Intervención del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

4.11.2014

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Señoras y señores, muy buenos días.
Permítanme, en primer lugar, que agradezca a Javier Moll, presidente de esta institución, sus palabras de acogida y a todos ustedes el haberme invitado de nuevo a compartir la clausura de estas jornadas.
En esta ocasión vuelven ustedes a Alicante, la ciudad en la que hace diecisiete años iniciaron esa especie de itinerancia que les lleva a distintos puntos de nuestra geografía a la hora de celebrar sus Congresos. Espero que hayan tenido la posibilidad, en estas jornadas de intenso trabajo, de pasear por esta tierra y observar los cambios que se han producido y la intensidad del despegue económico de los últimos años.
En este XVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar han recibido el honor que les ha hecho nuestro Rey, Felipe VI, al asistir ayer a la jornada de inauguración. Su Majestad, con la perspicacia que le caracteriza, ha sabido, otra vez, acertar con quién se reúne, qué les dice y, especialmente, qué les pide. No voy a repetir sus palabras de ayer, pero creo que subrayar a las empresas familiares como actores fundamentales en la lucha contra el desempleo es un acierto pleno.
Al destacar las características diferenciales de este tipo de empresas y conjugándolas con el comportamiento innovador y emprendedor, ha querido poner el foco en la creación y mantenimiento de los puestos de trabajo. Ésa es la batalla de este tiempo y todo lo demás son instrumentos para este fin. Hemos salido de la recesión, sí; pero no podremos afirmar sin desdoro que hemos salido de la crisis hasta que las cifras de desempleo no se reduzcan sustancialmente. Por eso, no puedo por menos que sumarme a las palabras de Su Majestad y solicitar de todos ustedes un esfuerzo renovado en la lucha contra la lacra del paro.
Señoras y señores,
Las palabras finales de mi intervención del pasado 7 de abril fueron más o menos las siguientes: "… y les reitero que, si el próximo año vuelven a tener la amabilidad de invitarme a su asamblea, tendremos ocasión de comprobar lo que hoy les he planteado". Pues no ha tenido que pasar un año y, cuando todavía no han transcurrido siete meses, estoy de nuevo con ustedes, no en una de sus asambleas, sino en uno de sus congresos. Estoy cumpliendo el compromiso que contraje con esta institución en 2012, recién llegado a la Presidencia del Gobierno, cuando les recordaba mis palabras pronunciadas el año anterior: "si los españoles nos dan su confianza, no me tendrán aquí una vez al año en sus congresos, sino de manera permanente, dispuesto a escucharles, a compartir sus inquietudes y a dialogar sobre sus propuestas".
Pero el acortamiento temporal entre mis asistencias me crea una dificultad: cada año he reflexionado con ustedes en voz alta sobre la evolución de la economía española en los doce meses transcurridos desde la cita anterior, con la conocida retórica de: "doce meses después… ¿la economía está igual, mejor o peor que entonces?". Ahora, como les decía antes, no llega a siete meses; pero creo que es período suficiente para buscar confirmación sobre lo que les decía a principios del pasado mes de abril.
Entonces, el pasado mes de abril, hablábamos del cambio de ciclo, de cómo la economía española había dejado atrás la fase recesiva y comenzaba a caminar por la senda de la expansión. Una expansión todavía tímida, pero que se asentaba sobre unas bases firmes. Unas bases firmes que se habían cimentado con los sacrificios y los esfuerzos del conjunto de la sociedad española. Unas bases firmes que eran producto de más de dos años de reformas; desde la laboral hasta la del sector financiero; desde el sector energético hasta la corrección del déficit del sector público; desde las reformas de la Administración hasta otro gran número de medidas para incrementar la competitividad de nuestra economía.
Pues bien, ¿podemos decir hoy que este proceso se está consolidando? Veamos algunas cifras.
El tercer trimestre de este año la actividad económica ha crecido un 1´6 por 100 en España en términos interanuales; el segundo trimestre lo hizo en 1'3 por 100, también en términos interanuales; el primero, en 0'7 por 100; el cuarto del pasado año, en 0'1 por 100 y en el tercer trimestre de 2013, todavía en fase recesiva, el Producto Interior Bruto se contrajo el 1 por 100 en términos interanuales.
Estamos, pues, creciendo y, además, de una forma progresiva y continuada. Por eso, frente a una caída del PIB en el conjunto del pasado año del 1'2 por 100, este año subiremos, según la previsión del Gobierno, el 1'3 por 100. Y permítanme detenerme un momento en este aspecto: no es sólo que vayamos a crecer el 1'3 por 100, que todavía debe parecernos a todos poco; es que vamos a crecer el 1'3 por 100 sobre una caída del 1'2 por 100. Es decir, crecemos en lugar de caer, avanzamos en lugar de retroceder y mejoramos en lugar de empeorar. Un vuelco de 2,5 puntos ya no es sólo una noticia alentadora, sino la constatación de un cambio de rumbo.
Este dinamismo contrasta con la situación en otros grandes países europeos, donde la recuperación económica está perdiendo fuelle. España es, entre los grandes países, el que más ha crecido en el último año y el que mejores perspectivas de crecimiento tiene para el año que viene. Como decíamos antes, en el tercer trimestre de 2014, en comparación con el año anterior, España ha crecido un 1'6 por 100, por encima de Alemania (1'2 por 100), Francia (0'4 por 100) e Italia (-0,1 por 100). Con vistas a 2015, las previsiones oficiales de crecimiento para España, las que hace el Gobierno de España, son del 2 por 100, mientras que Alemania --Gobierno alemán--, un 1'3 por 100; Francia --Gobierno francés-- un 1 por 100 e Italia --Gobierno italiano--, un 0'6 por 100.
Esto no hace sino ratificar lo que el Fondo Monetario Internacional informaba hace poco tiempo: que España crecerá más que las otras tres grandes economías de la Unión Monetaria.
Hoy hemos conocido las previsiones de la Comisión. Según éstas, España crecerá este año un 0'4 por 100 más que la Unión Económica y Monetaria, que la zona euro; el año que viene, un 0'6 por 100 más que la zona euro y el año 2016, un 0'4 por 100 más.
Y este crecimiento de la actividad se ha trasladado a la creación de empleo. En los dos últimos trimestres se han creado en España 553.400 empleos netos. Esta cifra nos deja, además, un dato complementario: salvo en la agricultura, hay crecimiento en el sector servicios, pero también en la industria (128.500) e, incluso, en la construcción (80.400 puestos de trabajo). Por lo tanto, crece la actividad, crecen los activos en estos seis meses y comienzan a sacar la cabeza dos sectores, industria y construcción, que durante bastante tiempo nos tenían acostumbrados a las malas noticias. No es extraño, por tanto, la reciente noticia que nos dice que la industria de la Eurozona haya crecido levemente en octubre, pero con un contraste entre el crecimiento de países como España, Irlanda o Alemania, frente a la contracción registrada en Grecia, Austria, Italia o Francia.
No es extraño que esto suceda, dado que en un sector como el de la fabricación de automóviles, que algunos pensaron que saldría de España en poco tiempo, la transformación ha sido radical y, si hoy en España se fabrican más de dos millones de vehículos, en Francia están alrededor del millón setecientos mil, en el Reino Unido de un millón seiscientos mil y en Italia, de seiscientos mil al año. Y todo ello sin tener el efecto sede amparando a las factorías radicadas en nuestro país. Nuestro efecto sede es la competitividad.
Señoras y señores,
También aquí, en el terreno del empleo, tenemos la confirmación de que en España el cambio de escenario se consolida; insisto, el cambio de escenario: si hasta hace unos años para generar empleo neto eran necesarios crecimientos de la actividad superiores al 2 por 100, hoy, con cifras que todavía están por debajo de ésta, ya vemos que el empleo aumenta y, de manera correlativa al crecimiento del empleo, se reduce el paro: 505.600 parados menos en el segundo y tercer trimestre del año en curso. Una caída del paro en el sector servicios, pero también en la construcción y la industria, y --permítanme alegrarme especialmente con este dato-- entre aquellos que perdieron su empleo hace más de un año.
Todavía hoy, y esto no debemos de olvidarlo, nuestra tasa de paro es, literalmente, insoportable (el 23'7 por 100 de la población activa), pero se ha reducido en más de tres puntos desde el primer trimestre de 2013. En estos dos trimestres últimos cada día más de seis mil personas encontraron un puesto de trabajo y 5.500 salían del drama del paro.
Esta misma mañana hemos conocido las cifras del paro registrado del antiguo INEM y de la afiliación a la Seguridad Social. Como es tradicional en el mes de octubre, el paro muestra un repunte estacional, más de 79 mil personas, sobre el mes de septiembre; una cifra que, en cualquier caso, es inferior a la de octubre de 2013; de octubre de 2012, más de 128.000 parados entonces; o de 2011, más de 134.000. En términos desestacionalizados, la forma en que los economistas, como saben, prefieren manejar estos datos, el paro registrado disminuyó en octubre en 19.393 personas. En términos interanuales, año a año, hoy hay en España 284.579 parados registrados menos que hace un año, y esto representa la mayor disminución interanual en el mes de octubre desde el año 1998. Y, si comparamos los datos de hoy con el máximo de paro registrado, que se alcanzó en febrero de 2013 (5.040.222), se ha logrado ya una reducción del 10 por 100, 513.418 personas.
La contratación, por su parte, sigue mejorando de manera significativa y muy especialmente, y éste es un dato también muy relevante, la contratación indefinida.
En cuanto a la afiliación a la Seguridad Social, el número de afiliados vuelve a crecer en octubre en cerca de 29.000 personas, hasta rozar los diecisiete millones de afiliados. En términos interanuales --octubre de este año/octubre del pasado--, el número de afiliados se incrementó en 330.147, a un ritmo que supera el 2 por 100.
Para volver a ratificar lo que representa el cambio de ciclo, a estas alturas del año pasado la afiliación se reducía a un ritmo superior al 2 por 100, con una pérdida de más de 375.000 afiliados en doce meses. Es decir, tras nueve meses consecutivos de crecimiento del número de afiliados a la Seguridad Social, podemos certificar que el cambio de rumbo es ya innegable también en materia de afiliación.
En el sector exterior, a pesar de las dificultades --y esto es un tema preocupante-- que conlleva el estancamiento de la zona euro, destaca el dinamismo de nuestra exportación de mercancías, que sigue marcando máximos históricos mes a mes. Así, en los primeros ocho meses del año, creció un 0,9 por 100 interanual, hasta los 157.192 millones de euros.
También en el sector servicios nuestras exportaciones muestran su fortaleza, tanto en el tradicional sector turístico, como en otros servicios. En concreto, las exportaciones de servicios no turísticos crecieron un 6,8 por 100 en el primer semestre del año.
Y en cuanto al turismo, España sigue siendo uno de los principales destinos del mundo. Hasta septiembre llegaron a nuestro país 52,4 millones de turistas internacionales, lo que representa un 7,4 por 100 más que en el mismo período del año anterior. Por cierto, que casi un 10 por 100 de estos turistas, más de cinco millones, vinieron aquí, a la Comunidad Valenciana. Y el gasto turístico también aumentó en paralelo: un 7,3 por 100 durante los nueve primeros meses del año, hasta superar la cifra de los 50.000 millones de euros.
Este dinamismo del sector exterior, que ya veníamos observando desde 2012, viene propiciado por la importante recuperación de competitividad de la economía española. Nuestros precios están controlados, lo que nos está permitiendo que las exportaciones de nuestros bienes y servicios sean cada vez más competitivas.
En Europa, España lidera las mejoras de los indicadores de competitividad en el último año (2,3 por 100), superando claramente a Alemania (1,1 por 100), Francia (0,3 por 100) e Italia (0,9 por 100). Si se considera la evolución en lo que llevamos de Legislatura, España destaca incluso de forma más notoria: la mejora es del 8,3 por 100, cuando en Alemania hay, de hecho, cierto deterioro y en Francia e Italia hay variaciones testimoniales (0,4 por 100 y -0,4 por 100, respectivamente).
En otro orden de cosas, y tras el profundo saneamiento del sector financiero que hemos llevado a cabo --puedo asegurarles que es una de las operaciones más complejas a las que nos hemos enfrentado en los últimos tiempos--, las recientes pruebas de resistencia europeas han mostrado el buen estado de nuestra banca, que ha obtenido un nivel de solvencia más que notable. De hecho, el sector financiero español es, junto al holandés, el único de las grandes economías en las que no ha suspendido ninguna entidad.
Los resultados del ejercicio ponen de manifiesto que los balances de las entidades españolas reflejan con rigor el valor de sus activos y que el impacto de un escenario adverso sobre su solvencia sería relativamente reducido. Por este motivo, puede decirse que el proceso de saneamiento, reforma y reestructuración del sistema bancario español acometido en los últimos años ha dado resultados positivos, y que las entidades españolas afrontan el futuro con balances saneados y una posición de solvencia adecuada.
Cabe destacar que BBVA y Santander obtienen los mejores resultados de entre las entidades que, por su tamaño, son consideradas de importancia sistémica de la Eurozona, con un 9 por 100 y un 8,9 por 100, respectivamente, de ratio de capital en el escenario adverso. Éste es un dato muy positivo; resta ahora que el crédito fluya con más rapidez y en mayor cuantía que lo que se ha producido en los últimos tiempos.
Pasando al terreno de la consolidación fiscal, nuestro compromiso sigue plenamente vigente: desde que comenzó la Legislatura hemos cumplido con nuestros compromisos europeos y este año no será distinto. Además, quisiera destacar que en España seguimos reduciendo el déficit público (del 6,3 por 100 en 2013 al 5,5 por 100, esperamos, en 2014) y hemos hecho compatible el mantenimiento de una senda fiscal responsable con el crecimiento de la actividad económica y con una reforma fiscal que servirá para apoyar la recuperación. Mientras tanto, otros tienen previsto finalizar 2014 con un déficit público superior al que mantuvieron en 2013.
Otro factor, y yo le doy importancia a este dato, que nos sirve para ratificar el cambio de rumbo es que los últimos datos de recaudación por la Hacienda Pública muestran un crecimiento sostenido de las bases imponibles de las pequeñas y medianas empresas, señal inequívoca de la progresiva extensión del crecimiento y el empleo. En los diez primeros meses de este año, el crecimiento de la recaudación del Impuesto sobre el Valor Añadido en las Pymes ha alcanzado el 9 por 100.
Todo esto lleva a que la percepción de nuestra economía en los mercados internacionales haya logrado una mejora sin precedentes y eso nos permite financiarnos en estos momentos a menos del 1 por 100 a cinco años y en el entorno del 2 por 100 a diez años. En el año 2012 este 2'15 por 100 de hoy era el 7'10 por 100 en financiación a diez años. Esto también nos permite que en momentos puntuales de turbulencia, como ocurrió hace pocas semanas ante los temores a una desaceleración europea y a los problemas de algún país para salir del programa de rescate, el castigo que recibe España es claramente inferior al que reciben otros Estados miembros y, además, con menos tiempo de duración.
Por tanto, todos los esfuerzos y reformas que se han llevado a cabo en los últimos años están empezando a dar resultados y --lo más importante-- sitúan a España en una mejor situación para afrontar el futuro.
Señores congresistas de la Empresa Familiar,
Yo les ruego disculpen el que quizá haya sido un manejo excesivo de datos, pero hay cuestiones en las que, como decía el maestro Ortega, "o se hace precisión, o se hace literatura, o mejor se calla uno". Las materias económicas exigen precisión y, por otro lado, no estamos hoy para la lírica.
En fin, señoras y señores, a la pregunta de si estamos igual, mejor o peor que hace unos meses, o a la cuestión de si hemos sido capaces de consolidar el cambio de rumbo, creo que podemos afirmar que la respuesta en ambos casos es positiva. Cuando el 7 de abril de este mismo año les decía en su Asamblea Anual que ya eran claramente perceptibles los vientos de mejora, no estaba más que recogiendo un clima de mayor confianza que se extendía entre los sectores empresariales.
De hecho, el Barómetro de la Empresa Familiar, que ustedes encargan, ya señalaba en junio que el 63 por 100 de las empresas familiares españolas tenían una visión positiva o muy positiva de su situación a corto plazo, lo que representaba un aumento muy significativo frente a los datos de seis meses antes. Sus empresas, las empresas familiares, nos decían que en los últimos seis meses habían aumentado su facturación y mantenido o aumentado sus plantillas, y que esa opinión estaba claramente por encima de la media europea. Cuando dos terceras partes de sus empresas mostraban una visión así con respecto a los seis meses siguientes, estaban acertando, como hemos podido comprobar con los datos que hemos manejado hasta este momento.
Factor clave el de la confianza: una confianza fundada en un trabajo constante en el que todos -insisto, todos-- hemos sabido mantener el rumbo.
Frente a los que dicen que estas mejoras no son percibidas por la sociedad, el llamado Índice de Sentimiento del Consumidor nos indica claramente lo contrario: en octubre este Índice alcanza los 86'8 puntos, frente a 65'3 del año anterior o los 44'8 de octubre de 2012. Y lo más positivo es el Indicador de Expectativas que, si en el Índice de octubre de 2012 no llegaba a los 60, el mismo mes del año pasado se acercaba a los 80 y este año ya está en 99'3.
Los que han hecho los sacrificios, los que han hecho los esfuerzos, los que siguen haciéndolos, perciben que las cosas están mejorando, aunque muchos sienten que más despacio y con menos intensidad de lo que ellos merecían.
Pues bien, señoras y señores, para que esto no sea flor de un día hemos de mantener todas esas actuaciones y políticas que nos han permitido enderezar el rumbo y comenzar --estoy hablando de comenzar-- la recuperación. No nos podemos permitir el lujo de la autocomplacencia, entre otras cosas, porque las cifras de paro de las que hablábamos antes, aunque menguadas, se mantienen, como señalé en esta misma intervención, en niveles insoportables.
Por eso tenemos que continuar. En abril, en su Asamblea, les decía lo siguiente: "mantendremos todo lo que ya está en marcha, pero daremos nuevos pasos, porque esta Legislatura, como ya he dicho otras veces, ha de ser la del proceso permanente de reformas". Y les cité algunas de las que se desarrollarían dentro de este mismo año en el que estamos: desde la reforma fiscal hasta la Ley de Desindexación; la culminación de los desarrollos reglamentarios en el sector eléctrico y del nuevo mecanismo de fijación para el precio de la energía; la reforma del mercado del gas; la liberalización del mercado ferroviario; una nueva Ley de Propiedad Intelectual; el fomento de la financiación empresarial; una nueva orientación profesional para el empleo o la puesta en marcha del Plan de implementación de la garantía del empleo juvenil. Muchas de estas medidas ya están en el Boletín Oficial del Estado; otras, en el Parlamento --ya las hemos remitido--, y las menos, a punto de entrar en el propio Parlamento.
Señoras y señores congresistas de la Empresa Familiar,
Cuando a finales de diciembre de 2011 llegamos al Gobierno, nos propusimos sacar a España de aquel atolladero en que nos habían metido, enderezar el rumbo y colocar a nuestra economía en condiciones de crecer de manera sostenida y estable, y, sobre todo, capaz de crear empleo y reducir el paro. El esfuerzo ha sido constante y, si no satisfechos, que no lo estamos de ninguna de las maneras, podemos sentirnos incentivados por lo que hemos conseguido.
Hace dos años a mí lo que me preguntaban era cuándo iba a pedir el rescate; no si iba a pedirlo, sino cuándo iba a pedir el rescate. Nadie entendía por qué no pedíamos el rescate. Se nos acusaba de inmovilismo porque no pedíamos el rescate. Se le daba un plazo de tres, cuatro, cinco o seis meses al euro. Se hablaba de la existencia de dos tipos de países con dos tipos de euro distintos y ni que decir tiene cuál era el pronóstico sobre el nuestro. Todo el mundo decía "seguiremos en recesión" y cada trimestre contábamos un trimestre más en recesión, y cada trimestre veíamos cómo aumentaba el paro.
Pues bien, señoras y señores, esto era hace dos años. Hay una cierta tendencia, a la que yo no me voy a sumar, a no situarse en la realidad. Tan irresponsable y tan irreal hubiera sido que yo hace dos años les viniera a contar a ustedes lo bien que iban las cosas, como irresponsable e irreal sería que yo, como por cierto hacen muchos, dos años después, hoy, les dijera a ustedes que todo está como en el año 2012.
De vez en cuando deberíamos recuperar una costumbre, que es hablar bien de nuestro país. España es un gran país, una de las economías más importantes del mundo, uno de los países con mayor renta per cápita del mundo, con un sistema de bienestar como no tiene nadie. Cuando a alguien en España se le atiende de una enfermedad infecciosa no tiene, como ocurre en otros países, que entrar en el hospital ingresando un cheque de quinientos mil dólares. No, aquí no, porque aquí hay un sistema de bienestar como el que ustedes conocen.
Cuando yo hace algunos fechas fui a visitar uno de los países más importantes del mundo conté que en España el Gobierno de España gastaba el 40 por 100 de sus recursos presupuestarios en mantener el sistema público de pensiones; allí gastaban exactamente esto (un cero). España tiene un sistema de bienestar como nadie, como el de algunos países de Europa, que son los únicos que se pueden comparar con nosotros.
España tiene unas infraestructuras como no tiene casi nadie. España tiene unas empresas que han sabido hacer muchas y muy importantes cosas fuera de España, que están haciendo de las obras públicas más emblemáticas que se están haciendo en el mundo. España es el segundo país del mundo a la hora de recibir turistas; no será por lo incómodos que se encuentren o porque alguien les fuerce a venir aquí, sino que será porque tendremos un buen sector turístico, unos buenos servicios públicos y unas buenas infraestructuras.
España es el país de Europa que más estudiantes de Erasmus recibe, más que Alemania y más que Francia. Será por algo, porque no conozco a ningún estudiante de ningún estudiante de ningún país de Europa al que se le obligue a venir a estudiar el Erasmus en España.
Eso es España; eso y otras muchas más cosas. Por tanto, yo no me voy a sumar, y les pido a ustedes que no se sumen tampoco, a esas cosas que suceden de vez en cuando en nuestro país, donde nadie sabe exactamente por qué parece que tenemos que castigarnos inmisericordemente.
Hay muchas cosas buenas en nuestro país, hay gente muy capaz, hay empresarios que son capaces de superar situaciones difíciles. Hemos superado muchas, hemos vivido un tiempo muy complicado. Todavía hay gente que lo pasa mal, todavía tenemos que seguir esfuerzos; pero, dicho esto, España es un gran país, una gran nación. Por lo pronto, la mía y la suya.
Muchas gracias.