Discurso del presidente del Gobierno en la inauguración del Congreso Nacional de la Asociación para el Progreso de la Dirección

13.11.2012

  • x: abre ventana nueva
  • Whatsapp: abre ventana nueva
  • Linkedin: abre ventana nueva
  • Enviar por correo: abre ventana nueva

Valencia

Señor presidente de la Generalitat Valenciana, señora alcaldesa de Valencia, autoridades, señor presidente de la Asociación para el Progreso de la Dirección, señor director general, señor presidente de la Asociación para el Progreso de la Dirección rama Comunidad Valenciana, señoras y señores, queridos amigos,

Voy a terminar mi intervención con la misma frase con la que la ha terminado Rafael Miranda, la frase de Víctor Hugo, porque creo que está muy bien traída y porque la he visto en el folleto que ha presentado la Asociación para el Progreso de la Dirección. Quería decirlo al principio. Nunca se debe comenzar diciendo cómo va uno a terminar, pero en este caso creo que la frase resume muy bien algunas de las actitudes que debemos todos tener de cara al futuro.

Queridos amigos, "Conquistando el futuro"... Hubiera sido difícil encontrar un lema más oportuno para su Congreso. Si el hoy no es bueno, el futuro es nuestro y ese futuro hay que conquistarlo, día a día, con perseverancia y con esfuerzo. No caben remedios fáciles, medidas milagreras ni atajos inútiles. Lo que se precisa es acierto en el rumbo y constancia en el timón para mantenerlo.

Antes de comenzar, permítanme unas palabras de agradecimiento a Rafael Miranda por su presentación; a la Asociación para el Progreso de la Dirección, a todos ustedes, por su invitación para que yo participe en la inauguración de este Congreso; y a todos ustedes y a cuantos les han precedido en estos más de cincuenta años de andadura, su dedicación a esta labor --coincido con lo que decía su presidente-- tan poco agradecida de mejora del mundo de la empresa. Yo quiero suscribir de la primera a la última de las palabras que, hablando de lo que son los empresarios y los directivos en nuestro país, decía Rafael Miranda.

Quiero decirles a todos ustedes que España va a salir de esta crisis, pero que lo más importante es la labor que puedan hacer nuestros pequeños, medianos y también nuestros grandes empresarios. Es lo más importante, es absolutamente imprescindible. Y el Gobierno lo que pretende y de lo que trata es generar las condiciones para que ustedes puedan desarrollar de la mejor manera posible lo que, entre otras cosas, es una función social de primer orden, que es crear empleo y, por tanto, bienestar y riqueza para todos.

Queridas amigas y amigos,

La base para conquistar el futuro es un buen conocimiento de la base de partida, es decir, de la realidad del momento. Si no existe un buen diagnóstico, es difícil encontrar un tratamiento adecuado. La economía española, tras más de cinco años de crisis, se acerca a los seis millones de parados. Esta cifra, por sí sola, refleja la profundidad y la gravedad de la crisis que padecemos. Una sociedad avanzada, como la nuestra, no puede, bajo ningún concepto, mantenerse insensible ante una situación como ésta.

El Gobierno que presido, que cumple ahora sus diez meses y medio de andadura, encontró un escenario extremadamente complicado, y no les suenen a disculpas mis palabras. En política las herencias no se reciben a beneficio de inventario y hay que trabajar con el material con el que uno se encuentra.

Este Gobierno tiene un objetivo esencial para la Legislatura, que es el mismo que afirmé el día en que fui elegido presidente del Gobierno, en los momentos previos a esa elección, cuando tuvo lugar el debate de mi investidura en diciembre del pasado año en las Cortes Generales. Ese objetivo es el mismo y será el mismo para los cuatro años de Legislatura: contribuir a que España salga de la crisis, superar la etapa de recesión y volver a la senda del crecimiento y la creación de empleo. Ése y no otro es el objetivo, y todo lo demás son los instrumentos para alcanzarlo. Y esto es algo que no conviene olvidar.

El punto de partida era una economía en recesión con más de cinco millones y medio de desempleados, con una destrucción de más tres millones de empleos en el sector privado en los últimos cuatro años y medio, con la desaparición de centenares de miles de empresas y trabajadores autónomos, con unas cuentas públicas imposibles, una sequía crediticia y un desánimo generalizado. Y dos aspectos precisaban de actuación inmediata: el equilibrio de las cuentas públicas y la reforma del sector financiero, además de las reformas estructurales siempre pendientes.

No me extenderé en cifras y datos que ustedes conocen bien. Para hacernos una idea, a finales del año 2011 el déficit del conjunto de las Administraciones Públicas se elevaba a 95.304 millones de euros, lo que supone un 8,96 por 100 del PIB. Es decir, que las Administraciones Públicas españolas se gastaron el pasado año 95.304 millones de euros más de lo que ingresaron; o sea, se endeudaron en más de quince billones de las antiguas pesetas en un año. Si sumamos las ayudas al sector financiero, el déficit alcanza los 100.440 millones de euros, el 9,44 por 100 del Producto Interior Bruto.

Hablaba Rafael Miranda en su intervención de valores y hacía referencia al esfuerzo y al sacrificio. Yo creo en eso. Yo creo que la mejora de los valores es una de las obligaciones básicas que tenemos, no sólo el Gobierno, sino todos aquellos que podemos aportar algo al conjunto de nuestra sociedad: el esfuerzo, el valor de la palabra bien dada, pagar lo que se debe y no vivir por encima de sus posibilidades. No podemos vivir, las Administraciones Públicas ni nadie, gastando más de quince billones de las antiguas pesetas al año más de lo que ingresamos.

Pues bien, ésta era la cifra que había a finales del año 2011.

La deuda pública a finales de ese mismo año rozaba el 70 por 100 del Producto Interior Bruto, el 69'3 por 100, es decir, 736.468 millones de euros. En tan solo cuatro años, desde 2007 a 2011, el nivel de deuda pública casi se duplicó.

Estos datos ponen de manifiesto el intenso deterioro de nuestras cuentas públicas y, además, nos encontramos con un sistema financiero necesitado de saneamiento, con enormes dificultades para dar crédito, lo que incide directamente sobre la capacidad de inversión de las empresas.

Las consecuencias de esta situación son muy fáciles de deducir: si las Administraciones Públicas están endeudadas, consumen recursos que en otras circunstancias podrían destinarse a la inversión o a la innovación; si el sistema financiero no está saneado, no hay liquidez; si los hogares están endeudados, no consumen; si las empresas no tienen acceso a la financiación, no invierten; si existen problemas de competitividad, la economía no puede crecer, y, si la economía no es flexible, los recursos productivos no podrán pasar de sectores con menor demanda a sectores que tienen capacidad de aumentar su cuota de mercado. En un contexto así, ni crece la economía, ni se crea empleo. Para corregir esta situación el Gobierno ha ido tomando una serie de medidas. ¿Cómo lo hemos hecho? Combinando medidas imprescindibles --insisto, imprescindibles-- de austeridad junto con reformas estructurales de largo alcance.

Pero, además, estamos convencidos, porque es así, de que sólo superaremos la crisis en el contexto de la Unión Europea y sobre esas bases nuestra agenda de actuaciones se articula en torno a cinco ejes que, brevemente, les expongo a continuación:

Primer eje, fortalecer la estructura de la Unión Europea; es decir, construir más Europa. El objetivo es avanzar en la integración en cuatro ámbitos: financiero, fiscal, económico y político.

Con el compromiso de las instituciones europeas y de los Estados miembros se están empezando a producir resultados concretos. En este sentido, quiero destacar el Informe sobre el Futuro de la Unión Económica y Monetaria, el denominado "documento de los cuatro Presidentes", elaborado por los Presidentes del Consejo de la Unión, de la Comisión, del Banco Central Europeo y del Eurogrupo. Este Informe, realizado a solicitud del Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno, establece un sólido punto de partida para definir el camino hacia una mayor integración económica y política de la zona euro. Más concretamente, este documento contribuirá a que en el próximo Consejo Europeo de diciembre los jefes de Estado y de Gobierno determinemos un programa de trabajo para reforzar el marco económico de la zona euro.

España ha participado de forma activa en la elaboración de este documento con propuestas concretas para una mayor integración bancaria y fiscal.

Segundo eje, y muy importante: correcto funcionamiento de la Unión Monetaria, porque el acceso y, sobre todo, el coste de la financiación, es, para todos, una de nuestras principales preocupaciones. Insisto, éste es un tema capital en el que el Gobierno trabaja muy intensamente; lo hace todos los días. La prima de riesgo, la financiación y su costo es un problema básico para la economía española. Y créanme que no es un tema fácil de resolver, pero créanme que aquí están las claves del futuro de la economía española. Insisto, un correcto funcionamiento de la Unión Monetaria, segundo eje sobre el que estamos trabajando.

Tercer eje: reformas estructurales e integración de mercados a escala comunitaria para impulsar el crecimiento económico; un asunto en el que aquí ya se van dando algunos pasos importantes hacia adelante.

El cuarto y quinto eje de nuestra política económica tienen una dimensión estrictamente nacional, y constituyen el compromiso que adquirimos al entrar a formar parte del proyecto europeo y que han ido refrendando, desde entonces, los distintos Gobiernos de España.

Las actuaciones en el ámbito nacional ya están en marcha. De un lado, las medidas de contención del gasto público e incremento de los ingresos permitirán cumplir con una senda de consolidación fiscal, de modo que, además de frenar la dinámica ascendente de la deuda pública, se liberen recursos hacia el sector privado para favorecer la inversión y la reactivación económica.

Muchas de estas medidas son dolorosas, muchas de estas medidas a nadie --repito, a nadie-- le gusta adoptarlas y muchas de estas medidas no figuraban en nuestro programa electoral, y soy absolutamente consciente; pero, si no somos capaces de reducir el déficit el déficit y conseguir un equilibrio en nuestras cuentas públicas, todo lo demás se vendrá abajo, porque ni tendremos dinero ni tendremos quién nos lo preste.

Insisto, no podemos gastar más de noventa mil millones de euros al año más de lo que ingresamos, no podemos, y por eso estamos actuando. Y estamos actuando no sólo mirando al corto plazo, sino que, comprometiéndonos de cara el futuro, estamos forjando los cimientos necesarios para sentar las bases de un nuevo crecimiento económico sostenido y estable.

En materia de consolidación fiscal para corregir el déficit público hemos aprobado la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, que asegura el control de los presupuestos de todas las Administraciones Públicas, que prohíbe que cualquier Administración Pública incurra en déficit estructural a partir del año 2020 y que la deuda del conjunto de las Administraciones se sitúe por encima del 60 por 100.

Todos estamos aplicando ajustes presupuestarios muy duros. No voy a entrar en detalles, porque me llevaría toda la mañana; pero sí quiero decirles a ustedes dos cosas, para que todos seamos conscientes de lo que estamos haciendo en este momento: entre los años 2012 y 2013 el gasto de los Ministerios del Gobierno que presido se ha reducido un 25,8 por 100: un 16,9 en 2012 y el año que viene, 2013, así figura en el Proyecto de Presupuestos que se está debatiendo en la Cámara, un 8,9. Es decir, se reducen los gastos un 25,8 por 100.

Y les voy a dar otro dato: el coste de los intereses de la deuda es mayor que el gasto de todos los Ministerios, con excepción de pensiones y seguro de desempleo; mayor. Nos gastamos más en pagar intereses de la deuda que lo que nos gastamos en el conjunto de los Ministerios, incluidos Fomento, Medio Ambiente y los tradicionales Ministerios inversores.

Segunda idea, las Comunidades Autónomas están también haciendo un enorme esfuerzo y también están tomando decisiones que son duras, que son dolorosas, que son complicadas, que a nadie le gusta tomarlas y que, lógicamente, mucha gente no las comprende, ni tiene por qué comprenderlas. Pero yo quiero decir que lo que está haciendo el Gobierno y lo que están haciendo las Comunidades Autónomas es imprescindible. Sabíamos que esto iba a ser muy difícil y muy complicado, y ahora lo estamos comprobando; pero esto es imprescindible y necesario, y esto es lo que nos va a permitir, en el futuro, crecer de manera sostenida y estable, recuperar niveles de inversión y aumentar el bienestar y riqueza de todos.

Hace escasas fechas hemos constituido una Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas, algo que lleva pendiente, aproximadamente, desde 1978. Sus objetivos son: la simplificación administrativa, la reducción o supresión de duplicidades, también de trámites administrativos, pues hay exceso de regulación en nuestro país, y, desde luego, mejorar la eficiencia en la gestión de servicios públicos.

También el año que viene pondremos en marcha nuevas herramientas que contribuirán a afianzar la credibilidad en materia de política fiscal, a garantizar el cumplimiento de la senda de consolidación fiscal y a confirmar a los agentes económicos la voluntad de contención de la deuda del sector público. Entre estas nuevas herramientas están la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, que incorporará nuevas obligaciones de gestión pública y de los recursos económicos, y la regulación de la Autoridad Fiscal Independiente, que velará por el cumplimiento de la normativa presupuestaria y la detección temprana de posibles desviaciones.

Señoras y señores,

Los resultados de estos esfuerzos, aunque estamos en recesión, se están empezando a percibir. El déficit del Estado se ha reducido desde el 4,26 por 100 registrado en agosto al 3,93 por 100 en septiembre, y el de las Comunidades Autónomas se ha situado a 30 de junio en el 0,9 por 100 del PIB, que es un 43,6 por 100 menos que hace un año. En suma, el esfuerzo de contención de gastos y aumento de ingresos equivale a 3,5 puntos de nuestro PIB, unos 35.000 millones de euros largos, descontando el efecto del ciclo económico y la carga de intereses.

Estamos, pues, ante un esfuerzo inédito en nuestro país; muy incómodo, pero hay que hacerlo.

De forma paralela, en materia de lucha contra el fraude, tanto fiscal como laboral, también empiezan a percibirse algunos resultados alentadores. Entre enero y septiembre de 2012 se han recaudado casi 8.500 millones de euros más de fraude fiscal; entre enero y septiembre, 8.500 millones de euros más. Yo quiero decir que el Gobierno se va a tomar, y ya se lo está tomando, este asunto muy en serio. Además, han aflorado más de 61.000 empleos sumergidos.

Señoras y señores,

Además del déficit, como les decía al principio, otro de los problemas a los que estamos haciendo frente es la dificultad del acceso a la financiación. No hay crédito, pero se están poniendo las condiciones para que lo haya.

Recuperar un sector financiero saneado y solvente es un requisito imprescindible para que vuelva a fluir el crédito hacia empresas y hogares y, con ello, fomentar la recuperación del crecimiento y del empleo. Gracias a las primeras medidas de reforma, se ha incrementado el nivel de provisiones de los activos inmobiliarios y se está garantizando la exigencia de un colchón de capital adicional. Se contribuye, así, a la disminución de la incertidumbre sobre el sector financiero, ya que la cobertura media de la exposición inmobiliaria pasa del 18 al 45 por 100 y el total de provisiones se eleva desde 55.000 millones de euros a 137.000 millones de euros, sobre un balance total de 307.000 millones.

Además, con el Memorando de Entendimiento que hemos firmado con ocasión del acuerdo alcanzado para la puesta en marcha de un mecanismo de financiación para la banca, hemos puesto en marcha un proceso más ambicioso para abordar definitivamente la restructuración del sistema financiero español. Este proceso parte de la evaluación independiente sobre las necesidades de recapitalización de la banca, cifradas en un máximo de 55.902 millones de euros, la recapitalización de las entidades e inyección de ayudas públicas y la creación de la Sociedad de Gestión de Activos, que facilitará el saneamiento definitivo de los balances bancarios.

Señoras y señores,

Otra causa de los problemas de liquidez de nuestro tejido económico radicaba --y tengo que decir que aún radica, como ustedes saben mejor que nadie-- en las dificultades del cobro de las facturas pendientes por los servicios prestados a las Administraciones Públicas.

Las medidas extraordinarias de liquidez puestas en marcha por el Gobierno han aliviado, aunque soy absolutamente consciente de que sigue habiendo problemas, en parte, la situación. En concreto, el Plan de Pago a Proveedores ha inyectado, hasta la fecha, más de veintisiete mil millones de euros, beneficiando a más de 135.000 empresas. Un balón de oxigeno para empresas y autónomos españoles. Este hecho revela nuestro compromiso con los creadores de riqueza y de empleo, porque, en un momento de consolidación presupuestaria como éste, el Gobierno no ha dudado en poner a disposición de empresas y autónomos más de veinticinco mil millones de euros, una cantidad equivalente al 2,5 del PIB.

Además, desde la agencia financiera del Estado, el Instituto de Crédito Oficial, se está atendiendo a sectores clave y sectores con especial necesidad. En los nueve primeros meses del año 2012 el ICO ha concedido créditos por importe de más de veintitrés mil millones de euros.

En cualquier caso, así como les dije que resolver el problema del déficit público es prioritario, les insisto en la segunda afirmación que he hecho aquí: no es condición suficiente, pero sí necesaria, que el sector financiero vuelva a cumplir con su función, que no es otra que canalizar el ahorro hacia la inversión, y tenemos que remover, cuanto antes, ese obstáculo fundamental para la recuperación de la economía.

Pero son necesarias más cosas. No basta con el déficit público, ni basta con resolver los problemas de crédito; es necesario acometer con vigor el conjunto de reformas estructurales que son necesarias para que nuestra economía gane en flexibilidad y en competitividad.

En este sentido, una de las primeras y más ambiciosas apuestas de este Gobierno ha sido la reforma del mercado laboral. No podíamos mantener una estructura del mercado de trabajo incapaz de adaptarse a la globalización de la economía y, a pesar de que todavía nos encontremos en recesión, se están notando ya los primeros resultados de su puesta en marcha.

Por otra parte, asistimos también a una mayor moderación salarial, lo que ayuda a frenar la destrucción de empleo y a fomentar nuevas contrataciones. Según datos de la OCDE, los costes laborales unitarios cayeron un -0,4 y un -0,7 por 100 en el primer y segundo trimestre de 2012, mientras que en la zona euro se han incrementado (0,3 y 0,4 por 100), lo que, sin duda, favorece la competitividad de la economía española.

Otro elemento clave es la formación de los trabajadores. El dato de un 50 por 100 de desempleo juvenil está muy relacionado con las cifras de fracaso y de abandono escolar. Por eso, las reformas que se hagan en el ámbito de la educación son prioritarias para impulsar el crecimiento.

Quiero detenerme un momento, sólo un momento, en una reforma que considero clave para el futuro de nuestros jóvenes y de nuestro país. Hablo de la Formación Profesional dual, también conocida como "modelo alemán de Formación Profesional", puesta en marcha hace unos días.

En este modelo, al menos un tercio de las horas de formación se desarrollarán en una empresa y el alumno, al mismo tiempo que se capacita para desempeñar un puesto de trabajo, puede recibir una beca-salario. De esta manera, los alumnos podrán tener un acceso directo al mercado laboral y las empresas podrán formar a los jóvenes en las capacidades que requieran. Por poner un ejemplo muy cercano, nadie mejor que la Ford sabe qué formación necesita un joven para poder trabajar en su planta de Almusafes.

Este modelo de formación profesional es bueno para los jóvenes, porque mejora su empleabilidad y las oportunidades de trabajo y de salario que reciban; pero creo que también es muy bueno para las empresas, ya que les permite programar el aprendizaje de cara a sus necesidades concretas. Yo les animo a todos ustedes, como directivos y como responsables de empresas, a que se involucren en este proyecto que pretende atajar uno de los principales problemas de nuestro sistema productivo.

Otra medida que hemos adoptado para fomentar el empleo de los menores de veinticinco años ha sido la puesta en marcha y desarrollo del Contrato para la Formación y el Aprendizaje; un contrato con la máxima protección social, incluso la protección por desempleo, y que prevé bonificaciones del 100 por 100 en las cuotas a la Seguridad Social para las empresas de menos de 250 trabajadores y del 75 por 100 para empresas mayores. De esta forma, queremos incentivar a las empresas a que colaboren para incorporar al sistema productivo a aquellos jóvenes que abandonaron los estudios y que ahora necesitan una primera ayuda para cualificarse y alcanzar un puesto de trabajo.

Y quiero decir que, con estas mismas intenciones, pronto presentaremos la Estrategia para el Empleo y el Emprendimiento Joven, dirigida a abordar el problema del paro juvenil porque, como les he dicho al principio, la necesidad nacional hoy es crear puestos de trabajo.

Señoras y señores,

Yo no quiero abusar de su amabilidad. Cada uno de los asuntos a los que me estoy refiriendo podría dar lugar a intervenciones de una hora, dos, tres, etcétera; pero sí quisiera hacer tres o cuatro apuntes antes de entrar en la parte final de mi intervención.

La Ley de Garantía de la Unidad de Mercado pronto verá la luz y está dirigida a asegurar la libre circulación de bienes y la libre prestación de servicios en todo el territorio nacional. Ésta será una ley que emane directamente de una idea: la libertad como condición necesaria para la prosperidad. Partimos, y lo compartimos con empresarios como ustedes, venidos de muchos sitios de España, del convencimiento de que en la Europa del siglo XXI quien levanta una barrera empobrece a quien se queda detrás de ella, quien atomiza mercados arruina las oportunidades de sus emprendedores y quien empequeñece a una sociedad amputa el futuro a sus ciudadanos.

Hoy vivimos en un mundo que abre nuevos caminos y no hay que irse muy lejos. Aquí mismo, en la dinámica franja del Mediterráneo español, la que se extiende desde el sur de Andalucía a la frontera de Gerona con Francia, se despliega una de las apuestas estratégicas de este Gobierno, una infraestructura hecha para durar y para servir de plataforma de relanzamiento de la economía: el Corredor Mediterráneo. Es una iniciativa de primera categoría, a la altura de las demandas de nuestros emprendedores que compiten con éxito creciente en un mundo cada vez más interconectado y en una Europa sin fronteras. Éste es el signo de los tiempos y España no está dispuesta a que nadie le haga perder el tren de la historia.

Señoras y señores,

En esta misma línea, quiero decirles que nuestro estatus nos obliga a tener ambiciones globales. Quiero anunciarles que el viernes pasado España fue aceptada como Estado Observador de la Alianza del Pacífico, un nuevo proceso de integración que se abre paso con fuerza entre varias de las naciones más pujantes de América Latina, como son México, Colombia, Chile o Perú. Somos el primer país europeo que forma parte de esta Alianza y ésta es una gran oportunidad para España y, en particular, para los empresarios españoles. Es una nueva puerta abierta a nuestra vocación exterior, que no se circunscribe a América Latina, donde el liderazgo de nuestras empresas es punta de lanza del crecimiento y desarrollo que experimenta gran parte del continente americano.

La vocación asiática de la Alianza del Pacífico nos ofrece un puente de oportunidades hacia Asia que no debemos desaprovechar. Si nuestras empresas ya lideran grandes áreas de negocio en dos continentes, un tercero nos espera y ahora está más cerca que nunca.

España es, por tanto, un buen vehículo para abordar grandes oportunidades globales en la Unión Europea, en América y ahora, también, en Asia; un gran vehículo donde cabemos todos y donde no sobra nadie.

Señoras y señores,

En estas cinco líneas estamos trabajando: control de déficit público; reformas estructurales, particularmente la restructuración del sector bancario; reformas estructurales en Europa; más integración europea y solución europea a los problemas de la prima de riesgo; la financiación de todos y el precio de esa financiación.

Ya sabíamos, como les dije al principio, que las cosas no iban a ser fáciles y no son fáciles. Hemos presentado un Presupuesto General del Estado para este año, 2012, donde dijimos que España iba a tener este año un crecimiento económico negativo del 1,7 por 100 y dijimos que iba a haber seiscientos mil parados más. Lo dijimos en el documento más importante que un Gobierno presenta a las Cortes, que son los Presupuestos Generales del Estado, porque es mejor decir la verdad y situarse en la realidad, y, a partir de ahí, operar y tomar decisiones.

Ahora bien, de la misma manera que les digo esto, les voy a decir algunas cosas más: el aumento de la competitividad de nuestra economía ya se puede percibir en los datos que muestra el sector exterior.

La economía española, como ustedes saben mejor que yo, tradicionalmente se ha caracterizado por su déficit comercial estructural; sin embargo, esta situación empieza a revertirse: en los ocho primeros meses de 2012 el déficit comercial se ha situado en 19.457 millones de euros, un 26,4 por 100 inferior al del mismo período del año 2011. Por primera vez en nuestra historia --éste es un dato muy positivo, por lo que significa también en nuestra deuda con el exterior--, tenemos un superávit comercial con la zona euro y, dentro de ella, un superávit comercial con países tan relevantes como Francia, Bélgica o Italia; y, mientras tanto, el déficit con Alemania se está cerrando a pasos acelerados.

A este buen resultado de la balanza de bienes hay que añadir el tradicional superávit en servicios, especialmente los servicios turísticos: en los ocho primeros meses de 2012 el superávit turístico ha superado los veintidós mil millones de euros, lo que implica una clara mejora respecto al mismo período del año anterior.

Por su parte, y éste también es un dato muy positivo, la necesidad de financiación de la economía española frente al exterior se ha reducido en los ocho primeros meses de 2012 un 42 por 100 respecto al mismo período del año anterior.

Estamos eliminando uno de los dogales que ha ahogado tradicionalmente a la economía española y en 2013, por primera vez en mucho tiempo, España tendrá superávit frente al exterior.

Nada más lejos de mi intención que pecar de optimismo. La situación aún es muy grave y el esfuerzo por realizar todavía es muy elevado; pero disponemos de algunos datos positivos que demuestran que se están corrigiendo nuestros tradicionales desequilibrios y que eso, además, se está haciendo a buen ritmo.

La economía española volverá a crecer en el año 2014. Eso es alentador, pero eso no significa que nuestra tarea esté cumplida; todo lo contrario, queda por delante una larga senda de reformas. Pero, si no nos dejamos abatir por el desánimo, estoy convencido de que alcanzaremos la meta. Tenemos fijado el rumbo y no tengan la menor duda de que vamos a ser capaces de mantenerlo; no tengan la menor duda. Este Gobierno no tiene más objetivo que el interés general y el interés general es recuperar la economía y que pronto se produzcan crecimiento y empleo.

Las cosas son difíciles y, como les he dicho antes, es duro tomar algunas decisiones, y hay que dar muchas batallas, y no todas aquí, porque hay que dar muchas y muy importantes en la Unión Europea. Tengan la total certeza de que este Gobierno lo hará, porque sabe perfectamente cuál es su objetivo, cuál es el rumbo y cuáles son los instrumentos que tiene que poner en marcha.

Y termino ya. "Conquistar el futuro", a ese trabajo les concita este Congreso. Un Congreso, señor presidente, para cuya presentación han elegido, entre otras, esa cita de Víctor Hugo, que yo la voy a leer también, como anuncié al principio: "El futuro tiene muchas sombras, sin duda: para los débiles es lo inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes, que es lo que tenemos que ser todos, es la oportunidad". Y yo les digo que tenemos la obligación de convertir los retos en oportunidades y las oportunidades en éxito. Eso es lo que nos exige nuestro compromiso con España y con los españoles, y eso es lo que todos esperan de nosotros.

En este tiempo difícil, con grandes dosis de esfuerzo y de sacrificio, estamos ganando nuestro derecho a la esperanza; una esperanza fundada en el convencimiento de que somos capaces de hacerlo. Este país ha pasado por muchas crisis; probablemente, ésta no sea la peor, o sí. Habrá opiniones para todos los gustos. Pero las crisis las hemos superado. Hace treinta años, España era como era y hoy España es lo que es.

Entramos en el euro y, cuando entramos en el euro --yo lo sé, porque estaba en el Gobierno-- había doce millones y medio de españoles trabajando; pues bien, hoy hay más de diecisiete millones, con toda la crisis, todos los problemas y todas las dificultades. Y si el empresariado español ha sido capaz, como lo fue, porque no fue el Gobierno el que creó ni un solo puesto de trabajo, de crear cinco, seis y siete millones de puestos de trabajo, yo estoy absolutamente convencido de que va a volver a ser capaz de hacerlo en el futuro. Y la forma en que lo haremos es la forma en la cual se lo pide su presidente Rafael Miranda, cuando afirma --aquí está también-- "no se trata de esperar sentados a que llegue el futuro, se trata de salir a conquistarlo".

Porque no está el mañana escrito; ese mañana, nuestro futuro común, lo tenemos que conquistar y escribir entre todos.

Y yo lo único que puedo decirles, para terminar, es que tengan ustedes la total y absoluta certeza de que el Gobierno, que, como cualquier humano, y el Gobierno lo componen seres humanos, puede equivocarse, desde luego en lo que no se va a equivocar ni en lo que va a ser timorato es a la hora de tomar aquellas decisiones que creemos que son las buenas para el interés general de todos los españoles.

A todos, muchísimas gracias.