Madrid
Buenos días. En primer lugar, me vais a permitir que dé las gracias a la vicepresidenta de la Comisión Europea por estar hoy aquí con nosotros en este acto tan importante. También el presidente del Senado, Ander Gil. La presidenta del Congreso de los Diputados se ha tenido que marchar. Vicepresidenta Yolanda, vicepresidenta Teresa. A los jóvenes que nos acompañáis a ambos lados de este maravilloso espacio cultural de reflexión y, sin duda alguna, también a los protagonistas, al menos desde el punto de vista del instrumento que se creó en la Oficina Nacional de Prospectiva, a Diego Rubio y a todo el equipo, por el extraordinario trabajo que han hecho a lo largo de estos meses de diálogos nacionales, que hemos impulsado en todos y cada uno de los territorios de nuestro país.
Quiero también agradecer, sin duda alguna, el testimonio coordinado por un extraordinario periodista en nuestro país, como es Iñaki Gabilondo y, por supuesto, también al secretario general de la Unión General de Trabajadores su presencia aquí, agradecérsela también, y el testimonio de los jóvenes, no solamente de edad, sino de espíritu. Creo que es muy importante también por lo que nos habéis inspirado y la elocuencia también de vuestras palabras con vuestros testimonios. Yo creo que es muy importante reivindicar no solamente la juventud en edad, sino también de espíritu, de visión, de horizonte que nos habéis trasladado con vuestras palabras. Y con ello también hacerlo extensivo a todas aquellas personas de vuestra edad, pero también de otras muchas edades, que sin ser jóvenes de edad, si lo son de espíritu y que han aportado desde su perspectiva, para enriquecer el documento que hoy estamos presentando, que es, al fin y al cabo, lo que nos convoca hoy aquí.
Yo quisiera, en primer lugar, si me permitís, porque, como presidente del Gobierno, pues hay algunas cuestiones que la actualidad también nos demanda el al menos posicionarse públicamente. Y me gustaría que las primeras palabras fuesen dirigidas a todas aquellas personas que están sufriendo las terribles consecuencias de la borrasca Barra en el norte de España, en todos y cada uno de los territorios. Y también las condolencias que desde el Gobierno de España queremos manifestar a los familiares, a los amigos, de las dos personas fallecidas.
Quiero también agradecer una vez más - porque, por desgracia, ya empieza a ser una cosa habitual - y como consecuencia también de esa emergencia climática que a la Península Ibérica tiene en uno de sus epicentros; os quiero agradecer también a los servicios de Protección Civil, a los servicios de emergencia, la tarea que están desarrollando sobre el territorio, sobre el terreno, y hacer un llamamiento al conjunto de la ciudadanía de esos territorios, a la prudencia. Y, en este sentido, si quisiera también trasladar que esta misma semana el Gobierno de España, como corresponde, va a declarar la zona como gravemente afectada por una emergencia de protección civil, que es como técnicamente se está calificando hoy a las zonas afectadas por catástrofes naturales, como es en términos coloquiales conocido por parte del conjunto de la ciudadanía española.
Quizá podría parecer, pues, que en tiempos de incertidumbre y de cambios acelerados, como estamos viviendo, sobre todo como consecuencia de esta pandemia, pensar que el futuro pues es una suerte de lujo irresponsable, el que pudiéramos pensar en él y el dedicar un tiempo de nuestra acción política a ello. Yo creo que, sin embargo, es todo lo contrario. Yo creo que lo irresponsable es hacer política donde se es prisionero del ahora, de lo urgente. Sin duda alguna importante, pero insuficiente.
Creo que despreocuparse del mañana es algo que solamente se pueden permitir unos pocos, generalmente a costa de muchos, y son aquellos precisamente que más recursos tienen y que, por tanto, menos necesitan de la política para garantizar su estabilidad, su progreso y su bienestar. Yo creo que lo verdaderamente sensato, lo verdaderamente sensato, en mi opinión, es sin duda alguna centrarse en la política inmediata, pero no olvidarse de aquellas cuestiones que no suelen aparecer en los titulares, en las conversaciones públicas de los medios de comunicación, pero que están ahí, que proyectan una sombra de largo alcance e influyen enormemente en nuestras vidas, y no solamente en las presentes, sino las futuras.
Hemos hablado de la pandemia cada día de estos veinte largos meses de pandemia. Hemos hablado cada día de la pandemia, de las consecuencias que ha tenido sobre nuestra vida a día, sobre nuestras relaciones afectivas, ya no hablo solamente de las económicas, de las sociales, sino también de nuestra forma de relacionarnos, hasta incluso con los seres queridos.
Estamos hablando también de la emergencia climática. Hace muy pocos segundos acabo de referirme a las inundaciones como consecuencia de la borrasca en determinados territorios del norte de nuestro país, por tanto, la crisis de la emergencia climática. Quiero recordar, por cierto, que este Gobierno la primera decisión que tomó en su Consejo de Ministros (dentro de muy pocas semanas vamos a celebrar el aniversario, el ecuador de la legislatura), la primera decisión que tomamos fue precisamente declarar la emergencia climática en nuestro país.
O también la crisis energética que inunda en muchas ocasiones las conversaciones en los medios de comunicación, derivada del alza de los precios de la energía, del alza de los precios de la luz.
En definitiva, todas estas crisis, todas estas emergencias, no pueden servir de excusa para no pensar en el futuro con ánimo de transformarlo.
Yo quiero que esto quede en la retina, sobre todo de la gente más joven, que para este Gobierno esta pandemia no ha servido como excusa para aparcar muchas de las transformaciones que inevitablemente nuestro país tiene que abordar, si quiere ganar su futuro, sino que ha sido un acicate precisamente para poder acelerar esas transformaciones y esas reformas que necesita nuestro país para poder ganar ese futuro.
Por tanto, es al revés. Constituyen todas estas emergencias, todos estos debates, razones de peso para, digamos, pensar en el futuro y poder diseñar un futuro mucho más próspero e inclusivo para el conjunto de las generaciones que estamos aquí presentes. Entre otras cosas porque muchos de los retos que afrontamos, no se os olvida que son fruto de muchas de las incapacidades que tuvimos en el pasado para poder trabajar en el medio y en el largo plazo. Yo siempre digo que siempre me ha resultado llamativo que esta haya sido la primera legislatura en la que se ha aprobado - ¿verdad, Teresa, vicepresidenta? - una ley de cambio climático, cuando llevamos hablando décadas sobre el cambio climático. ¿Cómo es posible que en nuestro país solamente hace escasos meses se haya podido aprobar una ley de cambio climático, y no haberlo hecho hace cuatro o cinco, seis, siete años? Es indudable que no hemos pensado, no hemos trabajado, hace años en ese futuro, y ya efectivamente nos arrastra y nos está complicando mucho las cosas.
Y, en ese sentido, mi intención como presidente del Gobierno - y quiero hablar en este ámbito, al menos en representación del Gobierno de coalición de todos y cada uno de los ministros y ministras del Gobierno de España -, lo que hemos querido hacer es frente a lo urgente, a la vez que trabajamos para transformar el futuro. La mirada, por tanto, tiene que ser una mirada de largo alcance. Y, si me permiten, además, sobre todo, hacerla de manera mucho más particular e intensa, cuando la adversidad de una pandemia nos azota como nos ha azotado durante estos más de veinte meses largos de pandemia.
Mirad, gracias a esa mirada de largo alcance y a esa urgencia para solucionar lo inmediato, creo que hoy podemos sentirnos razonablemente orgullosos de cosas que está logrando nuestro país. Es verdad que somos un país muy poco dado a hablar bien de nosotros mismos. Probablemente hablamos mejor de nosotros mismos cuando salimos fuera de España que cuando estamos en España. Esto no deja de ser curioso y particular en nuestro país.
Pero se me ocurren muchos ejemplos para visualizar esta doble mirada de lo inmediato y de lo urgente. Y me gustaría señalar tres fundamentales, tres fundamentales en donde yo creo que España puede sentirse razonablemente satisfecha, y no quiero caer en ningún tipo de autocomplacencia.
Lo primero es la vacunación. Hemos sido líderes en vacunación nacional. Somos líderes también en vacunación solidaria. Casi el 90% de nuestra población diana, es decir, aquellas generaciones por encima de los 12 años, ya está vacunado con la pauta completa. Ocupamos el quinto lugar del mundo con más de 40 millones de vacunas donadas a través de un mecanismo multilateral, que es el mecanismo COVAX, que se puso en marcha por parte del sistema de las Naciones Unidas para conseguir ese objetivo necesario, mandatado por el G20 también, y es que la población mundial, en un porcentaje del 70%a mediados del próximo año, esté vacunada.
Y, fijaos, esa donación no la hemos hecho cuando ya alcanzamos ese 70% de vacunación en nuestra población; empezamos a hacerla hasta incluso antes de llegar al 50% de nuestra población vacunada. Y esto dice mucho de la de la solidaridad del Gobierno, de la sociedad española, porque no hubo contestación. No se puso en cuestión que el Gobierno de España donara esas dosis cuando todavía no habíamos llegado ni al 50% de nuestra población vacunada. Y esto creo que dice mucho y muy bueno de nuestro país, de nuestra sociedad.
Esta misma semana, como bien sabéis, estamos hoy recibiendo las vacunas para los niños y niñas, los hermanos pequeños de las generaciones que aquí nos acompañáis, de 5 a 11 años. Y yo estoy convencido también de que va a ser un nuevo éxito y una inspiración, no solamente para nuestra sociedad, sino también para el conjunto de la sociedad en cualquiera de su de sus geografías.
Junto con la vacunación a mí me gustaría también trasladar que España es el primer país de la Unión Europea, querida vicepresidenta, que recibe una transferencia de diez mil millones de euros de esos fondos europeos de los fondos Next Generation European Union. Y esto debe también reflexionar o hacernos reflexionar de por qué hemos sido capaces de lograrlo, por qué somos el primer país en recibir esos 10 mil millones de euros. Probablemente haya gente que piense bueno, es verdad que somos uno de los países que más recursos vamos a recibir (antes se ha dicho por parte de alguna de las de los jóvenes que nos hayan acompañado y es evidente que tendremos que ser de los primeros), pero no es cierto. El hecho es que la Comisión Europea acordó con el Gobierno en España una serie de hitos, de transformaciones, de reformas que tienen que ver, por ejemplo, con la Ley de Cambio Climático, que tiene que ver con la Ley de Formación Profesional, con la Ley de Educación, con algunos hitos que estamos haciendo en el mercado laboral. Bueno, pues todo eso hizo que España cumpliera sus compromisos con la Comisión Europea y, por tanto, que la Comisión Europea cumpliera con España. Hemos logrado, en un corto espacio de tiempo, abordar 52 hitos y objetivos relacionados con medidas ya aprobadas por el Gobierno en su Consejo de Ministros. Se trata, como he dicho antes, de reformas tan importantes como la Ley de Cambio Climático, como la Ley de Educación, como la Ley de Estabilización o del Empleo Público (este debate sobre los famosos interinos que habréis visto los jóvenes en los medios de comunicación), como los Reales Decretos sobre el teletrabajo, sobre la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
En definitiva, un compendio de reformas, de transformaciones, que estamos haciendo en un tiempo récord, que lo que han hecho ha sido, bueno, pues el reconocimiento, han implicado el reconocimiento por parte de la Comisión Europea para ser el primer país, como he dicho antes, de la Unión Europea en recibir esos diez mil millones de euros.
Y en tercer lugar, creo que también hay motivos para celebrar el que España hoy cuente con 20 millones de personas ocupadas, según la Encuesta de Población Activa, que, como sabéis, los más jóvenes, pues es una estadística que pone en marcha el Instituto Nacional de Estadística, tras nueve meses consecutivos reduciendo las cifras del paro, y en medio de una emergencia sanitaria, económica y social como la que hemos vivido, donde hemos tenido los momentos más complicados a más de 3.600.000 trabajadores y trabajadoras en mecanismos de protección como los ERTEs o a la práctica mitad de aquellos trabajadores y trabajadoras autónomos que cotizan en el RETA, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, protegidos con prestaciones, como consecuencia de los confinamientos que tuvimos que poner en marcha para poder hacer frente al virus.
Nunca desde 2008 hubo más de 20 millones de personas ocupadas en España como hoy tenemos, y eso también dice mucho de nuestra sociedad. Dice mucho de la capacidad que tenemos, no solamente de resistencia, sino también de levantarnos de un golpe tan duro como ha representado también la pandemia y avanzar en la recuperación económica y en la creación de empleo.
Es decir, lo que me gustaría sintetizar con todos estos tres logros es que hemos encarado con valentía y yo creo que también con eficacia desde el punto de vista social, los problemas que acucian a los españoles y a las españolas. Pero el deber del Gobierno de España es hacer mucho más que eso. Desde luego, el Gobierno de España tiene que hacer frente a lo urgente, pero sobre todo tenemos que hacer frente a lo importante. Lo importante es trabajar a fondo para un mañana diferente al que muchos jóvenes, por desgracia, hoy tienen en mente.
Un buen gobierno debe pensar no solamente, como decía un primer ministro afamado británico, en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones. Y creo que esta frase, que se ha utilizado mucho desde el punto de vista político, hoy tiene más relevancia que nunca y hoy es más verdad que nunca.
Yo estoy convencido de que la ciudadanía espera que sus presidentes y presidentas, sus alcaldes y alcaldesas gestionen el día a día, a la vez que preparan al país para el mundo que viene. Y no es solo lo que hay que hacer, es además imaginar lo que debemos hacer y ponerlo, como decía antes Iñaki Gabilondo, en marcha. Y esto es lo que el Gobierno de España humildemente está haciendo desde que tuvimos el inmenso honor de representar a los españoles desde el Poder Ejecutivo.
De ese modo y con esa voluntad, nació en esta Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia España 2050. Yo creo que esto también es importante ponerlo en valor, porque las cosas no suceden por casualidad, sino también porque hay una voluntad política detrás y un compromiso político detrás con ese futuro.
Esta segunda fase de trabajos es la que clausuramos hoy. Los Estados y los organismos internacionales más avanzados del mundo, y no solamente desde el plano público, sino también desde el plano privado, cuentan con oficinas de este tipo, oficinas de prospectiva, similares a las que nosotros pusimos en marcha hace ya casi dos años, encargadas de estudiar precisamente las oportunidades y los desafíos que traerá ese mañana. Y cada vez más, los gobiernos suscriben estrategias de largo plazo, como es, por ejemplo, la Agenda 2030, que en fin, que también marca que en buena medida el quehacer del Gobierno de España o el Plan Europeo de Descarbonización a 2050, como antes se ha referido por parte de algunas de las colegas que aquí han hablado de la importancia de hacer frente a la emergencia climática.
Y me gusta más el término justicia climática, porque efectivamente, la transición ecológica se va a dar, se va a dar, pero lo importante es que esa transición ecológica se dé bajo la perspectiva de las premisas de la justicia, de la justicia social, de la justicia intergeneracional y también de la justicia territorial.
Fijaos, si me permitís que os tutee, países como Finlandia, que siempre los tenemos como los grandes paradigmas, los países escandinavos, de las buenas cosas que hay que hacer, pues han incorporado a su sistema educativo el desarrollo de las "future skills", que la UNESCO precisamente define como aquellas habilidades que permiten a las personas imaginar futuros posibles.
Bueno, yo creo que cuando comenzó la legislatura, España tenía importantes carencias, tiene también importantes carencias en el presente, que todos éramos muy conscientes, pero había una que, a nuestro juicio, o al menos a mi juicio, era fundamental y de la que se hablaba muy poco y me gustaría compartir con todos vosotros y vosotras, y es la ausencia de una visión de futuro. La ausencia de un plan que ambicionara algo más que recuperar los niveles de empleo o de PIB que teníamos antes de 2008 o antes de la eclosión de la pandemia.
España vivía en una suerte de presente permanente. El debate político rara vez iba más allá de la coyuntura, que sin duda alguna, insisto, es muy importante, porque la coyuntura también define nuestro futuro más inmediato. Y cuando lo hacía, cuando hablábamos precisamente de ese futuro, pues solía hacerlo para recordar con una cierta nostalgia, un pasado al que algunos tristemente quieren regresar. Las sociedades progresan cuando miran hacia adelante, sin duda alguna, cuando aprendemos de nuestro pasado y reivindicamos lo mejor de nuestra historia. Pero tenemos que mirar hacia adelante.
Los españoles y las españolas protagonizamos sin duda alguna un periodo exitoso con la transición hacia nuestra democracia, la Constitución española, que perteneció a muchísimas generaciones, a ideas políticas, a circunstancias socioeconómicas muy distintas entre sí. Pero había algo que las unía a todas esas generaciones entonces, y era el sueño de una España democrática, de una España pacífica, de una España plenamente integrada a la comunidad internacional y siendo una actriz fundamental del devenir de la construcción europea.
Bueno, ese sueño, ese sueño perdón compartido, cohesionó a muchas generaciones, cohesionó a todo un país, al país de nuestros padres y de nuestros abuelos también. En mi caso yo era pequeño entonces, era joven entonces, pues veíamos ese país con muchísima ilusión, con muchísima esperanza.
En definitiva, se aunaron esfuerzos a pesar de las diferencias y progresaron a una velocidad vertiginosa que en muchos aspectos resultó modélica a nivel global. Cuando hablamos algunas veces de la transición democrática en España fuera de nuestro país, hay mucha gente que la ve como uno de los principales éxitos y es un motivo de orgullo, lógicamente, para el conjunto de la sociedad española.
Pero volvemos a estar en un punto de inflexión. Antes ha habido alguna de vosotras que lo ha dicho, durante estos próximos cinco años, yo diría estos los próximos diez años, se va a definir en buena medida lo que va a ocurrir en nuestro país y en Europa durante los próximos 50 años. Lo que no hagamos en estos diez años difícilmente lo vamos a poder hacer durante las próximas décadas.
Por eso es importante ser conscientes de que los españoles y las españolas de hoy necesitamos construir una nueva visión, una nueva visión, un nuevo proyecto de país que tiene que ser moderno, que tiene que ser consensuado y que nos permita garantizar derechos y libertades, a la vez que alcanzamos nuevas cotas de prosperidad económica y bienestar social, aprovechando las tendencias estructurales que la digitalización o que la transición ecológica nos marcan.
Y en ese sentido, yo quisiera también compartir con todos vosotros y vosotras, que sin duda alguna uno de los principales objetivos del Gobierno de España es construir esa nueva visión de nuestro país y hacerlo cumpliendo tres criterios fundamentales que me parece muy relevante compartir con vosotros.
El primero de ellos es que esta nueva visión tiene que contar con un rigor científico, y en este sentido quiero reconocerle tanto a Diego como a todo su equipo desde la Oficina Nacional de Prospectiva, que se ha logrado. Que esto no es algo que, en fin, que no cuenta con un soporte intelectual, sino que lo cuenta, que tiene rigor científico, que construir esta nueva visión de país no consiste en prometer o inventar falsos futuros. Porque el futuro que viene es un futuro que va a exigir lo mejor de nosotros mismos. Es un futuro también difícil, pero por ello apasionante. Y tenemos que ser conscientes de que contamos con las herramientas y con los instrumentos para poder definir un futuro, un futuro de verdad, no prometer o inventar falsos futuros, sino pensar qué futuro de entre todos los posibles elegimos para España. Y esto es lo que creo que proponemos con la presentación de los informes vinculados con la España 2050.
Junto con ese rigor científico, lo que es evidente es que no podemos caer en esta suerte de trampa del intelectual que desde una torre de marfil le dice a los ciudadanos qué es lo que deben hacer. Es todo lo contrario. Creo que tenemos que reconocer esa pluralidad social. España es, afortunadamente, hoy una democracia abierta. El futuro es patrimonio de todos y de todas, y por eso todos los ciudadanos y ciudadanas deben poder participar en su formulación. Y cuando digo todos, digo todos. Todos y todas, sin ningún tipo de exclusión ni de orientación política, ideológica, ni de ninguna cuestión que tenga que ver con eliminar la capacidad que tenemos de poder participar en el diseño de nuestro futuro.
Y precisamente por ello, el tercer criterio que incorporamos en la definición de esta estrategia era el de contar y dar protagonismo a la gente más joven y que ellos y ellas, es decir, vosotros y vosotras, a quienes más pertenece el futuro que nos proponemos construir participéis de manera activa.
Y en base a estos tres principios metodológicos, insisto, el rigor científico, la pluralidad social y también el dar un mayor protagonismo a la gente joven, pues creamos la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, siguiendo el ejemplo de los países más avanzados del mundo, y fuimos además cofundadores de la Red Europea de Prospectiva que impulsó el vicepresidente de la Comisión, Maroš Šefčovič, en marzo de 2020. Como sabéis, y aquí se ha referido, además, en el vídeo, pusimos en marcha el proyecto España 2050.
Catorce meses después estamos presentando los primeros resultados: un estudio elaborado-y quiero además en esto ser muy específico, muy concreto, porque me parece muy importante-no son números, no son cifras, son voluntades, es inteligencia, es tiempo que han compartido precisamente con todos nosotros y nosotras.
Bueno, pues os decía, ha sido un estudio elaborado por más de 100 investigadores e investigadoras de reconocido prestigio de diversas sensibilidades políticas -quiero volver a subrayarlo esto: aquí están representadas todas las sensibilidades políticas- en el que se recogen las principales evidencias científicas que tenemos sobre los desafíos y las oportunidades que debemos afrontar como país en el mundo.
En definitiva, España 2050 suscitó un interés inmenso y lo hizo dentro y fuera de nuestras fronteras. Al principio -recuerdo, además, con Diego, lo hicimos en el Museo Reina Sofía, la presentación en sociedad de esta España 2050- se nos decía: "Bueno, ¿pero qué hace el Gobierno de España hablando del año 2050? ¿Qué pasa con el año 2021?". Pues efectivamente, estamos en el año 2021, pero también estamos viendo qué podemos hacer para que ese 2050 sea mucho mejor para las generaciones que hoy están sufriendo precisamente esa falta de oportunidades y esas dudas sobre el futuro.
Bueno, por tanto, España 2050 suscitó un interés inmenso dentro y fuera de nuestras fronteras.
El proyecto, fijaos, logró el reconocimiento generalizado de la academia (que no es fácil, como es evidente); también de una parte importante de la sociedad civil y también del mundo empresarial; fue señalado por países hermanos en la América Latina como un referente; caracterizado como un modelo a seguir en Europa (así lo calificó la Comisión Europea). Y, en definitiva, España 2050 ayudó a que entre todos reflexionáramos un poco más sobre el futuro de nuestro país y, por tanto, a cohesionar el pensamiento de todo el Gobierno de España.
Contribuyó, amigos y amigas, a alinear los planes estratégicos de los ministerios, a proyectar más allá del año 2023, que es el año marcado para las próximas elecciones generales, el plan de recuperación, transformación y resiliencia, que es el vehículo a partir del cual se explica la recepción de los fondos europeos.
Y aquel trabajo, quiero decirlo, era solo el cimiento de algo que creo que tiene que ser mucho más grande. Es decir, el debate y el reto que tenemos ahora es todo lo que hemos logrado consensuar, compilar…Bueno, ¿qué traducción va a tener? ¿En qué lo vamos a convertir? Por eso, el mismo día que lo presentamos, pues anunciamos que pondríamos en marcha un gran diálogo nacional, que es precisamente el que hoy estamos cerrando, que abriría las puertas del proyecto a todos los territorios, a todas las instituciones, a todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país. Y así ha sido. Fijaos, en los últimos seis meses (porque ha sido trabajo súper intenso) nos hemos reunido y hemos trabajado con más de 250 entidades de todo el país, desde grandes empresas que cotizan en el Ibex a pequeñas y medianas empresas o a trabajadores autónomos que están en el territorio, desde grandes ONG a asociaciones de agricultores y ganaderos.
Y al mismo tiempo lo que hemos hecho ha sido celebrar estos Diálogos sobre el Futuro que hoy clausuramos y hacerlo, además, en coordinación con -como bien decía la vicepresidenta de la Comisión Europea-, con esa gran Conferencia sobre el Futuro de Europa, que es tan importante también para nuestro país, impulsando junto con las instituciones comunitarias, el llevar esa reflexión estratégica más allá de Madrid y llevarlo a todos y cada uno de los territorios de nuestro país.
Fijaos, hemos recorrido las 17 comunidades autónomas, hemos celebrado 100 mesas redondas, 37 talleres, multitud de reuniones en los que han participado 25.000 ciudadanos y ciudadanas de forma presencial o remota. Es decir, la participación que ha habido en torno a lo que hoy estamos presentando ha sido formidable y yo quiero reconocerlo porque no ha sido desde el punto de vista -verdad, ¿Diego? -, hasta incluso de la infraestructura, pues nada sencillo.
Y este logro, quiero decirlo, no es un logro del Gobierno de España, es un logro del conjunto del país.
Fijaos, los diálogos sobre el futuro han supuesto el ejercicio de reflexión prospectiva más amplio y más ambicioso jamás llevado a cabo en la Unión Europea. Y esto no lo digo yo, lo dicen también las propias instituciones comunitarias.
Y por eso me gustaría transmitir mi más sincero agradecimiento a las 74 instituciones coorganizadoras, a los partidos políticos que han tenido la altura de Estado de participar, y muy especialmente a todos los presidentes y presidentas autonómicos de todos los signos políticos y también muchísimos alcaldes y alcaldesas que nos han acompañado en esta aventura. Concejales, concejalas, formaciones de todo tipo que han contribuido con su trabajo, con sus ideas, con su presencia, con su experiencia, en definitiva, pues a esta gran reflexión nacional a la que hoy estamos todos convocados. Porque al final, yo creo que todos lo que hemos entendido es que éste no era un proyecto partidista. Hablar del futuro no puede ser patrimonio de un solo partido político, es el patrimonio de todos, porque representa, en definitiva, el germen de un gran proyecto de país.
Y creo que esto habla muy bien de nuestro país. Y habla también muy bien de la importancia -que aquí se ha hecho- de la reivindicación de la mejor de las políticas. Pues esto es hacer política de la buena, política en el sentido genuino de la palabra y, por tanto, de su poder transformador. Y yo esto también reivindicarlo, porque nos recuerda que no todo es crispación, que no todo es discrepancia, que también hay espacios que tenemos que cuidar, que tenemos que abonar, y hasta incluso también que ensanchar, de entendimiento, de colaboración y de cooperación.
Los diálogos, pues, nos han ayudado a muchas cosas. A mi juicio, yo creo que lo más importante es que nos han ayudado a fomentar el pensamiento crítico sobre nuestro futuro entre nuestra ciudadanía, y nos han permitido recabar, de hecho, tengo que reconocéroslo, numerosas ideas, propuestas de las cuales yo he aprendido (leyendo los documentos, siguiendo muchas de estas conferencias, …). Propuestas también que la Unión Europea va a emplear para orientar las políticas comunitarias de los próximos años.
Es decir, esto no solamente es un ejercicio de abstracción, sino que va a tener una concreción ejecutiva en muchas políticas públicas a nivel europeo y a nivel también de nuestro país, y que nosotros vamos a usar, por tanto, para seguir ampliando este proyecto modernizador que queremos para España con la presentación de esta estrategia basada en dichos diálogos a lo largo del año 2022.
El objetivo, amigos y amigas, es lograr que quienes vivimos en España seamos capaces de mirar al futuro de una forma distinta a la que acostumbramos a mirar nuestro presente. Fijándonos, en definitiva, más en lo que nos une que lo que nos separa. Con mayor audacia y, por tanto, con mayor optimismo. Y, si me apuráis, también con mayor compromiso.
Porque hay quienes nos quieren hacer creer que Europa está amenazada por muchísimos problemas, graves riesgos. Se identifica la inmigración, por ejemplo, como una fuente de riesgo, cuando precisamente la inmigración es también la solución de muchos de los desafíos que tenemos por delante. O también la tecnología, o también la pérdida de valores tradicionales, o, como he dicho antes, la emergencia climática.
Necesitamos alejarnos de todo ese oscurantismo, porque el mayor peligro al que se enfrenta Europa y por tanto España, es realmente el miedo al futuro.
Fijaos, hay un dato que a mí me parece muy elocuente: el 67% de los europeos cree que sus países van en la mala dirección y el 78% considera que los jóvenes de hoy no tendrán una vida mejor que sus padres y madres. Estos son datos rotundos, son datos inapelables. Y esa falta de confianza en el porvenir es el verdadero enemigo a batir.
La Historia, si nos ha enseñado algo, es precisamente que el pesimismo no nos hace más exigentes, ni más trabajadores. Al contrario, los estudios, lo que demuestran es que ese pesimismo daña el crecimiento económico, reduce la capacidad de las empresas para innovar, para transformarse, produce ansiedad social y hace que las personas desconecten de la actividad política y de la participación cívica y, por tanto, se reduzca ese compromiso necesario con la política y, por lo tanto, con la transformación y el progreso de nuestras sociedades.
Por eso creo que debemos combatir el pesimismo por una doble vida.
En primer lugar, debemos reconocer y valorar los enormes avances logrados durante estas últimas décadas, de las grandes fortalezas de nuestros países, de la enorme fortuna que tenemos de haber nacido y de vivir en Europa. De haber nacido y de vivir en Europa.
Y, por otro lado, tenemos que lograr que sea el conjunto de la sociedad, y no solo unos pocos privilegiados, quienes se beneficien del progreso que viviremos durante las próximas décadas.
Por ello, a mi juicio, es fundamental, entre otras cosas, que toda la sociedad participe en el diseño de ese futuro, que las inquietudes y los deseos y las demandas legítimas de todos los ciudadanos y ciudadanas sean tenidos en cuenta. Y ese ha sido el principal objetivo -el objetivo primordial, yo diría-, de los Diálogos sobre el Futuro.
Yo estoy convencido -y ya con esto concluyo- de que vosotros y vosotras, los jóvenes de hoy, tendréis vidas muy satisfactorias. A mí no me cabe duda. Muy satisfactorias, más prósperas, mucho más libres de las que tuvieron nuestros padres y nuestros abuelos. Mi abuelo nació en un pequeño pueblo de Ciudad Real. No supo leer ni escribir. Murió sin saber leer ni escribir. Ésa es la realidad del país del que venimos.
Y por eso estoy convencido de ello. No solo porque confío en el trabajo que están haciendo los ministerios, las instituciones públicas, las autonomías, los ayuntamientos para modernizar y transformar nuestro país. Sé que viviréis mejor que vuestros padres y que vuestras madres, porque creemos en vosotros y en vosotras, porque tenéis formación, porque tenéis valores y porque tenéis oportunidades mejores y mayores que las que tuvieron las generaciones anteriores. Y no tengo ninguna duda de que con ese bagaje acabaréis construyendo un país aún mejor del que nosotros os estamos negando.
Por eso os animo a que tengáis fe en el futuro de España, a que tengáis fe en el futuro de Europa. Os animo a que confiéis en vuestras instituciones, en vuestros gobiernos, a que nos hagáis mejor con vuestras críticas, con vuestras aportaciones, con vuestras demandas, con vuestras manifestaciones. Y que la Ciencia, todos los parámetros que explican los progresos o el progreso de las sociedades en el siglo XXI, salgan fortalecidas de este embate.
Porque sinceramente, amigos y amigas- y ya con esto concluyo- el futuro está en vuestras manos, y el futuro siempre empieza hoy.
Así que muchísimas gracias a los jóvenes que nos habéis acompañado. Muchísimas gracias a todas las autoridades aquí presentes y, de nuevo, gracias a la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia por el esfuerzo y los Diálogos nacionales que habéis liderado.
Proseguimos en el camino. Seguro que vamos a hacer cosas muy importantes durante los próximos meses, y a eso animo también a los jóvenes, a seguir participando.
Gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)