Comparecencia del presidente del Gobierno sobre nuevas medidas contra el COVID-19

Intervención de Pedro Sánchez

4.4.2020

  • x: abre ventana nueva
  • Whatsapp: abre ventana nueva
  • Linkedin: abre ventana nueva
  • Enviar por correo: abre ventana nueva

Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez


Buenas tardes. La crisis que atravesamos nos ha cambiado la vida de muchas maneras. Estos días, cuando intercambiamos mensajes, por ejemplo, con familiares y amigos, cuando nos llamamos unos a otros, hemos recuperado una fórmula de saludo que había caído en desuso, y lo primero que hacemos es preguntarnos qué tal estamos, cómo nos encontramos, si nuestros familiares y amigos están bien. Porque todos somos plenamente conscientes de que la salud y la vida están en riesgo.
Por eso mi primer pensamiento y mis primeras palabras, como viene siendo habitual en estas comparecencias, son de aliento a las personas que tienen a alguien cercano enfermo, unas palabras de firme apoyo a los que están luchando contra la enfermedad, y, sin duda alguna, también de profundo consuelo a los familiares y amigos de quienes desgraciadamente hayan perdido la vida, sin que ni siquiera hayamos podido darles el último adiós.
Tal como anuncié en mi última comparecencia, esta semana nos aguardaban las horas más oscuras, las horas más duras, las horas más amargas.
Cada día nos trae un parte sobrecogedor con la cifra de los fallecidos. Son ya 11.744 vidas arrebatadas; a menudo del modo manera cruel, en completa soledad.
Las cifras diarias de fallecidos nos conmueven y también nos aturden, pero no son las únicas que llegan, y me gustaría también subrayarlo, no son las únicas que llegan. Hoy sabemos que estas tres semanas de aislamiento y de sacrificio colectivo están rindiendo sus frutos.
Han servido, por ejemplo, para disminuir la propagación del virus, que hace tres semanas se expandía diariamente por encima del 20% y hoy esta, afortunadamente, en un 6%. Han servido, también, para contener la avalancha sobre nuestros hospitales que ingresan hoy a diario menos pacientes que hace dos semanas; aun siendo todavía un número bastante considerable. Y han servido también para ver cómo se multiplicaban las altas, que ascienden ya a más de 34.000 mil pacientes, una proporción altísima de personas que al abandonar entre aplausos los hospitales para reintegrarse a sus hogares nos recuerdan que la victoria es posible y además que está cada día más próxima.
Y estas semanas de descomunal esfuerzo colectivo han servido también para algo muy importante y es para salvar vidas. Hasta hoy ya decenas de miles de vidas que el virus se hubiese cobrado sin la labor, sin duda alguna impagable, de los sanitarios y el respaldo de todo el país cumpliendo, de manera ejemplar, no me cansaré nunca de decirlo, las medidas de reducción de movilidad que hemos adoptado.
Justamente estas eran las metas que perseguíamos cuando hace tres semanas decretamos la máxima protección, que incluía el aislamiento y cuando hace una semana, por un lado, acordamos mantener todas las actividades esenciales y por otro, hibernar el resto de actividad económica a un nivel similar al de un fin de semana. Frenar la propagación del virus, contener la avalancha en los hospitales, sobre todo en las UCIs, curar enfermos y salvar vidas. En medio de la consternación y del dolor por las pérdidas, hemos logrado, entre todos, un primer avance, y me gustaría subrayarlo y reconocerlo, un primer avance.
Mirad, comparecí para anunciar la urgencia. Comparecí también para anunciar el Estado de Alarma; lo hice de nuevo para advertir del crecimiento de la curva y de los días más duros y crueles que hoy, desgraciadamente, estamos viviendo. Y cada vez que me comuniqué con vosotros solicité lo mismo: solicite sacrificio, resistencia y moral de victoria para derrotar al virus.
Hoy, me corresponde comparecer de nuevo para anunciar que los datos que los expertos facilitan al Gobierno pronostican que en estos días, una vez superado el pico de propagación del virus, estamos en condiciones de doblegar la curva de expansión de la epidemia.
Transmito este mensaje, por supuesto, con la prudencia exigible en medio de una guerra nunca antes librada. Tanto nosotros y nosotras como el resto de los países del mundo estamos aprendiendo cada día. La ciencia no dispone aún de todo el conocimiento, pero el único conocimiento lo tiene la ciencia y ella debe guiarnos y tenemos que, también, tomar las decisiones desde los responsables públicos.
Doblegar la curva, dejar atrás el pico, era el primero de los objetivos que fijamos en esta contienda contra el virus; y estamos cerca de alcanzarlo. Y ahora toca de nuevo implorar a todos y a todas otra vez sacrificio, resistencia y moral de victoria para acometer las siguientes tareas de esta lucha.
El siguiente objetivo dentro de esta primera etapa en la que seguiremos aún varias semanas es reducir aún más la propagación, hacer descender lo contagios todavía más y de manera más acusada. Hasta un punto en que los nuevos enfermos sean menos que los nuevos sanados y los hospitales recuperen poco a poco su capacidad plena y dispongan de todos los recursos humanos y materiales que necesitan para atender a los enfermos de coronavirus pero también al resto de pacientes que padecen otro tipo de patologías, de enfermedades y que han quedado postergados como consecuencia del combate que estamos librando contra el COVID-19.
Y para alcanzar ese nuevo objetivo necesitamos algo más de tiempo y necesitamos, sobre todo, mantener ese esfuerzo colectivo que ha dado ya los primeros resultados.
Por eso, siguiendo las recomendaciones de los expertos, también de los científicos que asesoran al Gobierno de España, les anuncio que el Consejo de Ministros del próximo martes solicitará de nuevo la autorización del Congreso de los Diputados para prorrogar, por segunda vez, el Estado de Alarma desde el 12 de abril hasta las 24:00 horas del sábado 25 de abril. Nuevamente solicitaremos al Congreso de los Diputados la prórroga por dos semanas.
Con todas las cautelas creemos que es el tiempo que necesita nuestro sistema de salud para recuperarse, es el tiempo que necesita nuestra sociedad para mantener a raya al virus e iniciar la desescalada.
La declaración del Estado de Alarma hace tres semanas incluía medidas muy duras, lo he dicho en todas las ocasiones en las que he tenido la oportunidad de poder dirigirme a vosotros y vosotras, medidas muy duras que restringían la libertad de circulación y que resultaban indispensables, como ha demostrado el tiempo, para contener la progresión de la enfermedad y reforzar nuestro sistema de salud pública. Necesitamos mantener esas medidas dos semanas más.
La declaración del Estado de Alarma permitía una movilización excepcional de todos los recursos disponibles para mitigar los efectos de la pandemia. Necesitamos, también, mantener esas medidas dos semanas más.
Comprendo lo difícil que resulta prolongar aún dos semanas más este esfuerzo y este sacrificio. Son días difíciles para todos; días que ponen a prueba nuestra paciencia al aislarnos en casa; días que ponen a prueba nuestra serenidad ante la incertidumbre sobre el futuro; días frenéticos para muchos de nosotros, obligados a actuar y tomar decisiones que jamás habíamos imaginado, inquietos además por la suerte de amigos y familiares enfermos.
Para muchos son los días más difíciles de nuestra vida.
Pero tras estas últimas semanas, tan intensas que nos han parecido eternas, tenemos varias nuevas certezas que antes desconocíamos, porque ya vamos conociendo al adversario que tenemos enfrente.
Hemos comprobado, por ejemplo, que en esta guerra contamos con una primera línea de defensa a la vez competente y sensible. Que son los compatriotas capaces de batirse en condiciones extremas y atender cada enfermo, cada enferma y defender cada vida, y de celebrar cada curación como si fuera un triunfo, porque lo es.
En segundo lugar hemos comprobado en cada uno de nosotros y nosotras y en todo nuestro país, en todos y cada uno de los territorios, una reserva de energía y de solidaridad que algunas veces se había puesto en duda, que desconocíamos, en momentos críticos que también había sufrido, no de esta envergadura, nuestra propia sociedad. Sabemos ya que somos capaces de luchar, que somos capaces también de sacrificarnos, y que somos capaces, también, de hacerlo unidos, con disciplina.
Y, también, hemos comprobado que podemos lograrlo, que podemos arrancar victorias al virus, que podemos doblegar la curva, que podemos aliviar los hospitales y salvar miles de vidas, como estamos haciendo.
Son enseñanzas que refuerzan nuestra confianza para completar esta primera etapa y para hacer descender aún más la curva de contagios hasta mantener a raya el virus, que es lo que todos añoramos y deseamos.
De manera inmediata, una vez sobrepasado el pico, apenas dobleguemos la curva debemos estar listos para lo que dicen los expertos que se llama la desescalada, que es en definitiva una transición para regresar a nuestra cotidianeidad. Cuando se inicie el descenso de la curva de contagios.
Si la subida ha sido dura, ha sido despiadada, tampoco nos llevemos a engaño, no será más suave el descenso. No podemos permitirnos relajar la atención ni un instante. Tenemos que seguir adelante con la misma disciplina, con la misma solidaridad y responsabilidad y con la misma tenacidad.
Precipitarnos, relajarnos o desunirnos justo ahora tendría un resultado peor que devolvernos al punto de partida porque desencadenaría una segunda ola que nos golpearía cuando nuestras resistencias están, reconozcámoslo, más debilitadas y nuestras fuerzas están en consecuencia más mermadas.
Y una vez alcanzado plenamente el objetivo de esta primera etapa de lucha contra la epidemia, una vez descienda claramente la curva y tengamos controlada la difusión del virus, se abrirá un nuevo escenario, una segunda etapa, que será la del regreso progresivo, esa transición a la que antes hacía referencia, hacia a una nueva normalidad social y, en consecuencia, también hacia una reconstrucción de nuestra economía y también del impacto social que está teniendo en forma de pérdida de empleo y destrucción de tejido productivo esta pandemia.
Quiero anunciaros que desde hace semanas el Gobierno de España, como ya dije en otras comparecencias, está pensando en el medio plazo, está pensando en qué hacer durante las próximas semanas cuando ya hayamos doblegado la curva, y en consecuencia hayamos cumplido con la primera etapa de la lucha con el COVID 19.
Quiero anunciaros que un equipo integrado por epidemiólogos, tecnólogos y profesionales del máximo nivel de varias disciplinas, trabaja en la elaboración de un completo Plan para reanudar progresivamente la actividad económica y social a la vez que se mantiene a raya la propagación del virus mediante medidas de protección individual y colectiva.
Resulta evidente que la victoria total sobre el virus que ponga punto y final a la pandemia solo llegará con una vacuna o con un tratamiento eficaz que desgraciadamente se demorará todavía meses en estar disponible. Es verdad que la comunidad científica, a la cual quiero rendir homenaje, y a la comunidad investigadora, la humanidad en su conjunto, se está volcando en muchos ensayos para ver si podemos encontrar remedios al COVID 19, parciales o totales. Hasta ese momento nos hallaremos en la Segunda Etapa en la que nuestra vida se desenvolverá a la vez que ponemos en marcha las medidas necesarias para mantener a raya la epidemia.
El Plan que está siendo ultimado y que se irá adaptando a la evolución de la pandemia, comprende primero, medidas lógicamente de higiene tanto individual y colectivas; en segundo lugar acciones sanitarias de detección y atención a aquellas personas que desgraciadamente sean infectadas por el COVID-19; y finalmente iniciativas tecnológicas de control y seguimiento de la epidemia.
También en esta Segunda Etapa deberemos emprender lo que me habéis escuchado en otras comparecencias: la Reconstrucción, el Relanzamiento de nuestra economía y nuestro sistema productivo. Yo quiero rendir un homenaje y un reconocimiento público tanto a los trabajadores y trabajadoras, como a los autónomos y economía social, como al conjunto de empresarios y empresarias, que están aguantando este tirón, que quieren mantener abiertos sus negocios, siguiendo manteniendo los empleos de muchos trabajadores. Ese reconocimiento lo sentimos como propio y así lo hacemos público desde el gobierno de España
Hasta ahora nos hemos concentrado en amortiguar el bestial, si me permitís esta expresión, el bestial impacto económico y social sin precedentes de la emergencia proporcionando ayudas y políticas de renta a las familias afectadas y también soporte a las empresas. Pero en esta fase de Reconstrucción deberemos reactivar todos nuestros recursos productivos y amparar a las personas y a las familias más vulnerables para que el COVID 19 no sume a la estela de víctimas civiles, a las cuales siempre rendiremos honor y tributo, una legión de víctimas sociales.
En esta emergencia, lo he dicho en muchas ocasiones, nadie quedará atrás. Podéis estar seguros. Nadie va a quedar atrás.
Y también en ese propósito, nuestra fuerza vendrá de la unión. Y será preciso concitar la máxima unidad entre trabajadores y empresarios, propiciando el diálogo social, entre administraciones, a las cuales quiero rendir tributo, ese reconocimiento en circunstancias tan complicadas, no solo del gobierno de España sino también, de los gobiernos autonómicos y distintos territorios que están volcando todos sus recursos en vencer al COVID19
Desde la Comunidad más grande, hasta la más chica, a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, o también desde la gran ciudad de Madrid, donde me hallo, hata el más pequeño municipio de nuestro país, todos estamos apelando a esa unidad y estamos remando en la misma dirección.
Esa unidad también se tiene que dar entre las fuerzas políticas y del mejor talento de nuestro país que tenemos que abordar cuando definitivamente venzamos a la pandemia.
Deberemos pasar a una unidad sin duda alguna más fuerte y más compacta. Deberemos pasar del "qué pueden hacer los demás por mí" al "qué puedo hacer yo por los demás". Algo que ya hizo nuestro país hace 4 décadas en eso que saben sobro todo los ciudadanos más veteranos, de más edad, que son los Pactos de la Moncloa cuando logró conjurar gravísimas amenazas para nuestra economía y también de nuestra democracia.
Necesitaremos unidad dentro pero también unidad en Europa. Porque todos los países precisaremos contar con el pleno apoyo europeo para asegurar la liquidez de nuestras economías, para respaldar las deudas que nos veremos obligados a contraer y para poner en marcha un verdadero Plan Marshall de reactivación a escala continental de nuestra economía.
Europa surgió como consecuencia de las lecciones que sacamos después de la Segunda Guerra Mundial. Europa debe sacar una lección de esta pandemia, la primera global que sufre el mundo y que está azotando con particular incidencia al conjunto del continente.
Europa no puede fallar esta vez. Es la hora de que Europa proteja a los europeos frente a esta calamidad, esta desgracia que estamos sufriendo. Europa se ha resistido ya durante demasiado tiempo a dar pasos para avanzar en una responsabilidad compartida. Esta es la actitud y la propuesta que trasladaré a mis colegas en el próximo Consejo Europeo. Lo que estamos haciendo, a todos los niveles, yo también con el resto de líderes europeos: ser conscientes de que esta es una pandemia que afecta al conjunto de la humanidad, que afecta a Europa, y que no podemos darle respuesta solo desde los estados nación. Tenemos que darla desde un punto de vista solidario común. Estoy convencido de que aquellos gobierno más reticentes, serán conscientes de que para salvaguardar y fortalecer, y dar incluso una gran oportunidad a ese refuerzo de este proyecto común que se llama Europa, también de esta desgracia podemos sacar lecciones y podemos avanzar.
Pero antes de iniciar la Segunda Etapa, la de Reconstrucción, a la cual antes os hacía referencia, evidentemente nos aguardan aún varias semanas de restricciones muy estrictas en las que cada cual deberemos seguir cumpliendo con nuestra misión.
¿Qué os pedimos a las familias? Permanecer en casa; y así lo habéis hecho.
Os pedimos a los pequeños seguir con el estudio, mantener el contacto con los profesores y colaborar con los padres. Y lo habéis hecho.
Os hemos pedido a los jóvenes contener el ímpetu y proteger a los mayores. Y lo estáis haciendo.
Os pedimos a los mayores mantener la distancia, protegeros. Y así lo habéis hecho.
Os pedimos a los profesionales sanitarios, a militares, policías, transportistas, vigilantes, limpiadores, agricultores, productores, hombres y mujeres, que sostuvierais nuestro país en los peores momentos de nuestra democracia; y lo estáis haciendo con tesón y con una enorme dosis de humanidad.
Os pedimos a los científicos y expertos, asesoramiento y consejo para actuar a los responsables políticos, y se les pidió investigación para mejorar los tratamientos y dar con una cura; y lo estáis haciendo con empeño.
Os pedí también, como Presidente del Gobierno, personalmente, a todos y cada uno de vosotros, a cada persona que no cedierais al miedo, que no cedierais a la mentira y los bulos, que corren desgraciadamente en la sociedad en la que vivimos, que no cedierais tampoco a la rabia. Y no puedo estar más agradecido, porque lo estáis haciendo. Me siento muy orgulloso de formar parte de esta sociedad y de este país.
Cuando cada día nos asomamos con esperanza a ventanas y a nuestros balcones lo hacemos para aplaudir a quienes combaten por nosotros y nosotras en primera línea; y quiero contar que cada vez que hablo con un sanitario me traslada siempre la emoción y la energía que reciben de este continuo apoyo de sus conciudadanos, de sus compatriotas.
Pero cuando salimos a las 8 de la tarde a la vez, nos saludamos los unos a los otros y comprobamos un día tras otro que la mayor fuerza con la que contamos es la unidad. No hay fuerza mayor para una nación que la unidad, la unión de sus ciudadanos.
En un muro que se encuentra muy próximo a la entrada del Edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, en Estado Unidos, cuelga un tapiz con unos versos del poeta medieval persa Saadi. En ellos nos recuerda, si me permitís esta licencia, que todos los seres humanos somos parte de un mismo cuerpo. Que, cuando las circunstancias de la vida afectan a un miembro, el resto del cuerpo sufre por igual. Y concluye: "Si no te afecta el dolor de los demás, es que no mereces llamarte humano"
La Humanidad entera es hoy un solo cuerpo amenazado por una misma enfermedad. Unida por un mismo dolor. Enfrentada a un mismo desafío.
Y aunque hoy sentimos que empezamos a doblegar la enfermedad, es evidente que no basta. A medida que avancemos, tendremos que devolverle la vida al mundo que nos espera al otro lado de las ventanas de nuestros hogares.
No bastará con reanimar en plena primavera un mundo congelado por el azote del virus. Será nuestra oportunidad para cortar las ramas secas, y retomar el rumbo allí donde quizá lo perdimos.
Esa, si me permitís, es la oportunidad histórica que se presenta ante nosotros y nosotras, en medio de este vértigo del presente que sufrimos. Tenemos que tomar decisiones trascendentales, las estamos tomando. Decisiones que condicionarán el futuro de los jóvenes, de los más pequeños, que hoy viven con asombro esta situación.
Porque, no os quepa ninguna duda, estamos ante la gran crisis de nuestras vidas.
Por eso me dirijo a todos los ciudadanos y ciudadanas, comenzando por vosotros, los más jóvenes.
¿Qué me gustaría trasladaros?
Me gustaría trasladaros que nos encontramos ante una encrucijada histórica. Podemos optar por escuchar a los que no aportan soluciones, solo reproches. Podemos encerrarnos detrás de cualquier frontera, nacional o regional, y creer que el egoísmo nos protegerá. Podemos identificar un enemigo real o imaginario y descargar nuestra furia contra él. Podemos contemplar a los otros como un estorbo o como una amenaza. Podemos desentendernos de nuestra desgracia, o incluso pensar que es una oportunidad para nuestra fortuna. Pero nada de eso nos traerá nada bueno.
O, por el contrario, podemos tener una actitud completamente distinta, podemos comprender que el mundo que viene, en el que ya estamos, no volverá a ser como el de ayer, pero aún menos como el de antes de ayer, cuando las gentes vivían ignorando a los demás y la sociedad carecía de protección colectiva. Que no hay salida egoísta ni solución individual. Eso también lo podemos comprender. Que somos débiles por separado pero nuestra fuerza viene precisamente de poder contar los unos con los otros. Y vosotros los jóvenes representáis eso, la esperanza, la fuerza, la ilusión de la sociedad. Y hoy más que nunca, os necesitamos porque todos somos parte del mismo cuerpo al que antes hacía referencia.
Y quiero deciros a todos los españoles que vamos a doblar el pulso al virus, vamos a derrotar la epidemia. Ya hemos empezado a hacerlo. Gracias al esfuerzo de todas, de todos, empezamos a ver los primeros resultados. Así que ahora, después de tanto esfuerzo, tenemos al alcance doblegar la curva, iniciar el descenso de la epidemia sin bajar la guardia. Todos los españoles vamos a doblegar a esa curva.
Es un honor ser el presidente de este gran país.
Hoy somos, no os quepa duda, mucho más fuertes que ayer como comunidad. Más fuertes de lo que nunca pensamos que podríamos llegar ser en circunstancias tan críticas como las que atravesamos como país. Pero debemos resistir aún más para aguantar los duros tramos que tenemos por delante. Eso es lo que os pido.
Y solo hay un camino: sacrificio, resistencia y moral de victoria. Sacrificio para resistir, resistencia para vencer y victoria para vivir.
Quiero deciros también a los mayores, que estáis más amenazados que nadie, lo sabemos todos, lo tenemos muy presente quienes gobernamos el país: que no os vamos a abandonar. Esta es una de las grandes lecciones que estamos viendo de la sociedad española.
Que la sociedad española no va a desentenderse de vosotros. Os vamos a cuidar como nos cuidasteis a nosotros.
Que vamos a proteger vuestra salud y vuestras vidas con el mismo ahínco que todas las vidas, todas por igual, tengan la edad que tengan, porque las sentimos igualmente valiosas y os queremos con nosotros.
Os necesitamos con nosotros. Este es vuestro país, antes que nadie.
Y desde el primero al último de los españoles, de vuestros compatriotas, desde el primer sanitario hasta el último niño vamos a pelear junto a vosotros, los mayores, por vosotros, los mayores.
Porque todos somos, como decía antes, parte del mismo cuerpo.

Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez


Buenas tardes. La crisis que atravesamos nos ha cambiado la vida de muchas maneras. Estos días, cuando intercambiamos mensajes, por ejemplo, con familiares y amigos, cuando nos llamamos unos a otros, hemos recuperado una fórmula de saludo que había caído en desuso, y lo primero que hacemos es preguntarnos qué tal estamos, cómo nos encontramos, si nuestros familiares y amigos están bien. Porque todos somos plenamente conscientes de que la salud y la vida están en riesgo.
Por eso mi primer pensamiento y mis primeras palabras, como viene siendo habitual en estas comparecencias, son de aliento a las personas que tienen a alguien cercano enfermo, unas palabras de firme apoyo a los que están luchando contra la enfermedad, y, sin duda alguna, también de profundo consuelo a los familiares y amigos de quienes desgraciadamente hayan perdido la vida, sin que ni siquiera hayamos podido darles el último adiós.
Tal como anuncié en mi última comparecencia, esta semana nos aguardaban las horas más oscuras, las horas más duras, las horas más amargas.
Cada día nos trae un parte sobrecogedor con la cifra de los fallecidos. Son ya 11.744 vidas arrebatadas; a menudo del modo manera cruel, en completa soledad.
Las cifras diarias de fallecidos nos conmueven y también nos aturden, pero no son las únicas que llegan, y me gustaría también subrayarlo, no son las únicas que llegan. Hoy sabemos que estas tres semanas de aislamiento y de sacrificio colectivo están rindiendo sus frutos.
Han servido, por ejemplo, para disminuir la propagación del virus, que hace tres semanas se expandía diariamente por encima del 20% y hoy esta, afortunadamente, en un 6%. Han servido, también, para contener la avalancha sobre nuestros hospitales que ingresan hoy a diario menos pacientes que hace dos semanas; aun siendo todavía un número bastante considerable. Y han servido también para ver cómo se multiplicaban las altas, que ascienden ya a más de 34.000 mil pacientes, una proporción altísima de personas que al abandonar entre aplausos los hospitales para reintegrarse a sus hogares nos recuerdan que la victoria es posible y además que está cada día más próxima.
Y estas semanas de descomunal esfuerzo colectivo han servido también para algo muy importante y es para salvar vidas. Hasta hoy ya decenas de miles de vidas que el virus se hubiese cobrado sin la labor, sin duda alguna impagable, de los sanitarios y el respaldo de todo el país cumpliendo, de manera ejemplar, no me cansaré nunca de decirlo, las medidas de reducción de movilidad que hemos adoptado.
Justamente estas eran las metas que perseguíamos cuando hace tres semanas decretamos la máxima protección, que incluía el aislamiento y cuando hace una semana, por un lado, acordamos mantener todas las actividades esenciales y por otro, hibernar el resto de actividad económica a un nivel similar al de un fin de semana. Frenar la propagación del virus, contener la avalancha en los hospitales, sobre todo en las UCIs, curar enfermos y salvar vidas. En medio de la consternación y del dolor por las pérdidas, hemos logrado, entre todos, un primer avance, y me gustaría subrayarlo y reconocerlo, un primer avance.
Mirad, comparecí para anunciar la urgencia. Comparecí también para anunciar el Estado de Alarma; lo hice de nuevo para advertir del crecimiento de la curva y de los días más duros y crueles que hoy, desgraciadamente, estamos viviendo. Y cada vez que me comuniqué con vosotros solicité lo mismo: solicite sacrificio, resistencia y moral de victoria para derrotar al virus.
Hoy, me corresponde comparecer de nuevo para anunciar que los datos que los expertos facilitan al Gobierno pronostican que en estos días, una vez superado el pico de propagación del virus, estamos en condiciones de doblegar la curva de expansión de la epidemia.
Transmito este mensaje, por supuesto, con la prudencia exigible en medio de una guerra nunca antes librada. Tanto nosotros y nosotras como el resto de los países del mundo estamos aprendiendo cada día. La ciencia no dispone aún de todo el conocimiento, pero el único conocimiento lo tiene la ciencia y ella debe guiarnos y tenemos que, también, tomar las decisiones desde los responsables públicos.
Doblegar la curva, dejar atrás el pico, era el primero de los objetivos que fijamos en esta contienda contra el virus; y estamos cerca de alcanzarlo. Y ahora toca de nuevo implorar a todos y a todas otra vez sacrificio, resistencia y moral de victoria para acometer las siguientes tareas de esta lucha.
El siguiente objetivo dentro de esta primera etapa en la que seguiremos aún varias semanas es reducir aún más la propagación, hacer descender lo contagios todavía más y de manera más acusada. Hasta un punto en que los nuevos enfermos sean menos que los nuevos sanados y los hospitales recuperen poco a poco su capacidad plena y dispongan de todos los recursos humanos y materiales que necesitan para atender a los enfermos de coronavirus pero también al resto de pacientes que padecen otro tipo de patologías, de enfermedades y que han quedado postergados como consecuencia del combate que estamos librando contra el COVID-19.
Y para alcanzar ese nuevo objetivo necesitamos algo más de tiempo y necesitamos, sobre todo, mantener ese esfuerzo colectivo que ha dado ya los primeros resultados.
Por eso, siguiendo las recomendaciones de los expertos, también de los científicos que asesoran al Gobierno de España, les anuncio que el Consejo de Ministros del próximo martes solicitará de nuevo la autorización del Congreso de los Diputados para prorrogar, por segunda vez, el Estado de Alarma desde el 12 de abril hasta las 24:00 horas del sábado 25 de abril. Nuevamente solicitaremos al Congreso de los Diputados la prórroga por dos semanas.
Con todas las cautelas creemos que es el tiempo que necesita nuestro sistema de salud para recuperarse, es el tiempo que necesita nuestra sociedad para mantener a raya al virus e iniciar la desescalada.
La declaración del Estado de Alarma hace tres semanas incluía medidas muy duras, lo he dicho en todas las ocasiones en las que he tenido la oportunidad de poder dirigirme a vosotros y vosotras, medidas muy duras que restringían la libertad de circulación y que resultaban indispensables, como ha demostrado el tiempo, para contener la progresión de la enfermedad y reforzar nuestro sistema de salud pública. Necesitamos mantener esas medidas dos semanas más.
La declaración del Estado de Alarma permitía una movilización excepcional de todos los recursos disponibles para mitigar los efectos de la pandemia. Necesitamos, también, mantener esas medidas dos semanas más.
Comprendo lo difícil que resulta prolongar aún dos semanas más este esfuerzo y este sacrificio. Son días difíciles para todos; días que ponen a prueba nuestra paciencia al aislarnos en casa; días que ponen a prueba nuestra serenidad ante la incertidumbre sobre el futuro; días frenéticos para muchos de nosotros, obligados a actuar y tomar decisiones que jamás habíamos imaginado, inquietos además por la suerte de amigos y familiares enfermos.
Para muchos son los días más difíciles de nuestra vida.
Pero tras estas últimas semanas, tan intensas que nos han parecido eternas, tenemos varias nuevas certezas que antes desconocíamos, porque ya vamos conociendo al adversario que tenemos enfrente.
Hemos comprobado, por ejemplo, que en esta guerra contamos con una primera línea de defensa a la vez competente y sensible. Que son los compatriotas capaces de batirse en condiciones extremas y atender cada enfermo, cada enferma y defender cada vida, y de celebrar cada curación como si fuera un triunfo, porque lo es.
En segundo lugar hemos comprobado en cada uno de nosotros y nosotras y en todo nuestro país, en todos y cada uno de los territorios, una reserva de energía y de solidaridad que algunas veces se había puesto en duda, que desconocíamos, en momentos críticos que también había sufrido, no de esta envergadura, nuestra propia sociedad. Sabemos ya que somos capaces de luchar, que somos capaces también de sacrificarnos, y que somos capaces, también, de hacerlo unidos, con disciplina.
Y, también, hemos comprobado que podemos lograrlo, que podemos arrancar victorias al virus, que podemos doblegar la curva, que podemos aliviar los hospitales y salvar miles de vidas, como estamos haciendo.
Son enseñanzas que refuerzan nuestra confianza para completar esta primera etapa y para hacer descender aún más la curva de contagios hasta mantener a raya el virus, que es lo que todos añoramos y deseamos.
De manera inmediata, una vez sobrepasado el pico, apenas dobleguemos la curva debemos estar listos para lo que dicen los expertos que se llama la desescalada, que es en definitiva una transición para regresar a nuestra cotidianeidad. Cuando se inicie el descenso de la curva de contagios.
Si la subida ha sido dura, ha sido despiadada, tampoco nos llevemos a engaño, no será más suave el descenso. No podemos permitirnos relajar la atención ni un instante. Tenemos que seguir adelante con la misma disciplina, con la misma solidaridad y responsabilidad y con la misma tenacidad.
Precipitarnos, relajarnos o desunirnos justo ahora tendría un resultado peor que devolvernos al punto de partida porque desencadenaría una segunda ola que nos golpearía cuando nuestras resistencias están, reconozcámoslo, más debilitadas y nuestras fuerzas están en consecuencia más mermadas.
Y una vez alcanzado plenamente el objetivo de esta primera etapa de lucha contra la epidemia, una vez descienda claramente la curva y tengamos controlada la difusión del virus, se abrirá un nuevo escenario, una segunda etapa, que será la del regreso progresivo, esa transición a la que antes hacía referencia, hacia a una nueva normalidad social y, en consecuencia, también hacia una reconstrucción de nuestra economía y también del impacto social que está teniendo en forma de pérdida de empleo y destrucción de tejido productivo esta pandemia.
Quiero anunciaros que desde hace semanas el Gobierno de España, como ya dije en otras comparecencias, está pensando en el medio plazo, está pensando en qué hacer durante las próximas semanas cuando ya hayamos doblegado la curva, y en consecuencia hayamos cumplido con la primera etapa de la lucha con el COVID 19.
Quiero anunciaros que un equipo integrado por epidemiólogos, tecnólogos y profesionales del máximo nivel de varias disciplinas, trabaja en la elaboración de un completo Plan para reanudar progresivamente la actividad económica y social a la vez que se mantiene a raya la propagación del virus mediante medidas de protección individual y colectiva.
Resulta evidente que la victoria total sobre el virus que ponga punto y final a la pandemia solo llegará con una vacuna o con un tratamiento eficaz que desgraciadamente se demorará todavía meses en estar disponible. Es verdad que la comunidad científica, a la cual quiero rendir homenaje, y a la comunidad investigadora, la humanidad en su conjunto, se está volcando en muchos ensayos para ver si podemos encontrar remedios al COVID 19, parciales o totales. Hasta ese momento nos hallaremos en la Segunda Etapa en la que nuestra vida se desenvolverá a la vez que ponemos en marcha las medidas necesarias para mantener a raya la epidemia.
El Plan que está siendo ultimado y que se irá adaptando a la evolución de la pandemia, comprende primero, medidas lógicamente de higiene tanto individual y colectivas; en segundo lugar acciones sanitarias de detección y atención a aquellas personas que desgraciadamente sean infectadas por el COVID-19; y finalmente iniciativas tecnológicas de control y seguimiento de la epidemia.
También en esta Segunda Etapa deberemos emprender lo que me habéis escuchado en otras comparecencias: la Reconstrucción, el Relanzamiento de nuestra economía y nuestro sistema productivo. Yo quiero rendir un homenaje y un reconocimiento público tanto a los trabajadores y trabajadoras, como a los autónomos y economía social, como al conjunto de empresarios y empresarias, que están aguantando este tirón, que quieren mantener abiertos sus negocios, siguiendo manteniendo los empleos de muchos trabajadores. Ese reconocimiento lo sentimos como propio y así lo hacemos público desde el gobierno de España
Hasta ahora nos hemos concentrado en amortiguar el bestial, si me permitís esta expresión, el bestial impacto económico y social sin precedentes de la emergencia proporcionando ayudas y políticas de renta a las familias afectadas y también soporte a las empresas. Pero en esta fase de Reconstrucción deberemos reactivar todos nuestros recursos productivos y amparar a las personas y a las familias más vulnerables para que el COVID 19 no sume a la estela de víctimas civiles, a las cuales siempre rendiremos honor y tributo, una legión de víctimas sociales.
En esta emergencia, lo he dicho en muchas ocasiones, nadie quedará atrás. Podéis estar seguros. Nadie va a quedar atrás.
Y también en ese propósito, nuestra fuerza vendrá de la unión. Y será preciso concitar la máxima unidad entre trabajadores y empresarios, propiciando el diálogo social, entre administraciones, a las cuales quiero rendir tributo, ese reconocimiento en circunstancias tan complicadas, no solo del gobierno de España sino también, de los gobiernos autonómicos y distintos territorios que están volcando todos sus recursos en vencer al COVID19
Desde la Comunidad más grande, hasta la más chica, a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, o también desde la gran ciudad de Madrid, donde me hallo, hata el más pequeño municipio de nuestro país, todos estamos apelando a esa unidad y estamos remando en la misma dirección.
Esa unidad también se tiene que dar entre las fuerzas políticas y del mejor talento de nuestro país que tenemos que abordar cuando definitivamente venzamos a la pandemia.
Deberemos pasar a una unidad sin duda alguna más fuerte y más compacta. Deberemos pasar del "qué pueden hacer los demás por mí" al "qué puedo hacer yo por los demás". Algo que ya hizo nuestro país hace 4 décadas en eso que saben sobro todo los ciudadanos más veteranos, de más edad, que son los Pactos de la Moncloa cuando logró conjurar gravísimas amenazas para nuestra economía y también de nuestra democracia.
Necesitaremos unidad dentro pero también unidad en Europa. Porque todos los países precisaremos contar con el pleno apoyo europeo para asegurar la liquidez de nuestras economías, para respaldar las deudas que nos veremos obligados a contraer y para poner en marcha un verdadero Plan Marshall de reactivación a escala continental de nuestra economía.
Europa surgió como consecuencia de las lecciones que sacamos después de la Segunda Guerra Mundial. Europa debe sacar una lección de esta pandemia, la primera global que sufre el mundo y que está azotando con particular incidencia al conjunto del continente.
Europa no puede fallar esta vez. Es la hora de que Europa proteja a los europeos frente a esta calamidad, esta desgracia que estamos sufriendo. Europa se ha resistido ya durante demasiado tiempo a dar pasos para avanzar en una responsabilidad compartida. Esta es la actitud y la propuesta que trasladaré a mis colegas en el próximo Consejo Europeo. Lo que estamos haciendo, a todos los niveles, yo también con el resto de líderes europeos: ser conscientes de que esta es una pandemia que afecta al conjunto de la humanidad, que afecta a Europa, y que no podemos darle respuesta solo desde los estados nación. Tenemos que darla desde un punto de vista solidario común. Estoy convencido de que aquellos gobierno más reticentes, serán conscientes de que para salvaguardar y fortalecer, y dar incluso una gran oportunidad a ese refuerzo de este proyecto común que se llama Europa, también de esta desgracia podemos sacar lecciones y podemos avanzar.
Pero antes de iniciar la Segunda Etapa, la de Reconstrucción, a la cual antes os hacía referencia, evidentemente nos aguardan aún varias semanas de restricciones muy estrictas en las que cada cual deberemos seguir cumpliendo con nuestra misión.
¿Qué os pedimos a las familias? Permanecer en casa; y así lo habéis hecho.
Os pedimos a los pequeños seguir con el estudio, mantener el contacto con los profesores y colaborar con los padres. Y lo habéis hecho.
Os hemos pedido a los jóvenes contener el ímpetu y proteger a los mayores. Y lo estáis haciendo.
Os pedimos a los mayores mantener la distancia, protegeros. Y así lo habéis hecho.
Os pedimos a los profesionales sanitarios, a militares, policías, transportistas, vigilantes, limpiadores, agricultores, productores, hombres y mujeres, que sostuvierais nuestro país en los peores momentos de nuestra democracia; y lo estáis haciendo con tesón y con una enorme dosis de humanidad.
Os pedimos a los científicos y expertos, asesoramiento y consejo para actuar a los responsables políticos, y se les pidió investigación para mejorar los tratamientos y dar con una cura; y lo estáis haciendo con empeño.
Os pedí también, como Presidente del Gobierno, personalmente, a todos y cada uno de vosotros, a cada persona que no cedierais al miedo, que no cedierais a la mentira y los bulos, que corren desgraciadamente en la sociedad en la que vivimos, que no cedierais tampoco a la rabia. Y no puedo estar más agradecido, porque lo estáis haciendo. Me siento muy orgulloso de formar parte de esta sociedad y de este país.
Cuando cada día nos asomamos con esperanza a ventanas y a nuestros balcones lo hacemos para aplaudir a quienes combaten por nosotros y nosotras en primera línea; y quiero contar que cada vez que hablo con un sanitario me traslada siempre la emoción y la energía que reciben de este continuo apoyo de sus conciudadanos, de sus compatriotas.
Pero cuando salimos a las 8 de la tarde a la vez, nos saludamos los unos a los otros y comprobamos un día tras otro que la mayor fuerza con la que contamos es la unidad. No hay fuerza mayor para una nación que la unidad, la unión de sus ciudadanos.
En un muro que se encuentra muy próximo a la entrada del Edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, en Estado Unidos, cuelga un tapiz con unos versos del poeta medieval persa Saadi. En ellos nos recuerda, si me permitís esta licencia, que todos los seres humanos somos parte de un mismo cuerpo. Que, cuando las circunstancias de la vida afectan a un miembro, el resto del cuerpo sufre por igual. Y concluye: "Si no te afecta el dolor de los demás, es que no mereces llamarte humano"
La Humanidad entera es hoy un solo cuerpo amenazado por una misma enfermedad. Unida por un mismo dolor. Enfrentada a un mismo desafío.
Y aunque hoy sentimos que empezamos a doblegar la enfermedad, es evidente que no basta. A medida que avancemos, tendremos que devolverle la vida al mundo que nos espera al otro lado de las ventanas de nuestros hogares.
No bastará con reanimar en plena primavera un mundo congelado por el azote del virus. Será nuestra oportunidad para cortar las ramas secas, y retomar el rumbo allí donde quizá lo perdimos.
Esa, si me permitís, es la oportunidad histórica que se presenta ante nosotros y nosotras, en medio de este vértigo del presente que sufrimos. Tenemos que tomar decisiones trascendentales, las estamos tomando. Decisiones que condicionarán el futuro de los jóvenes, de los más pequeños, que hoy viven con asombro esta situación.
Porque, no os quepa ninguna duda, estamos ante la gran crisis de nuestras vidas.
Por eso me dirijo a todos los ciudadanos y ciudadanas, comenzando por vosotros, los más jóvenes.
¿Qué me gustaría trasladaros?
Me gustaría trasladaros que nos encontramos ante una encrucijada histórica. Podemos optar por escuchar a los que no aportan soluciones, solo reproches. Podemos encerrarnos detrás de cualquier frontera, nacional o regional, y creer que el egoísmo nos protegerá. Podemos identificar un enemigo real o imaginario y descargar nuestra furia contra él. Podemos contemplar a los otros como un estorbo o como una amenaza. Podemos desentendernos de nuestra desgracia, o incluso pensar que es una oportunidad para nuestra fortuna. Pero nada de eso nos traerá nada bueno.
O, por el contrario, podemos tener una actitud completamente distinta, podemos comprender que el mundo que viene, en el que ya estamos, no volverá a ser como el de ayer, pero aún menos como el de antes de ayer, cuando las gentes vivían ignorando a los demás y la sociedad carecía de protección colectiva. Que no hay salida egoísta ni solución individual. Eso también lo podemos comprender. Que somos débiles por separado pero nuestra fuerza viene precisamente de poder contar los unos con los otros. Y vosotros los jóvenes representáis eso, la esperanza, la fuerza, la ilusión de la sociedad. Y hoy más que nunca, os necesitamos porque todos somos parte del mismo cuerpo al que antes hacía referencia.
Y quiero deciros a todos los españoles que vamos a doblar el pulso al virus, vamos a derrotar la epidemia. Ya hemos empezado a hacerlo. Gracias al esfuerzo de todas, de todos, empezamos a ver los primeros resultados. Así que ahora, después de tanto esfuerzo, tenemos al alcance doblegar la curva, iniciar el descenso de la epidemia sin bajar la guardia. Todos los españoles vamos a doblegar a esa curva.
Es un honor ser el presidente de este gran país.
Hoy somos, no os quepa duda, mucho más fuertes que ayer como comunidad. Más fuertes de lo que nunca pensamos que podríamos llegar ser en circunstancias tan críticas como las que atravesamos como país. Pero debemos resistir aún más para aguantar los duros tramos que tenemos por delante. Eso es lo que os pido.
Y solo hay un camino: sacrificio, resistencia y moral de victoria. Sacrificio para resistir, resistencia para vencer y victoria para vivir.
Quiero deciros también a los mayores, que estáis más amenazados que nadie, lo sabemos todos, lo tenemos muy presente quienes gobernamos el país: que no os vamos a abandonar. Esta es una de las grandes lecciones que estamos viendo de la sociedad española.
Que la sociedad española no va a desentenderse de vosotros. Os vamos a cuidar como nos cuidasteis a nosotros.
Que vamos a proteger vuestra salud y vuestras vidas con el mismo ahínco que todas las vidas, todas por igual, tengan la edad que tengan, porque las sentimos igualmente valiosas y os queremos con nosotros.
Os necesitamos con nosotros. Este es vuestro país, antes que nadie.
Y desde el primero al último de los españoles, de vuestros compatriotas, desde el primer sanitario hasta el último niño vamos a pelear junto a vosotros, los mayores, por vosotros, los mayores.
Porque todos somos, como decía antes, parte del mismo cuerpo.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)