Discurso del presidente del Gobierno en su comparecencia para informar del Consejo Europeo celebrado los días 21 y 22 de marzo y para dar cuenta del viaje oficial a Marruecos del pasado 21 de febrero

10.4.2024

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Congreso de los Diputados

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días, presidenta.

Señorías,

Comparezco en esta Cámara para informar como ha dicho la presidenta sobre nuestra labor en el pasado Consejo Europeo del mes de marzo y mi último viaje oficial a Marruecos. Y voy a aprovechar además la ocasión para compartir con todos ustedes y también con todos los ciudadanos y ciudadanas la estrategia geopolítica y también macroeconómica del Gobierno, en la que se inscriben ambos encuentros, y cuyo propósito no es otro que el de abordar con éxito dos de los retos que nos ocupan a nivel estatal y a nivel europeo.

Dos retos que debemos superar para garantizar el bienestar y la prosperidad de los españoles y españolas. En primer lugar, el fortalecimiento del proyecto de paz y de seguridad europeo y el segundo el fortalecimiento de nuestra competitividad económica.

Hablemos del primero, señorías. Les animo a mirar por unos instantes más allá de nuestras fronteras. Si lo hacen verán que nuestra vecindad es cada vez más inestable y conflictiva. Europa está rodeada de un arco territorial de 15.000 kilómetros, ocupado por 18 países y en este momento 16 de ellos sufren la presencia de grupos terroristas activos, cinco están en guerra, seis han padecido golpes o intentos de golpes de Estado y nueve han virado hacia formas más autocráticas de gobierno. Rusia se ha embarcado en una deriva imperialista que ya se ha cobrado miles de vidas. En Ucrania, además de esas miles de vidas cobradas como consecuencia de la invasión de Putin, una de cada diez viviendas está destruida, hay 10 millones de personas desplazadas -más de 200.000 de ellas están en España-. Ucrania tiene 150.000 kilómetros cuadrados minados, es decir, una superficie que equivale a las de Portugal e Irlanda.

Por tanto, además de este drama humanitario, esta guerra está afectando en todos los frentes, también al tráfico por el Mar Negro, al estrecho del Bósforo en Turquía, poniendo en jaque la seguridad alimentaria mundial.

Y mientras, la miseria y la violencia siguen azotando otros países, Siria, por ejemplo, un país en el que han muerto ya más de medio millón de personas y donde el orden natural se ha invertido: allí no son los hijos quienes entierran a sus padres, sino que son los padres los que entierran a sus hijos. Y más al sur, en Líbano, en Israel y en Palestina, se está produciendo uno de los desastres humanitarios más deplorables de este siglo, en el que, además de los más de 33.000 muertos en Gaza, cada día un millón de civiles inocentes pasan hambre, medio millón de personas sufren ansiedad o depresión y diariamente, señorías, diez niños pierden una pierna, un brazo, a menudo amputados, sin anestesia. La respuesta absolutamente desproporcionada del gobierno israelí al ataque terrorista de Hamás está echando por tierra décadas de derecho humanitario y amenaza con desestabilizar a Oriente Medio y, en consecuencia, también a todo el mundo.

En cierto modo esto ya está ocurriendo, señorías, en Yemen. Los hutíes bombardean los cargueros que cruzan el Mar Rojo y esto está provocando un aumento de las fricciones regionales. Ha hecho que el tráfico en el canal de Suez caiga un 50%, lo que a su vez ha triplicado el coste de transportar mercancías de China a Europa, algo que está repercutiendo en los precios que pagamos todos los europeos y por tanto en la competitividad de nuestras empresas.

Como hemos manifestado desde el pasado 7 de octubre estamos por supuesto pidiendo a las partes implicadas en este conflicto que cese la violencia, que haya un alto el fuego permanente; condenamos los atentados terroristas de Hamás y por supuesto exigimos la liberación inmediata e incondicional de los rehenes aún capturados por Hamás. Y evidentemente lo que pedimos es una ayuda humanitaria proporcional al desastre humanitario que se está viviendo en Gaza.

Si miramos a nuestra vecindad sur, señorías, la situación es igualmente preocupante. El Sahel experimenta una etapa de inestabilidad sin precedentes. En los últimos dos años ha habido más golpes de Estado en esta región que en toda la década anterior. Chad, Níger, Burkina Faso, Mali, Guinea están ahora en manos de juntas militares y viven bajo el yugo de la amenaza yihadista. Solo en el año 2023, señorías, hubo más víctimas por atentados terroristas en estos países que en Pakistán, en Siria y en Afganistán juntos. Y, mientras, 13 millones de personas han tenido que huir de sus hogares para escapar del hambre o de la violencia, de la miseria o de los efectos del cambio climático, o de todo a la vez.

Esta es, señorías, la realidad geopolítica que rodea a Europa. Y la describo no para causar alarmismo, sino para que seamos conscientes de cuáles son nuestros retos como país y de cuáles deberían ser nuestras prioridades en España y en Europa. El Gobierno las tiene claras, señorías.

Por eso, desde el primer día venimos desplegando una política exterior ambiciosa y coherente en Ucrania, en Oriente Medio y también en el norte de África. Una política exterior comprometida, también solidaria, que está ayudando a las diferentes regiones, elevando el perfil internacional de España, reforzando nuestro perfil europeísta y también multilateralista y contribuyendo de forma clara a la seguridad y al crecimiento económico de nuestro país.

Fue bajo la Presidencia española cuando la Unión sentó las bases de los instrumentos necesarios para apoyar militar y financieramente a Ucrania en su lucha contra la crueldad de Putin; una guerra en la que, recordemos, está también en juego en buena medida el espacio de libertades y de democracia que representa Europa.

Fuimos también nosotros quienes, desde los primeros compases del conflicto en Gaza, exigimos a Bruselas que propusiera un alto el fuego permanente en la Franja.Quienes reivindicamos la apertura inmediata de los corredores humanitarios y también, lógicamente, el mantenimiento y el apoyo a UNRWA. Quienes propusimos la celebración de una Conferencia Internacional de Paz y quienes defendimos la solución de los dos Estados como la única vía para que israelíes y palestinos puedan coexistir en paz y con seguridad.

Muy pocos nos acompañaron entonces, incluso algunos líderes, tanto en España como en Europa, aún hoy, se ponen de perfil. Pero afortunadamente la mayoría de los Estados miembros han abierto los ojos, se han sumado a nuestra posición como quedó claro -y además, manifiesto- en las conclusiones del último Consejo Europeo.

También está abriéndose paso, afortunadamente, nuestro llamamiento al reconocimiento del Estado palestino. El mes pasado me reuní con los primeros ministros de Irlanda, de Eslovenia, de Malta, para impulsar este trascendental paso.Y como ya anunciamos ayer, en las próximas semanas daré continuidad a este esfuerzo con una ronda de visitas y llamadas a líderes internacionales Y lo haré, señorías, porque es lo justo, porque así lo demanda la mayoría social. Porque además también es en el interés geopolítico de Europa y porque la comunidad internacional no podrá ayudar al Estado palestino si no reconoce su existencia.España, señorías, está preparada para reconocer al Estado palestino.

El mundo, señorías, es consciente de nuestro liderazgo en este asunto. Oriente Medio también; en estos últimos seis meses he visitado Mauritania, Marruecos, Israel, Palestina, Irak, Egipto, Jordania, Arabia Saudí, Qatar y he conversado con sus dirigentes sobre posibles soluciones a este drama.

En todos estos viajes he podido constatar el enorme respeto y la gratitud que sienten estos países hacia España, al vernos como un actor coherente, constructivo, que está sirviendo de puente entre culturas, apostando por la paz, ayudando a quienes no tienen voz, como declaró el representante de UNRWA cuando visité el campo de refugiados de Jabal Al-Husein en Ammán.

Estos puentes son más necesarios que nunca, señorías, para salvar vidas, pero también para garantizar la estabilidad y la paz de la región, que tiene un impacto directo sobre nuestra seguridad, sobre nuestra economía e incluso también sobre nuestra cohesión social. No en vano conviene recordar que en el año 2023 España exportó más a Oriente Medio que a China.

También estamos desplegando una política decidida en el Magreb y en el Sahel, dos áreas de vital importancia para Europa en las que España es ya uno de los actores comunitarios más activos y respetados. En estos últimos meses hemos apoyado desde el Gobierno la firma de acuerdos estratégicos de la Unión Europea con Egipto, también con Túnez. Hemos persuadido a la Comisión Europea para que invirtiera en Mauritania, un país esencial también desde el punto de vista del control de los flujos migratorios, y hemos reforzado nuestra colaboración policial, financiera y empresarial con el reino de Marruecos, aprovechando la visita oficial que realicé el pasado mes de febrero.

Desde que gobernamos en 2018, las exportaciones españolas a Marruecos no han parado de crecer hasta alcanzar los 12.000 millones de euros en 2023, es decir, un 40% más que en el año 2018. Somos ya el primer proveedor comercial para Marruecos. Marruecos es para las empresas españolas un espacio de crecimiento excelente, en el que se están desarrollando grandes proyectos, en energías renovables, en gestión de agua, en infraestructuras de transporte y creo que la prosperidad de Marruecos redundará evidentemente sobre nuestra prosperidad.

También mantenemos una excelente cooperación con las autoridades marroquíes en materia de lucha antiterrorista, en materia migratoria y en la lucha contra las mafias que trafican con seres humanos. Una cooperación que, además, se extiende al plano cultural, como lo ilustra el crecimiento del Instituto Cervantes o la celebración conjunta que vamos a tener en el año 2030 con Portugal y Marruecos en el Mundial de Fútbol.

En definitiva, señorías, como ven, la España de hoy no se conforma, como hacía antes, con ser un mero observador internacional. Es un actor de primer orden. Solo en los dos últimos meses me he reunido con los líderes de 35 países de nuestro entorno y a todos ellos les he dicho lo mismo. Con todos he mostrado la misma coherencia y he defendido los mismos objetivos, es decir, más seguridad y más prosperidad para la gente. Evidentemente para los españoles y españolas ante todo, pero también para los europeos, para los africanos y los habitantes de Oriente Medio, de cualquier etnia o de cualquier religión.

En todo caso, soy consciente de que aumentar los lazos diplomáticos con nuestra vecindad no va a ser suficiente, porque en este contexto internacional tan delicado, para garantizar nuestra seguridad, para disuadir a quienes no comparten nuestro proyecto de paz y de democracia que es Europa, los europeos tendremos que reforzar también nuestra industria de la seguridad y de la defensa.

Señorías, hemos desatendido este asunto durante demasiado tiempo. Quizás lo hemos hecho por razones correctas, porque había otras prioridades más importantes -sin duda alguna, las continúa habiendo- y porque de algún modo confiábamos en que invertir menos en defensa y seguridad ayudaría a reducir la beligerancia entre Estados. Ha sido así dentro de Europa y hay que reconocerlo, donde se ha instalado una paz admirable y también duradera, pero no ha ocurrido así en nuestra vecindad.Por eso debemos actuar en consecuencia.

Les daré un dato que a mí me parece lo suficientemente elocuente para saber exactamente cuál es el estado de situación en Europa. Nuestro continente la Unión Europea registra un déficit de inversión en defensa de 56.000 millones de euros, 56.000 millones de euros.

Tenemos menos capacidades, sufrimos vulnerabilidades digitales que se exacerban como consecuencia del auge de la inteligencia artificial, serias carencias en industria de defensa, a pesar de que la economía europea es siete veces más grande que la economía rusa. Y este es un problema porque, aunque Putin no ha ganado la guerra, tampoco la ha perdido. Y existen razones de peso para creer que, si no aumentamos nuestro apoyo al gobierno de Ucrania, al gobierno de Zelenski, el frente ucraniano podría retroceder posiciones esta primavera.

Además, todo hace pensar, y no hay más que escuchar lo que dice el presidente de Rusia, que la vigilancia rusa va a ir 'in crescendo', con más ciberataques a nuestras infraestructuras críticas, con más campañas de desinformación para polarizar nuestras democracias, con más intentos de desestabilización en Moldavia, en los Balcanes Occidentales, en Georgia, en Libia y en el Sahel.

Y para hacer frente a estas amenazas, en los últimos Consejos Europeos los 27 Estados miembros hemos acordado distintas cuestiones, distintas políticas que me gustaría compartir con todos ustedes. Hemos acordado dedicar 5.000 millones de euros adicionales a apoyar a Ucrania, lanzar un nuevo programa de desarrollo militar, dotado con 1.500 millones de euros, y fortalecer la industria europea de defensa de aquí al año 2030, con más inversión, con más compras conjuntas y con más producción doméstica.

Y, señorías, yo apoyé estas medidas porque lo exige la coyuntura y también porque cuentan con la aceptación de la inmensa mayoría de los ciudadanos: un 79% de los españoles y españolas, tal y como muestra el Eurobarómetro. Y también apoyaremos que se estudie la creación de bonos para financiar bienes comunes europeos, como el clima, como la tecnología y lógicamente, también, como la seguridad y la defensa.

Los españoles deben estar seguros de que el objetivo no es escalar el conflicto ni tampoco convertir la economía europea, como dicen algunos, en una economía de guerra. Europa no necesita transformar una parte sustancial de su tejido productivo, ni alterar la vida de sus ciudadanos para hacer frente a la amenaza de Putin o satisfacer sus necesidades evidentes de seguridad. De lo que se trata, señorías, es de aprovechar el impulso actual que requieren la asistencia a Ucrania y también nuestros compromisos con la OTAN para modernizar, para reforzar nuestras capacidades de defensa. Una tarea, insisto, que lleva pendiente demasiado tiempo.

Y tenemos que hacerlo de forma coordinada, también inteligente, apostando por la reindustrialización y la innovación, la mejora del capital humano, el desarrollo de nuevas tecnologías que sirvan para mejorar la vida de la gente, como ya ocurrió, por cierto, con las tecnologías que nacieron del esfuerzo militar en el siglo XX, como es el GPS o Internet.

Desde el inicio de la invasión, señorías, en Ucrania siempre he practicado y he exigido también a nuestros aliados y a las instituciones comunitarias rehuir la escalada verbal. Esto es ni terceras guerras mundiales ni hacer de Europa una economía de guerra ni soldados sobre el terreno. Siempre he pensado, señorías, que este tipo de retórica es falaz y además contraproducente, porque infunde un miedo inútil en nuestros ciudadanos y ciudadanas y porque da por hecho una escalada bélica que a todas luces es indeseable y además es evitable.

Como he dicho al principio de mi intervención, la situación es delicada, no hay duda, pero Europa y el mundo ya se enfrentaron a situaciones más tensas en el pasado y lograron esquivar el desastre. Y yo estoy convencido de que con voluntad, con proporcionalidad y con buen hacer, podemos lograrlo de nuevo. Y eso es precisamente lo que ha defendido España y su Gobierno en todos los foros en los que estamos presentes, ya sea la Unión Europea, las Naciones Unidas o la OTAN. Voluntad, proporcionalidad y buen hacer.

Evidentemente, señorías, no somos ingenuos. Somos plenamente conscientes de la situación. En España no se escuchan los bombardeos rusos, como si se escuchan en las ciudades fronterizas al conflicto. Pero sí escuchamos las voces de nuestros hermanos europeos que nos piden ayuda, y estamos respondiendo a esa llamada porque es nuestro deber, porque nuestra profunda convicción europeísta no se limita a reivindicar la unión que es lo fácil, sino que nos lleva a actuar juntos, que es lo difícil y lo que cuenta.

Sabemos de los riesgos y de los peligros que nos acechan, de la beligerancia de Putin, de la persistencia del yihadismo, de la inhumanidad de algunos gobiernos, de la asertividad y de la eficacia de las nuevas acciones híbridas. Sabemos que Europa no puede conformarse con adaptarse a la realidad geopolítica sino que debe influir en ella, para defender sus intereses también sus valores, que son, en definitiva, los intereses constitucionales y los valores constitucionales como la democracia la paz y el progreso.

Y sabemos, por cierto, que para eso necesitamos contar con las mismas cartas que tienen otras potencias, aunque solo sea para no tener que usarlas. Necesitamos, señorías, reforzar nuestra capacidad de disuasión, esto es evidente. No para ser temidos, no para arrastrar al mundo a ninguna carrera armamentística, sino para ser respetados, para poder proteger ese gran proyecto de paz de democracia y libertad, que es Europa.

España, señorías, quiere jugar un papel que es el que le corresponde como cuarta economía de Europa, como el cuarto país con el ejército más grande de Europa y como sede de importantes industrias de defensa y de seguridad. Por tanto, debemos continuar aumentando nuestra inversión mejorar la coordinación de nuestras Fuerzas Armadas con los de los Estados miembros, apoyar las iniciativas de la Comisión Europea al respecto.

Y no les quepa duda de que, al mismo tiempo, vamos a seguir apostando como hemos hecho desde el principio por la diplomacia y por la paz, recorriendo nuestra vecindad desde Ucrania hasta Mauritania; promoviendo, por ejemplo, la fórmula de paz impulsada por el presidente ucraniano, Zelenski; trabajando por el reconocimiento mutuo de los dos estados, del israelí y del palestino y la celebración de una Conferencia internacional de paz; asistiendo a los actores pacificadores, que aún quedan pocos, pero quedan en el Sahel, y defendiendo la democracia allí donde exista, porque es precisamente la degradación de la democracia lo que explica en buena medida la inestabilidad geopolítica que experimenta nuestra vecindad.

Vamos a seguir reivindicando una Unión Europea abierta, que fomente el comercio y la cooperación entre países, vamos a auspiciar el entendimiento entre Occidente y el mundo árabe y vamos a aumentar nuestra cooperación al desarrollo, defender una política exterior feminista y promotora de derechos humanos como hemos hecho desde el inicio de la legislatura.

Vamos a cumplir con la Agenda 2030, con nuestros compromisos climáticos, y vamos a reforzar nuestro sistema multilateral, albergando, entre otras, una importante IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo en el año 2025.

Y lo vamos a hacer porque pensamos que esos son los instrumentos que van a permitir garantizar la estabilidad y la prosperidad en nuestra región, y porque son esos los instrumentos que mejor encarnan la tolerancia, la solidaridad y el pacifismo del pueblo español. Nosotros no solo defendemos España, señorías, sabemos que el mundo en el que vivimos está absolutamente interconectado, por lo que todo lo que pasa en él nos afecta. Recordemos el COVID y la pandemia. Nosotros defendemos Europa y el orden internacional basado en los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas, pues ese es el orden que ha dado a nuestros ciudadanos el mayor periodo de paz y prosperidad en los últimos 2.000 años. Por tanto, aprendamos de la historia, señorías: la mejor forma de ganar las guerras es evitándola y, por tanto, la paz es el horizonte en el que trabaja el Gobierno de España.

Señorías, necesitamos seguir siendo un actor global y para eso debemos abordar el segundo reto que les anunciaba que es reforzar nuestra competitividad económica. Europa evidentemente es mucho más fuerte de lo que pensamos. Somos el primer receptor de inversión extranjera directa del mundo, somos el mayor socio comercial para la mitad de los países del planeta, tenemos la población más formada, empresas punteras en multitud de sectores estratégicos y lideramos los rankings de sostenibilidad ambiental. De hecho, estamos siendo capaces de generar riqueza, al tiempo que reducimos nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, algo impensable hasta hace poco tiempo.

Estos y otros datos, si demuestran algo, es que la Unión Europea mantiene una posición privilegiada a nivel global. Pero también es cierto que a lo largo de estos últimos 20 años Europa ha ido perdiendo competitividad, frente a otras potencias. Las causas de esta pérdida son conocidas un estancamiento de la inversión productiva, un menor gasto en I+D+i, un mercado interior poco integrado, una apuesta tardía por las tecnologías verdes y digitales, y una falta de financiación para nuestras empresas.

El resultado de todo lo anterior ha sido un avance de la productividad insuficiente como para recortar distancias con nuestros principales competidores, también la escasez de grandes empresas en sectores de vanguardia y una dependencia excesiva -también lo vivimos durante la pandemia- del resto del mundo para acceder a bienes y servicios esenciales como son las materias primas críticas, los semiconductores, los antibióticos, los las baterías eléctricas… , en fin, por mencionar algunos ejemplos. Ahora nos enfrentamos además a un proteccionismo creciente y subsidios chinos y también estadounidenses, que lo que están haciendo es distorsionar el mercado global.

Por tanto, cerrar estas vías de agua y reforzar nuestra competitividad es una de las mayores prioridades de la Unión Europea y también de todos los Estados miembros, porque, si algo demuestra la evidencia científica, es que solo mejorando la eficiencia de nuestro modelo productivo y protegiendo nuestras cadenas de suministro lograremos competir en buenas condiciones en un entorno internacional tan incierto como el actual.

Bajo la Presidencia española la Unión adoptó medidas que creo que han sido muy importantes en este sentido. Hemos acometido una reforma del mercado eléctrico esencial para impulsar las energías renovables, se han flexibilidad las ayudas de Estado para dar respuesta a los subsidios de otras potencias y se ha aprobado un reglamento pionero sobre la inteligencia artificial. Se aprobó una ley de materias primas críticas que nos ayudará a reforzar el abastecimiento y también el reciclado de materias fundamentales para la industria y una ley sobre industria cero emisiones netas que nos va a permitir aumentar nuestra producción de tecnologías verdes. Y al mismo tiempo, Europa ha puesto en marcha una gran iniciativa de inversión como el Global Gateway. Y hemos ampliado nuestros lazos comerciales de casi un centenar o con casi un centenar de países, entre los que se encuentran Chile, Nueva Zelanda, los estados de África, del Caribe y del Pacífico, con el objetivo de consolidar y también de diversificar nuestras cadenas de suministro y aumentar nuestras exportaciones.

Ahora, señorías, se está trabajando en nuevas medidas como es, por ejemplo, una reducción de las cargas administrativas, la mejora del clima de negocios, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, o un gran plan europeo de formación y recualificación de trabajadores. También acabamos de acordar la creación de la plataforma STEP, que va a movilizar recursos adicionales para financiar tecnologías críticas, y hemos secundado la hoja de ruta del Eurogrupo para estimular la financiación privada a través de los mercados de capitales. Y estamos negociando una estrategia de seguridad económica que nos va a permitir hacer frente a los riesgos relacionados con las exportaciones, con las inversiones o con el desarrollo de nuevas tecnologías, sin menoscabar nuestra apertura comercial.

Señorías, yo creo que España afronta estos retos comunes al conjunto de los Estados miembros de la Unión desde una posición de fortaleza. En 2023 nuestro país creció cinco veces más que el conjunto de la Unión Europea y, de acuerdo con las proyecciones de todos los organismos internacionales, será el que más crezca en el año 2024 y en el año 2025, entre las cinco mayores economías, con una tasa que doblará el crecimiento medio de la Unión Europea.

Y, además, no solamente estamos creciendo, sino que también estamos creando empleo -y más empleo que nunca, por cierto-, más de medio millón solo el último año. Cuando llegamos a la presidencia del Gobierno en 2018, España, señorías, contaba con 19 millones de afiliados a la Seguridad Social y hoy rozamos los 21 millones de afiliados, y sigue sumando. Por tanto, nunca España ha tenido tanta gente.

Y, a diferencia de lo que ocurrió en otras ocasiones, este avance de la economía no se está quedando en los bolsillos de unos pocos. Está ayudando a reducir la desigualdad y la pobreza y está creando oportunidades en territorios que hasta ahora no las tenían. Desde que gobernamos, señorías, España es el 4.º país de la Unión Europea, donde más ha caído la desigualdad de rentas. Y los datos nos dicen que los municipios de tamaño medio están creando empleo y reteniendo población.

Todo esto mientras conseguimos sanear nuestras cuentas públicas. España cerró el año 2000 23,1 déficit del 3,7% del PIB, la mitad que Francia y que Italia. Estas cifras no son fruto, evidentemente, ni del azar ni de la coyuntura, son el resultado de una política económica y social del gobierno y del conjunto de la sociedad española. Y, en ese sentido, yo creo que esto es un éxito de país, tanto de los empresarios como de los trabajadores, como de las familias y de las instituciones públicas.

Hoy podemos decir que no es solo en los sectores tradicionales, sino en los sectores de futuro como la informática, como la consultoría, como los servicios de la información o la investigación donde más está creciendo la afiliación a la seguridad social. Podemos decir, además, que nuestras exportaciones de servicios empresariales y tecnológicos han crecido un 56% desde que llegamos al gobierno, que el 40% de las empresas de más de 250 trabajadores ya han incorporado la Inteligencia Artificial a sus modelos de negocio, o que son más de 50.000 las pequeñas y medianas empresas que ya usan el comercio electrónico para vender sus productos, muchas de ellas gracias a los fondos europeos impulsados por el Gobierno de España.

También podemos decir que nuestra tasa de innovación aumentó drásticamente en el año 2023 hasta casi cerrar su brecha con la Unión Europea, como demuestra un informe reciente de CaixaBank. Y que nuestra economía es más internacional que nunca, siendo los ingresos por exportaciones más del 40% de nuestro Producto Interior Bruto.

No solo estamos vendiendo más, sino que hemos conseguido que bienes más sofisticados como los productos químicos, los farmacológicos o los equipos de telecomunicaciones ganen importancia en nuestra balanza por cuenta corriente, colocándonos en una muy buena posición para empezar a producir bienes cada vez más complejos que nos permitan diferenciarnos de nuestros competidores.

Hoy también podemos decir que la mejora y la modernización de nuestro capital humano es imparable. En los últimos años hemos multiplicado por dos señorías, multiplicado por dos, el número de alumnos matriculados en Formación Profesional Dual. Hemos aumentado la tasa de jóvenes graduados en disciplinas STEM. Hemos logrado que el 65% de nuestra población adulta tenga habilidades digitales básicas, es decir, diez puntos por encima de la media de la Unión Europea.

Y en el plano verde podemos presumir de producir uno de cada seis kilovatios de energía solar que se generan en Europa. De que en nuestro país haya ya más de medio millón de empleados ligados a la transición ecológica que hace años no existían y de tener una de las energías más baratas de la Unión Europea; algo que nos está dando una ventaja competitiva e inmensa a nivel global.

Como declaró recientemente el comisario europeo de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, la economía española está en mejor forma que la del resto de la Unión Europea. Pero no solamente está funcionando mejor hoy, también se está transformando para funcionar mejor mañana, así lo reconocen los grandes organismos internacionales -señorías-, los mercados financieros y también los inversores extranjeros que han elevado su apuesta por España y han invertido en estos últimos cinco años un 49% más, repito un 49% más, de lo que se invertía antes de que llegáramos al Gobierno.

Los empresarios españoles también se muestran optimistas con el futuro de sus negocios. Según una encuesta reciente de la CEOE, un 78% de las empresas juzga su situación económica como buena y prácticamente la mitad consideran que mejorará el próximo año.

Evidentemente no todo es perfecto, la tarea no está terminada, al contrario, aún queda mucho por hacer, aún tenemos que alcanzar el pleno empleo, cerrar las brechas de desigualdad, promover la participación femenina, la vida económica y empresarial del país , impulsar la ciencia y la innovación, recuperar el poder adquisitivo que se llevó la inflación por delante a mucha de la clase media y trabajadora de nuestro país, escalar nuestras empresas, mejorar el acceso a la vivienda, particularmente de las familias jóvenes y de los jóvenes, y lograr que las oportunidades lleguen a todos los ciudadanos y territorios. Aún queda, en consecuencia, muchas injusticias que corregir, nuevas cotas de bienestar que conquistar, sin duda alguna.

Por eso creo que es esencial, señorías, que afianzamos la orientación emprendida por parte del Gobierno de seis años a esta parte. Que sigamos avanzando en la buena dirección de estos últimos años: digitalizando nuestro tejido productivo, apostando por las nuevas industrias, ampliando nuestros vínculos comerciales con el exterior, mejorar nuestro capital humano, simplificar aún más los trámites burocráticos para que nuestras empresas, los autónomos, sientan que las administraciones públicas están ahí para ayudarles y no para obstaculizar sus negocios.

Y debemos hacer todo esto sin dejar a nadie atrás, ayudando a que también las pequeñas y medianas empresas, las startups o los trabajadores autónomos se modernicen, crezcan, y a que los trabajadores y trabajadores más vulnerables se formen, y a que los sectores más expuestos al cambio climático y a la disrupción digital puedan adaptarse y seguir siendo competitivos, porque la prosperidad solo es justa cuando es compartida.

Señorías, estas son nuestras prioridades, este es nuestro proyecto, para esto gobernamos, para garantizar paz, seguridad y prosperidad a nuestros conciudadanos, para seguir modernizando la economía española, para generar riqueza, oportunidades y empleo para la gente, para redistribuir los frutos del crecimiento y para reducir las desigualdades. Sabemos cómo hacerlo, tenemos un plan para lograrlo y unos resultados positivos que nos avalan y que nos animan a seguir este trabajo.

Por mucho que a algunos les duela, por mucho que insistan en manipular los datos, en bloquear las instituciones, en hacer pronósticos catastrofistas, yo creo que España avanza en la buena dirección.

Algunos quieren ocultar esta realidad, señorías, bajo el fango. Quieren ocultar los buenos resultados del Gobierno y su ausencia, por cierto, de proyecto político bajo el ruido, la calumnia y la crispación. En fin, están usando las ya conocidas técnicas trumpistas y bolsonaristas, las de una internacional ultraderechista que trata de debilitar nuestra democracia, intoxicar el debate público tal y como ocurre en otras muchas democracias del mundo.

Y yo reconozco que es difícil luchar contra ellas, pero los ciudadanos tienen mi compromiso de que lo vamos a hacer. Y deben saber, además, que al mismo tiempo vamos a seguir trabajando para resolver sus problemas y que España siga avanzando.

Porque detrás de la cascada de fango que a menudo ven los ciudadanos en sus pantallas, hay y seguirá habiendo un gobierno y un Estado trabajando con un proyecto claro y completo de país; una economía que prospera, que se moderniza; un país que cada día tiene más peso y respeto en el escenario europeo e internacional.

En fin, naturalmente a mí me gustaría contar con una aritmética parlamentaria más holgada, me gustaría que el contexto internacional no fuera tan adverso. me gustaría que España tuviese una oposición menos tóxica, más constructiva que aportara alguna propuesta de vez en cuando para elevar el debate público y mejorar el bienestar de nuestros ciudadanos. No es así y es una lástima.

Pero que nadie se lleve a engaño, ninguna de estas dificultades nos va a frenar. Tenemos más de tres años por delante de legislatura para continuar transformando España, para que haya más prosperidad, más empleos, más derechos, más peso internacional, más convivencia. Esos son nuestros objetivos y esos serán nuestros resultados.

Nada más y muchas gracias, señora presidenta.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)