Colombia
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO EN LA CLAUSURA DEL ACTO "DIÁLOGO ENTRE GOBIERNO NACIONAL, SISTEMA INTEGRAL PARA LA PAZ, SOBRE PERSPECTIVA DE PAZ TOTAL Y LA IMPLEMENTACIÓN INTEGRAL DEL ACUERDO FINAL", EN BOGOTÁ
Muchísimas gracias a todos los miembros del Sistema Integral de Paz, a la propia Comisión, a algunos de ellos tuve ocasión de poder conocerlos hace ya unos años, en 2018, y, en fin, para mí el volver a reencontrarme con ustedes es un honor y un reconocimiento a la labor que han hecho durante todos estos años.
Miren cuando hace catorce años comenzó a construirse este edificio, más de dos mil personas trajeron tierra de sus lugares de origen para ayudar a levantarlo. Y la tierra propia, traída en las propias manos, y también memorias y voluntades de paz, hoy se encuentran encapsuladas en este hall, como hemos tenido ocasión de poder hacer con una madre. Porque este museo, este Centro Nacional de Memoria, Paz y Reconciliación, como ya lo fue el Cementerio Central de la ciudad de Bogotá ―sobre cuyos terrenos nos encontramos―, es la viva representación de que sin memoria colectiva ningún pueblo va a tener futuro.
En 2012 se fundó este lugar emblemático, símbolo de la construcción de la paz, de la verdad, de la reconciliación. Me recordaba la alcaldesa de Bogotá, que fue durante la administración del actual presidente Petro, cuando como alcalde de Bogotá, se puso en pie. Y, por tanto, es para mí y para el Gobierno de España un enorme honor, un enorme privilegio, estar precisamente hoy aquí.
Colombia acaba de estrenar el futuro donde la paz debe ser posible, será posible. Creo que el Gobierno de Petro y de Francia Márquez es un Gobierno que reconoce el dolor, el dolor provocado por la violencia y también el que provocaron tanto el olvido como la negación, como hemos escuchado en alguno de los testimonios. Es un Gobierno que sabe que para que un país no habite el silencio, pues hay que recoger las voces de todos y de todas, hay que ofrecer soluciones justas e inclusivas y hay que reconstruir la memoria histórica.
En esa paz hacia la que se dirige Colombia, que estoy convencido de que se va a lograr definitivamente, hay lugar para el dolor de todas las víctimas y hay, sin duda, lugar para la verdad. Y este Centro Nacional de Memoria, Paz y Reconciliación es la confirmación de que ese lugar existe.
Tanto mi Gobierno, el Gobierno de España, como yo personalmente, nos sentimos plenamente identificados con los valores, con los ideales y con los objetivos que este Centro representa. Compartimos el convencimiento de que la memoria es fundamental para que toda sociedad pueda considerarse plenamente democrática.
La memoria democrática no es otra cosa que mirar de frente al pasado, con plena transparencia, con plena voluntad de cerrar heridas y de reencontrarnos. Mirarlo de frente darle voz, para construir el futuro sobre unas bases sólidas de reconciliación, de justicia, de dignidad, como aquí se ha dicho, y de concordia. Porque esta es la única manera de no repetir los errores cruentos de nuestra historia.
En España, como bien sabéis, conocemos de primera mano lo que todo esto significa. Todavía hoy trabajamos para construir una memoria inclusiva que nos permita cerrar las heridas de la dictadura que asoló durante cuatro décadas nuestro país. Aquel tiempo de oscuridad aún no ha cicatrizado. Precisamente hace pocos días se cumplía el 86 aniversario del asesinato de Federico García Lorca, cuyos restos aún no han sido encontrados. El poeta, pues representa a los miles de desaparecidos que hay en España, víctimas de la guerra civil, de la represión franquista, enterrados en fosas a lo largo de todo nuestro territorio y que merecen una digna sepultura.
Tenemos, por tanto, mucha tarea por delante. El Gobierno de España ha impulsado la aprobación de una Ley de Memoria Democrática, que se inspira en los mismos principios que vemos hoy aquí: en los principios de dar la centralidad a las víctimas, políticas públicas de verdad, de justicia, de reparación, y el principio de la no reiteración.
La memoria colectiva implica una reflexión viva, también comunitaria. El conflicto armado ha de estudiarse en las escuelas, debe discutirse en las universidades, interpretarse en los teatros, recordarse en los museos. Y el dolor de ese conflicto debe expresarse a través de las artes. Porque la memoria es también cultura.
Quisiera aprovechar, en ese sentido, esta oportunidad para hacer un reconocimiento a todas las instituciones que conforman el sistema nacional de verdad, de justicia, de reparación y el principio de no reiteración aquí en Colombia. La labor que les encomendó el Acuerdo Final es valiente, fue absolutamente necesaria. Es una referencia, no solamente para la sociedad colombiana, para la América Latina y el Caribe, es una referencia para el mundo entero y una contribución fundamental para algo que ha dicho el doctor, y es la justicia transicional internacional.
Miren, a principios del mes de julio, mi Gobierno tuvo ocasión de recibir en Madrid el informe de la Comisión de la Verdad. Casi 500.000 personas asesinadas, cerca de 8 millones de víctimas en total en Colombia. Decirlo así suena frío, son 500.000 personas asesinadas, cerca de 8 millones de víctimas en total en Colombia. Este dolor, esta tragedia, no puede normalizarse, no puede callarse, no puede, no debe olvidarse. Es un trabajo de una trascendencia y de una profundidad encomiables. El análisis de las causas, las dinámicas del conflicto, es exhaustivo. Y desde aquí, en consecuencia, felicito a los comisionados y comisionadas que lo han hecho posible.
La Jurisdicción Especial para la Paz tiene una difícil tarea, que es la tarea de impartir justicia. Y lo está haciendo de forma, yo diría que vanguardista, tomando como referencia algo que se dicho que es la justicia restaurativa. Y en ese sentido quiero reconocer muy especialmente la labor de la Unidad de Búsqueda de las Personas dadas por Desaparecidas, porque el silencio que dejan nuestros desaparecidos y desaparecidas, todas esas preguntas que se quedan sin respuesta, es un clamor que oscurece cualquier posibilidad de libertad, de democracia y, en consecuencia, de vida.
Colombia ha puesto a las víctimas en el centro del proceso, por eso quiero reconocerlo y aplaudirlo. Ha decidido, Colombia, dignificar su historia y su verdad, construyendo la memoria que dará lugar, sin duda alguna, más pronto que tarde, a la paz. Y rindo en consecuencia, hoy, homenaje, en nombre del pueblo español, a todas ellas, a su entereza y a su valentía.
El Gobierno de Colombia tiene la intención de romper de una vez por todas con el ciclo de violencia en Colombia y en ese empeño, lo único que puedo decir como Presidente del Gobierno de España es que España va a estar siempre de vuestro lado. Apoyaremos a Colombia tanto en la implementación del Acuerdo Final como en las negociaciones que el nuevo Gobierno decida entablar con los grupos armados que quieran abandonar definitivamente la violencia.
Porque, como bien dice la Vicepresidenta Francia Márquez, vivir sabroso es vivir sin miedo. Y España está firmemente comprometida con el momento de esperanza que recién inaugura Colombia. Porque en definitiva lo que ansiamos todos es un futuro común, donde la memoria arroje luz allí donde antes solo hubo sombras.
Así que enhorabuena y muchas gracias.