Madrid
Consciente de la importancia trascendental del anuncio que ETA acaba de hacer público, quiero reafirmar, hoy más que nunca, mi confianza, la confianza de todos los españoles, en la democracia, en la libertad y en España.
Durante muchos años, durante demasiados años, hemos sufrido y combatido el terror. Lo hemos hecho hasta lograr que la razón democrática se abriera camino de un modo definitivo. Ello ha sido posible gracias a la determinación de acabar con la violencia mostrada por todos y cada uno de los sucesivos Gobiernos democráticos y sus Presidentes.
Creo de justicia recordar en esta hora el trabajo de los distintos ministros del Interior y, en particular, el de quienes me han acompañado en esta etapa.
Ello ha sido posible, desde luego, gracias a la acción tenaz y eficaz de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de la Policía y de la Guardia Civil, cuyo sacrificio y generosa entrega al servicio de los ciudadanos les ha costado tantas veces su propia vida.
La acción de la Justicia, de los servicios de inteligencia y de otros muchos servidores públicos ha contribuido a este final.
Ha sido posible también gracias a la colaboración de Francia y sus autoridades, con quienes hemos contraído una perpetua deuda de gratitud y solidaridad. La amistad con España del Presidente Sarkozy ha sido determinante y desde aquí le transmito todo mi reconocimiento; un reconocimiento que se extiende a los países que durante años nos han brindado su apoyo y solidaridad.
Y ha sido posible, sobre todo, gracias al temple y a la firmeza de la sociedad española, guiada por la referencia segura del Estado de Derecho que hoy, definitivamente y sin condiciones, triunfa como único modelo posible de convivencia.
La nuestra será una democracia sin terrorismo, pero no una democracia sin memoria. La memoria de las víctimas, de cada una de las 829 víctimas mortales y sus familias, y de tantos heridos, que padecieron el injusto y aborrecible golpe del terror, nos acompañará siempre. Acompañará a las futuras generaciones de españoles.
En este momento pienso, en particular, en la sociedad vasca. Tengo la convicción de que, a partir de ahora, disfrutará, al fin, de una convivencia no anudada al miedo o a la intimidación; de una convivencia plenamente libre, de una convivencia en paz.
La unidad de los partidos democráticos, españoles y vascos, vascos y españoles, ha resultado decisiva para alcanzar este final.
Al Gobierno y al Parlamento que resulten de las próximas elecciones generales les corresponderá conducir esta nueva etapa, que también deberá responder a un compromiso unitario.
Con la contención a que nos obliga la historia, vivamos hoy la legítima satisfacción por la victoria de la democracia, de la ley y de la razón; una satisfacción teñida por el recuerdo inolvidable del dolor causado por una violencia que nunca debió producirse y que no ha de volver jamás.
Gracias. Buenas noches.