P.- Las pregunta son de contenido económico, primordialmente; pero también hay alguna, como es lógico, de contenido político y quizás es bueno que empecemos por ésta. Teniendo en cuenta el actual debate territorial en nuestro país y la cuestión de la consulta en Cataluña, ¿es usted partidario de iniciar un proceso de reforma de la Constitución, tal y como algunos grupos políticos han reclamado? Y en caso de que la respuesta fuera afirmativa, ¿en qué sentido? ¿Hasta dónde podría llegar?
Presidente.- Realmente, como todos ustedes saben, esta cuestión es, probablemente, la que más le importe hoy en día al conjunto de los ciudadanos en toda España y, desde luego, al Gobierno de España. Es un tema de una enorme importancia por todas las razones que no se le escapa a ninguno de ustedes.
Tampoco quiero extenderme en exceso en mi intervención, porque estamos ante un tema que daría lugar, como de hecho ha dado, a intervenciones que no podrían terminar, nunca porque a este tema se puede llegar desde muy diversos lugares y actuar con distintos puntos de vista. Por tanto, como la pregunta es si yo estoy dispuesto a hacer una reforma de la Constitución, voy a ceñirme a la Constitución y no voy a entrar en otras consideraciones sobre otros temas que se están produciendo a lo largo de estos últimos meses.
Quisiera hacer un brevísimo recordatorio; ustedes lo conocen, pero de vez en cuando es bueno hacer un recordatorio. En el año 1978, no sin dificultades y después de un período de prácticamente cuarenta años de régimen autoritario, los españoles de entonces --yo voté también, tenía veintitrés años-- fueron capaces de ponerse de acuerdo para aprobar una Constitución. Eran personas con planteamientos políticos, e incluso vitales, diferentes sobre muchas cosas: había gente que había estado en el régimen anterior incluso como ministros; otros llevaban años viviendo fuera de España, en el exilio, otros estuvieron en la oposición, y la forma de ver las cosas era diferente. Pero se hizo un gran esfuerzo y se hizo un texto constitucional que fijó reglas de juego. Era un texto constitucional que no les gustaba demasiado ni a unos ni a otros; pero ésa era su gran virtud: el que no les gustaba demasiado ni a unos ni a otros. Era el texto constitucional que, al final, nos iba a servir a todos de cara al futuro.
¿Qué significó esa Constitución para España? Esa Constitución significó democracia --hoy parece algo normal, pero entonces no lo era; por eso, democracia, que no era poco--, la garantía de nuestra libertad, de nuestros derechos fundamentales; se estableció también una forma de Estado y se estableció, y esto es muy importante, una organización territorial del Estado, un modelo de Estado, absolutamente diferente al que existía en aquel momento.
En aquel modelo de Estado, en aquel entonces, todo el mundo cedió en sus planteamientos. Había gente que no quería que existiera el Estado Autonómico, que quería un Estado central y nada más; y había otros que, probablemente, hubieran querido ir más lejos, como era el caso, por ejemplo, del Partido Nacionalista Vasco, que se abstuvo por esta razón. Pero, al final, se hizo un sistema de descentralización política que puedo decirles a ustedes que, salvo el caso de Canadá, y es discutible porque es discutible, es el más descentralizado del mundo.
Es decir, lo que tenemos en España no existe en ningún lugar del mundo. El Gobierno que yo presido gasta el 20 por 100 del gasto público total español. Hace la política económica, Exterior, Defensa, Interior, pero no en todas las Comunidades Autónomas, y las grandes obras de infraestructura. Las Comunidades Autónomas están entre el 38 y el 39 por 100 del gasto público total, acercándose ya al doble de lo que gasta el Gobierno de España, y luego hay un gasto muy importante que es pensiones --no lo cuento en ese apartado--, y las Corporaciones Locales están en el 13 ó 14 por 100.
Por tanto, tenemos un Estado con un nivel de descentralización mucho mayor que el de Estados Unidos, mucho mayor que el de Alemania y mucho mayor que el de los pocos, porque realmente son pocos, Estados federales, así llamados, que existen en el mundo.
¿Se puede modificar esa Constitución? Sí, la hemos modificado dos veces, en dos oportunidades: una de ellas para el voto de los extranjeros, los comunitarios, en las elecciones municipales y la última vez hace pocas fechas, cuando introdujimos en la Constitución el Pacto Fiscal de la Unión Europea para controlar el déficit y la deuda pública, y para actuar con equilibrio presupuestario. Mi partido votó esas dos reformas y las votó, fundamentalmente, porque eran reformas sensatas, muy positivas, y porque, si no, no podríamos hacer eso que era necesario para España.
Me dice usted ahora "hay algunos partidos que quieren que se reforme la Constitución". Eso no está mal. Hay cosas que es bueno en la vida que se adapten y ha pasado tiempo desde que se aprobó la Constitución en el año 1978. Me dice: "¿Usted está dispuesto?". Yo sí, yo estoy dispuesto a hablar, pero me gustaría que se me dijera una cosa; ¿qué es lo que se quiere reformar? Es decir, si yo sé lo que esos partidos políticos quieren que se reforme, estoy dispuesto a hablar de una reforma de la Constitución. A alguno de esos partidos políticos que quieren reformarla Constitución yo les he preguntado qué queréis reformar de la Constitución.
Y ahora voy a hacer algunas preguntas. La primera pregunta: ¿esto es para contentar a alguien? ¿Es para evitar algún problema que se haya generado en los últimos tiempos en España? ¿Es para eso? No lo sé. ¿Serviría esa reforma para contentar a ese alguien o, como piensan algunos, no serviría?
Y a partir de ahí, ¿cuáles son las preguntas que hay que hacer? ¿Qué se quiere? ¿Una reforma con más competencias para las Comunidades Autónomas o con menos? Si es con más, ¿cuáles? ¿Qué competencias tiene que ceder el Estado? ¿Las grandes obras de infraestructura, aunque circulen por cinco Comunidades Autónomas? ¿La política exterior, la de defensa o la política económica? ¿Se quieren más competencias? ¿Se quieren menos? Porque hay fuerzas políticas que piden que el Estado recupere algunas competencias, las hay; fuerzas políticas y están representadas en el Congreso de los Diputados.
¿Qué hacemos con el modelo de financiación de las distintas Comunidades Autónomas españolas? ¿Estamos todos de acuerdo en el Convenio y en el Concierto? Porque hay algunas fuerzas políticas en el Congreso de los Diputados que quieren que se supriman. ¿Extendemos el modelo del Concierto y del Convenio a todas las Comunidades Autónomas o sólo a algunas? ¿Las competencias son iguales para todas las Comunidades Autónomas, que se supone que es lo que dice un Estado federal o, por el contrario, nos apuntamos a eso que algunos llaman federal asimétrico, aunque sean dos palabras contradictorias en sí mismas? ¿Vamos, como pretenden algunos, a una igualdad o, como pretenden otras fuerzas políticas, a una diferencia? ¿En qué norma jurídica se plasman los hechos diferenciales que hay entre las distintas Comunidades Autónomas? Ésas son algunas de las preguntas que hay que hacer.
¿Es posible, creen ustedes, en este momento hacer una Constitución con el mismo nivel de consenso que la Constitución que en 1978? ¿Ustedes creen que es posible? Yo creo que es posible que el Partido Popular y el Partido Socialista se pongan de acuerdo, creo que es posible. ¿Pero creen ustedes que es posible que aquellos que quieren el derecho a la autodeterminación la vayan a apoyar? ¿O es que creen que debemos poner en nuestra Constitución el derecho de autodeterminación, que no existe en ninguna Constitución escrita del mundo? Existía en la yugoslava, en la de la Unión Soviética y en la de Etiopía.
Éstas son las preguntas que hay que hacer, que no son preguntas menores. ¿Esto es para resolver los problemas de alguien? ¿Los vamos a resolver con una reforma de la Constitución? ¿Y cuál es esa reforma? ¿Liquidamos el principio de igualdad de todos los españoles o no? ¿Federalismo simétrico o asimétrico? ¿Más o menos competencias para el Estado? ¿Éste es el momento hoy? ¿Vamos a tener en España una Constitución con más o menos consenso que la anterior?
Yo, sinceramente, comprendo este debate, entiendo este debate, entiendo a todo el mundo. Todo el mundo sabe lo que hay que hacer seguramente, lo que pasa es que yo tengo la responsabilidad que tiene el presidente del Gobierno de un país.
Por tanto, estoy dispuesto a escuchar; pero todavía no he visto en quienes plantean una reforma de la Constitución la concreción de eso que no deja de ser un discurso, que está bien, en nada concreto. Hay quien dice: "¡oiga! Abrimos, con perdón, el melón y ya veremos qué es lo que pasa". Bueno, ¿y de qué vamos a debatir allí? ¿De la forma de Estado? ¿Le interesa a España ese debate ahora? ¿Vamos a debatir allí de si la soberanía nacional es nacional o se parte, a diferencia de lo que ocurre en todas partes? ¿Vamos a debatir allí si seguimos en el proceso de integración europea, que creo que quieren todos los españoles, o, por el contrario, mientras unos están en procesos de integración y de unión aquí empezamos con un proceso diferente?
Éstas son las granes preguntas y éste es un asunto en el que creo que no es bueno el slogan. Lo importante son los contenidos. En general, lo es en cualquier faceta de la vida; pero en un tema de estas características como son las reglas de juego, que es lo que es una Constitución, creo que lo es con mucha mayor razón.
En resumen, estoy dispuesto a escuchar todas las propuestas de reforma de la Constitución que se hagan, todas; pero me gustaría que se hicieran y me gustaría que tuvieran un mínimo de consenso, porque creo que en este momento una Constitución para sólo dos partidos no es el mejor servicio que se le puede hacer a España.
P.- Se han llevado a cabo muchas reformas, algunas han salido en su discurso, otras han sido analizadas en nuestra votación interna en el Congreso; pero es evidente que todavía quedan reformas por abordar. En caso de que usted, dentro de un año aproximadamente, saliera reelegido como presidente del Gobierno, ¿cuáles serían sus prioridades a este respecto?
Presidente.- En esto sí veo propuestas porque, por ejemplo, veo que la Ley de Estabilidad Presupuestaria hay quien la quiere liquidar; la reforma del mercado laboral sé que también hay quien la quiere liquidar; la restructuración del sistema financiero supongo que no, porque no sé exactamente a qué operación se iría; también la reforma del sistema eléctrico y otras muchas.
Yo parto de la siguiente base: cuando nosotros llegamos al Gobierno, en el primer discurso que pronuncié en las Cortes yo señalé que, en mi opinión, había que hacer cinco cosas, para intentar, primero, parar la que se nos venía encima --estoy hablando de los principios de 2012-- y, luego, levantar la cabeza y empezar a conseguir un poco de crecimiento económico y luego empleo.
Eran cinco puntos. Primero, consolidación fiscal. Créanme que fue muy difícil hacer la consolidación fiscal, la reducción del déficit público, en un período de recesión porque, claro, España en el año 2012 tuvo un crecimiento negativo de 2'1 por 100 y en el año 2013 de 1'2 por 100; y, mientras tanto, tuvimos que reducir el déficit público tres puntos. Créanme que no era fácil y lo hemos hecho manteniendo lo esencial del sistema del bienestar, como he dicho en mi intervención anterior. Por tanto, primero, control del déficit público. En el futuro seguiremos controlando el déficit público. Nos gustaría este año llegar al 5'5 por 100 y el objetivo del año 2015 es el 4'2 por 100. Esperemos que, a pesar de la reforma fiscal que detrae ingresos tributarios, podamos hacerlo. Primera prioridad.
Segundo, reformas estructurales. Nosotros hemos hecho, las Cortes y el Gobierno, algunas reformas estructurales importantes a lo largo de esta Legislatura, reformas estructurales que no son propias de un Gobierno que no se mueve, sino que este Gobierno se ha movido y se ha movido mucho haciendo cosas que eran necesarias. Vamos a continuar con las reformas estructurales. Yo también dije en mi intervención que en abril, cuando había comparecido ante todos ustedes en el Casino de Madrid, porque fue allí la Asamblea General, anuncié lo que íbamos hacer a lo largo de este año. Está casi todo cumplido. Bueno, la Ley de reforma fiscal entra en vigor el uno de enero, la Ley de Desindexación, quedan Reglamentos todavía, algunas cosas del sector energético, del gas…, pero vamos a seguir haciendo reformas estructurales importantes, como hemos hecho a lo largo de este año.
Hay un tercer tema que se capital. Quizá no nos demos cuenta de esto, pero es un tema muy importante. Las reformas estructurales hay que hacerlas en España, pero también en Europa, y en Europa todavía no hay un mercado interior, no lo hay: no hay un mercado interior de la energía, porque no hay interconexiones; no hay un mercado interior digital, y no lo hay en materia de servicios financieros, porque no lo hay. Por tanto hay que seguir, que sería la tercera idea.
Cuarta idea, Europa tiene que continuar su proceso de integración. Éste es un proceso que comenzó hace muchos años, ya con la Comunidad del Carbón y del Acero, y luego el Tratado de Roma en el 1956. Esto ha ido bien, ha habido pasos muy decisivos. Por ejemplo, la moneda única nos dejó sin política cambiaria y monetaria, y ahora, en estas últimas fechas, se ha aprobado la Unión Bancaria, que no es un tema ciertamente menor, como todo el mundo sabe. Yo creo que hay que empezar a hablar de la Unión Fiscal y eso es muy importante también para resolver los problemas económicos de los europeos. Sería estupendo que ahora quien puede gastara, sería estupendo; otros no podemos, pero hay quien puede y sería estupendo que gastara. Sería estupendo que hubiera un presupuesto europeo, porque lo que hay ahora es una cosa más modesta; es importante, pero un presupuesto europeo. Creo que en ese tema hay que avanzar; supongo que no es fácil, somos veintiocho.
Y hay otro tema, el quinto tema, que es la política monetaria. El Banco Central Europeo ha hecho cosas, pero creo que el Banco Central Europeo tiene una obligación. Yo no voy a hablar de lo que tiene que hacer el Banco Central Europeo ahora, porque es una entidad independiente y para hablar ya está todo el mundo. Yo lo único que quiero decir es que lo que señalan los tratados es que la inflación es bueno que esté, aproximadamente, en el 2 por 100 o un poquito menos, y la inflación en España es del -0'1 por 100 y en la zona euro es +0'3 por 100. Creo que ahí hay margen.
Por tanto, esas cinco líneas en las que hemos trabajado a lo largo de este tiempo conformarán el programa electoral cuando se celebren las elecciones, que todavía queda un año largo, el año que viene.
P.- Precisamente hablando de esto, Presidente, la proximidad ya de las elecciones hace que nos veamos inmersos dentro de un ciclo electoral bien conocido y algunas voces, incluso de organismos internacionales, han alertado del peligro de que el ciclo electoral reduzca la velocidad de aplicación de algunas de dichas reformas estructurales. En concreto, hay algunos miedos a que la consolidación fiscal, a que esta dirección tan clara de reducción del déficit público, pueda verse matizada por la proximidad de la convocatoria.
Presidente.- Tiene su lógica esa preocupación, pero no va a ser así. Este año, año 2014, nosotros teníamos un objetivo de reducción del déficit hasta el 5'8 por 100 y fuimos nosotros los que dijimos: vamos a intentar el 5'5 por 100. El año que viene el objetivo es más difícil si cabe, es el 4'2 por 100, y, además, tenemos una reforma fiscal que entrará en vigor el próximo uno de enero y que calculamos que entre los años 2015 y 2016 --es difícil hacer este cálculo-- supondrá una reducción de ingresos tributarios de, aproximadamente, nueve mil millones de euros. Hay una bajada importante en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, como saben, y otra bajada también importante en el Impuesto de Sociedades.
Pero, dicho esto, el Gobierno tiene la voluntad y el empeño, más que nada porque es bueno para España, para nuestro país, y porque no le vamos a decir a la gente que lo que era bueno hace dos años resulta que ahora, cuando estamos en elecciones, no es bueno. No, esto es bueno para España, España lo necesita y es el pueblo español el que tiene que juzgar y ver lo qué ha hecho cada uno y los porqués de todo eso.
Por tanto, nuestro compromiso con la reducción del déficit público se mantienen y créanme que no es fácil, porque tenemos una deuda pública elevada; pero es que hemos tenido que hacer operaciones como el Fondo de Liquidez Autonómica o como el Fondo de Pago a Proveedores. Porque, claro, nosotros además de tener un déficit público del 9'2 por 100 cuando llegamos al Gobierno, teníamos muchas facturas en los cajones, de las que probablemente ustedes hayan oído hablar; deuda comercial que se ha convertido al final en lo que es en este momento deuda pública. Por tanto, la operación de saneamiento que se ha hecho aquí de las finanzas y, en general, de la economía española ha sido muy importante.
Pero vamos a continuar las reformas estructurales. Es que, de hecho, estamos en plena etapa de reformas estructurales. Primero, la reforma fiscal se está debatiendo en el Parlamento, es verdad que ésa no es especialmente incómoda para el Gobierno; pero hay una reforma --me ha llamado la atención la encuesta que hemos visto aquí, que va a hacer que yo me empeñe en explicarla con más dedicación, energía y acierto que hasta ahora-- que es la reforma de la Administración, que veo que tiene una valoración que ya me gustaría que fuera mejor.
Yo les puedo decir que estamos a un nivel de empleo público que es de 2004, ahora en el año 2014. Le puedo decir que la reforma de la Administración es una de las operaciones más complejas, más difíciles de hacer y, desde luego, de las más ambiciosas que hemos puesto en marcha. Es muy difícil que nadie explique la reforma de la Administración, es muy difícil que la reforma de la Administración sea primera noticia de un telediario, ni primera página de ningún periódico, ni que nadie le dedique sus esfuerzos a estudiársela para luego contarla. Eso es ciertamente difícil, pero puedo asegurarle a ustedes que ésa es una de las operaciones más importantes que se están haciendo en nuestro país y que va a continuar en el futuro.
Hay otra que está también en marcha en este momento, que es la de la unidad de mercado, que es muy compleja porque hay alguna gente que no la acepta. En el fondo, es la consecuencia de cuáles son las prioridades de cada uno en esta vida. Desde luego, las prioridades, al menos mías, como gobernante son que a la gente le vaya bien. Es lo único que pretendo. Que ustedes ganen dinero, que creen empleo, que les suban el sueldo a las personas que contraten, es evidente que ésa es mi prioridad. Para otros es más importante tener competencias y ejercerlas.
Yo creo que estas cosas se pueden hablar y, claro, teniendo en cuenta que estamos hablando de que vamos a un mercado único en toda Europa, ¡hombre!, a mí me gustaría que en España no hubiera diecisiete mercados y que no hubiera normas sobre medio ambiente o transportes diferentes. Ya se están dando pasos en la buena dirección; pero esa otra operación, la de la unidad de mercado, igual de gigantesca que la de la reforma de las Administraciones Públicas.
Tenemos también en marcha el cambio en el modelo de formación, un tema no menor y donde no se hacen precisamente amigos. No es un tema para hacer amigos en ningún sector de la sociedad.
Por tanto, estamos en este mismo instante en un proceso de reformas y vamos a continuar haciéndolas. Y yo, desde luego, estoy absolutamente convencido de que lo más importante de todas estas reformas no es que vayamos a crecer medio punto más que Francia; lo más importante es sentar bases sólidas de cara al futuro. Fíjese usted, si la reforma laboral hubiera existido, y yo ya he visto algunos esfuerzos que ha hecho alguna gente, probablemente se hubiera perdido un millón de puestos de trabajo menos en la Legislatura 2008-2001. Ahora bien, si al final, por puros prejuicios ideológicos, se quieren liquidar las buenas reformas, acabaremos todos teniendo un problema como país.
P.- Presidente, sabes perfectamente que la economía española es enormemente interdependiente de la economía europea en general; de la Unión Europea y, en general, de la economía europea. Ante estos preocupantes síntomas de desaceleración de la economía europea, ¿cuál sería nuestro posicionamiento, tanto interno como externo, a nivel de política económica?
Presidente.- Esto ya lo he dicho alguna vez. Uno de mis mayores objetivos políticos es que a Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Portugal les vaya de miedo, mejor que a nosotros, por una razón que todo el mundo entiende: son nuestros principales clientes y proveedores. Nuestro primer cliente y proveedor es Francia, luego es Alemania y, luego, están igualados Portugal, Reino Unido e Italia.
Es verdad que nuestras exportaciones se han diversificado en los últimos tiempos. No recuerdo la cifra --por tanto no me hagan mucho caso; es decir, no es segura esta cifra--, pero tengo en la cabeza que, cuando yo llegué al Gobierno, aproximadamente el 66 por 100 de las exportaciones españolas eran a la zona euro y ahora deben estar en el cincuenta y algo. Han bajado, lo cual está muy bien, porque hemos ido a nuevos mercados. Realmente las empresas españolas, ya también las pequeñas y medianas, han hecho un gran esfuerzo. Ése es un dato muy positivo, eso crea una cultura y, además, eso es adelantarse a los acontecimientos porque, queramos o no aquí dentro de poco, el mundo es mucho más global de lo que es ahora, que ya lo es bastante.
Claro, eso es cierto; pero, aún así, nuestro primer cliente y proveedor es Francia y, por tanto, cuanto mejor les vaya a los franceses y más consumo haya en Francia, mejor; lo mismo ocurre en Alemania. Yo antes le he hablado de seguir trabajando en la integración: además de la Unión Bancaria, la Unión Fiscal. Ya me gustaría a mí que en Alemania consumieran un poco más, que se puede hacer.
De hecho, ese dato, la balanza exterior ahora no está tan bien, tan bien, como el año pasado, entre otras cosas, porque, como aquí aumento el consumo, comienzan las importaciones. Le voy a dar un dato: la venta de coches extranjeros ha aumentado este año en España el 44 por 100, importación de coches; la exportación ha aumentado el 20 por 100, que es una cifra magnífica, pero, claro, si comienza el consumo y empezamos a comprar coches de fuera… Oiga, aquí se producen también unos coches magníficos, pero bueno…
A lo que íbamos, porque esto era una digresión. ¿Qué hay que hacer en Europa? Se lo he dicho antes, pero se lo voy a decir empezando por el final. Primero, política monetaria. El Banco Central Europeo ha hecho en los últimos tiempos tres operaciones inteligentes, en mi opinión: primera, quien deja su dinero en el Banco Central Europeo paga, es decir, la rentabilidad es negativa; segunda, ha hecho una operación de préstamo a las entidades financieras de cuatro años al 0'15 por 100 para que tengan liquidez y presten a la economía real; y tercera, va a comprar cédulas hipotecarias y titulizaciones de préstamos a Pymes, eso es importante.
Ahora bien, el Banco Central Europeo tiene que plantearse, y yo no soy quien para decirlo, como le he señalado antes, si su objetivo de inflación, el que le marcan los tratados, se está cumpliendo o no; es decir, si la inflación que está en el 0'3 por 100 está cumpliendo el objetivo del 1'5 o 2 por 100. Eso es lo que tiene que pensar. Eso es importante, eso lo piensan algunos en Europa, no todos.
En segundo lugar, hay que seguir en la integración, y le he hablado de la integración fiscal y, por tanto, ya no les aburro más.
Tercero, continuamos en el mercado interior. Lo de la energía es un tema capital. Hemos tenido un Consejo de la Energía en los últimos tiempos. En España la energía en más cara que en el resto de países; ya sé que hay gente que no lo comparte, pero es exactamente así. Y la energía es un factor de competitividad colosal. El año que viene habrá la Cumbre del Clima en París, en el año 2015, y en Europa hemos ya fijado una posición y un criterio --aumento de renovables al 27 por 100, más eficiencia energética, reducción de emisiones y menos compra de derechos de emisión--; pero conviene que nos acompañen algunos actores menores en la esfera internacional, tan menores como, por ejemplo, China, o la India, o Estados Unidos.
Pero continuar en la unión económica. Luego, reformas, que es otra de las cosas que conviene hacer en Europa para que mejore la economía europea. No sólo las reformas europeas, sino las reformas nacionales porque, claro, algunos tuvimos que hacer reformas y a otros se las impusieron, simplemente porque estaban sometidos a un rescate. Pero aquellos a los que es difícil imponérselo por ser quien son, también convendría que hicieran reformas de cuando en cuando.
Y, luego, la consolidación fiscal la debemos hacer todos. Evidentemente, yo, como presidente del Gobierno de España, no soy el indicado para dar ninguna lección a nadie con el déficit público que hemos tenido y el que aún tenemos en estos momentos. Pero sí es bueno que todos nos apliquemos a seguir reduciendo el déficit público.
Yo creo que eso es lo que hay que hacer y otras muchas cosas. Por ejemplo, sería bueno cerrar pronto el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o sería bueno seguir celebrando convenios de libre comercio con otros países; pero, en fin, yo creo que si esos cinco puntos nos aplicamos, Europa puede mejorar.
Hay un dato y con ello ya término, de verdad, que es importante. Europa tiene una cosa a la que yo me referí en mi intervención, que es un sistema de bienestar como no tiene nadie en el mundo. Mantener ese sistema del bienestar nos obliga a ser enormemente competitivos porque, claro, es que hay países de los que dicen "están creciendo"; sí están creciendo, pero allí no hay nada, no hay ningún pilar del Estado del Bienestar, que también es una muestra clara del nivel de civilización que hay en nuestros países. No olvidemos de que Europa, de quien todo el mundo despotrica, es el 25 por 100 de Producto Interior Bruto mundial y no hay muchos lugares del mundo donde se viva tan bien como se vive en Europa, por muchos problemas que hayamos tenido, sobre todo en los últimos tiempos.
P.- Una noticia muy positiva, ya conocida, que ha salido en el discurso, es que, efectivamente, la recaudación tributaria ya desde el primer trimestre de 2014 está creciendo y yo me atrevería a decir que de forma espectacular o bastante notable. ¿Ello permitiría, en su caso, si sigue manteniéndose esta tendencia, teniendo la garantía de cumplir con el objetivo de consolidación presupuestaria, profundizar o adelantar la velocidad de la reforma fiscal en su conjunto?
Presidente.- Esto es, como tantas y tantas cosas en la vida, dónde está la línea que separa al sensato del insensato, ¿no?
La recaudación está creciendo bien; bien es un 5 por 100; ahora bien, con inflación por debajo de cero, lo cual es un dato muy importante. Me parece que me he referido ahí a pymes y el IVA de Pymes sube un 9 por 100. Oiga, esto está tirando. Pero, claro, estamos en una etapa como ustedes saben de moderación salarial también. O sea, con inflación por debajo de cero y con moderación salarial está creciendo la recaudación al 5 y pico por 100.
Comprenderá usted que no está en mis planteamientos políticos el tener impuestos elevados y creo que los impuestos en este momento en España son elevados. Por eso, los bajamos ahora y queremos bajarlos más. Lo que pasa es que pensamos que este momento no es el momento adecuado. Yo a los diez días de llegar al Gobierno tuve que subir los impuestos, pero es que la alternativa era quebrar. Yo no llevaba, ni el Partido Popular en su programa electoral, nacionalizar bancos. ¿Alguien pensaba que el Partido Popular iba a nacionalizar bancos? Nadie nacionalizó un banco en España, creo recordar; hubo aquel episodio de Banesto y alguna cosa menor. Pero nadie pensaba que un partido del centroderecha español iba a nacionalizar bancos, y hay dos que ya no están nacionalizados. Hay muchas veces que la realidad obliga a hacer a uno cosas que no le gustan. Pero, claro, eso se hace para cambiar la realidad.
En la medida en que las cosas vayan a ir a mejor, yo en la próxima Legislatura volveré a plantear una nueva rebaja de impuestos, porque creo en eso; porque creo que el dinero en manos de la gente se gasta mejor, hay más crecimiento, se recauda más y, por tanto, los servicios públicos van a ser mejores. Si no hay recaudación, no hay servicio público que valga y para que haya recaudación tiene que haber gente creando empleo, invirtiendo su dinero.
P.- Para que la empresa funcione bien es esencial llevar a cabo una adecuada planificación estratégica, no sólo en el corto, sino en el medio y en largo plazo, y para poder hacerlo es necesario un marco legislativo estable. Todos sabemos que no está en manos, obviamente, del Gobierno, como ya he indicado, pero ¿qué podríamos hacer para intentar conseguir que la normativa tuviera una cierta estabilidad temporal y permitiera un marco de trabajo previsible para nuestras empresas?
Presidente.- Le voy a decir una cosa, que no es la respuesta a la pregunta. En temas como la unidad de mercado, si logramos ir avanzando en el tema de unidad de mercado, no sólo avanzaremos en el hecho unidad de mercado, sino en cómo es y va a ser la norma en el futuro. Es decir, vamos a avanzar en las dos cosas a la vez. Eso creo que es importante y por eso es un tema al que le damos y le prestamos la atención que necesita.
Esa pregunta que hace usted es la gran pregunta. En pura teoría, hoy en día en el mundo, y desde luego claramente en Europa, las diferencias ideológicas ya no son tantas y, de hecho, en el mundo, si usted se fija, hace no muchos años en el mundo el debate era político. Había las democracias y el régimen comunista, y algunos decían que el régimen comunista era fantástico, vamos; además, lo defendían sin ningún tipo de problemas. Ahora algunos se han reciclado y otros no. Había un debate político y, de hecho, había guerras por estas cosas. Hoy ya los debates ésos que no quisiéramos ver y que, por fortuna, en Europa no los hay, pero en el mundo sí, ya no son por razones de pura ideología política; son los que vemos en algunas zonas del mundo: por etnias, problemas de religión, razas… Ésos son los problemas en el mundo y eso, por fortuna, en Europa no debiera producirse en el futuro.
En Europa hay un acercamiento entre las grandes fuerzas políticas, las fuerzas políticas importantes. Es lógico, tenemos todos, seamos socialistas o populares, que somos los que hemos construido Europa porque ésa es la verdad, la misma norma de déficit público. Los franceses son socialistas y los italianos también, pero tienen las mismas obligaciones de déficit público o deuda pública que las que somos del Partido Popular. Todos tenemos la libertad de empresa, el mercado interior y la libre circulación de personas. Es decir, hay una aproximación muy importante entre las posiciones de los grandes partidos.
Ahora, en estas últimas elecciones europeas, probablemente como consecuencia de la crisis, hemos vivido en Reino Unido, primera fuerza política el señor Farage; en Francia, la extrema derecha; en Alemania surge un partido que quiere liquidar el euro; en España aparecen fuerzas políticas también diferentes; lo mismo ha ocurrido en Grecia; en Italia un cómico asciende a la segunda posición… Yo creo que esto es malo para Europa. Una Europa y un mundo de grandes partidos y partidos cuyas posiciones políticas cada vez estén más cercanas es lo más positivo, porque la alternativa a eso es lo que hemos vivido en algunos países --claro, no puedo dar nombres--, pero donde los grandes partidos fueron enormemente castigados, al final vinieron otras cosas y hay países en otros continentes que desde entonces no son capaces de levantar cabeza.
Quizá todos deberíamos hacer un esfuerzo en éste sentido, porque no puede ser que quienes estuvieron gobernando en España durante muchos años --más estuvieron los mismos en Alemania, en el Reino Unido, en todas partes; es lo normal, es la moderación, es la sensatez-- lo hayan hecho todo mal, porque este país en los últimos cincuenta años es el cuarto del mundo que más ha aumentado su renta per cápita; pero, a veces, tenemos todos una cierta tendencia, como dije antes, a castigarnos. Yo, desde luego, no voy a estar ahí.
Muchas gracias.