Intervención del presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la nación

12.7.2022

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Congreso de los Diputados, Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Muchas gracias, señora presidenta.

Señorías, quisiera también dar la bienvenida a estas Cortes Generales a presidentas autonómicas que veo que nos han acompañado en este debate tan importante. También a representantes de los sindicatos, de los agentes sociales, que tanto han hecho durante estos dos años y medio de pandemia por nuestro país. Gracias por acudir a este debate, estar presentes en este Debate sobre el Estado de la Nación, un momento muy importante de la vida parlamentaria de nuestro país. Un debate que se celebró la primera vez en la historia de nuestra democracia en septiembre de 1983.

También quisiera dar la bienvenida a los senadores y senadoras que pertenecen también a las Cortes Generales, a este su debate. Decía que el primer Debate sobre el Estado de la Nación se celebró en septiembre de 1983 y por aquel entonces nuestro país era una débil democracia, con una economía también muy frágil y un escaso peso internacional.

Hoy, 40 años más tarde, somos la cuarta economía de la Unión Europea. Pertenecemos al club de las democracias más consolidadas del mundo y España juega un papel protagonista en la construcción europea y muestra a sus aliados, como hicimos durante la pasada cumbre de la OTAN, lo que realmente es España, un país solvente y solidario, moderno y comprometido con la paz.

Cuando uno mira hacia atrás es fácil cometer el error de pensar que ese espectacular progreso era inevitable, que España estaba llamada a seguir la senda del desarrollo que otros países europeos consiguieron antes que nosotros. Pero no es así. No había nada escrito, todo estaba en el aire. Y quienes tienen suficiente edad o memoria saben que en aquellas décadas también hubo retrocesos y momentos decisivos en los que España estuvo a punto de desmoronarse. Pero no lo hizo.

España superó todas las adversidades. Un intento de golpe de Estado, el terrorismo, las diversas crisis económicas… España se impuso, señorías, a todos los obstáculos y prosperó a un ritmo que pocos países pudieron igualar en aquel periodo. Y lo hizo, y esto es lo importante, porque a pesar de todas las discrepancias, de todos los miedos y de todos los tropiezos, los españoles nunca perdimos la confianza en nosotros mismos.

Los españoles hemos sabido estar juntos cuando los problemas han amenazado nuestra convivencia desde la llegada de la democracia. Hoy la historia nos convoca de nuevo y lo hace con adversarios y con adversidades propias de una época que creíamos ya superada. Los tanques vuelven a marchar sobre Europa, los precios vuelven a los dos dígitos y la incertidumbre vuelve a entrar de lleno en los hogares de una España, una Europa y un mundo que comenzaban afortunadamente a superar la peor pandemia de los últimos 100 años.

Me gustaría decirles a los ciudadanos y ciudadanas que soy plenamente consciente de las dificultades cotidianas de la mayoría de la gente. Sé que el salario cada vez da para menos, que cuesta llegar a fin de mes, que la cesta de la compra es más cara. Sé que los españoles y españolas están dejándose la piel para sacar adelante a sus familias, a sus empresas y a sus trabajos.

Sé que la escalada de los precios está haciendo aún más difícil lo que antes ya era difícil pagar el alquiler o la hipoteca de un piso, tener hijos y cuidarlos, emprender o mantener un negocio, ahorrar para cualquier imprevisto… Y sé que, por culpa de la inflación, muchos de nuestros ciudadanos están teniendo que posponer proyectos futuros que ya llevan mucho tiempo parados. Lo sé y me hago cargo.

Me hago cargo porque llevamos más de dos años de grandes sacrificios personales, familiares y económicos. Y lo más grave, hemos sufrido la pérdida irreparable de miles de vidas humanas como consecuencia de la vida, vidas de personas que necesitábamos, que queríamos, y que echamos en falta cada día. Vidas que no podremos olvidar mientras vivamos.

Y ahora a todo este sufrimiento, un hombre, Vladimir Putin, ha añadido despiadadamente el desastre de la guerra. Y, por tanto, comprendo la angustia, la frustración y también el enfado de todos, porque también es el mío y me hago cargo, en consecuencia, del estado de ánimo de la gente. De nuevo, un desgraciado cúmulo de acontecimientos nos ha castigado y de nuevo nos toca reunirnos y luchar juntos contra la adversidad.

Señorías, este es el primer Debate que se celebra sobre el estado de la Nación en más de un lustro. El último se hizo en el año 2015. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Me permitirán la broma, el Poder Judicial no ha cambiado desde el año 2011 como consecuencia del bloqueo del principal partido de la oposición. Muchas cosas han cambiado desde entonces, en circunstancias normales, esta sería la oportunidad ideal para explicar a la ciudadanía las medidas económicas y sociales que hemos llevado a cabo en estos últimos años.

Y eso es lo que quisiera poder hacer y es lo que haría cualquier gobernante en unas circunstancias normales. Porque, a pesar de los errores que hayamos cometido en este periodo tan accidentado, y muy por encima de los desajustes que se hayan manifestado en el primer gobierno de coalición de la historia reciente de nuestra democracia, lo cierto, señorías, es que hemos cosechado avances indiscutibles. En apenas dos años y medio este Ejecutivo ha respondido a la peor pandemia del último siglo de historia de la humanidad.

Hemos tenido que hacer frente a adversidades naturales, como el volcán de la isla de La Palma, y al mismo tiempo hemos impulsado una agenda de modernización de nuestro país. Y estoy convencido de que, cuando se despeje la espesa niebla que han provocado la pandemia y la guerra de Putin en Ucrania, seremos más conscientes de ello.

Pero también sé que las actuales condiciones no son normales. Sé que ahora eso está en un segundo plano para la ciudadanía. Porque cuando uno sufre una dolencia grave en una parte de su cuerpo, no quiere oír hablar de lo sano que tiene el resto del cuerpo. Y los españoles, por tanto, no quieren oírnos hablar de lo que va bien ni de lo que hemos hecho bien. Quieren que nos centremos en lo que está mal y, sobre todo, que les expliquemos qué medidas estamos adoptando para solucionarlo. Y eso es, señorías, lo que voy a hacer hoy.

Voy a hablarles del presente y del futuro, no del pasado. Y voy a hacerlo con la honestidad que una sociedad libre y madura, como es la sociedad española, reclama y merece. Y no me voy a ir por las ramas. El gran reto que hoy tiene España se llama inflación. Señorías, una inflación tan elevada como la que sufrimos es una enfermedad grave de nuestra economía. Y lo es porque empobrece a todos y porque afecta especialmente a los colectivos más vulnerables.

Las facturas se disparan, los ahorros pierden valor, cuesta cada vez, como he dicho antes, más llegar a fin de mes. No hace falta que les contemos a los españoles y españolas los terribles efectos de esta inflación disparada, porque los conocen tan bien como nosotros. Pero sí es importante que compartamos un buen diagnóstico acerca de cuáles son las causas de esta elevación tan descontrolada de los precios. Porque sin un diagnóstico certero, claro, pues será siempre difícil tratarla.

Nuestros ciudadanos tienen dos opciones: deben elegir qué creen, el diagnóstico del curandero o el diagnóstico de los médicos especialistas. El curandero no tiene conocimientos científicos ni tampoco dispone de datos, y tampoco pretende curar la enfermedad. Quiere beneficiarse de esa enfermedad. El curandero nos dice que la inflación es culpa del Gobierno, que la ha provocado el Gobierno a base de subir el Salario Mínimo Interprofesional o de fomentar las energías renovables y que, por tanto, con otro gobierno esto no hubiera sucedido.

Este diagnóstico pues le resultará convincente a algunos porque es sencillo y porque viene a reafirmar prejuicios ideológicos bien arraigados en nuestro país, sobre todo en algunos sectores y muy propagado desde potentes altavoces mediáticos. Como, por ejemplo, que subir el Salario Mínimo Interprofesional perjudica la marcha de la economía y la creación de empleo. Como que el impulso a las energías renovables es contrario a la prosperidad, o que los gobiernos progresistas, gobiernos de izquierdas, no gestionamos bien la economía y se distraen en cosas innecesarias, sobre todo en momentos de crisis, como mejorar la vida laboral y los derechos laborales de nuestros trabajadores y trabajadoras, o fomentar la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.

Pero lo cierto es que no hay una sola institución internacional y nacional seria o un solo estudio empírico que avale las tesis del curandero. Y si nuestros ciudadanos, además, lo piensan un instante, se darán cuenta de cuán absurdo es esta tesis. Porque si la inflación actual es culpa del Gobierno de España, ¿por qué hay ocho países de la zona del euro y más de 65 países en el mundo que registran ahora mismo una inflación mayor que la española? Y, si el Gobierno gestiona tan mal la crisis energética, ¿por qué somos, junto con Portugal, uno de los países de la Unión Europea con los precios mayoristas de electricidad más bajos de toda la Unión Europea?

Señorías, lo que nos dicen los médicos especialistas de la economía y lo que nos dicen, además, la mayoría de los estudios de los organismos técnicos es que el desbocado crecimiento de los precios ha sido provocado por el encadenamiento de dos perturbaciones internacionales únicas en la historia reciente. La primera, la pandemia; la segunda, la guerra de Putin en Ucrania. Le diría a nuestros ciudadanos que recordáramos todos cómo la pandemia nos obligó a encerrarnos en nuestras casas y a detener durante semanas nuestra actividad económica de golpe.

Esto, ¿qué es lo que hizo? Pues hizo que muchas familias ahorráramos más de lo habitual. Y terminado, en consecuencia, el confinamiento, esas mismas familias de España, de Europa y del resto del mundo se lanzaron a consumir, lo que permitió también una reactivación de nuestra economía. El problema está en que hubo sectores, tanto dentro como fuera de nuestro país, que no estaban preparados para satisfacer esa demanda repentina.

Hablamos de fábricas, de minas, de puertos, de redes comerciales que se habían detenido bruscamente como consecuencia de los confinamientos en todo el mundo y a las que les resultó difícil retomar su actividad al ritmo que exigía la demanda, especialmente, porque muchas estaban en países que tardaron en recuperar la normalidad. Recordemos que en China hace escasas semanas han vuelto a confinar a millones de seres humanos, o que hay países que aún están vacunando. Y no digo con las dosis de refuerzo, estoy hablando de las primeras dosis que nosotros afortunadamente ya tenemos en nuestro cuerpo.

A este problema se unió el hecho de que, como la pandemia cambió también nuestros hábitos de vida y de compra, empezamos a demandar más algunos productos que antes. Empezamos a gastar más en alimentación, empezamos a consumir más electricidad, a reformar nuestras viviendas. Y lo cierto es que muchas cadenas de producción no fueron capaces de satisfacer ese incremento tan súbito de la demanda.

Todas estas distorsiones hicieron que las cadenas de valor en el mundo empezaran a acumular problemas y retrasos. Y nuestros ciudadanos y ciudadanas, y lo recuerdan durante aquellos meses o incluso ahora, lo han visto y lo han padecido: dificultad para conseguir determinados materiales y productos que vienen de fuera, por ejemplo, los chips; puertos colapsados con mercancías que aguardan a ser distribuidas, recordemos lo que pasaba hace escasas semanas en el puerto de Shanghái; largas listas de espera para hacerse con una lavadora, con un coche, con una bicicleta. La escasez hizo que los precios aumentaran al tiempo que subían también los costes de la energía por el aumento extra de la demanda en todo el mundo. Aumento del precio de la energía aún mayor, ahora lo sabemos, por los preparativos de la guerra de Putin, que, hace un año y ya lo dije, además, en esta tribuna, redujo a mínimos históricos las reservas de gas en Europa.

Y así, señorías, los precios empezaron a incrementarse en todo Occidente a mediados del año 2021. Simplemente, para que tengamos una foto de cuál ha sido la evolución tan explosiva de los precios a lo largo de estos últimos meses. La inflación española pasó a ser o pasado de ser, mejor dicho, del 0,5% a principios del año 2021, al 6,5% a finales del año 2021, al tiempo que la inflación europea llegaba a ser del 5,3%. Y, en esta situación tan anómala y tan delicada nos encontrábamos, cuando el pasado 24 de febrero del año 2022, Putin invadió Ucrania e inició una guerra que ya ha desplazado de su hogar a más de 12 millones de seres humanos. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de la tragedia que se está viviendo en Europa, doce millones de seres humanos son más que los desplazados de Francia durante toda la Segunda Guerra Mundial.

El estallido de este conflicto ha agravado rápidamente el problema de la inflación en Occidente. Lo ha hecho debido a la enorme importancia que Rusia, y también Ucrania, tienen en el suministro mundial del gas, del petróleo, como también de los cereales y de los granos. Antes del conflicto, un dato solamente para que los ciudadanos sepan exactamente cuál es la envergadura del desafío que tenemos por delante…antes del conflicto, Rusia era el mayor exportador de petróleo del mundo y el tercer productor de petróleo del mundo tras Estados Unidos y Arabia Saudí. Para que nos hagamos una idea de cuál es el impacto que está teniendo toda esta guerra y las sanciones sobre nuestra economía europea, el gas natural ruso representó en el año 2001 el 45% del total de las importaciones de gas y casi el 40% de la demanda de la Unión Europea.

Solo un país, Rusia: 45% de importaciones, 40% de la demanda del conjunto de la Unión Europea. Y, en cuanto a los mercados agrícolas, Rusia y Ucrania han llegado a proveer conjuntamente, quédense con estas cifras, una tercera parte del trigo del mundo una tercera parte del trigo del mundo, un 20% del maíz y un 80% del aceite de girasol.

En algo más de cuatro meses, como consecuencia de todas estas perturbaciones, el precio del petróleo se ha incrementado en un 13% en los mercados internacionales, el del gas en un 100%, y el trigo y el maíz cerca de un 45% y el del arroz un 24% en cuatro meses. Y debido al doble impacto de la energía y de los alimentos, la inflación española pasó de ser del 6% al 10% y la europea, al 9%.

¿Qué quiero decir con todo esto, señorías? Que, como ven, no es un mal endémico exclusivo de nuestro país, la inflación. Es un problema que está afectando a todo el planeta. Y, de hecho, los datos indican que la inflación ha aumentado bruscamente en el 75% de las economías desarrolladas. Para que se hagan una idea, España, en rojo, es uno de los países, efectivamente, con una alta inflación, también el resto, pero muy lejos de la inflación que están teniendo otros países de economías europeas.

La guerra, señorías, tiene tanta responsabilidad en esta espiral de precios que un análisis detallado de los componentes de la cesta de la compra, tanto en España como en Europa, nos indican que sólo la energía y los alimentos básicos explican el grueso de la inflación de estos últimos meses. Mientras que en España ese porcentaje es de 62%, la media europea es del 55%, con Italia en un 58%, Holanda y Alemania en un 50%, y Francia en un 46%.

Y, se podrá decir, ¿por qué es de un 62% en España, mientras la media europea es de un 55%? Bueno, nuestro país es especialmente sensible a la subida de los precios de la energía, entre otras cuestiones porque comparativamente los hogares españoles gastamos una mayor proporción de nuestra renta en productos energéticos. Y lo mismo ocurre con nuestras empresas, que son más intensivas que otras europeas en el uso de energía.

Esta es la principal razón por la que, ante este escenario de encarecimiento energético, la inflación en nuestro país es algo superior a la de nuestros vecinos europeos. Como pueden ver, y eso es lo que me gustaría también trasladar a los ciudadanos, decir que la inflación es un fenómeno internacional causado por la pandemia y por la guerra, no es echar balones fuera. Es hacer un diagnóstico honesto y realista de la enfermedad que estamos padeciendo en Europa. Y es esencial que todos lo sepamos. No para eximir a nadie de ninguna responsabilidad, el Gobierno está dispuesto a asumir toda su responsabilidad, a aplicar las mejores soluciones al problema de la inflación. Pero no estamos dispuestos a aplicar soluciones falsas, engañosas y menos aún soluciones injustas.

En la crisis financiera de la pasada década los españoles padecimos precariedad, incertidumbre, desesperanza, por la codicia de unos pocos y por la ceguera de una supuesta ortodoxia económica que, por desgracia, vuelve a asomar en los cenáculos conservadores que exigen sacrificios para todos menos para la minoría que ellos representan. Hoy sufrimos por otros motivos, es lo que me gustaría trasladar a nuestros conciudadanos, sufrimos porque vivimos las secuelas de un confinamiento con el que salvamos millones de vidas, pero que tienen, evidentemente, sus repercusiones económicas. Y vivimos las consecuencias de la guerra de Putin y de las sanciones de la comunidad internacional que aplicamos a Rusia por haber violado la legalidad internacional.

Y una pregunta legítima que pueden tener nuestros ciudadanos es ¿por qué España debería tomar partido en este conflicto, si estamos asumiendo este coste en forma de un encarecimiento del precio de la vida? Como también hubo quienes pensaban que no debíamos haber antepuesto la salud de la ciudadanía a la economía durante los primeros meses de la pandemia.

Pero quienes piensan de ese modo olvidan tres cuestiones fundamentales que me gustaría compartir con todos nuestros ciudadanos. En primer lugar, olvidan que no participar del esfuerzo bélico no nos libraría de las consecuencias económicas de la guerra. No nos libraría. Al contrario: nos aislaría del resto de países con los que compartimos valores, principios e intereses, obligándonos, en consecuencia, a capear en solitario. Porque, pensémoslo, si no accedemos a la petición de los polacos, de los rumanos, de los estonios, de los alemanes, de los letones… por citar algunos ejemplos de países amenazados como consecuencia de la invasión de Putin en Ucrania, cuando nos están pidiendo solidaridad para que les ayudemos en la disuasión al agresor, ¿qué legitimidad tendríamos para pedir solidaridad cuando la necesitemos?

Hace un año, la presidenta de la Comisión Europea dijo en España que nuestro país fue el corazón de Europa por la ejemplar repatriación de afganos y afganas que huían de los talibanes. Y entonces le respondí a la presidenta de la Comisión Europea que España es europeísta no por interés, sino por convicción. Por tanto, señorías, me gustaría trasladarles a los ciudadanos que defender Europa es la mejor estrategia para defender a España.

En segundo lugar, la segunda razón que me gustaría trasladar a los ciudadanos, es que España es un país pacifista. Nuestra historia, nuestra forma de convivir, es pacífica. Salimos a la calle contra cualquier violación de la legalidad internacional, se llame Iraq o se llame Ucrania. Y el orden internacional ya no responde, me lo han escuchado decir en alguna otra ocasión, a la lógica de la división de la Guerra Fría entre comunistas y capitalistas, sino al choque entre quienes respetan y quienes violan la legalidad internacional y los derechos humanos. Y uno de los principios fundamentales que se está viendo violado por Putin en Ucrania es uno de los pilares más importantes del orden internacional basado en reglas después de la Segunda Guerra Mundial, que es el respeto a la integridad territorial, a la soberanía nacional y, por tanto, el derecho a decidir libremente y sin coacciones el futuro de cada sociedad. La paz no viene sola, señorías, hay que alcanzarla y no permitir que nos la arrebaten.

En tercer lugar, me gustaría también compartir con sus señorías el que no olvidemos que no puede haber equidistancia entre el agresor y el agredido. Siempre vamos a contribuir a la resolución pacífica de los conflictos por la vía diplomática. Siempre lo ha hecho España, también durante esta guerra. Pero mientras tanto, España y Europa tienen un deber moral para con el pueblo ucraniano. Si todos toleramos lo que le han hecho hoy a Ucrania, cada uno de nosotros y nosotras estará siempre al albur de que le pueda ocurrir lo mismo. Y quiero recordar, además, a los españoles, que, si hay una población en el mundo y en Europa que, sin duda alguna, tenemos mucho que decir y que pensar y recordar en esta guerra en Ucrania, somos nosotros, los españoles. Quiero decírselo a todos los españoles: hay, ahora mismo, militares, civiles, mujeres y hombres como nosotros, europeos, combatiendo y muriendo en las calles de Ucrania.

Aunque nuestros medios de comunicación ya apenas le dediquen portadas, o incluso nosotros, en nuestras conversaciones de bar, en las oficinas o también en las conversaciones familiares, ya no hablemos de la guerra como hablábamos al principio, la guerra continúa y los ucranianos lo que están haciendo es luchar por su nación, pero también están luchando por nosotros. Están luchando por el destino del pueblo ucraniano, pero también por el destino de Europa. Lo están haciendo para defender su soberanía, sus derechos, pero también nuestra soberanía y nuestros derechos, nuestra seguridad y nuestra democracia. Y precisamente por ello, las demás naciones europeas tenemos un deber moral que cumplir. Y esto es algo, además, que, en un país como este, España, si miramos hacia atrás en nuestra historia democrática y en nuestra memoria, creo que nadie mejor que nosotros para comprenderlo.

Miren, hace casi 90 años, la decisión de los países aliados de no intervenir en España condenó a nuestro país a cuatro décadas de retraso, de ostracismo y de dictadura fascista. Hoy el destino nos brinda la posibilidad de no cometer en Ucrania ese error que otros cometieron con España. Nos brinda la oportunidad de estar en el lado correcto de la historia y es donde estamos y donde estaremos.

Nuestro país ha donado ya más de 50 millones de vacunas contra la Covid. Somos de los países que más vacunas hemos donado del conjunto de la comunidad internacional. Y lo hacemos porque somos un país solidario y porque sabemos que la batalla contra la pandemia se gana o se pierde a nivel global. Y ocurre lo mismo con el atropello que está cometiendo Putin en Ucrania. Debemos ser solidarios y ayudar al agredido y condenar y aislar al agresor.

Los ucranianos están en el frente usando rifles, granadas, para detener el atropello invasor. Y nosotros desde aquí, desde España, como también nuestros hermanos de otras partes de Europa, debemos respaldar su sacrificio, aunque de una forma diferente: con el apoyo logístico que le prestamos al pueblo ucraniano y, sin duda alguna, también infligiendo fuertes sanciones económicas a Putin, unas sanciones que están dañando seriamente ya la economía rusa y que son, a día de hoy, la principal herramienta que tenemos para poner fin a la guerra sin contribuir a una escalada bélica.

Y, el precio que tenemos que pagar para formar parte de esta comunidad internacional, y, sobre todo, de esta Europa que defiende sus valores y su democracia, el precio que tenemos que pagar por formar parte de esta defensa contra el autoritarismo es la incertidumbre económica que viven nuestros conciudadanos y también la inflación. El frente de guerra en Ucrania es la barrera que sostienen la libertad, los derechos humanos y el progreso. ¿Cómo no vamos a defendernos?

Y la pregunta que se pueden hacer los españoles, y que estoy dispuesto a responder, es qué va a pasar en los próximos meses. Y la única verdad es que nadie tiene una respuesta segura porque hay muchas incógnitas, señorías. La principal es que todo va a depender de lo que dure esta guerra y por eso esperamos que pronto la diplomacia sustituya a las bombas. También va a depender de la evolución de economías muy importantes en la economía global, como es la china, rehén de su estrategia frente a la Covid- 19, como también de la buena marcha o la mala marcha de la economía estadounidense o de la economía europea y, sobre todo, de la economía alemana. Dependerá también, señorías, de si Putin decide cortar o no el suministro del gas hacia Europa y dependerá de lo eficaces que sean las medidas que se adopten a nivel global, a nivel europeo y a nivel nacional, para evitar que el aumento de los precios desemboque en una espiral inflacionista.

No podemos descartar nada, y mucho menos que Putin decida cortar el gas a Europa como autor o como otra arma de guerra. Y Europa, en consecuencia, puede sufrir restricciones de energía. Y esto, evidentemente, va a tener un impacto sobre la economía española y europea. Y la pregunta que nuestros ciudadanos se pueden hacer es: ¿cómo puede verse afectada España en este caso?

La buena noticia es que España es menos dependiente del gas ruso que otros. Gracias a nuestra apuesta decidida por la independencia energética, sobre todo por las energías renovables y por la diversificación de nuestras fuentes de suministro de gas, nuestro país está mucho mejor preparado que otros, pero eso no significa que no nos vaya a afectar esta situación, porque puede hacerlo al menos de dos formas distintas.

Por un lado, la desaceleración de economías como la norteamericana y como la alemana, unida al mantenimiento de las sanciones que estamos imponiendo a Putin hasta que termine la guerra, harán que la economía española crezca en los próximos meses menos de lo esperado, pero a día de hoy, también hay que reconocer que España está creando empleo, más que nunca, empleo de calidad. Los sectores estratégicos de nuestro país están funcionando ya casi a pleno rendimiento. Y los fondos europeos están poniendo ya un impacto real muy positivo sobre nuestra economía.

Como pueden ver, no ando con rodeos; quiero hablar claro a la gente y no voy a disimular ni los riesgos, ni tampoco voy a adornar la situación tan compleja que está atravesando Europa y España. Pero tampoco voy a entregarme a un catastrofismo sin base. Invito a los españoles a desconfiar de quienes ofrecen falsos remedios a enfermedades reales.

Por otro lado, la guerra nos va a obligar a impulsar aún más la independencia energética. Tendremos que reforzar la apuesta firme por las renovables y por el autoconsumo y deberemos mejorar la eficiencia y el ahorro energético. Habrá que hacerlo porque, aunque nuestro país, España, tenga un suministro diversificado menos dependiente de Rusia, nuestros hermanos europeos no. Y si Putin corta el grifo del gas, deberemos responder unidos también a esta agresión. No somos europeos porque recibamos fondos de Europa; somos europeos porque compartimos valores con Europa y queremos compartir nuestro futuro con Europa. Somos europeos a las duras y a las maduras.

Esta crisis nos vuelve a brindar la oportunidad de demostrar como españoles a Europa que no solo estamos aquí para ser ayudados como fuimos durante la pandemia. También queremos y podemos ayudar cuando Europa necesita a España, porque España es ahora un país fundamental de la Unión. Por eso estamos pidiendo, por ejemplo, desbloquear las interconexiones energéticas con el resto de Europa para ayudar a paliar las consecuencias de la gran dependencia que tiene Europa de las importaciones rusas. Es la oportunidad de mostrar al mundo que los españoles somos europeístas, no por interés, sino por convicción, porque creemos que la solidaridad entre países es la mejor manera de progresar y de evitar que se repitan los errores y los horrores del pasado.

Por eso quiero ser claro. Deberemos adoptar medidas de ahorro energético y quiero ser también más preciso aún. Habrá que impulsar medidas como incrementar el teletrabajo, fomentar el transporte público, bajar un poco la temperatura de nuestra calefacción o subirla en el aire acondicionado. Nada que atente contra nuestro modo de vida, pero sí acciones que nos permitan defender nuestros valores y nuestro modo de vida cuando se ve atacado. Podemos hacerlo y lo vamos a hacer.

Esto en lo que se refiere a las consecuencias de la guerra en el suministro energético. En lo que respecta a la inflación, me gustaría decirles a nuestros conciudadanos que la situación se resolverá de un día para otro, que existe una solución instantánea y mágica, pero no es cierto. Nadie puede acabar con este problema de la noche a la mañana. Ningún presidente, ningún Gobierno, desde luego ninguna oposición. Hagamos caso a los médicos especialistas para tratar esta enfermedad, como hicimos también para atajar la pandemia de la Covid. No crean a quienes afirman que puede resolverse de un plumazo la escalada inflacionista que afecta a nuestra economía, como la mayoría de las economías europeas y mundiales

¿No hay nada que hacer entonces?, se pueden preguntar los ciudadanos. Sí, claro que sí. Hay que hacer muchas cosas y vamos a ir a por todas desde el Gobierno de España. Hay que empezar por conocer nuestras fortalezas para apoyarnos en ellas. Por ejemplo, la pujanza de nuestra economía, cuyo exponente más visible, más realista para nuestros conciudadanos, es la creación de empleo. La fortaleza también de las inversiones, la competitividad de nuestras exportaciones, el tirón de un sector que se vio fuertemente amenazado como consecuencia de la Covid -el turismo-. Hay otros factores, junto a estos, que pueden ayudar, como la paulatina recuperación que estamos viendo ya de las cadenas de suministro que arrancan en Asia, la respuesta que está dando el Banco Central Europeo y, también, importantes medidas europeas y también nacionales que hemos puesto en marcha gracias al liderazgo conjunto de Portugal y España, como es el tope del gas, que ayudarán a enfriar los precios.

De hecho, señorías, los principales organismos internacionales expresan, con la cautela del científico, y, de media, calculan, repito, de media, que España terminará el año con una inflación del entorno del 6,5%. Aunque, insisto, hay que tomar estas proyecciones con mucha cautela. Como he dicho antes, todo va a depender de cómo evolucione la guerra.

Señorías, nadie puede predecir con seguridad el futuro, pero eso no significa que tengamos que limitarnos a esperar a que llegue ese futuro. Ni lo hemos hecho antes con la pandemia ni lo vamos a hacer ahora con la inflación. Actuamos con contundencia cuando dispusimos de evidencias científicas frente a la Covid e impulsamos la vacunación con todas las fuerzas: más de un 90% de nuestros conciudadanos están ya vacunados con la pauta completa. Y ahora toca hacer lo mismo frente a la inflación. Y mi compromiso es rotundo. Iremos a por todas para defender el interés de la mayoría social. Me voy a dejar la piel para defender a la clase media trabajadora de nuestro país.

Soy el presidente de un país acostumbrado a luchar contra la adversidad y que sabe cuál es el secreto del éxito: la unidad, la resistencia y la esperanza. Y en concreto, hay seis ejes de actuación que estamos resueltos a impulsar. El primero: vamos a continuar apoyando a Ucrania en su lucha por la libertad. Abogamos por la vía diplomática, pero mientras llega, vamos a seguir ayudando a Ucrania y vamos a seguir castigando a Putin para que este conflicto acabe cuanto antes, para que Ucrania recupere su soberanía y su integridad territorial y para que Europa viva segura.

En segundo lugar, vamos a ir a por todas para proteger a nuestros ciudadanos, a nuestras empresas y a nuestra industria. Fíjense en este gráfico: desde que empezaron a subir los precios en septiembre del año pasado, España ha movilizado cerca de 30.000 millones de euros, es decir, un 2,3% de nuestro Producto Interior Bruto. Somos, junto con Grecia y Lituania, el país que más recursos ha destinado desde hace un año a esta parte a luchar contra la inflación y sus efectos sobre la clase media trabajadora de nuestro país y los colectivos más vulnerables. Hemos logrado, además, avances históricos en Bruselas, como la reciente excepción ibérica para limitar el precio del gas, algo que, estimamos, va a reducir la factura de la luz que pagan aquellos hogares que están en el mercado regulado entre un 15% y un 20% a lo largo de este año. Pero, lo que es más importante, esta medida va a ser una barrera protectora durante todo un año ante potenciales subidas adicionales del precio del gas, derivadas de los cortes hipotéticos y más que previsibles que Putin puede infligir a la economía europea.

Y hemos conseguido algo también muy importante, que me han escuchado decir en muchas ocasiones cada vez que he tenido ocasión de comparecer ante ustedes. Y es que la Comisión Europea va a presentar este otoño una profunda reforma del mercado eléctrico y esto va a tener unos efectos muy positivos en los hogares y también empresas españolas, como también, por extensión, en las empresas y los hogares europeas. En definitiva, estamos liderando el cambio energético en Europa y lo estamos haciendo de la mano de otros gobiernos europeos de distinto signo.

Y vamos a hacer más. Estamos haciendo más. El real decreto ley que se someterá en los próximos días a su deliberación y también a su convalidación, articula un potente paquete de ayudas para proteger a la clase media trabajadora y los colectivos más vulnerables de nuestro país. Las medidas las conocen. Estimamos que van a permitir contener la inflación en 3,5 puntos. es decir, no sería hoy del 10%, sino casi de un 14% o 15% si no existieran estas medidas. Y las conocen ustedes:

Vamos a prolongar hasta el 31 de diciembre la bonificación al carburante, vamos a extender la limitación de la subida del alquiler, vamos a descontar en el IVA energético del 21% al 5% en el resto de los impuestos a la electricidad, que suponen una rebaja total del 80% de los impuestos del recibo, la ayuda de los 200 euros, reforzar el ingreso mínimo vital, elevar las pensiones no contributivas, prorrogar las ayudas a los sectores económicos más afectados por la situación como es el transporte, el sector agrario, el sector pesquero, las industrias gas intensivas... Y vamos a ir más allá. Iremos a por todas, como he dicho antes: ya estamos fomentando el transporte público con medidas sin precedentes en nuestro país. Como saben, el real decreto ley de convalidación incluye un descuento del 50% en los abonos de viaje de los trenes de cercanías y rodalies de titularidad del Estado. La Renfe, para entendernos.

Pues bien, hoy les anuncio que vamos a dar un paso más allá. Les anuncio que el Gobierno bonificará el 100% de todos los abonos de varios viajes para los trenes de servicio público de cercanías, rodalies y media distancia operados por Renfe. Vamos a pasar del 50% al 100% de bonificación de todos los abonos de varios viajes para los trenes del servicio de cercanías, rodalies y media distancia operados por Renfe. Los abonos para varios viajes serán gratuitos desde el 1 de septiembre al 31 de diciembre de este año. Y, como saben, también estamos bonificando el 30% de los abonos de transporte urbano y metropolitano y esperamos que las comunidades autónomas puedan complementar este enorme esfuerzo que está haciendo la Administración General del Estado hasta el descuento de un 50% o un 60%.

También vamos a hacer más en materia de vivienda. Hemos traído a esta Cámara la primera ley de Vivienda de nuestra democracia. Estamos limitando la subida de los alquileres, como saben ustedes. Y hoy les anuncio que desbloquearemos de inmediato la Operación Campamento para la construcción de hasta 12.000 viviendas en la ciudad de Madrid, un 60% de las cuales serán viviendas públicas.

En tercer lugar, vamos a asegurarnos de que las consecuencias de la guerra se repartan de forma justa, de forma equitativa; que no recaigan, sobre todo y de nuevo, como pasó durante la crisis financiera, en los más vulnerables. Por eso hemos aprobado este plan de respuesta. Este Gobierno no va a tolerar que haya empresas o individuos que se aprovechen de la crisis para amasar mayor riqueza a expensas de la mayoría. Porque las dificultades de la mayoría no pueden ser las alegrías de una minoría. Y por eso vamos a poner en marcha, como quiero expresarles a continuación, un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las grandes empresas energéticas, que recaudará 2.000 millones de euros al año durante los próximos diez años. Un impuesto excepcional a las grandes empresas energéticas que estará en vigor en el año 2023 y el año 2024, que afectará a los beneficios extraordinarios obtenidos en el año 2022 y el año 2023 por los grupos dominantes en el sector eléctrico, gasista y petrolero.

Del mismo modo, les anuncio, señorías, que el Gobierno aprobará un impuesto excepcional y temporal a las grandes entidades financieras que ya se están empezando a beneficiar de las subidas de tipos de interés.

Este impuesto a las grandes entidades financieras tendrá una duración de dos años y se estima que podremos recaudar en torno a 1.500 millones de euros al año. Se habla a menudo de los "beneficios caídos del cielo", pero en realidad no son tales. Los sobrebeneficios no caen del cielo, salen del bolsillo de los consumidores que pagan los recibos. Y este Gobierno no va a permitir que el sufrimiento de muchos sea el beneficio de unos pocos.

En cuarto lugar, vamos a continuar alentando a los agentes sociales a que logren alcanzar un pacto de dividendos y de rentas. Un acuerdo entre los trabajadores y las empresas que permita contener la subida de los precios, hacer un reparto justo de los costes y los beneficios de la actual crisis. Creo que el Gobierno, honestamente, está haciendo todo lo que está en su mano para paliar los efectos de la inflación. Primero, con ese compromiso de revalorizar las pensiones conforme al IPC. Segundo, con el compromiso de continuar con la senda de subida del SMI, tal y como nos pide la Carta Social Europea. Y tercero, gracias, sobre todo, al buen comportamiento de nuestra economía, la mayor recaudación se está destinando a cubrir las necesidades sociales generadas por la guerra, a financiar las ayudas a hogares y a pymes. Y fíjense, de enero a mayo de este año, los ingresos tributarios del Estado han crecido 15.500 millones de euros respecto al mismo periodo del año pasado. Es prácticamente el mismo coste de los dos reales decretos leyes de medidas para paliar los efectos de la guerra de aquí al 31 de diciembre de este año.

Por eso, pedimos a las grandes empresas que hagan lo mismo. Pedimos a las grandes empresas que cualquier beneficio suplementario derivado de esta situación, revierta en los trabajadores y en los consumidores que están soportando el azote de la inflación. Pedimos a las grandes empresas que cualquier beneficio indirecto de esta situación no engorde ni las cuentas de beneficios, ni tampoco los sueldos de sus altos directivos.

Fíjense, las empresas incorporan afortunadamente cada vez más a su gestión criterios de sostenibilidad. Hacen gala de su compromiso que se denomina ESG, siglas que responden en inglés, a las palabras de Medio Ambiente, Compromiso Social y Gobernanza. Pues bien, este es el momento de probar el compromiso social de las grandes empresas.

Es el momento de demostrar que trabajan para crear valor para sus accionistas, y también crear valor a su sociedad. Así lo hicieron muchas durante la pandemia, y ahora, de nuevo, la sociedad, la mayoría social, necesita el compromiso social de las grandes empresas. Este Gobierno no hará como hicieron los gobiernos del PP en anteriores crisis, en la crisis financiera: ser débil con los fuertes y fuerte con los débiles.

No elegimos gobernar en situaciones críticas como las que generó primero la pandemia y ahora la guerra. Pero en medio de las peores turbulencias, tenemos clara cuál es la ruta y las prioridades: gobernaremos para sacar al país adelante, a nuestro país, guiándonos por el interés general; gobernaremos para la mayoría social de España.

Y cuando sea preciso elegir, estaremos del lado de quienes más necesitan el auxilio de los poderes públicos, aunque al hacerlo pues, evidentemente, incomodemos a los más poderosos. Este es mi empeño, quiero ser claro, vamos a ir a por todas, porque no hay nada más poderoso que el esfuerzo colectivo de una nación. Que absolutamente nadie olvide esta premisa.

Este Gobierno ha defendido y defenderá siempre a la gente de a pie. Vamos a poner a la economía y el Estado al servicio de la mayoría social, como ya lo hicimos durante la pandemia, con la puesta en marcha del IMV, los ERTES, las transferencias a los autónomos y los miles de millones de euros en ayudas a las pequeñas y medianas empresas que salvaron mucha de nuestra economía, de nuestro tejido productivo en los peores momentos de la pandemia.

Porque, además, no es solamente una cuestión de justicia social, que también, es que la política que se está realizando en base a la equidad, a la igualdad, a la justicia social, es la política económica más eficaz. Hemos demostrado que la salida de la crisis con solidaridad y con justicia social es más rápida, además de más justa.

Sólo quiero compartir con nuestros conciudadanos tres datos contundentes que certifican esto que estoy diciendo. Miren, en 2012, la caída del 3% del PIB destruyó 519.000 puestos de trabajo, es decir un 3% del total de empleos; en 2020, con una caída no de 3 puntos del PIB, sino de 10 puntos del PIB, el empleo sólo se redujo en un 1,6%.

El segundo dato que me gustaría compartir con todos ustedes para reforzar este argumento de que la política económica basada en la solidaridad y la justicia social no solamente es más equitativa, sino también más eficaz, es que en la anterior crisis financiera se tardaron más de diez años en recuperar los niveles de empleo previos a la crisis financiera. En esta ocasión lo hemos conseguido en tan solo 15 meses. En dos años se han recuperado los niveles de desigualdad previos a la pandemia, gracias a las medidas de protección social. En la crisis financiera se tardaron no dos años, once años. La respuesta progresista a la crisis no es solo más equitativa sino mucho más eficaz que el neoliberalismo por el que clama la derecha.

En quinto lugar, al tiempo que damos una respuesta solidaria y justa al alza de los precios, vamos a seguir modernizando nuestro país. Porque cada vez que hay una crisis, España sufre más que las economías de nuestro entorno. Siempre se repite el mismo patrón, se repite porque nuestro país tiene carencias estructurales severas, esto nos lo dicen todos los organismos internacionales y todos los organismos serios de nuestro país. Carencias en su modelo productivo, carencias en su formación de su capital humano, en su mercado laboral, que ya estamos empezando a corregir. Carencias que, desde el inicio de mi presidencia estamos abordando, con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, con el Proyecto España 2050, con las más de 150 leyes y decretos que hemos aprobado desde enero de 2020 y con las muchas más que vamos a aprobar en el año y medio que nos resta de legislatura.

De hecho, este mismo mes de julio vamos a, les quiero anunciar, continuar reforzando el Sistema Nacional de Salud. Saben ustedes que vamos a proceder a la estabilización de más de 67.000 profesionales sanitarios de todo el Sistema Nacional de Salud. Pero también les anuncio que vamos a crear el Centro Estatal de Salud Pública para mejorar la gestión de las emergencias sanitarias. No vamos a olvidar las lecciones de la pandemia. Vamos a reforzar la Salud Pública en nuestro país.

Vamos a reforzar también nuestra autonomía alimentaria. Por ello les anuncio que vamos a presentar una nueva y mejorada PAC para impulsar el campo español. Les anuncio que vamos a continuar avanzando en esa independencia energética con la que está comprometida el Gobierno de España, con las siguientes medidas. En primer lugar, estamos destinando cerca de mil millones de euros nuevos para que la gente pueda adquirir placas solares, bombas de calor y vehículos eléctricos.

En segundo lugar, vamos a impulsar el ahorro y la eficiencia energética en la Administración Pública del Estado a través del Plan recientemente aprobado por el gobierno, dotado con mil millones de euros. Y vamos a aprobar un nuevo Plan dotado con 200 millones de euros para el despliegue de autoconsumo en edificios públicos, como pueden ser los centros de salud, los colegios o instalaciones deportivas. Se van a premiar, precisamente, aquellas instalaciones que compartan una parte de su energía con viviendas o comercios de su entorno, lo que se llama el autoconsumo colectivo.

Y también estamos realizando una inversión sin precedentes para garantizar que Canarias y Baleares sean territorios plenamente descarbonizados. Estamos destinando 700 millones de euros del Plan de Recuperación de Europa para el programa Islas 100% renovables. 100% renovables, no nuclear y no centrales térmicas. Señorías, como saben la Educación Pública, la Formación Profesional y la Universidad son pilares fundamentales de nuestro país y desde luego lo son de este Gobierno. Por ello, quiero anunciarles que vamos a dar un impulso nuevo, yo creo que muy ilusionante en el sistema educativo de nuestro país, a nuestros hijos, en las escuelas, con la incorporación del aprendizaje de un nuevo idioma. Se habla mucho de aprender nuevos idiomas, pero se nos olvida el más importante de todos, el idioma del presente y del futuro, que es la programación y la robótica.

Les anuncio que aprobaremos el programa Código Escuela 4.0 para que los casi 6 millones de alumnos y alumnas de Educación Infantil, Primaria y ESO en España, puedan desarrollar su competencia digital de manera general y en concreto en pensamiento computacional, la programación y la robótica.

España vuelve a atravesar una nueva ola de calor. La solidaridad y el compromiso del Gobierno de España con los afectados por los incendios que estamos viendo, siendo testigos de nuevo en la Península Ibérica durante estos últimos días. Estas temperaturas extremas y los fenómenos meteorológicos adversos son propios de la emergencia climática que vive el planeta y donde la Península Ibérica, pues evidentemente no es ajena a ella. Y, por tanto, lo que vamos a hacer es redoblar nuestros compromisos con más recursos para prevenir y luchar contra los incendios.

Y, en ese sentido, les anuncio que aprobaremos un nuevo Marco Regulador Estatal Básico del Personal de Prevención y Extinción de Incendios, en colaboración con todas las administraciones públicas implicadas, que nos permita ser más eficaces en la lucha contra los incendios. Y no quiero olvidarme de dos territorios muy queridos de nuestro país, como son Ceuta y Melilla, a los que vamos a destinar recursos y a aprobar dos planes estratégicos para el desarrollo económico y social de estas dos importantes ciudades autónomas de nuestro país.

Porque el reto, señorías, no es salir de la crisis por el mismo lugar por el que entramos, sino avanzar y no retroceder. Porque el reto no es salir de la crisis por el mismo lugar por el que entramos, sino avanzar y no retroceder. El verdadero desafío es salir mejor de lo que entramos en esta crisis, como hicimos también con la Covid, con una economía y un Estado del bienestar más prósperos, sostenibles y resistentes que antes.

Debemos afrontar el reto inmediato pensando también en el largo plazo. En ese sentido, debemos entender que la digitalización, la transición ecológica, que el reforzamiento del espacio de defensa europeo y Atlántico no son medidas contrarias a la prosperidad económica o al bienestar de nuestros compatriotas, al contrario, son esenciales para garantizar los ahora y en el futuro.

Por eso, hacemos de la transición ecológica no solo un frente para adaptarnos y mitigar las consecuencias del cambio climático sobre nuestro país y para evitar una catástrofe medioambiental que hundiría la calidad de vida de nuestros hijos, de las generaciones que están por venir. Lo hacemos también porque es la mayor oportunidad que ha tenido España en décadas para reindustrializarse, para generar nuevos puestos de trabajo en territorios que hasta ahora no tenían esas oportunidades, para garantizar la soberanía energética que está poniendo Putin en cuestión y en riesgo en toda Europa, y para hacer de nuestro país por primera vez en su historia no un país importador de energía, sino un país exportador de energía verde.

Digitalizamos nuestro tejido productivo porque sólo así lograremos las ganancias de productividad necesarias para seguir aumentando salarios, para reducir las jornadas laborales y para crear empleo de calidad. Ambas transiciones, la transición energética y también la transformación digital, necesitan de la investigación, del desarrollo, de la innovación. La universidad debe ser el corazón de la modernización de nuestro país y por ello ampliamos la política de becas e impulsamos una rebaja de las tasas universitarias.

Señorías, a lo largo de estos últimos días todos hemos visto como se ha debatido mucho y muy ampliamente sobre el diseño de las políticas de becas en distintas administraciones. Y quiero ser claro y firme en esta cuestión: el Gobierno de España apuesta por las becas para activar el ascensor social y no para perpetuar desigualdades.

Gracias al compromiso del Ejecutivo, España cuenta hoy con la mayor partida de su historia en becas, 2.134 millones de euros, que van a llegar a más de un millón de estudiantes de nuestro país. Pero también, como he dicho aquí, vamos a ir a por todas. Y por eso les anuncio que todos los estudiantes mayores de 16 años que hoy disfrutan de una beca recibirán una nueva beca complementaria de 100 euros mensuales. Esta beca la recibirán cerca de un millón de estudiantes en toda España, de septiembre a diciembre, porque queremos garantizar la igualdad de oportunidades y para ello queremos ayudar a las familias para que ningún joven se vea obligado a abandonar sus estudios por necesidad. Nadie tiene que dejar sus estudios por problemas económicos en nuestro país.

Señorías, la educación, la sanidad, la transición ecológica y la digitalización son pilares de un Gobierno que defiende día a día la justicia social, la igualdad de oportunidades y el progreso. Y nuestro compromiso es irrenunciable. Vamos a convertirlos en la base de la España que nos merecemos. Señorías, aumentamos nuestra inversión en defensa para crear industria en todos y cada uno de los territorios de nuestro país, empleo en todos y cada uno de los territorios de nuestro país; al tiempo que nos aseguramos que nunca jamás una autocracia se atreva a interferir en las libertades, la democracia y el bienestar material de los españoles y de los europeos.

Y para afrontar estos ambiciosos retos, vamos a seguir impulsando el Plan de Recuperación, otro ejemplo del que nos debemos sentir orgullosos como país. Mañana, precisamente, se va a cumplir un año desde que el Consejo Europeo aprobó definitivamente nuestro plan y ya podemos hacer un primer balance que creo, sinceramente, es muy positivo. Fuimos capaces, durante la pandemia, en una situación muy compleja, muy difícil, de elaborar, un plan que todas las instituciones europeas, tanto el Consejo como la Comisión, reconocen como uno de los más ambiciosos en reformas y también en inversiones presentados por el resto de Estados miembros. Hemos creado un verdadero plan de país en el que no solamente está involucrado el Gobierno de España, lo están los Gobiernos autonómicos, los ayuntamientos, que gestionan, no lo olvidemos, más del 50% de estos fondos, y también, lógicamente, los agentes sociales, los empresarios y los sindicatos.

Y debemos estar orgullosos porque somos, con diferencia, de largo, el Estado de la Unión Europea más avanzado en la ejecución de los fondos europeos, como recientemente se volvía a poner de manifiesto con la aprobación, por parte de la Comisión Europea, del segundo desembolso de 12.000 millones de euros que llegarán a España durante este verano. Se trata de que los fondos, me lo han escuchado muchas veces decir y yo también se lo he escuchado a sus señorías, lleguen al 95% de nuestro tejido empresarial, que es, sobre todo, el de las pequeñas y medianas empresas de nuestro país.

Permítanme, simplemente, dar dos ejemplos de qué impacto tan positivo está teniendo ya en las pequeñas y medianas empresas la gestión de estos fondos y la ejecución de estos fondos europeos. En primer lugar, una de las prioridades que saben ustedes fijamos en el plan de recuperación es el de la digitalización de todas las empresas españolas. Y, para ello, el Gobierno de España puso en marcha lo que se llama el Programa del Kit Digital. Pues bien, este dato creo que es muy ilustrativo del esfuerzo que estamos haciendo conjunto las empresas y la Administración General del Estado. Una de cada dos empresas de nuestro país, de las que tienen entre diez y 49 empleados y empleadas, ya ha solicitado las ayudas. Y estoy seguro de que en los próximos meses vamos a superar esta cifra.

En segundo lugar, la convocatoria de proyectos para el vehículo eléctrico y conectado, que se ha cerrado con la presentación de 13 proyectos, va a movilizar una cantidad extraordinaria: 12.000 millones de euros entre inversión pública e inversión privada. En estos proyectos, las pequeñas y medianas empresas de nuestro país representan el 55,7% de las entidades participantes, es decir, más de 180 pequeñas y medianas empresas; tal y como está ocurriendo con todos los proyectos estratégicos, los que hemos denominado PERTE, que deben incluir a las grandes empresas, lógicamente, pero también a las pequeñas y medianas empresas de todos los territorios de nuestro país.

Estamos poniendo en marcha, por fin, una verdadera política industrial. No la hubo con el gobierno conservador. Una verdadera política industrial con el objetivo de recuperar nuestra autonomía estratégica para no perder el tren de las industrias del futuro y fortalecer los sectores en los que ya somos líderes. Y lo vamos a hacer en estrecha colaboración con el sector privado. De hecho, ya lo estamos haciendo. Y con ese espíritu de colaboración hemos diseñado 11 proyectos estratégicos que ya hemos puesto en marcha en ámbitos como el del coche eléctrico, que antes he comentado, pero también en las energías renovables y el hidrógeno verde, el sector aeroespacial, la agroindustria, la economía circular o la medicina de vanguardia, por citar algunos de estos proyectos estratégicos.

Y hay resultados que ya se van concretando y que son buenos para nuestro país, como es, por ejemplo, el anuncio de la construcción de dos gigafactorías de baterías, una en la Comunitat Valenciana, en Sagunto, y otra en Extremadura, que van a crear miles de puestos de trabajo y van a asegurar un futuro brillante para nuestra industria del automóvil.

Otras inversiones importantes que muestran la confianza en la modernización de la economía española que estamos emprendiendo todas las administraciones, también con el sector privado, como es, por ejemplo, la inversión de farmacéuticas para montar el principal centro de fabricación de vacunas RNA en España o los anuncios de grandes empresas tecnológicas de crear grandes hubs digitales en nuestro país.

Y otros frutos tardarán algo más en recogerse, pero van a llegar. Quiero destacar entre ellos los miles de proyectos ya lanzados: el proyecto para la producción de chips y de semiconductores en nuestro país, un proyecto que está dotado con una inversión pública muy importante de 12.000 millones de euros y que tiene por objeto el que nuestro país se convierta en un lugar en el que se puedan diseñar, procesar y fabricar un elemento clave para el futuro de nuestra economía.

Pero señorías, no nos conformamos y por eso vamos a dar un paso más con la aprobación de leyes que van a impulsar aún más la modernización de nuestra economía. Como saben, vamos a aprobar en breve la ley de Movilidad Sostenible, pero también les anuncio que aprobaremos una nueva ley de Industria y una ley de Mecenazgo.

Estamos ya construyendo el futuro, mirando hacia adelante, no nos vamos a detener y, por tanto, tengo una mala noticia que darles a quienes trabajan día a día por colocarnos palos en las ruedas, por negar evidencias y por celebrar el derrotismo. Y, pese a su intensa actividad, que sepan que no vamos a parar y que los esperamos en el futuro.

Señorías, debemos salir de esta crisis más fuertes de lo que entramos. Mucha gente me dice que este gobierno de coalición progresista se ha enfrentado a pruebas muy duras: una pandemia, un volcán, fenómenos meteorológicos adversos propios de la emergencia climática que vive el planeta y ahora una guerra en Europa. Y es cierto. Pero quisiera que cada cual se preguntara en su fuero interno qué hubiera sido de este país si hubieran gobernado otros estas adversidades.

Creo que es una pregunta pertinente, señorías, porque tenemos la experiencia de la crisis financiera y tenemos la experiencia de la Covid. Cada cual puede preguntarse qué sucedería si estuvieran al frente del país quienes, en otras crisis, como la financiera, nunca apostaron por los ERTES y sí por el despido libre. Si estuvieran en el gobierno quienes, en lugar de fortalecer el Estado del bienestar, lo debilitaron abriendo las puertas a su privatización. Si estuvieran en el Ejecutivo quienes en medio de la crisis financiera fomentaron la desigualdad y cargaron todos los sacrificios sobre los más débiles y los más indefensos. Si hubieran estado al frente del Gobierno quienes, en medio de las penurias de las mayorías, consintieron extremos insólitos de corrupción y de inmoralidad entre los gestores de las carteras económicas y laborales. Quienes consintieron comportamientos ilícitos entre los máximos responsables políticos de las Fuerzas Armadas y de la Seguridad del Estado.

Esto, señorías, no son historias del pasado. Lo estamos volviendo a ver en los medios de comunicación a lo largo de estos últimos días y horas. Son enseñanzas del pasado reciente que ilustran las disyuntivas del presente.

En 6.º lugar, vamos a defender la democracia y las conquistas civiles y sociales. La reciente revocación del derecho de las mujeres estadounidenses a decidir libremente cuándo ser madres y cuándo no, nos alerta de la amplitud y de la profundidad del movimiento reaccionario que recorre el mundo. La sentencia del Tribunal Supremo es producto de una mayoría conservadora del Tribunal Supremo de Estados Unidos y demuestra cuánto esfuerzo y tiempo cuestan las conquistas sociales y también las civiles, y cómo en un suspiro se puede perder lo conseguido y retroceder un siglo.

España, señorías, no es inmune a esta amenaza. Muchas de las conquistas en derechos y libertades: la ley de eutanasia, la ley de interrupción voluntaria del embarazo, por citar solamente dos, están recurridas en el Tribunal Constitucional por quienes siempre han votado en contra de estos avances. ¿Por qué no retiran estos recursos? ¿Por qué bloquea la renovación del Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial? ¿A qué intereses obedecen? Desde luego, no a la mayoría social de España que aplaude todos estos avances en derechos y libertades. Flaco favor hacen a la Constitución y al correcto funcionamiento de nuestra democracia. Su bloqueo no tiene ninguna justificación. No aceptan el veredicto de las urnas. Esta es la verdadera explicación. Y lo que tratan es de revocar conquistas civiles y sociales sin que los ciudadanos lo hayan decidido con su voto mayoritario.

Nuestra respuesta, serena pero firme, será continuar con nuestra agenda de avances en derechos y libertades. Empezamos garantizando la universalidad del sistema de salud pública. Aprobamos la ley Rhodes contra el abuso de Menores. La ley del sí es sí para garantizar la libertad sexual. La ley de Eutanasia. La nueva estrategia de salud mental. La ley llamada también Zerolo, de Igualdad de Trato y No Discriminación. Y espero, señorías, que este Parlamento apruebe en breve la primera ley de Vivienda de nuestra democracia, que apruebe la reforma de la ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo y que apruebe la ley que garantiza los derechos de las personas LGTBI.

Y también me gustaría y pido a esta Cámara que apoye la ley de Memoria Democrática, que nos permita reconocer a todas las víctimas, condenar el golpe de 1936, la posterior dictadura y reivindicar nuestro mejor patrimonio, que es la Transición, la ley de Amnistía y la Constitución Española.

Pero también en materia democrática de derechos civiles tenemos que ir más allá, porque queremos que España avance y les anuncio que próximamente aprobaremos para luchar contra la corrupción: una ley de protección de la informante que denuncie esos casos de corrupción; una ley integral contra la trata y la explotación de seres humanos; la ley contra la discriminación racial; la nueva ley de Secretos Oficiales, y ley para regular la actividad de los lobbies.

En definitiva, señorías, nos aguarda todo un camino de avances en derechos que pido a sus señorías continúe con la definitiva abolición de la prostitución en nuestro país.

Porque España avanza siempre, señorías, cuando hay gobiernos de progreso. Nadie puede mencionar ni un solo ejemplo de un avance en derechos y libertades que haya venido de la mano de un gobierno de la derecha. En 40 años, han tenido tiempo. Al contrario, cuando gobiernan lo que hacemos es retroceder o poner espadas de Damocles con esos recursos en el Tribunal Constitucional a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo o la ley de Eutanasia. Y cuando están en la oposición se bloquea el funcionamiento democrático, como está ocurriendo con la renovación de los órganos constitucionales.

En resumen, señorías, solidaridad con Ucrania, protección de nuestras compatriotas contra la inflación, reparto justo de la guerra y avance en la agenda de transformaciones económicas y sociales que necesita y demanda nuestro país.

Pero para que estos esfuerzos funcionen, necesitaremos algo más. Necesitaremos, en primer lugar, propuestas de todos y de todas. Propuestas que me comprometo a estudiar y a integrar con la sola condición de que sean realistas y factibles.

Mire, durante la pandemia y ahora con la guerra, el Gobierno ha trabajado por lograr la mayor unidad posible. Hace pocos meses propuse a la oposición alcanzar 11 consensos básicos para el correcto funcionamiento de nuestra democracia. Entre ellos, cumplir con las obligaciones que la Constitución nos mandata, reformar el artículo 49 de la Carta Magna acordar una política de seguridad y de defensa común, no hablar mal de España afuera, consensuar una política energética verde, aprobar conjuntamente medidas para paliar las consecuencias económicas y sociales de la guerra. El caso es que aún no he recibido respuesta y por eso vuelvo a tender mi mano a la derecha democrática, repito, a la derecha democrática, para alcanzar acuerdos acerca de la respuesta colectiva a los efectos de la guerra y para superar cuanto antes esta anomalía que mantiene en una situación irregular a nuestras principales instituciones constitucionales.

Necesitaremos diálogo, necesitaremos, sobre todo, el tesón de nuestros ciudadanos y ciudadanas. A todos ellos les quiero trasladar la convicción de que vamos a superar esta situación, al igual que hemos superado otras previamente.

Ni este gobierno ni gobierno alguno en la tierra puede lograr que se reduzca de un plumazo esta elevada inflación. Nadie puede por sí solo. Lo que sí puedo hacer es asegurarles a nuestros conciudadanos que haremos todo y más para contener la inflación, para paliar sus efectos sobre los más vulnerables y para intentar doblegarla tanto a nivel nacional como europeo e internacional.

Y mientras conseguimos contener los precios, haremos también todo para que prosiga la senda de crecimiento y de creación de empleo en nuestro país.

Señorías, hace poco más de dos años me dirigí a nuestros ciudadanos desde el Palacio de la Moncloa para anunciar el inicio de un confinamiento sin precedentes en nuestra historia.

En aquellos días y en los meses que le siguieron, la Covid avanzaba como una avalancha imparable que amenazaba con llevarse por delante a todo el país. Pero no lo hizo. Hoy las hospitalizaciones están controladas, aunque haya aumentado lógicamente como consecuencia de la ola de contagios que ahora estamos sufriendo. Pero nuestras calles están llenas de vida y las mascarillas apenas cubren ya nuestras sonrisas.

Se habla mucho de la vacunación y de la ciencia en la respuesta frente al Covid. Y es cierto.

Es cierto. España es un ejemplo mundial de vacunación y de solidaridad en la donación de vacunas. Sin embargo, para poder superar con razonable éxito esta crisis sanitaria tan grave como la que sufrimos con la Covid, se presentaron dos elementos fundamentales que caracterizaron a la respuesta de España frente a esta pandemia. En primer lugar, la confianza para enfrentar grandes desafíos. Y, en segundo lugar, nuestro apego a la justicia social.

Si los españoles han respondido como pocas naciones en el mundo, también en Europa, a la vacunación es por la confianza que tienen en sus instituciones, en especial en nuestro sistema de salud, y en nuestros profesionales sanitarios. A ellos y a ellas nuestra gratitud eterna.

Y, junto a la confianza, la justicia social. Porque, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países, si en España ha habido paz social durante la pandemia es por tener un Estado del Bienestar que ha garantizado el acceso universal y gratuito a la vacuna frente a la Covid. Y porque ha habido un reparto más equilibrado de las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Y, con esa misma confianza en nosotros mismos como país, y con ese mismo ánimo de justicia social a la hora de responder a cualquier crisis que suframos, podemos hacer frente a la inflación.

Suele decirse que, en épocas de incertidumbres, pues, crece la desconfianza ciudadana en la política. Y escuchando algunos de los debates que hemos tenido a lo largo de esta legislatura, motivos no les faltan para desconfiar. Porque, a lo largo de estos dos años y medio, si ha sobrado algo, han sido insultos y ruido. Una crispación que si hace algo es socavar la convivencia y alimenta a los reaccionarios que nunca creyeron en la democracia.

Con todo, quisiera recordarles a los ciudadanos que, a pesar de las merecidas críticas, este mismo Congreso de los Diputados ha aprobado medidas que han salvado vidas, empresas y empleos. Que en este su Parlamento Nacional se han sacado adelante conquistas sociales y civiles que han hecho de nuestro país un país mejor. Que con nuestros aciertos y con nuestros errores, sus representantes públicos han, hemos, tratado de apoyar el inmenso esfuerzo que han hecho nuestros compatriotas para superar todas las adversidades. Y si se ha hecho es porque sus representantes públicos no viven de espaldas a la realidad, sino que conocen, conocemos, sus problemas. Porque tenemos familiares, amigos, conocidos, que padecen sus mismos sufrimientos y sus mismas angustias.

Quisiera recordar a los españoles que, pese al ruido y los altos decibelios de los debates parlamentarios, en esta misma Cámara se aprobaron estados de alarma que salvaron cientos de miles de vidas durante lo peor de la pandemia. Que se convalidaron reales decretos leyes para poner en marcha los créditos ICO, los ERTES, las ayudas directas a los autónomos, la política de protección social y el apoyo a nuestro sistema sanitario que protegieron y salvaron vidas, empleos y empresas. Que se han sacado adelante leyes que han reducido la precariedad laboral, leyes que han protegido suspensiones, leyes que han hecho posible un final digno de la vida. Leyes que han promovido la educación, la Formación Profesional de nuestros jóvenes. Leyes que han impulsado la igualdad entre hombres y mujeres. Leyes útiles para hacer frente al cambio climático, leyes para proteger a nuestra infancia, leyes para impulsar la cultura, leyes para amparar a los más vulnerables con la creación del ingreso mínimo vital. Leyes para reforzar nuestros servicios públicos y dar estabilidad a sus profesionales.

Y podría continuar y continuar enumerando avances aprobados conjuntamente entre el Ejecutivo y el Legislativo durante estos difíciles y complejos años, avances que si han traído a nuestro país ha sido dignidad. Dignidad. Haciendo de España un país mejor y más preparado frente a las adversidades. Quisiera, en este punto, agradecer también a los representantes de la sociedad civil que nos acompañan, a los agentes sociales, a los colectivos, a las ONG, a las organizaciones sectoriales, su voluntad para llegar a acuerdos, para pactar. Porque sobre esa voluntad se han cimentado muchas medidas del Gobierno y muchas leyes importantes.

La ley de pensiones o la ley laboral. Y algo semejante debe decirse de nuestro Estado autonómico y local. A nadie puede quedarle duda, después de la pandemia, de que la cogobernanza es un instrumento inmejorable para dar respuestas eficaces y equitativas a los problemas de la ciudadanía. El título VIII de nuestra Constitución funciona, y gracias a él vamos a poder trabajar de manera más eficaz y equitativa contra la despoblación de algunas zonas de nuestro país, devolviendo servicios básicos al mundo rural. Descentralizando algunos organismos de nueva creación, como es el Centro Nacional de Investigación y Almacenamiento de Energía en Cáceres o el Centro de Protección de Datos o de Procesos de Datos de la Seguridad Social en Soria.

Lo he dicho antes. El título VIII de nuestra Constitución funciona y con tesón y con diálogo vamos a continuar trabajando por el reencuentro entre catalanes y por reducir la brecha emocional que separa a aquellos catalanes que se quieren separar de España del resto de sus hermanos españoles. No hay tarea más noble en política que trabajar por la convivencia.

Quisiera, en fin, decirles a nuestros ciudadanos, que la democracia funciona. Que, pese a sus imperfecciones, a sus interminables y, a veces, muchas veces, por desgracia, broncos debates, la democracia es el instrumento más formidable de progreso y de cohesión de nuestras sociedades. Y, en este punto, quisiera agradecer a los grupos parlamentarios que apoyaron todos los avances que hemos logrado en estos años tan difíciles.

Señorías, en solo 20 meses, 26 meses, para ser más exactos, España ha recuperado el crecimiento económico y superado los niveles de empleo que tenía antes de que estallara la pandemia. Y ha logrado corregir íntegramente la desigualdad en ingresos salariales que esta provocó.

El futuro es incierto, es verdad. Atravesamos un área de turbulencias, es evidente. Debemos conocer los riesgos, afrontarlos con tesón, con esperanza, no con miedo. Las mismas calles que vimos desiertas en la pandemia rebosan hoy la alegría y la vitalidad que merecen y necesitan nuestros compatriotas.

Fíjense, cada vez que la sociedad se enfrenta a una dificultad o a una crisis, aparecen siempre los mismos: los traficantes del miedo, los profetas de la catástrofe. Sostienen que todo está mal, que el país se hunde. No analizan los problemas, sino que los distorsionan para extender el miedo y así mercadear con sus falsas soluciones.

Un gran presidente estadounidense, un gran reformista social, lo advirtió hace casi un siglo. Dijo, textualmente, lo siguiente: "Sólo debemos tener miedo al miedo". Los profetas del desastre sólo buscan sacar tajada del miedo social. Así que atendamos a la razón y a los hechos. Porque hoy en España hay más gente con empleo que en ningún momento de nuestra historia. Y, gracias a la reforma laboral, España ha batido su récord de contratos indefinidos: casi ocho de cada diez asalariados.

También tenemos un salario mínimo un 40% más alto del que hace diez años tenían nuestros trabajadores. El turismo, la producción industrial, la venta de viviendas… todos son sectores que muestran tendencias positivas. Y, en paralelo, a España están llegando ya casi los 80.000 millones de euros que hemos logrado de los fondos europeos, los fondos Next. Un dinero que nos está permitiendo modernizar nuestras industrias, mejorar la formación de nuestro capital humano y crear, a su vez, nuevos empleos.

Tenemos un grave problema de inflación, sin duda alguna, como el resto de Europa y el resto del mundo. Y esto no es un consuelo. Es una realidad a tener en cuenta para corregir el problema. Pero los fundamentos de España son sólidos: tenemos instituciones que funcionan; tenemos un tejido empresarial que funciona; tenemos profesionales que hacen su trabajo; contamos con una ciudadanía instruida, consciente de sus derechos y comprometida con sus obligaciones.

Por eso les pido a nuestros conciudadanos que no permitan que le roben la confianza. No duden de la capacidad de España para sobreponerse a esta prueba. Porque somos un país resistente, combativo, que se crece ante la adversidad y que saca lo mejor de sí mismo en las peores circunstancias. Cuando ha tenido que elegir, España siempre ha elegido avanzar. Y a pesar de las discordias y de las dudas, los españoles y españolas siempre encontramos la forma de superar las crisis y de mejorar en ellas.

Así hemos construido nuestra historia y así vamos a construir nuestro futuro. Nuestra democracia, nuestra economía, nuestro Estado del Bienestar, son mucho más fuertes que cualquier obstáculo que se oponga. Y nuestro proyecto europeo, sin duda alguna, es mucho más fuerte que la autocracia de Putin.

Tenemos el privilegio de vivir en uno de los países más desarrollados y preparados del mundo. En mi opinión, y pese a las carencias, tenemos la fortuna, la inmensa fortuna y privilegio de vivir en el mejor país del mundo. Podemos superar esta prueba, como hicimos frente a la Covid, y vamos a superarla.

Hemos de ser capaces de confiar en nuestras fuerzas. Hemos de sacudirnos el temor al miedo. Y, si lo hacemos, estoy seguro de que avanzaremos. Y cuando todo esto haya pasado, que pasará, España y Europa saldrán fortalecidas de esta prueba.

Gracias.