Santiago de Compostela
Señor presidente de la Xunta de Galicia, excelentísimas e ilustrísimas autoridades, excelentísimo señor presidente de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, queridos amigos, señoras y señores,
Cuando Juan Fernández Latorre comenzó su actividad periodística y, poco después, dio sus primeros pasos en una carrera política que culminó con popularidad y con prestigio, lejos estaba de imaginar que los ideales de libertad, democracia y prosperidad que le animaron a fundar "La Voz de Galicia" alcanzarían la trayectoria que hoy podemos contemplar.
Más de un siglo de historia de Galicia, desde 1882, es inexplicable sin "La Voz", la cabecera periodística líder en esta tierra y referente inexcusable en España de un periodismo de responsabilidad, ponderación y claridad.
"La Voz de Galicia" es toda una institución de la sociedad gallega; una sociedad a la que sirve desde un periodismo bien hecho, un periodismo que día a día amplía los límites de la libertad, porque permite el ejercicio real de la ciudadanía a través de sus páginas.
No contento con toda esta tarea, el grupo de "La Voz de Galicia", a través de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, ha extendido sus actividades a la creación de programas de educación ambiental y de prensa-escuela en centros docentes, y, entre otras iniciativas, a la fundación de un museo de fondos periodísticos o de una escuela de formación de medios.
Todo ello hace de "La Voz de Galicia" un claro ejemplo de responsabilidad social empresarial que quiero destacar públicamente.
Señoras y señores, queridos amigos,
Hoy tengo el honor y la satisfacción de compartir con todos ustedes una de estas iniciativas ejemplares que nacen al amparo de la Fundación Santiago Rey: el acto de entrega del Premio Fernández Latorre del año 2014.
Decía el maestro de periodistas Indro Montanelli que "tarde o temprano el periodista tiene que encontrarse con su editor" y en este caso ha sido el Premio Fernández Latorre quien ha encontrado al periodista, al autor de cerca de 3.500 artículos publicados en las páginas de "La Voz" en más de veinticuatro años como colaborador.
Xosé Luis Barreiro Rivas recibe este premio, otorgado por unanimidad, convertido en un analista de referencia de la vida social y política gallega, que sabe explicar, como ha subrayado el jurado, de manera rigurosa, independiente y original.
Desde su columna "A torre vixía", Barreiro otea el horizonte y lo interroga con espíritu crítico. Desde esa torre, nos brinda su capacidad de reflexión y nos proporciona una opinión, siempre clara, para enfrentarnos a los problemas de la sociedad y de la actividad pública. Para ello, nuestro galardonado parte de una sólida y profunda formación como Licenciado en Filosofía y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. A ello se suma su importante experiencia política.
Barreiro fue, como todos ustedes saben y yo el que lo mejor lo sabe, vicepresidente del Gobierno encabezado por Fernández Albor y tuvo un papel muy relevante en la conformación de las primeras instituciones gallegas y en su puesta en marcha. Y la vocación de servicio que implica dedicarse a las tareas públicas, aunque algunos no se lo crean, deja siempre huella en cualquier biografía.
Creo que nuestro galardonado puede ver hoy con satisfacción algunas cosas; entre otras, cómo la Galicia que él contribuyó a transformar ha alcanzado una voz propia en una España diversa e integradora, una España en la que caben todas nuestras aspiraciones de libertad y de bienestar.
Señoras y señores,
Xosé Luis Barreiro continúa, con acierto, la larga tradición de pensadores e intelectuales preocupados por España.
En su libro "La España evidente", que tuve el gusto de que me lo dedicara y que también ha sido recientemente galardonado con el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, Barreiro hace una defensa de nuestro país desde una perspectiva moderna y europeísta con la que no puedo estar más de acuerdo. Su propuesta de recuperar los valores éticos, políticos e históricos que fortalecen el acervo común de nuestra nación, así como su rechazo de la idea de España como un mero concepto político, insisten, con brillantez argumentativa, en la existencia de una comunidad de vida, con una historia compartida y una cultura común en la que nos reconocemos.
Xosé Luis Barreiro nos habla de una nación que es plural en su propia morfología, forjada a través de la convivencia, forjada en los éxitos y también en los fracasos a lo largo de la Historia; una historia que yo entiendo como un vehículo para practicar la concordia y no el enfrentamiento.
Esta historia, con la que no debemos frivolizar, nos cuenta que somos herederos de cinco siglos de vida en común, la nación más antigua de Europa. Un proyecto en absoluto agotado, pues fue capaz de alumbrar hace apenas cuarenta años, y gracias a la generación de la Transición, de la que yo no formaba parte y por eso puedo hablar con conocimiento de causa, una Constitución que ha brindado un período ejemplar de estabilidad política y ha proporcionado las mayores cotas de bienestar que nunca pudieron imaginar los españoles, nunca.
Creo que la lectura de "La España evidente" nos reafirma en la idea de que el camino sigue siendo la búsqueda del entendimiento, el compromiso y el pacto social; en la idea de entender la política como una actividad constructiva, positiva y razonable, que debe perseguir la mejora de la sociedad, servir a los intereses nacionales y no multiplicar, sino encontrar soluciones a los problemas. Porque, señoras y señores, lejos de ser el problema, la política es parte de la solución y se lo dice alguien que lleva más de treinta y tantos años en la vida política y que está enormemente orgulloso de ser un dirigente político.
Señoras y señores,
Decía hace unos minutos que España es una gran nación, la más antigua de nuestro continente. Y la ventaja que nos dan la experiencia y el tiempo es que podemos y debemos aprender de nuestro pasado. ¿Saben lo que nos dicen esos quinientos años de historia, entre otras cosas? Que el camino que niega a la política termina socavando los sistemas democráticos.
Por eso, "La España evidente" es un estímulo hacia el entendimiento y una predisposición inteligente al debate; un debate que debe partir, continuar y concluir en el estricto terreno de la realidad, sin engaños ni mitificaciones.
Queridos amigos,
En cualquier caso, y además, las páginas de "La España evidente" incitan a dejar atrás la homilía de la resignación, el sermón del fatalismo que quiere condenarnos a una nueva "leyenda negra" que cuenta, sin descanso, que las cosas van siempre mal en nuestro país.
Sabemos que queda mucho por hacer y que todo se puede y se debe mejorar, pero España es hoy un país respetado en el mundo, con una gran capacidad de superación; un país que comienza a recoger los frutos de una siembra, si me permiten decirlo, bien hecha.
Por eso no debemos dejar, como no lo hace Barreiro, que el fatalismo infecundo, el pesimismo interesado o el enfado permanente que instigan algunos tiren por la borda unos logros que son excepcionales y que pertenecen en exclusiva al patrimonio común de todos los españoles, todos ésos que viven en la nación más antigua de Europa.
Señoras y señores,
Felicitando una vez más al premiado, haciéndolo de corazón, les doy las gracias a todos por su atención.