Oviedo
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
Majestad, ministro, presidentes, alcaldes, autoridades. Señoras y señores, por fin, este día tantas veces postergado, querido Adrián, ha llegado.
Desde hoy, no sólo Asturias está más cerca del resto de España, como aquí se ha dicho, sino que es el resto de España quien también se acerca a esta comunidad autónoma bendecida por una belleza y por una geografía únicas.
Una geografía que os define, que hace a los asturianos y a las asturianas tal y como sois, que ha sido y es fuente de vuestras riquezas. Pero que al mismo tiempo convierte en un monumental desafío de ingeniería cada kilómetro de carretera y cada travesía atendida en vuestra tierra, como bien ha relatado antes el ministro Puente.
Pueden dar fe de ello los más de 5.000 profesionales, a quienes también yo quiero agradecer su extraordinaria labor, que han llegado a trabajar al mismo tiempo en esta infraestructura, o el volumen de inversión pública necesaria para acometer cada kilómetro del tramo entre La Robla y La Pola de Lena.
Estamos ante una de las infraestructuras de mayor complejidad técnica de Europa. Todo un reto. Y como suele suceder en la vida, cuanto más duro es el reto, mayor es el aprendizaje. Así que todas las empresas e ingenierías que han contribuido a la realización de este proyecto podrán reivindicar un día con orgullo que estuvieron aquí, que trabajaron en la variante de Pajares.
Harán de ello un signo de valía, algo que exhibir o de lo que presumir. Aportará aún más excelencia y reconocimiento a las empresas españolas en este ámbito, que ya de por sí están altamente reconocidas a nivel internacional. Ellas son, en definitiva, el factor decisivo junto a la apuesta de país hecha en estas últimas décadas para que nuestra red de alta velocidad sea la más extensa de Europa y la segunda del mundo, solo por detrás de China.
Antes, con el Rey, con Su Majestad el Rey, comentábamos otras inauguraciones que hemos tenido a lo largo de estos últimos meses y hablábamos precisamente de eso, porque el mérito es absolutamente formidable. Aún más si evaluamos desde la perspectiva lo logrado por nuestro país durante estos últimos años, estas últimas décadas.
Fíjense, el historiador Tony Judt se refería a las estaciones de tren construidas en la revolución industrial, en las grandes capitales europeas, como las catedrales de la modernidad, decía.
Siendo así, nuestro país, España, quedó absolutamente postergado, rezagado en una modernidad de la que el ferrocarril era su mayor símbolo. En su despliegue inicial por cada kilómetro en servicio en España, Bélgica contaba con 30, Francia con 100, Alemania con hasta 200 kilómetros de vías férreas.
Hoy España no está al vagón de cola, sino que está a la vanguardia. Todo lo contrario. Y nuestros más de 4.000 kilómetros de alta velocidad son la mejor y mayor evidencia de lo dicho.
En estas últimas tres décadas hemos invertido nada más y nada menos que 65.000 millones de euros. 65.000 millones de euros en una red de alta velocidad que ya conecta a 30 provincias.
Pero el impulso no se detiene ahí. Hay en marcha ahora mismo una cartera de más de 9.000 millones de euros para desplegar líneas de alta velocidad en otros territorios, como bien comentaba antes el presidente de Asturias y el presidente de Castilla y León, como Cantabria, como País Vasco, como Navarra, como Extremadura o para seguir avanzando en los corredores Mediterráneo y Atlántico, apuestas que son estratégicas y que van a construir decisivamente a vertebrar y a ganar en competitividad a todos y cada uno de nuestros territorios.
Con todo, somos muy conscientes desde el Gobierno de España de que ni la dificultad técnica, ni la orografía, justifican retrasos pasados y dilaciones. Esto es así.
Suele decirse que quien no quiere hacer algo busca excusas. Y quien quiere hacer busca soluciones, como las que han tenido que encontrar los profesionales ante los enormes desafíos técnicos de este proyecto. Y yo quiero agradecer, presidente de Asturias, el que hagas ese reconocimiento precisamente a la labor técnica de todos los extraordinarios profesionales de Adif.
Desde hoy, Asturias tiene en esta doble vía electrificada algo más que un camino de hierro. Tiene también un camino de soluciones para revertir el injusto aislamiento ferroviario y afrontar con nuevas bazas los grandes desafíos que tanto esta tierra como el conjunto de España tenemos por delante.
Desafíos, antes lo ha dicho el ministro, que debemos encarar con audacia, con valentía, viéndolos como lo que son, una auténtica oportunidad para transformar nuestra economía, para modernizar nuestro tejido productivo y sin temor al cambio que ello representa.
Es lo que estamos haciendo en España. En ámbitos como el de la transformación digital, como el de la transición ecológica, a la que evidentemente está vinculada nuestra apuesta por el ferrocarril, que es un ejemplo de sostenibilidad y la movilidad inteligente de viajeros y de mercancías. Y quiero subrayar ambos, los viajeros y las mercancías.
Una transición, por cierto, ésta, la transición ecológica, que aquí precisamente en esta tierra y también en Castilla y León, lo sabéis bien, tiene que ser justa. Y justa con los territorios y, por tanto, justa con las personas que habitan en ellos.
Una transición que impulse algo muy importante para Europa y también para España, que es la reindustrialización. La reindustrialización en clave verde y también digital, de zonas tradicionalmente relegadas o que tienen una industria tradicionalmente, bueno pues, vinculada con otros usos energéticos, pero que ahora tiene una extraordinaria oportunidad con el despliegue de las energías renovables y eso que hemos llamado el hidrógeno verde.
Que contribuya en definitiva a cohesionar mejor nuestro territorio, que ofrezca esperanza, horizonte a nuestras gentes y vías de desarrollo a esa España tantas veces postergada, tantas veces ignorada por quienes aún hoy creen ser el centro del universo.
Y solo por eso creo que merece la pena una apuesta como esta, que contribuye desde el valor y desde el poder transformador también de lo público, en colaboración con el sector privado, a vertebrar España con el hilo de la prosperidad compartida.
Contamos para ello, y aquí se ha hecho referencia en los medios, en el vídeo por parte de los trabajadores y trabajadoras, por los ingenieros, contamos para ello, como decía, con el impulso de los fondos europeos, también del Plan de Recuperación.
Creo que esta es una oportunidad única para posicionar a España como referente en energías renovables, en el hidrógeno verde, en los microchips, en el sector agroalimentario, también en la salud de vanguardia. Y todos estos sectores son el paradigma de esa nueva revolución tecnológica.
Y esta vez, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, pues España no va a perder el tren de la modernidad. Al contrario, lo tiene todo para asumir una posición que es de liderazgo y además es un ideal compartido con el conjunto de Europa.
Hoy, con la puesta en servicio de esta línea, tanto Asturias como Castilla y León se abren a nuevas inversiones y, por tanto, a nuevas oportunidades.
Hoy, gracias a la ciencia, a la ingeniería, las barreras geológicas que separan a Asturias del resto de la península son menos imponentes.
No es solo un salto de gigante que literalmente salva la Cordillera Cantábrica, antes se ha hecho referencia a ello, es también una mano tendida para unir territorios de un país orgulloso de su diversidad, como es precisamente el nuestro.
Y culmino mi intervención diciendo lo siguiente. Hace más de dos siglos un gran sabio dejó escrito en su diario, refiriéndose a su querida Asturias, que lo único que a esta tierra le hacía falta eran luces y comunicaciones, las luces de la educación y de la ciencia para el pueblo y las comunicaciones para superar esas barreras geográficas.
Era Gaspar de Jovellanos, un asturiano ejemplar que luchó contra viento y marea por el progreso de su tierra y, por tanto, por el progreso de España.
Seguramente nunca pudo imaginar que un tren eléctrico conectaría Asturias con Madrid a 275 kilómetros por hora a través de montañas y puentes. O tal vez sí, vaya usted a saber. Jovellanos en todo caso, como hombre de la Ilustración, debía tener una fe ilimitada en el progreso, en la ciencia y en el conocimiento.
Debía confiar en la capacidad de los hombres y de las mujeres para afrontar los mayores desafíos técnicos y sociales como estamos hoy reivindicando.
Incluso debía creer en ese ideal de un país donde los españoles y españolas vivirían en el futuro con prosperidad, con convivencia, con libertad y con democracia.
Quizá aquel gran sabio no llegó a imaginar el tren de alta velocidad que une hoy Asturias con Madrid, pero sin duda se atrevió a soñarlo antes que nadie.
Así que gracias a todos y a todas los que hoy han convertido ese sueño en una realidad. Y por supuesto, Majestad, señor, muchas gracias por estar siempre ahí, presente y apoyando en este tipo de proyectos al conjunto de la sociedad española.
Nada más y muchas gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)