Girona
DECLARACIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
Muchas gracias, David, presidente y consejero delegado de HIPRA. Ministro de Sanidad. Directora General de HIPRA. Autoridades, porque está por aquí el delegado del Gobierno, también. Chus (María Jesús Lamas), presidenta de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Trabajadores y trabajadoras de esta empresa.
Amigos y amigas, la verdad es que estoy emocionado porque, recordaba antes, no es la primera vez que visito estas instalaciones; pero, sin duda alguna, es la más emotiva y la más simbólica.
El pasado 30 de marzo, lo recordaba antes el director, el presidente y CEO de la empresa, asistimos a un hito histórico de la ciencia y también de la investigación en nuestro país; y es la aprobación definitiva por parte de la Agencia Europea del Medicamento de la vacuna de HIPRA, que va a ser comercializada bajo el nombre de Bivermax.
Suele decirse, con cierta dosis de razón, que a veces abusamos del término "histórico" para referirnos a algunos acontecimientos, muchos de ellos muy sucesivos e intensos en estos últimos tiempos. Pero, sin embargo, creo que esta vez ese calificativo es más que merecido; no solo porque representa mucho para la investigación y la ciencia hecha aquí, en Cataluña, en España, en Europa, sino por la carga emocional que hay detrás de lo que hoy estamos celebrando. Y es conseguir esta vacuna, el recuerdo de todo lo vivido frente a una pandemia que sólo empezamos a dejar atrás gracias a la ciencia.
Por eso quiero reforzar, y mucho, ese reconocimiento público por parte del Gobierno de España a los trabajadores y trabajadoras de HIPRA, pero también a los servidores públicos de la AEMPS, del Instituto Carlos Tercero, del conjunto del Ministerio de Sanidad, también de las distintas Consejerías de Sanidad, en este caso de la Generalitat de Cataluña, porque entre todos hemos hecho posible esta realidad que hace poco era tan solo un sueño.
Siempre supimos que era ahí, en la ciencia, donde iba a residir nuestra única esperanza. Si los sanitarios, con su entrega heroica, eran nuestra primera línea de defensa, evidentemente, ustedes y los científicos eran la gran baza para ayudarnos a contraatacar y superar de una manera no definitiva, pero sí con muchísima fortaleza, a este virus del COVID.
Hoy, al evocar esos días, pienso en todas las decisiones que tuvimos que tomar, decisiones muy duras, inéditas, difíciles, ante un enemigo del cual la humanidad apenas conocía nada entonces.
Hicimos cosas que, en fin, ayudaron, sin duda alguna, a defendernos hasta ese momento en el que la ciencia nos dio la respuesta: un estado de alarma para limitar la movilidad, confinar a los ciudadanos y, por lo tanto, protegernos ante la propagación de un virus que ya estaba entre nosotros; el impulso de mecanismos inéditos para proteger a los trabajadores y trabajadoras como fueron los ERTE o, también, los ICO, que protegieron a más de cuatro millones de personas, sobre todo recordando esos mecanismos de ayuda a través de las ERTE o desde la movilización de recursos para fabricar mascarillas, que no teníamos en España y tampoco en Europa, a los respiradores -tuvimos que confiscar los respiradores que había en las plazas de toros porque no había tampoco capacidad para poder fabricar respiradores en nuestro país-, o hasta el diseño de una escalada llena de cautelas para que el retorno a la actividad no tirase por tierra tantos sacrificios.
Recuerdo haber estado hablando con líderes distintos. Por ejemplo, con el presidente de Corea del Sur, para saber, exactamente, cómo habían diseñado esa escalada y poder empezar a retomar la actividad cotidiana por parte de nuestros conciudadanos.
Hacíamos todo eso mientras, evidentemente, mirábamos de reojo a la ciencia y depositábamos toda nuestra esperanza en lugares y espacios como este y en gente como vosotros -si me permitís que os tutee-, en quienes hacéis de la investigación y del conocimiento no sólo una profesión, sino una auténtica pasión vital.
Nada ilustra mejor esa esperanza que esa respuesta ejemplar de la sociedad española al proceso de vacunación. Creo que es muy importante ponerlo de relieve. Yo recuerdo haber hablado con muchos líderes europeos a lo largo de estos últimos meses y años y me preguntaban cómo es posible que en España se pueda lograr esa respuesta, esa conciencia cívica, ese compromiso no solamente con las personas, sino también con la seguridad de nuestros conciudadanos.
Hay más de 41 millones de personas vacunadas hoy en nuestro país; 40,7 con pauta completa. Somos, junto con Portugal -la Península Ibérica-, el país de Europa con mayor tasa de vacunación, acercándonos al 90%. Es no solamente un éxito, sino un enorme orgullo que dice mucho de nuestra sociedad, porque ese porcentaje representa muchas cosas.
Representa, por ejemplo, el triunfo de la ciencia frente al negacionismo, que lo ha habido desgraciadamente también durante esta pandemia. Lo hay siempre que existen estos desafíos científicos a los que nos somete la naturaleza. Es el termómetro que mide también la conciencia cívica de una sociedad madura, pero que también es solidaria, que asumió la decisión de vacunarse como un deber cívico, mucho más allá de protegerse personalmente y de proteger colectivamente al conjunto de nuestros conciudadanos. Y, por lo tanto, es un motivo extraordinario, uno más por el que sentir un legítimo orgullo de país.
Estuvimos junto a HIPRA desde el primer momento. Antes lo comentaba David, a través de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, del Instituto Carlos III, de los hospitales públicos, que han hecho tanto también para poder hacer en tiempo y forma, incluso en tiempo récord, todos estos ensayos y, lógicamente, también la cooperación entre administraciones y el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Y el resultado final yo creo que es un ejemplo extraordinario de la colaboración público privada, de la cual hablábamos hacía años y que creo que va a ser muy necesaria para muchas de las transformaciones y transiciones en las que está ahora mismo nuestra sociedad. Entre una gran empresa en este caso, presente en cuatro continentes, con 2.400 trabajadores y trabajadoras, líder en el desarrollo de vacunas biotecnológicas, y una administración que quiso ser cómplice desde el principio a la hora de emprender y hacer de la ciencia una apuesta estratégica de nuestro país.
Y esa complicidad tiene algo muy importante que yo quisiera poner en valor ante los medios de comunicación. Es la dimensión europea, la dimensión europea de lo que hoy estamos celebrando, con la firma del contrato marco para el suministro de 250 millones de dosis a 14 países miembros. Y fruto del mismo, España materializó el pasado 8 de noviembre, por acuerdo del Consejo de Ministros, la compra de 3,2 millones de dosis con una inversión de 31 millones de euros.
Dosis de una vacuna, por cierto, como ha dicho antes David, de excelente calidad. Facilidad de conservación, eficacia, versatilidad para adaptarse a nuevas variantes, en definitiva, un triunfo formidable para una empresa que dedica, yo recuerdo haberlo visto también en mi primera visita, un 10% de su facturación a la I+D+i y un 16% de su personal también a esta misma tarea.
Por eso, amigos y amigas, antes lo recordabas tú, David, hace tres años sufrimos una experiencia que yo calificaría de traumática. Creo que lo he dicho en muchas ocasiones: tanto la pandemia como también la guerra en Ucrania, en Europa, por tanto, en la sociedad occidental y en particular a la sociedad europea, nos ha abierto los ojos. Quizá estábamos viviendo una suerte de ficción de ser inmunes ante guerras o ante pandemias que veíamos en otros continentes, pero que pasaban de largo al continente europeo. Eso no era real, lo estamos viendo hoy de nuevo.
Pero en todo caso, esa experiencia traumática la vivimos y ahora con una cierta distancia y con una cierta querencia de querer pasar página, creo que hay algunas lecciones que no debemos olvidar de todo lo que nos ha acontecido en estos tres años tan complejos y tan difíciles.
El primero, yo creo que es evidente. Que es que debilitar la sanidad pública es la peor decisión que puede tomar cualquier gobernante porque, tarde o temprano, la factura acaba por pagarse y, además, no se hace desde un punto de vista coyuntural, sino también estructural. Hoy contamos, afortunadamente, con más sanitarios y con una reserva estratégica, me comentaba el ministro de Sanidad. También con mejores equipos. Pero debemos seguir fortaleciendo nuestro sistema público de sanidad.
La segunda es que dotarnos de una mayor autonomía estratégica es una prioridad. Lo es para España, sin duda alguna, y lo es para Europa en múltiples ámbitos, pero también en el ámbito sanitario.
Hoy contamos con el impulso de los fondos europeos que tanto peleamos por tener desde el Gobierno de España hace tres años. Y contamos con una visión también de medio y largo plazo sobre lo que significa la reindustrialización de nuestro país para fortalecer nuestras propias capacidades.
Va a ser la autonomía estratégica en el ámbito también sanitario, también el tecnológico, el energético y el de los semiconductores y el agroindustrial, va a ser uno de los elementos fundamentales de la Presidencia Española de la Unión Europea el próximo semestre, el segundo semestre del año. Y por tanto no hacerlo, no industrializar nuestro país, nuestro continente, no fortalecer nuestra autonomía estratégica, lo que hace es convertir a Europa en un continente mucho más vulnerable ante futuras crisis que vendrán, ojalá dentro de mucho tiempo, pero vendrán y tenemos que estar mucho mejor preparados de lo que estuvimos en el año 2020.
Y la tercera conclusión o lección que deberíamos extraer y yo desde luego la tengo muy presente, es que un país sin ciencia es un país sin futuro. Una década de recortes lo que hizo fue debilitar gravemente nuestro sistema de I+D+i, abrió una enorme brecha con los países de nuestro entorno.
Y cerrar esa brecha no sólo se traduce en más y mejor empleo, que es lo que estamos viendo, sino que también es algo que tiene que ver con un acto de justicia si me permitís que hable en estos términos con quienes hoy se están formando en nuestras universidades y también en nuestros centros de Formación Profesional. Porque se lo debemos como país, que nunca más una generación de investigadores, de investigadoras, tenga que buscar fuera lo que lo que su tierra no es capaz de ofrecerle.
Y en ese sentido, creo que los datos de empleo conocidos hace una semana son una buena prueba de algo que está cambiando, afortunadamente para bien en nuestro país. En un año la afiliación en actividades científicas y técnicas ha crecido un 9% y el doble, un 18% si hablamos de los menores de 30 años. Y lo mismo ocurre en otros sectores de alto valor añadido.
Ese yo creo que es, y con ello concluyo, el camino que debemos seguir, las lecciones que tenemos que extraer de esta pandemia que aún está presente entre nosotros.
Un camino en el que hay ejemplos de éxito como es el de esta vacuna de HIPRA, ayudan a contar el relato de un país, de una comunidad, que se crece ante la adversidad. Que se sabe capaz de innovar y de crear, y que mira al futuro con confianza para seguir avanzando.
Por tanto, queridos amigos y amigas, es para mí un honor, y tengo que deciros de nuevo, como he dicho al principio de mi intervención, que estoy muy emocionado por avanzar por ese camino de la mano de una gran empresa como es la empresa de HIPRA.
Así que, enhorabuena. Gracias de corazón a quienes habéis hecho posible este hito. Un hito, con todas las letras y todo el merecimiento, histórico. Enhorabuena y, de nuevo, gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)