Comparecencia del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, ante el Parlamento Europeo

13.12.2023

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Estrasburgo

INTERVENCIÓN INICIAL DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Presidenta Metsola,

Presidenta Von der Leyen,

Vicepresidentes y Alto Representante Borrel,

Señoras y señores diputados,

Permitan que comience esta comparecencia señalando lo atípico de la fecha en que se celebra. Como saben, la costumbre dicta que sea al inicio, y no al final de la Presidencia rotatoria del Consejo, cuando el país que la ostenta acuda al Parlamento Europeo a presentar sus prioridades.

Sin embargo, el adelanto de las elecciones generales en España el pasado 23 de julio desaconsejaba esta opción, tal y como señalaron acertadamente algunos grupos parlamentarios de esta Cámara.

De modo que comparezco ante ustedes ahora, tras haber formado gobierno y en los días finales de nuestra Presidencia, y no para prometer avances, sino para dar cuenta de los logros cosechados y también reflexionar sobre los retos que quedan pendientes.

La espera en mi opinión, ha merecido la pena por dos motivos.

En primer lugar, porque en este intervalo electoral Europa ha ganado un gran aliado para los próximos cuatro años con un gobierno progresista en España.

El pasado 23 de julio los españoles tuvieron que elegir entre dos proyectos antitéticos también de cara a la construcción europea.

Tuvieron que elegir entre una coalición de la derecha con la ultraderecha que aspiraba a derogar buena parte de los avances sociales, económicos y medioambientales que durante estos últimos años hemos aprobado e impulsado en España y aplicar de nuevo las fracasadas recetas neoliberales que tanto dolor crearon durante la pasada crisis financiera.

La otra opción era una coalición de fuerzas progresistas que, a pesar de nuestras diferencias, compartían el deseo de seguir avanzando, de seguir consolidando el proyecto europeo, de seguir apostando por la justicia social, por la dignidad laboral, por la tolerancia, por el respeto como norma básica para la convivencia democrática, por sociedades abiertas, por causas que son justas, como el feminismo, las transiciones verde y digital y, por supuesto, por el fortalecimiento de nuestro proyecto común que es Europa.

Afortunadamente, esas fuerzas progresistas ganaron las elecciones y siguiendo ese mandato nacido de las urnas, formaron un nuevo gobierno de coalición progresista el pasado 16 de noviembre, con el apoyo de una mayoría absoluta de 179 escaños del Parlamento español, que representa la voluntad expresada en las últimas elecciones generales de más de 12 millones de ciudadanos y ciudadanas de nuestro país y de cinco grupos políticos que no forman parte del gobierno de España.

Un gobierno que, sin duda alguna, va a apoyar siempre a Europa, que defenderá los valores y los principios europeos.

Y creo además que el liderazgo que hemos desempeñado como Presidencia rotatoria del Consejo da buena cuenta de ello.

Y aquí el segundo motivo que les anunciaba. La Presidencia española creo honestamente que ha sido una Presidencia exitosa en la que se han aprobado 43 expedientes, una cantidad superior a la media habitual y se han alcanzado avances importantísimos en materia legislativa y también política para el proyecto europeo.

Resulta imposible, por la premura de tiempo, dar cuenta de todos ellos en esta comparecencia.

Pero sí me gustaría al menos mencionar algunos al hilo de las cuatro prioridades que fijamos al principio de la Presidencia cuando presentamos nuestros objetivos.

El primero, señoras y señores diputados, es impulsar la reindustrialización de Europa y lograr esa Autonomía Estratégica Abierta.

Las dificultades que han sufrido nuestros ciudadanos durante estos últimos años, recordemos la carestía de productos sanitarios, de mascarillas incluso, en particular, en países donde inicialmente sufrimos de manera muy contundente los efectos de la pandemia, la emergencia climática y las consecuencias económicas, sociales y medioambientales de la misma, la guerra de Putin en Ucrania y su traslación a los precios de la energía y el impacto económico que está teniendo sobre el bolsillo de nuestros ciudadanos no debe ser en balde. Deben servirnos para aprender y para mejorar.

El orden internacional, y esto ha sido objeto de debate también en esta Cámara, está cambiando y Europa tiene que cambiar con él. Los días de las deslocalizaciones industriales masivas a otros continentes, la dependencia ciega en importaciones, han de acabar.

Tenemos que reforzar nuestras capacidades de producción domésticas. Tenemos que garantizar la competitividad de aquellos sectores en los que ya somos punteros e impulsar nuevas industrias de futuro para que tengamos más empresas y más empleos de calidad y riqueza para nuestros ciudadanos.

Y tenemos además que hacerlo con más innovación, con más formación, con más política industrial y más integración del mercado único.

Pero esto no significa, señoras y señores diputados, que debamos comprar las tesis antiglobalistas ni el proteccionismo trasnochado de determinadas fuerzas políticas, particularmente en la ultraderecha.

Porque, por mucho que reforcemos nuestra industria doméstica y ganemos circularidad y eficiencia en ello, y esto es fundamental para el devenir de la economía europea, nuestro continente siempre será más próspero cooperando con otros países.

Dos datos creo que pueden ser lo suficientemente elocuentes para plasmar lo que pretendo decirles. De nuestra participación en la economía global emana el 40% del Producto Interior Bruto en Europa y uno de cada cinco empleos que hay en la Unión Europea.

Por eso es importante que, en lugar de cerrarnos en nosotros mismos, Europa lance una nueva expansión comercial dirigida a consolidar, a diversificar, a ampliar nuestros vínculos con el exterior.

Que lidere la modernización de la arquitectura multilateral. Que incremente su ayuda al desarrollo, su compromiso con el bienestar de otros países, singularmente aquellos vinculados con el sur global.

Esta es la visión de futuro que la Presidencia española ha pretendido construir durante estos seis meses de Presidencia.

Una visión que, por cierto, fue respaldada por los 27 jefes de Estado y de Gobierno en la pasada cumbre o el Consejo Informal celebrado en la ciudad española de Granada y que esperamos sirva para guiar el diseño de esa nueva agenda estratégica europea que se va a elaborar bajo la Presidencia belga.

Esta es la dirección que debemos seguir.

Y en este semestre, Europa creo que ha dado grandes pasos hacia ella.

Lo ha dicho antes la Presidenta del Parlamento Europeo y yo quiero detenerme aunque sea unos segundos en ello.

Hemos aprobado leyes pioneras para garantizarnos el abastecimiento de materias primas críticas, hemos impulsado nuestro liderazgo en las tecnologías verdes y digitales, hemos incluido una ley pionera para el impulso, el desarrollo y la adopción de la inteligencia artificial en Europa respetando nuestros valores y también los intereses de nuestra ciudadanía.

Y también se han tomado decisiones para proteger y fomentar la modernización de nuestra agricultura.

Y creo que aquí debería también felicitar al Parlamento Europeo por los acuerdos que, en fin, hemos logrado y también el acuerdo ayer en materia de pesca alcanzado y que garantiza el futuro y prosperidad de miles de familias españolas y también europeas.

Asimismo, hemos aprobado la creación de nuevos instrumentos de seguridad económica que nos protegen de la coacción de terceros países y que garantice también la circulación libre de bienes, servicios y personas en tiempos de crisis en el mercado único.

Y, al mismo tiempo que hemos hecho esto, hemos impulsado también una agenda exterior de la Unión con una celebración que yo tildaría de histórica entre la Unión Europea y la CELAC, la Comunidad de la América Latina y el Caribe, con avances sustantivos desgraciadamente aún no concluidos para lograr ese acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, con la firma de nuevos acuerdos comerciales con Chile y con Nueva Zelanda, con la Organización de los Estados de África, Caribe y el Pacífico.

Acuerdos que sí van a suponer algo para nuestros ciudadanos es, bueno ampliar nuestros intercambios con estos países y ayudarnos a diversificar nuestras cadenas de suministro.

La segunda prioridad que nos fijamos, junto con la reindustrialización y la Autonomía Estratégica Abierta, fue la de avanzar en la transición ecológica y la adopción de medidas que nos permitan adaptarnos contra los efectos de esta emergencia climática.

Lo hicimos porque para nosotros, los europeos y las europeas, frenar el cambio climático y la degradación medioambiental no es sólo una cuestión de supervivencia, es también una inmensa oportunidad, si la ejecutamos bien, si somos consistentes y persistentes a lo largo de los próximos años, si no utilizamos la crisis para postergar nuestro deber con la emergencia climática, creo que la transición ecológica nos va a ayudar a ser más prósperos y más competitivos, nos va a permitir crear nuevas industrias, vamos a crecer en un punto adicional del producto interior bruto cada año y más de un millón de nuevos empleos se van a poder crear solo en esta década.

También nos va a ayudar a reducir drásticamente nuestra dependencia de la energía y de materias primas procedentes del extranjero, pensemos la vulnerabilidad de Europa frente a la Rusia de Putin. Va a abaratar sustancialmente la factura eléctrica de nuestros hogares, va a hacer más competitivas a nuestras empresas, va a reducir, además ─se habla poco de esto, pero creo que es muy importante decirlo aquí─ va a reducir además nuestras enfermedades y va a salvar más de 300.000 vidas al año que hoy se siegan prematuramente como consecuencia de la contaminación del aire o los eventos climáticos adversos.

En fin, lo que quiero decir con esto es que la agenda verde no es, como dicen algunas formaciones políticas a la ultraderecha, un obstáculo para la competitividad de Europa, es su mayor esperanza.

Por eso, debemos celebrar que, bajo la Presidencia española, la Unión haya dado pasos muy importantes en este ámbito. Hemos alcanzado acuerdos para reducir las emisiones de gases contaminantes de las industrias, también para avanzar hacia un transporte aéreo sostenible. Hemos aprobado varios reglamentos pioneros que nos van a ayudar a reutilizar mejor los residuos y a tener productos más duraderos, más reparables y más reciclables. Y hemos conseguido y, en esto quiero agradecer también la labor del Parlamento Europeo, algo muy importante para esta Presidencia, y es una Ley de Restauración de la Naturaleza, que va a servir para recuperar todos los ecosistemas degradados en Europa de aquí a mediados de siglo.

Y, asimismo, hemos presentado un frente común, querida Presidenta de la Comisión, en las negociaciones de la COP28, una conferencia que hoy nos ha anunciado el fin o al menos el abandono de los combustibles fósiles, que creo que es una de las mejores noticias que podíamos haber recibido desde Dubái en estos últimos días.

Y estoy convencido de que en un futuro no muy lejano las regiones que más crecerán serán aquellas que sepan hacerlo en equilibrio con la naturaleza. Y gracias a las medidas que estamos adoptando, yo creo que Europa está en condiciones de encabezar esa economía equilibrada con la naturaleza.

Reindustrialización, adaptación y respuesta a la emergencia climática. Y, en tercer lugar, justicia social y económica.

Permítanme que les cuente algo. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, como consecuencia de la dictadura franquista y de la autarquía que tuvimos durante cuatro décadas en España, dos millones de españoles y españolas, entre ellos mi abuelo y mi padre, emigraron a Europa en busca de empleo y de oportunidades, que desgraciadamente no existían en nuestro país. Aquellos migrantes tuvieron que lidiar con algunos prejuicios y también con rechazos, pero sobre todo, encontraron naciones acogedoras con gentes tolerantes que les abrieron las puertas de sus hogares, gentes con las que muchos de ellos y ellas se terminaron casando y formando familias verdaderamente europeas.

Y fue aquí, en Centroeuropa, donde nuestros padres, madres, abuelos y abuelas descubrieron algo muy importante, y es que el empleo podía ser algo más que una manera de subsistir y convertirse en una forma digna de vivir. Fue aquí donde descubrieron también que el Estado de bienestar garantizaba educación, salud pública y pensiones dignas para los mayores cuando se retiraran de su vida laboral. Y cuando regresaron a España, tras el final de la dictadura, esos migrantes trajeron consigo aquellos avances y los convirtieron en una aspiración de país, con su voto, con el liderazgo político, también con la participación sindical, con la participación empresarial, trabajaron para que la economía de España, además de ser próspera, fuera justa. Hoy, nosotros gobernamos en España para hacer también que esa realidad continúe estando vigente.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que Europa necesita ganar competitividad. Debemos elevar nuestra productividad para seguir creciendo, como también debemos lograr que las oportunidades y la riqueza generada llegue a todos los ciudadanos y ciudadanas y que el coste de las transiciones verde y digital no recaiga en los más vulnerables.

Durante nuestra Presidencia rotatoria se han dado pasos muy importantes en esta dirección. Una dirección compartida por las instituciones comunitarias por la mayoría de los Estados miembros, también por los representantes sociales, tal y como quedó de manifiesto en la Cumbre Social Tripartita que celebramos Consejo o Comisión y nosotros ostentando la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea el pasado mes de octubre en Bruselas.

Estamos a punto de culminar yo creo que algo muy importante, que es la reforma histórica del mercado eléctrico, que ha ocupado mucho debate en esta Cámara como también en el Consejo Europeo. Una reforma que, además de fomentar la necesidad de impulsar las energías renovables, va a hacer que los precios de la luz sean más bajos, sean más estables, inserten mayor transparencia en el sistema y, por tanto, mayor información para los consumidores, nuestros conciudadanos, y va a proteger a los ciudadanos frente a los posibles abusos de las multinacionales energéticas.

Y también se han aprobado varias medidas que van a reforzar los derechos de los consumidores y van a mejorar las condiciones laborales de millones de trabajadores.

Y, al mismo tiempo que se han cosechado avances notables en el pilar social en este ámbito, también quiero subrayar otros, como es por ejemplo la puesta en marcha de la tarjeta de la discapacidad, el desarrollo de nuevas directivas para combatir una violencia estructural en todas las sociedades europeas, como es la violencia contra las mujeres y la trata de seres humanos, y ampliar los derechos de otros colectivos vulnerables.

Ahora solo nos falta que culminemos la revisión del marco financiero plurianual y a eso estamos convocados en el Consejo que vamos a empezar a debatir a lo largo de esta semana en el día de mañana.

También la reforma de las reglas fiscales con un acuerdo, esperemos antes de que finalice el año, que nos permita mantener unas cuentas públicas saneadas y, al mismo tiempo, podamos financiar adecuadamente todas las obligaciones que tienen los Estados miembros en el ámbito de la defensa, de la seguridad, de la transición ecológica, de la transformación digital y, lógicamente, de los servicios públicos y las prestaciones sociales que nuestros ciudadanos merecen y exigen.

En fin, confiemos en que ambos acuerdos se logren antes de que termine este mes.

Nuestra cuarta prioridad ha sido reforzar la unidad europea en los últimos años. Miren, en los últimos años, Europa, lo saben ustedes muy bien, se ha visto sometida a tensiones y ataques que buscaban una cosa, y era quebrarnos, era dividirnos, pero no lo han logrado, nos han cohesionado aún más.

Ya nadie habla de salir de Europa, ya nadie celebra el Brexit, salvo algunos partidos en la ultraderecha, ya nadie habla de abandonar la Unión Europea ni de reducir tampoco los vínculos entre los Estados miembros. Al contrario, el apoyo ciudadano y político al proyecto europeo, además, como consecuencia de la respuesta que le hemos dado a la pandemia, ha crecido a lo largo y ancho de Europa.

Hemos comprendido algo muy importante, señoras y señores diputados, y es que en este mundo de gigantes para prosperar debemos estar más unidos que nunca, más integrados en el plano interior y más coordinados ante los desafíos externos que estamos afrontando.

Por este motivo, como bien señalaba antes la presidenta del Parlamento Europeo, debemos celebrar los avances logrados en el Pacto de Migración y Asilo. Yo me comprometo a que durante estas próximas semanas trabajaremos para lograr definitivamente un pacto que va a ser bueno para Europa y para el conjunto de nuestras sociedades, porque nos va a permitir gestionar mucho mejor, desde un punto de vista controlado, la migración irregular. Vamos a reforzar la dimensión exterior con esa cooperación con los países de tránsito y de origen. Y, lógicamente, también vamos a impulsar pues una política migratoria regular y ordenada en nuestros países.

También quiero decirles que, en fin, hemos tenido que celebrar el acuerdo parlamentario logrado sobre la reforma de los Tratados, los avances sustanciales en materia de ampliación, que tuvieron un hito importante en el Consejo Informal de Granada y que podrían validarse en el Consejo Europeo que va a arrancar en el día de mañana. Ha llegado la hora, en este sentido, de que la Unión Europea abra sus puertas e integre en su seno a Ucrania. También a Moldavia y a los países de los Balcanes Occidentales.

Debemos celebrar también la consolidación de la Comunidad Política Europea, que reunió en la ciudad española de Granada a más de 40 jefes de Estado y de gobierno, y el apoyo sostenido y unánime que la Unión Europea está brindando a Ucrania en su guerra por la libertad y en su camino hacia la membresía europea.

Simplemente contarles una anécdota. Yo inicié el pasado mes de julio la Presidencia española con un viaje a Kiev y espero poder cerrarla con una apertura de las negociaciones de adhesión de este país una vez conocido el informe de la Comisión Europea. Pero sobre todo, sobre todo lo que esperamos todos, y yo también, es por poder volver a Kiev muy pronto para celebrar la retirada de las tropas rusas y la llegada de la paz justa y duradera a un país que está luchando por su libertad y también por la nuestra.

Quiero decir que esa claridad y esa unidad con la que los europeos nos hemos posicionado ante la invasión ilegal, injusta e injustificada de Putin a Ucrania ha sido clave. Nos ha servido para frenar crímenes y también para salvar vidas.

Por eso también creo, señoras y señores diputados, que ha llegado la hora, después además de lo ocurrido ayer en Nueva York en la Asamblea General de Naciones Unidas, de pronunciarnos con la misma claridad y unidad sobre lo que está ocurriendo en Israel y Palestina.

Si queremos que el mundo nos respete como un actor geopolítico consecuente y relevante, si queremos que nuestros países y también ciudadanos se sientan orgullosos de nuestras acciones y vean que los valores europeos no son solamente palabras, debemos hablar alto, claro y con una sola voz.

Debemos condenar lógicamente los atentados terroristas perpetrados por Hamás, exigir la inmediata e incondicional liberación de todos los rehenes que ahora mismo están capturados por Hamás. Debemos apoyar la lucha contra el terrorismo en Oriente Medio y debemos reconocer, sin duda alguna, el derecho de Israel a defenderse y a existir.

Pero con la misma convicción y los mismos valores debemos decir "basta", basta a la muerte de civiles inocentes en Gaza, incluidos miles de niños y niñas.

Los bombardeos deben cesar inmediatamente, debe abrirse un alto el fuego humanitario. La ayuda humanitaria debe llegar con urgencia y la cantidad suficiente a gente que está pasando hambre, sed y frío.

Y Europa debe exigir el cumplimiento del derecho internacional y el derecho internacional humanitario particularmente. Debemos contribuir activamente a la búsqueda de una solución definitiva e integral de este conflicto, proporcionando una perspectiva de paz creíble seria, que dé contenido a la solución de los dos Estados.

Ello implica reconocer, como aquí se ha reconocido en el Parlamento Europeo en otras legislaturas, la existencia del Estado palestino, que conviva en paz y seguridad junto al Estado de Israel.

Y en este tema, como el de Ucrania, Europa necesita unidad. Y yo les garantizo aquí que, en los próximos meses, lógicamente, España hará cuanto esté en su mano para poder forjar esa unidad.

Unidad en la diversidad y en la adversidad. Ese creo que debería ser, en mi opinión, el lema que guíe la Unión Europea en estos tiempos tan cruciales y complejos.

Señora presidenta, señores y señoras diputados y diputadas, termino con una reflexión sobre el futuro y sobre nosotros mismos.

En esta Cámara hay fuerzas políticas que no creen en Europa. Que consideran a Europa una sociedad decadente, mimada, obsesionada por acometer la transición ecológica y defender unos niveles de igualdad y de bienestar social que no nos podemos permitir.

Esas fuerzas políticas repudian o ignoran todos los avances logrados a lo largo de estas últimas décadas. Temen el futuro y solo quieren huir a un pasado glorioso que, por cierto, nunca existió y al que resulta imposible regresar.

Yo tengo que decirles que no comparto este pesimismo. No comulgo con ese pensamiento reaccionario. Claro que hay cosas que tenemos que mejorar. Claro que hay cosas que no funcionan, pero eso no debe hacernos olvidar que, a pesar de todo, Europa progresa. No ha parado de hacerlo desde el final de la Segunda Guerra Mundial y no existe ningún argumento empírico, ningún dato, para pensar que no vayamos a seguir haciéndolo en el futuro.

Europa cuenta con todos los ingredientes necesarios para seguir siendo lo que es hoy: una de las regiones más prósperas y socialmente avanzadas del planeta.

Representamos, señoras y señores diputados, la mitad de la inversión global en bienestar. Somos el mayor agente comercial del mundo. Somos el primer receptor de inversión extranjera directa y somos el segundo mejor ecosistema de innovación.

Por tanto, lo que quiero decir es que tenemos el talento, las empresas, las instituciones públicas necesarias para liderar la transición ecológica y el desarrollo de las industrias del futuro.

Esto, además, no son opiniones, son hechos contrastados y contrastables.

Y si les menciono aquí estos datos, no es para que caigamos en la autocomplacencia ni tampoco en la inacción. Hay mucho trabajo que hacer, quedan muchos problemas por resolver y muchas injusticias que corregir.

Los menciono para que seamos conscientes de nuestro enorme potencial, para que entendamos que es posible construir una Europa con compañías líderes, con energía limpia y barata, con pleno empleo, con salarios dignos, con buenos servicios públicos y con un mejor nivel de vida para la mayoría social de nuestro país.

Señoras y señores diputados, yo creo que ha llegado la hora de mirar al futuro con más ambición y con más optimismo que nunca. Porque el desafío que tiene la Unión Europea por delante no es evitar su declive, ni tampoco resistir al desarrollo de otras regiones del mundo, nuestro desafío es liderar una nueva era de prosperidad global.

Y yo, señoras y señores diputados, estoy convencido de que lo vamos a lograr.

Nada más y muchas gracias.

RÉPLICA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Presidenta, señorías, creo firmemente que la Presidencia española ha sido exitosa y muy fructífera para Europa porque hemos logrado avanzar en una coyuntura internacional extraordinariamente compleja. En mi primera intervención lo decía, debemos estar unidos en la diversidad y también frente a la adversidad que estamos sufriendo.

En todo caso, en este debate he escuchado afirmaciones erróneas y maliciosas sobre la calidad democrática y el Estado de derecho en mi país. Afirmaciones que evidentemente no puedo dejar pasar como presidente del Gobierno, no porque me ofendan a mí, ni a los 48 millones de españoles a quien represento, sino porque son rotundamente falsas.

Miren señorías, podemos discrepar en las ideas, podemos tener ideologías diferentes, pero los hechos son los hechos. Si queremos mantener debates serios y productivos debemos ser empíricos y argumentar con los datos en la mano. Y los datos son categóricos, señorías.

España es una de las democracias más plenas del mundo. Lo es. Ocupa una posición de vanguardia en los cuatro grandes rankings de calidad democrática que existen, habiendo mejorado su puntuación en todos ellos desde que tengo el honor de ser presidente del Gobierno de España.

Evidentemente, España es una democracia joven respecto a otras, imperfecta como lo somos todos, pero superior en calidad, según todos los estudios empíricos a algunas de las más antiguas del mundo.

España, además, tiene un Estado de derecho pleno, uno de los 25 más robustos del mundo, según el prestigioso Rule of Law Index de World Justice Report. Y si no ocupamos una posición mejor, señorías del Partido Popular, es porque hay un caso claro de lawfare viendo como el Partido Popular está secuestrando durante cinco años consecutivos la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Por tanto, debemos debemos acabar con este atropello a la Justicia que debilita evidentemente nuestra democracia. Y, por eso, quiero aprovechar la ocasión para reiterar al Partido Popular mi disposición a llegar a acuerdos de Estado para renovar el Consejo General del Poder Judicial, también para reformar el artículo 49 de nuestra Constitución y contar con un nuevo modelo de financiación autonómica que es muy importante para un Estado compuesto como el español.

Creo que el periodo electoral acabó ya. Las urnas ya han hablado. España cuenta con un Gobierno legítimo, estable, y ahora toca trabajar por el interés general y ponerse de acuerdo. Y creo que podemos y debemos entendernos, de la misma forma que nuestras familias políticas se entienden y votan juntos a menudo en esta Cámara como yo a menudo lo he hecho a nivel del Consejo Europeo y para ello pediría al Partido Popular que, en fin, que siguiera el ejemplo de otros partidos conservadores europeos y rompa su idilio con la ultraderecha, porque de eso estamos hablando.

Fíjense, señorías, solo en la última década el porcentaje de voto a la ultraderecha en Europa se ha duplicado. Hoy la ultraderecha es la primera opción conservadora en uno de cada tres Estados miembros, y el 30% de los ciudadanos y ciudadanas europeos viven ya bajo su gobierno, ya sea a nivel nacional o a nivel regional.

Esta es la verdadera amenaza. La verdadera amenaza para nuestra democracia y para el proyecto europeo.

Y el riesgo para la democracia no deriva de la existencia de un gobierno de coalición progresista en España, perfectamente alineado con los valores y con los principios europeos y legítimamente elegido por el pueblo español.

Tampoco deriva de la política de negociación y de normalización que estamos desplegando desde el año 2018 en Cataluña. Como ustedes recordarán, hace una década allí se produjeron episodios de discordia, de desencuentro, que produjeron mucho dolor, trauma y que trascendieron nuestras fronteras con imágenes que aún nos entristecen.

Nadie puede estar orgulloso de esa época.

Recuerden lo que dijo entonces Europa, señorías.

El señor Reynders, Comisario, declaró públicamente y le cito "Espero que se pueda retomar el diálogo entre Madrid y Barcelona". Y el señor Rangel que acaba de intervenir hoy aquí afirmó que le parecía un grave error, y cito textualmente "avanzar con la persecución judicial y la prisión a los responsables políticos en Cataluña".

Eso es lo que se nos pedía entonces, señorías, y eso es precisamente lo que ha hecho mi Gobierno: retomar la negociación y la política para tratar de resolver un problema que heredamos del fracaso absoluto de la anterior administración del Partido Popular.

Y los resultados están ahí para quienes quieran verlos.

Los indultos han funcionado. La negociación y la normalización institucional están funcionando y estoy convencido, además, de que la amnistía apuntalará este noble objetivo, Porque hoy la situación en Cataluña es, señorías, infinitamente mejor que la que había en el año 2017.Y la vamos a seguir mejorando.

Al señor Puigdemont quiero decirle que está en nuestras manos lograrlo, que debemos hacerlo por las vías de la política, de la negociación y de la Constitución.

Y yo creo que la Ley de Amnistía es un paso importante en la buena dirección. Una ley que respalda una amplia mayoría de nuestro Parlamento, 178 escaños. Estamos hablando de 12 millones de personas representadas en esos escaños, que es constitucional y que solo persigue un fin y es superar un conflicto y ayudar a sembrar la concordia entre nuestros compatriotas.

Desde luego, también puedo garantizarles que vamos a continuar promoviendo el uso de lenguas cooficiales reconocidas en nuestra Constitución y que expresan el sentir y las emociones de 13 millones de habitantes en nuestro país.

En definitiva, señorías, no es la apuesta por el reencuentro y la superación de contenciosos políticos a través de la política, lo que amenaza la democracia. No, en absoluto.

La verdadera amenaza en España y en Europa es el avance de la ultraderecha.

Y también, si me lo permiten, la irresponsabilidad de las derechas tradicionales que le están abriendo las puertas a los gobiernos de coalición y están haciendo suyas muchas de las ideas [inaudible].

Esa es la amenaza que se cierne sobre el proyecto europeo. Ese tándem reaccionario debilita, señor Weber, el proyecto europeo. Es el que está erosionando las democracias, el que está ilegalizando partidos políticos, el que ataca la separación de poderes, el que silencia los medios de comunicación críticos, al tiempo que socavan el proyecto europeo, frenan la transición ecológica y ponen en jaque los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI, como está ocurriendo en España.

Señor Weber, le interpela usted directamente. ¿Es usted consciente de todo ello? ¿De verdad se siente cómodo siendo cómplice de esta amenaza?

Yo, se lo digo de verdad, celebro que después de 20 años en esta Cámara haya empezado a interesarse por lo que pasa en España. Pero si realmente quisiera ayudar, si realmente quisiera ayudar, mi recomendación, señor Weber, es que conozca antes nuestro país y no se limite a repetir las proclamas infundadas que les pasan los colegas del Partido Popular Español.

Dígame, señor Weber, ¿usted sabe quiénes son los aliados del Partido Popular en España? ¿Sabe usted qué representa y qué piensa Vox realmente? ¿Sabe cómo define VOX a la Unión Europea? Le cito textualmente: lo define como "un megaestado federal parecido a la Unión Soviética".

¿Sabe a qué se refieren o cómo se refieren a las instituciones comunitarias? Les cito textualmente: "oligarquías degeneradas que quieren convertir naciones enteras en estercoleros multiculturales".

¿Sabe usted que su líder, el líder de VOX, Santiago Abascal, ha dicho que, y le cito textualmente: "España es un país encadenado por el cuello por la maquinaria despótica de Bruselas y roída por los pies, por las autonomías"?

¿Está usted a favor de estas declaraciones anti europeístas, señor Weber? Porque son contrarias a un Estado federal, por cierto, muy parecido al Estado federal que tienen ustedes en Alemania.

¿Y qué opina de la propuesta de Vox de ilegalizar ciertos partidos políticos, de impedir el acceso a las comparecencias en los medios de comunicación de los medios críticos? ¿Le parece a usted democrático? ¿Cree usted que es bueno para el Estado de Derecho en España? Y ya que estamos, le pregunto ¿qué sabe usted de las políticas que están desplegando VOX con el Partido Popular en los cinco gobiernos autonómicos y en los 130 municipios que gobiernan? ¿Sabe usted que están bajando los impuestos a las grandes fortunas mientras se están recortando derechos públicos? ¿Sabe que están eliminando las políticas y recortando los fondos públicos destinados a combatir la violencia de género? ¿Sabe que están frenando el despliegue de las energías renovables? ¿Sabe que están censurando conciertos, películas y obras de teatro, a la vez que están recuperando los nombres en las calles de nuestras ciudades de insignes personas vinculadas con la dictadura franquista?

¿Ese sería también su plan para Alemania, señor Weber? ¿Devolverle a las calles y plazas de Berlín el nombre de los líderes del Tercer Reich?

España, señorías, es una democracia, es una democracia plena. Somos un país europeísta, como lo es su Gobierno. España tiene un Estado de derecho robusto, un Gobierno absolutamente legítimo y capaz. Y les invito a no confundirse de adversario. Ese error ya lo cometió la derecha europea en el pasado y Europa lo pagó muy caro.

Nada más y muchas gracias, señorías.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)