Valencia
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO
Gracias. Muchas gracias Valencia. Gracias al director de ElDiario.es, a Ignacio Escolar. Gracias también al presidente de ElDiario.es, José San Clemente. Y por supuesto, gracias al presidente de la Generalitat, a Ximo, al alcalde por su hospitalidad, a la vicealcaldesa, al presidente de la Diputación, autoridades, amigos y amigas.
Que en medio de esta coyuntura tan compleja que estamos viviendo, estemos celebrando el que un medio digital cumpla diez años de vida, pues siempre es un motivo de celebración. Y que lo haga con la vitalidad que ElDiario.es exhibe cada día, me parece que es un motivo de orgullo, especialmente para las y los profesionales que lo hacéis posible.
Y me gustaría que mis primeras palabras fueran para ellos, para ellas. Darles las gracias por ejercer el periodismo con alma, con independencia, con espíritu crítico. Y gracias por enseñar la realidad cotidiana desde un ángulo social humanista, comprometido con las grandes causas por las que merece la pena luchar en nuestro tiempo.
Vuestra primera década de vida no ha sido precisamente una década cualquiera. Ha sido una década compleja, difícil. Rara vez en la historia, creo que podemos estar todos de acuerdo, se ha dado en un corto periodo de tiempo tantos cambios, tantas transformaciones y, por qué no decirlo, también muchos sobresaltos y fatalidades que aún estamos superando como la pandemia. Y ahí ha estado ElDiario.es, dejando testimonio de todo lo acontecido en este período.
Y me gustaría aprovechar la ocasión que me brinda esta efeméride del 10º aniversario para reflexionar en voz alta sobre esta década y hacerlo con una vocación con la que siempre deberíamos mirar a un pasado no tan lejano y que aún está condicionando nuestro presente, para aprender de la experiencia y también extraer valiosas conclusiones y lecciones que nos ayuden a superar los momentos de dificultad que estamos viviendo.
Mirad, yo creo que una de las principales lecciones que podemos sacar de esta década es que crisis puede haber, pero que las respuestas son diametralmente distintas.
La que vimos hace diez años, basada en el individualismo, la insolidaridad en la que la mayoría social paga a costa de un beneficio de una minoría, o la que pusimos en marcha desde el Gobierno de coalición progresista, junto con otros muchos gobiernos, también el gobierno de coalición aquí en la Comunitat Valenciana, que es lo que hemos hecho con el Covid-19, ahora también con las consecuencias económicas de la guerra de Putin en Ucrania, en la que España y Europa han actuado con determinación, con unidad, con solidaridad y con sensibilidad social, protegiendo a las familias, a las empresas, a lo que llamamos la clase media, la clase trabajadora y aquellas personas que son más vulnerables como consecuencia de estas crisis.
Una respuesta basada en el dogmatismo neoliberal frente a la crisis financiera que sufrimos a principios del año, de la década de 2010 y otra de clara inspiración progresista y, si me permiten, también socialdemócrata, para enfrentar primero una pandemia y después las consecuencias económicas de la guerra de Putin.
Creo que mirar una década atrás desde el presente ofrece lecciones valiosas y no solamente con la palabra, sino también con los datos, con los hechos. Fijaros si en la crisis financiera nuestro país tardó diez años, una década en recuperar lo que otros habían alcanzado en tres, en la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 hemos necesitado apenas dos años para igualar las cifras previas que teníamos a marzo de 2020.
Hoy España cuenta con más trabajadores y trabajadoras cotizando a la Seguridad Social que antes de la pandemia, con un volumen de contratación indefinida sensiblemente superior, con 50.000 trabajadores autónomos registrados al RETA que lo que había antes de la pandemia. Y si en 2012 la caída de tres puntos del Producto Interior Bruto como consecuencia de la crisis financiera destruyó más de medio millón de puestos de trabajo, es decir, el 3% del total de empleos en 2020, con una caída como consecuencia de los confinamientos que tuvimos que hacer de diez puntos del Producto Interior Bruto, el empleo sólo se redujo en un punto y medio en el peor momento de la crisis y hoy ya tenemos los niveles de empleo que teníamos antes de la pandemia.
Por tanto, ante la evidencia es inevitable preguntarse ¿Cuánto de todo el dolor en la respuesta a la crisis financiera se hubiera podido evitar con políticas distintas a las aplicadas entonces? ¿Cuántos empleos se habrían podido salvar? ¿Cuántas empresas? ¿Cuántos jóvenes no hubieran tenido que buscar fuera lo que su país no podía darles entonces? ¿Cuántas familias habrían podido dar una atención digna a sus familiares, dependientes, de no haber sufrido la brutalidad de los recortes en el estado del bienestar que sufrimos durante la década de 2010?
Y en las respuestas a estas preguntas, que son legítimas y son oportunas ahora que estamos viendo toda esta competencia fiscal a la baja, hay que recordar que lo importante es preservar y fortalecer el estado del bienestar, que es lo que cohesiona las sociedades desde el punto de vista social, también territorial, y sin duda alguna, también lo que hace es defendernos ante enfermedades, ante adversidades como la pandemia que hemos sufrido desde el año 2020.
Creo que el paradigma de la socialdemocracia sobre la ortodoxia neoliberal de 2012 es la principal lección que podemos extraer de cómo se ha gestionado la crisis financiera y cómo se está gestionando la crisis de la pandemia y también la crisis de Putin en Ucrania.
Y a quienes quieran comprar el relato de que, bueno, de que en 2012 el viento de la austeridad soplaba contra los intereses de España en Europa y por lo tanto, poco podía hacer cualquier gobierno, también el gobierno conservador de Mariano Rajoy entonces, me gustaría compartir con todos vosotros y vosotras una fecha, el 26 de marzo de 2020. Dos semanas después del inicio del confinamiento en España.
En aquel día celebrábamos una importante Cumbre del Consejo Europeo que tuvimos que hacer por videoconferencia, no podíamos desplazarnos a Bruselas, había diferencias notables entre todos los gobiernos europeos sobre cómo abordar la respuesta económica y social a la pandemia. Algunos países pretendían reeditar los esquemas de condicionalidad de cualquier tipo de ayuda en términos muy similares a los aplicados en el año 2012 con el rescate bancario en España, recortes de pensiones, recortes de derechos laborales.
Y aquel día yo me dirigí al resto de líderes europeos en estos términos que me gustaría compartir con vosotros. Lo que les dije es que hoy hay una respuesta unificada, potente y eficaz, o el impacto de esta crisis será más duro y prolongado. Y continuaba diciéndoles que no podemos cometer los mismos errores que durante la crisis financiera, porque esos errores sembraron semillas de desafección y de división en nuestras sociedades y también para con el proyecto europeo.
¿Qué es lo que quiero decir? Pues que dimos la batalla, que presentamos batalla. Que como hemos hecho más tarde a la hora de conseguir algo que parecía imposible como es la intervención con un mecanismo ibérico para Portugal y para España, para proteger a la clase media y trabajadora, para proteger a muchas industrias aquí presentes en la Comunitat Valenciana, pienso por ejemplo en la cerámica, bueno, pues dimos la batalla y la estamos dando ahora también abogando por una reforma del mercado eléctrico que nos permita contener los precios de la luz y los precios del gas.
Luchamos también por unos fondos europeos que son una gran oportunidad para todos los territorios y para España de poder modernizarse y de hacer frente a retos colosales, como pueda ser, por ejemplo, la lucha y la adaptación ante el cambio climático.
No nos rendimos. No nos rendimos hasta vencer resistencias y forjar una respuesta contundente y solidaria, una respuesta al fin de la que nos podemos sentir reconocidos, como es que Europa también proteja a sus ciudadanos ante esta adversidad.
Yo creo que es fundamental para recuperar el crédito del proyecto europeo allí donde más lo perdió una década atrás, entre la ciudadanía, el demostrar que estamos haciendo políticas en defensa y en protección de la mayoría social de nuestro país.
Mirad, hoy hemos conocido un dato muy importante que es una revisión al alza del PIB en nuestro país en el segundo trimestre del año. Yo dije en el debate del estado Nación que la previsión que teníamos era de un crecimiento del 1,1%. Bueno, estamos en un crecimiento del 1,5%, mayor del esperado. Y esto nos anima. Nos anima, porque creemos que protegiendo a la mayoría social y haciendo inversiones para poder modernizar nuestra economía y hacernos más competitivos de lo que éramos antes de esta crisis, es el camino de sortear situaciones tan complejas como la derivada de Putin en Ucrania.
Creo que hoy España y la Unión Europea se enfrentan a crisis muy difíciles, muy complejas, con muchísima incertidumbre. Esta vez con una guerra a las puertas de Europa como telón de fondo. Y la diferencia, en consecuencia, es que ahora nadie, o casi nadie tiene dudas acerca de cuál debe ser la respuesta.
Donde hubo rescate bancario esta vez, no solamente la iniciativa de un gobierno de coalición progresista, sino también de gobiernos liberales o incluso también gobiernos conservadores en Europa, se está planteando un gravamen extraordinario para que las grandes corporaciones que se están beneficiando de este contexto, las entidades financieras, claramente por el endurecimiento de la política monetaria, o las grandes energéticas, como consecuencia también de los beneficios extraordinarios que tienen por el alza de los precios. Bueno, pues estamos haciendo eso. Estamos proponiendo una redistribución del esfuerzo entre aquellos que más tienen para que contribuyan a financiar lo que es de todos, que es el estado del bienestar.
Donde hubo subidas indiscriminadas del IVA, pues hoy hay un reparto equitativo de cargas para que la clase media trabajadora no vuelva a ser la sacrificada.
Donde hubo insolidaridad y división Norte-Sur -recordemos como hablaban de España, de Grecia, de Portugal y de otros países durante la crisis financiera- hoy hemos forjado una respuesta conjunta con el suministro de la vacuna que ha logrado vencer al virus.
Y donde hubo amnistías y regalos fiscales para los más pudientes habrá reformas fiscales que garanticen que quien más tiene más contribuya a la hacienda pública para tener un estado de bienestar mucho más fuerte.
Hace una década sufrimos políticas que provocaron sufrimiento, que provocaron mucho sufrimiento de la clase media y trabajadora de nuestro país y una inmensa mayoría social de españoles y españolas condenada a pagar una suerte de triple factura: la factura de los brutales recortes de los servicios públicos, el rescate bancario y la amnistía fiscal a los grandes defraudadores, y envolviendo el conjunto una insoportable corrupción que aquí, querido presidente, evidentemente sufristeis de manera muy acuciada y que hoy es parte del pasado.
En 2022, diez años después de la puesta en marcha de esta aventura de elDiario.es, el gobierno de coalición progresista ha hecho que impulsemos el crecimiento del salario mínimo interprofesional un 56% por encima del vigente una década atrás.
Hoy sabemos, por cierto, con hechos no solamente de palabra, que era posible crear empleo estable y romper la cadena de temporalidad, que era posible proteger a los trabajadores autónomos y garantizar que los pensionistas no pierdan poder adquisitivo. Y hoy sabemos que la vía más recta entre dos puntos siempre es el acuerdo y no la imposición, como ocurrió en 2012 con una reforma laboral regresiva. Y este gobierno lo ha demostrado no una sino 15 veces en estos dos años y medio de legislatura, logrando acuerdos con empresarios, con sindicatos.
Mirad, entre el inicio y el final de esta década que os vio nacer -querido Nacho, queridos amigos, elDiario.es- media un abismo tan grande como la respuesta dada a los desafíos de un país que no quiere volver a tener que elegir entre proteger y avanzar. Ese dilema nunca ha existido para un gobierno que no deja de mirar al horizonte. No buscamos excusas para postergar nuestros deberes. Los avances, por ejemplo, en la transición ecológica aquí en la Comunitat Valenciana, lo sabéis muy bien.
Por culpa de la guerra de Ucrania hay otros no solamente movimientos políticos fuera de España, sino también dentro de España, que nos dicen que esto de la igualdad de género, esto de la transición ecológica, son debates muy interesantes, pero cuando las situaciones vienen mal dadas, vamos a dejar estas cosas a un lado, porque es para sociedades opulentas y para sociedades que solamente crecen. No, creo que es importante situar y redoblar todo el esfuerzo de la transición ecológica y alinear toda nuestra respuesta a esta crisis energética, a ese reto mayor que tenemos, que es hacer frente a la emergencia climática.
No aplazamos conquistas sociales, porque la lucha contra la inflación monopolice el debate público, como es lógico. Vamos a seguir avanzando en derechos como los alcanzados, por ejemplo, con la ley de eutanasia, con la libertad reproductiva, con la ley de protección a la infancia, mientras combatimos evidentemente la subida de precios con una batería de ayudas inédita en la historia de nuestro país.
No dejamos que las disputas territoriales se enquisten, como ocurrió en buena parte de la década pasada. Seguimos impulsando una agenda de diálogo, de reencuentro, para cerrar heridas y reconstruir la convivencia en Cataluña. Recordemos que en 2017 nuestro país sufrió un intento de ruptura, de secesión unilateral y hoy, en cambio, creo que entre todos estamos contribuyendo a restaurar la convivencia y, por tanto, a garantizar de verdad la unidad de España. Pero haciéndolo con diálogo, no con imposiciones y con el reencuentro y no con la confrontación.
Y hoy, gracias también a los fondos europeos y todas las reformas que estamos haciendo, la economía española tiene unos principios y unos pilares mucho más sólidos que hace una década para abordar muchas de las crisis que estamos viviendo. Y España vuelve al corazón de la Unión Europea, de la que estuvo ausente durante muchísimos años.
Por tanto, amigos y amigas, nos enfrentamos a grandes incertidumbres derivadas de un conflicto con un resultado incierto. Y lo hacemos con la conciencia de estar del lado correcto de la historia, porque más pronto que tarde vamos a doblegar la curva de la inflación, como doblegamos la curva de la pandemia. Y cuando la paz vuelva a Ucrania y a Europa, tendremos un país que habrá sabido prepararse y aprovechar todo este tiempo. Un país que será más competitivo por haber impulsado la dignidad: la dignidad laboral; la dignidad de nuestros estudiantes a la hora de acceder a una educación pública de calidad; la dignidad también de nuestros territorios, que merecen todo nuestro apoyo para poder desarrollarse; la dignidad de nuestro personal investigador y científico, que tanto nos ha ayudado a tener no una, sino 40 vacunas frente al Covid en menos de un año y medio, y la dignidad también de un sector tan importante para nuestro país como es el sector de la cultura.
Muy al contrario de los que siempre defendieron y siguen defendiendo que en España y en todos sus territorios solo se puede competir rebajando salarios, recortando derechos mientras se hacen regalos fiscales a la minoría más pudiente, como estamos viendo por desgracia, serán al final los historiadores quienes habrán de escribir el relato definitivo de esta década.
Pero sí me atrevería a decir que, dentro de diez años, cuando nos unamos para celebrar las dos décadas de ElDiario.es, echaremos la vista atrás y entenderemos mejor la dimensión de los retos que tuvimos que afrontar como sociedad y el alcance de los cambios que estamos poniendo en marcha. Y lo haremos, creo, desde un país mejor. Un país que supo aprovechar la oportunidad en medio de la tormenta. Una España mucho más sostenible, más feminista y más cohesionada. Una España líder en transición energética, referente mundial de derechos y libertades que hoy está en puestos en cuestión, no en países sin democracias, sino en democracias consolidadas, como por ejemplo Estados Unidos, con este cuestionamiento del derecho de las mujeres a decidir cuándo ser madres y cuándo no. En definitiva, una España que habrá demostrado que no hay riqueza más sólida que la del bienestar compartido, ni mayor progreso que el de alcanzar la justicia y la dignidad, además de mayores tasas de crecimiento.
Así que larga vida a ElDiario.es, enhorabuena a sus trabajadores y trabajadoras y un placer estar aquí con todos vosotros y vosotras en Valencia.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)