Intervención del presidente del Gobierno en el acto solemne que conmemora el 40º aniversario de la adhesión de España a la OTAN

30.5.2022

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Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Majestad.

Secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, presidenta del Congreso, Meritxell Batet, presidente del Senado, Ander Gil, presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, presidentes del Gobierno, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, ex secretarios generales de la OTAN, Willem Claes, Javier Solana, Lord George Robetrson, Anders Fogh Rasmussen, vicepresidentas, ministros, ministras, alcalde de Madrid, embajadores permanentes de la OTAN, embajadores y jefes de misión acreditados en España, autoridades.

Señoras y señores, hoy estamos celebrando y recordando una fecha muy especial para nuestro país.

El 30 de mayo de 1982, España se convertía en el miembro número 16 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Cumplimos, en consecuencia, 40 años de alianza con un grupo de países que comparten esa forma de estar en el mundo que llamamos democracia.

Sociedades que hemos elegido gobernarnos desde la libertad, desde la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

Esta pertenencia cumple una misión trascendental, sobre todo en estas fechas. Nos permite ser lo que somos y además garantiza que seremos lo que España decida ser, porque no hablamos solamente de una alianza militar, con ser esto evidentemente importante, sino de una alianza entre países en defensa de los principios que originan la prosperidad y el bienestar de nuestros pueblos.

Para todos nosotros, aquella adhesión supuso mucho más que un trámite multilateral.

España comenzaba entonces una nueva andadura y también, yo diría, exitosa, tras décadas de oscuridad y de bloqueo como consecuencia de la dictadura franquista.

Y lo hacíamos entonces llenos de esperanza, de fuerza, pero también, lógicamente, con incertidumbres, que muchas cosas nacían de inercias y temores provenientes de nuestro pasado más reciente.

La incorporación que hoy celebramos se debió, en buena medida, al esfuerzo conjunto del entonces presidente del Gobierno de España, Leopoldo Calvo Sotelo, y del que era secretario general de la OTAN, Joseph Luns, ambos ya fallecidos.

Así que quisiera que estas primeras palabras fueran también en recuerdo de ambas personas, como también para el presidente Adolfo Suárez.

Pero la joven democracia que éramos demandaba algo más. Era, en primer lugar, necesario hacer un reconocimiento del intenso debate que había en la sociedad española de entonces sobre la propia entrada y los términos de la participación de España en la organización.

Y fue el presidente Felipe González el que con valentía, con coraje, asumió el reto planteando a la ciudadanía la conveniencia de permanecer en la Alianza Atlántica mediante un referéndum consultivo.

¿El resultado? Más de un 52% de votos a favor de la permanencia convirtió a nuestro país, a España, en el primer país perteneciente a la OTAN por decisión popular, legitimando definitivamente el ingreso de España que hoy estamos celebrando.

España quiso decidir por sí misma y lo que decidió fue algo muy sencillo y es el regreso de España al espacio natural al que pertenecía en el orden mundial. Un espacio de seguridad y progreso, un espacio de garantías ante cualquier amenaza que pusiera en riesgo, en peligro, nuestra recién conquistada libertad y democracia.

Posteriormente correspondió al Gobierno de José María Aznar dar un paso también muy importante a favor de la integración de España en la estructura militar de la OTAN. Una iniciativa que coincidió además con el término del mandato de Javier Solana como secretario general de la OTAN e implementada por su sucesor, Lord Robertson. Tras esta integración, en concreto, el 1 de enero de 1999, España se convirtió en un sujeto activo de las estructuras de mando y fuerzas de la Alianza.

En 2019 se aprobó el que hoy llamamos concepto estratégico de Lisboa, de nuestra vecina Lisboa, que todavía hoy rige los pasos de la Alianza, con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero dirigiendo la participación de España en su elaboración.

Sin embargo, la adhesión ilegal de Crimea por parte de Rusia en el año 2014 introdujo un cambio de escenario que superaba a dicho concepto estratégico, tal y como se puso de manifiesto en la cumbre de Gales, en la que participaron el presidente de Rajoy y también el secretario general, Anders Fogh Rasmussen.

Señoras, señores, Majestad,

He querido recordar todos estos hitos, no solo porque nos acompañan hoy aquí muchos de los protagonistas de los 40 años de España de pertenencia en la OTAN, a quienes lógicamente agradezco todo el esfuerzo de venir hoy aquí a Madrid a acompañarnos en esta fecha tan señalada, sino porque marcan el camino, también el contexto, que nos llevará en pocas jornadas a la celebración por segunda vez en la historia de nuestro país, de una cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid, en la capital de España.

España ha vivido su pertenencia a la Alianza Atlántica con, yo diría, naturalidad. De su mano hemos abordado con éxito el reto de modernizar nuestras Fuerzas Armadas que han sabido, por cierto, aprovechar esta gran oportunidad con un grado extraordinario de compromiso y de profesionalidad.

Además, España ha realizado una aportación creciente, significativa, reconocida por todos los aliados, comprometiendo unidades para las fuerzas de respuesta y la participación en la mayoría de las operaciones militares y misiones que se han desarrollado por parte de la OTAN.

La OTAN también nos ha ayudado, sin duda, a cimentar la relación de España con el mundo occidental y en especial con un vínculo transatlántico que ha devenido, diría, incluso aún más importante en estas fechas, con Estados Unidos y, en consecuencia, también con Canadá.

Y además, la OTAN ha contribuido enormemente a un bien público fundamental que hoy cada vez vemos con mayor importancia, que es la seguridad entre otros factores, porque la democracia que nuestras sociedades disfrutan y la prosperidad también de nuestros ciudadanos, necesitan imperiosamente de la seguridad, porque, cuando nuestras sociedades están en peligro, todos sus fundamentos corren el riesgo de colapsar.

Así, por desgracia, lo estamos comprobando con extraordinaria crudeza en estos últimos y trágicos meses. Nos enfrentamos al que probablemente sea el mayor desafío para la OTAN en su historia reciente. También lo es para una organización tan importante para España como es la Unión Europea y, en definitiva, para el orden internacional que construimos todos juntos después de la Segunda Guerra Mundial.

Las atrocidades cometidas en la Guerra de Ucrania, la brutalidad y la destrucción y la muerte injustificable de víctimas inocentes nos obligan a condenar, en primer lugar y sin paliativos, las acciones del presidente Putin, que suponen una violación flagrante del derecho internacional.

Pero Putin, es evidente que no va a lograr sus objetivos porque todos los aliados le hemos demostrado, y lo vamos a seguir haciendo todos los días que dure esta guerra, que nuestra firmeza en el apoyo a Ucrania es inquebrantable.

Desde el principio ha quedado claro que la unidad y la cohesión entre aliados es la mejor arma de disuasión de la OTAN para impedir una escalada del conflicto. Desencadenar la guerra es la única forma que ha encontrado Putin para frenar las legítimas aspiraciones, que tienen sociedades como la ucraniana, de avanzar hacia la democracia, el Estado de Derecho, el respeto de los derechos humanos, la solidaridad y la paz.

Y lo ha hecho por una única razón, y es porque la amenaza que representa la democracia para su propio régimen autoritario es realmente lo que le preocupa. Por eso, frente a los enemigos de las sociedades abiertas como las que defendemos los aliados de la Alianza Atlántica, debemos acertar en nuestras decisiones y en la definición de nuestro futuro más inmediato.

El primer paso, sin duda alguna, es preservar la unidad de todos los que creemos en la democracia, en el Estado de derecho, en el orden internacional, basado en normas que protegen aquellos principios tan elementales como son las libertades civiles y las libertades políticas,

Los lazos que vinculan a la OTAN, a los miembros también de la Unión Europea y a muchos otros países de la comunidad internacional, nacen de un sentimiento compartido de justicia e igualdad y que expresan la determinación con la que vamos a defender nuestros principios y nuestros valores. Por eso, la unidad, además, es esencial para fortalecer nuestra seguridad.

La guerra de Ucrania ha abierto los ojos, sin duda alguna, a las sociedades europeas, también a la sociedad española. Muchas personas han entendido que nuestra seguridad no está garantizada de forma indefinida, que la peor adversidad, como hemos visto hace muy pocas semanas, puede instalarse con rapidez en nuestras realidades y corromperlo todo.

Precisamente por ello, es necesario el esfuerzo coordinado y diario de los aliados para preservar esa libertad.

Hoy nuestra seguridad está amenazada por el régimen de Putin y por lo tanto, apoyar a Ucrania con decisión es la única forma de asegurar que la Europa y el mundo, yo diría, que hemos construido, tengan un futuro cierto.

Es imprescindible, en consecuencia, que reforcemos nuestra capacidad de disuasión, lo cual, sin duda alguna, va a exigir capacidades militares modernas, capaces, disponibles, que solo se adquiere mediante un aumento de la inversión en defensa. Somos muy conscientes de ello.

Pero también sé y es algo que tenemos que transmitir a nuestras sociedades y sin duda alguna lo que voy a hacer a la sociedad española, que debemos hacer ese esfuerzo, porque mucho mayor es el coste de quedarse de brazos cruzados mientras se pone en jaque lo más elemental, lo más fundamental de nuestras sociedades, como es la libertad y nuestro modelo de convivencia pacífica y democrática.

Una de las principales consecuencias de la guerra de Putin, completamente contraria a sus objetivos estratégicos al inicio del conflicto, ha sido la revitalización de la OTAN.

En pocas semanas celebraremos aquí la que probablemente sea una de las cumbres más importantes, más trascendentales en sus 73 años ya de historia.

En Madrid vamos a definir lo que se llama la estrategia de la organización para la próxima década, el concepto estratégico con la novedad de las candidaturas de dos importantes países europeos como son Suecia y Finlandia, dos democracias consolidadas cuya aportación a la Alianza Atlántica tendrá un enorme valor y será además el momento de impulsar todos juntos la estrategia 360 grados y de proyectar un mensaje poderoso, una vez más, de unidad y de complementariedad entre la Unión Europea y la OTAN.

Una unión hoy esencial, aún más esencial para la defensa de nuestro modelo de convivencia. Porque no hay otro camino si queremos ofrecer un legado de libertad, de democracia y de paz a las próximas generaciones, a las generaciones de nuestros hijos, hijas, nietos y nietas. Debemos tomar decisiones que refuercen nuestra alianza y la doten de las herramientas y las capacidades adecuadas para abordar los desafíos que tenemos por delante.

Tenemos que mostrar, en definitiva, nuestra determinación de hacer de la Alianza Atlántica una alianza más fuerte y más eficaz en el siglo XXI.

El nuevo concepto estratégico, el concepto estratégico de Madrid, es nuestra primera oportunidad y yo la calificaría de meditada y también consensuada para afrontar ese futuro con decisión. Y deberá responder a los nuevos retos, pero también al renacimiento, como estamos viendo a las puertas de Europa, de viejas amenazas que creíamos superadas para siempre. Sin duda alguna, la guerra.

Quiero señalar que este nuevo concepto estratégico no se va a limitar solamente a la cuestión militar convencional, como consecuencia de la creciente importancia de las llamadas amenazas híbridas, la crisis climática, la emergencia alimentaria, entre otras, exacerbada ahora mismo por el conflicto en Ucrania, va a ir ese concepto estratégico mucho más allá.

La organización de la Cumbre de Madrid, Majestad, secretario general, señoras y señores, es una enorme responsabilidad para España, que asumimos con profundo honor y con un extraordinario orgullo.

Pero también la entendemos como una gran oportunidad para mostrar al conjunto de la ciudadanía española las ventajas de estos 40 años de pertenencia a la organización y compartir con toda ella, con toda la ciudadanía española, los debates estratégicos del presente y del futuro para nuestras sociedades y para la OTAN. Porque tenemos mucho camino por recorrer y queremos hacerlo juntos, de la mano de nuestros compatriotas, que son, en definitiva, a quienes nos dirigimos y a quienes defendemos.

En resumen, 40 años después, quienes heredamos todo el esfuerzo de los presidentes del gobierno que nos acompañan y los que, por desgracia, ya no están con nosotros, de los secretarios generales de la OTAN que hoy nos acompañan y aquellos otros que no están, podemos asegurar que pertenecer a la OTAN es fundamental para garantizar lo que somos, nuestro modo de vida, nuestra estabilidad y el futuro de las generaciones próximas.

Los aliados hemos elegido estar, yo diría que en el lado correcto de la historia, defendiendo una vez más la paz, el derecho internacional y hacerlo además con convicción y sin temor, promoviendo todo aquello que los aliados defendemos y es, en definitiva, un mundo más justo, próspero y seguro.

Así que feliz aniversario y muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)