionales de derechos humanos, escuchando a las demandas de la sociedad civil y, por supuesto también, del movimiento memorialista, al cual siempre estaremos eternamente agradecidos.
Y con ella también se reconoce por fin -lo ha dicho antes el ministro- el papel activo de las mujeres españolas en la vida intelectual y política en defensa de los valores democráticos, que son los valores que nos representan; porque muchas de ellas siguen en ese olvido que tanto temían María Teresa León y Luis Cernuda.
Por tanto, verdad, justicia y reparación como garantía de no repetición, son los cuatro principios del Derecho Internacional Humanitario que vertebran esta ley. Y esta legislación, precisamente por su vinculación a estos derechos, es diferente de todas las normas para la recuperación de la memoria que la precedieron en nuestro país. Esta ley ampara, ahora sí, a todas las víctimas, a todas aquellas personas que, por uno u otro motivo, quedaron fuera del ámbito subjetivo de normas precedentes . Y también se fija, como se ha recordado, además de la jornada del 31 de octubre, la del 8 de mayo, para recordar a las mujeres y a los hombres que sufrieron el exilio: Más de medio millón de españolas y españoles. Y con ese motivo se celebran varios actos de homenaje en distintos lugares y, entre ellos, -y es a donde quería ir a parar- uno en Colliure y otro en la playa de Argeles-Sur-Mère, donde fueron internadas en condiciones infrahumanas -lo sabemos muchos de los que estamos aquí-, tantas personas que cruzaron los Pirineos allá por 1939.
En este ámbito, quiero reafirmar el compromiso de mi Gobierno, del Gobierno de España, para procesar todas las solicitudes de nacionalidad de los exiliados y de sus descendientes. Porque han sido décadas de espera para saber dónde están todos esos desaparecidos y cómo murieron y, en estos años, con el impulso de las instituciones públicas, pero singularmente también del Gobierno de España, se han exhumado 4.500 cuerpos en más de 500 actuaciones y muchos trabajos siguen todavía en curso.
Poco después de la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, recordarán las salidas del militar franquista Gonzalo Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena, en la ciudad de Sevilla y que en abril se extrajeron los restos de José Antonio Primo de Rivera del Valle de Cuelgamuros para ser entregados con dignidad a su familia. En las criptas de Cuelgamuros, además, se está trabajando para la exhumación de 133 cuerpos de víctimas. Caídos, sí, pero ya nunca más olvidados.
Y con el nuevo sistema adquirido por el Ministerio de Justicia, lo que vamos a hacer es crear un banco de ADN de desaparecidos y de desaparecidas, que facilitará las búsquedas y también la identificación genética, algo que hasta hoy era muy complicado, como todos sabemos, cuando se extraían los restos de las fosas.
Y en el ámbito judicial, no quiero dejar de mencionarlo, quiero destacar el gran avance que ha supuesto la nulidad de las sentencias de los tribunales franquistas que dictaron condenas por motivos políticos e ideológicos y el nombramiento de una fiscal de sala en materia de Derechos Humanos y de Memoria Democrática, fundamental para avanzar en la investigación de hechos constitutivos de violación de derechos humanos y del derecho internacional humanitario e impulsar los futuros procesos de búsqueda de víctimas .
Esa, en definitiva, larga noche de piedra, Como escribió el poeta gallego Celso Emilio Ferreiro, va tocando a su fin. Vamos a seguir abordando la retirada de símbolos contrarios a la memoria democrática, vamos a seguir trabajando por la resignificación de lugares de memoria como Cuelgamuros o como el casco urbano de Guernica Lumo. Y se retirarán más distinciones, condecoraciones y honores concedidos, que son incompatibles con los valores democráticos, como ya se ha hecho con los títulos nobiliarios concedidos entre 1948 y 1978 y de la Orden imperial del yugo y de las flechas.
Soy consciente de que vamos tarde, lo ha dicho antes el ministro. Vamos muy tarde. Pero nuestro compromiso, mi compromiso personal con las políticas de memoria, es rotundo. Es total y es absoluto. También con las exhumaciones que permitan restaurar la dignidad de quienes fueron privados de ella en el trance más duro. España no puede sentir vergüenza ni, por supuesto, mirar para otro lado cuando aún hoy, a pie de fosa, las familias esperan a que aparezca un objeto, un recuerdo cualquiera, con el que puedan identificar los restos de sus antepasados.
La ley se va a cumplir y vamos a dedicar más esfuerzos a la divulgación de nuestra historia, a la actualización del relato histórico en los libros de texto para que nuestros hijos y nuestras hijas, nuestros nietos y nuestras nietas, conozcan el pasado de su país. Ya no podrá decirse aquello de no hemos llegado hasta la guerra civil en la clase de historia. Esa omisión nos hace cómplices de una falacia. Y es que la libertad, la paz y la democracia son irreversibles y no admiten marcha atrás. Hoy, por desgracia, lo estamos viendo en muchas partes del mundo, sabemos que esto no es cierto y que para dar el verdadero valor que merecen es preciso conocer con qué facilidad pueden perderse avances que hoy damos por sentado.
A todas las asociaciones de memoria, quiero trasladarles mi gratitud, nuestra gratitud, la del gobierno de coalición y, por supuesto, nuestro reconocimiento. Gracias a vuestra labor hemos levantado el velo de silencio que incluso hoy algunas administraciones amenazan con volver a imponer. Contáis con nuestro compromiso presente y futuro, con mi compromiso presente y futuro, para que nunca jamás esta lucha vuelva a verse ahogada en un mar de interesado olvido.
Y finalmente, gracias a todas las personas homenajeadas en el día de hoy. En vuestro nombre, rindo tributo a todas las víctimas de la guerra civil, de la dictadura. A todas, sin distinción ni filiación ideológica. Pero muy singularmente a las que aún hoy esperan encontrar la paz de un digno lugar de reposo, a las que yacen en lugares sobre los que hoy caminamos, ajenos a lo que se esconde bajo nuestros pies.
Antes os he contado la historia de Catalina Muñoz y de su hijo Martín, y fijaros las paradojas del destino. El lugar en el que fueron hallados aquellos restos es hoy un parque infantil. Porque Catalina reposaba bajo columpios de niños y de niñas, abrazada al sonajero con el que jugaba a su bebé y al que jamás vio crecer.
Hasta que ese día llegue, hasta el día en el que ningún español o española siga enterrado en cunetas y campos, que la tierra de España, de esta España, hoy sí, libre y democrática, sea su abrigo. Y que los aquí presentes seamos custodios de su memoria, tras tantos años de injusto olvido y silencio.
Muchas gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)