Rajoy asiste al debate sobre el estado de la nación

Intervención inicial del presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la nación (I)

25.2.2014

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Señor Presidente, señoras y señores diputados,

Quiero empezar mi discurso recordando al soldado de Infantería don Abel García Zambrano, fallecido mientras patrullaba en una misión de Naciones Unidas en el sur del Líbano. Quiero expresar con ello el reconocimiento del Gobierno yd e todos aquellos que quiera sumarse al ejemplo de generosidad y valor de los cerca de 138.000 militares que han participado desde de 1989 en misiones en el exterior, trabajando en misiones humanitarias y por la seguridad de España.

Señor Presidente, señoras y señores diputados,

"España cerca del abismo".

No se alarmen sus señorías. Éste no es un titular que transmite el Presidente del Gobierno de España. Éste es el titular de un periódico europeo de hace dos años. No era el único; recuerden, por ejemplo:

"España se ha convertido en la gran preocupación de Europa";

"La deuda ahoga a España";

"Extrema dificultad en España";

"Los males de España pueden golpear a la economía mundial";

"La crisis española da vértigo a Europa";

"España colapsará, sí o sí";

"España: el rescate o el caos",

O este otro tan expresivo de "España al borde del precipicio".

Todos estos titulares, Señorías, y otros muchos más de idéntico cariz se publicaron en algunos de los más importantes medios de comunicación del mundo durante el año 2012: No es extraño, por tanto, Señorías, que la confianza en la economía española cayera bajo mínimos y que nuestra prima de riesgo se situara en los 640 puntos. Los titulares podían ser aparatosos, en algún grado injustos, pero era lo que había.

Un año más tarde, se podría leer:

"La crisis de España se desvanece a medida que las exportaciones transforman el país"

"Signos de esperanza en el mercado laboral español"

"Rayo español de esperanza"

"Mayor interés por España"

"España emerge de la recesión"

"La clasificación de la Unión Europea sobre la competitividad: el sorpasso español"

"España desconcierta a los analfabetos financieros"

"España es la nueva Alemania"

"Después de dos años, España está de nuevo en la senda del crecimiento"

"El crecimiento de España anima a Europa"

"España se autorrecupera"

Son los mismos medios, Señorías, sólo que un año más tarde.

Ésa es la distancia que hay entre el escenario en que se desenvolvió el Debate sobre el Estado de la Nación del pasado año y el que ahora iniciamos.

Los principales cambios que se han producido en el estado de la nación durante los últimos doce meses son los siguientes:

- La economía española ha pasado de la recesión al crecimiento económico.

- En el pasado mes de diciembre, la cifra de desempleados en España descendió en 169.000 personas con respecto a la de diciembre de 2012. Es la primera caída del paro en España desde el año 2007.

- El nivel de los precios se mantiene en el entorno del 0,2 por 100. En los últimos cinco meses, el Índice de Precios al Consumo ha subido de media un 0,2 por 100, frente a casi un 3 por 100 en el mismo período del año anterior.

- La balanza de pagos por cuenta corriente y de capital --nuestra relación económica con el exterior-- presenta un saldo positivo por primera vez desde 1998 y cercano al 2 por 100 del PIB.

- Se ha producido un récord histórico en la cifra de nuestras exportaciones y de nuestro sector turístico.

- La inversión extranjera, el mejor reflejo de la creciente confianza que inspira España, ha regresado con fuerza.

- La prima de riesgo, y, en consecuencia, los intereses de nuestra deuda soberana, se ha reducido a menos de la tercera parte desde su máximo.

Esto es, Señorías, en síntesis, lo que ha cambiado el panorama español durante los últimos doce meses.

Y todo esto ¿qué significa?

Es evidente que se ha producido un cambio de enormes consecuencias para la situación española, porque se trata de un cambio de tendencia.

Ha variado nada menos que el rumbo, Señorías: hemos invertido la dirección de nuestra marcha; hemos pasado del retroceso al avance, de la caída a la recuperación, de la amenaza a la esperanza. Por resumirlo todo en una imagen, si me lo permiten, hemos atravesado con éxito el cabo de Hornos.

Ya no sufrimos la amenaza cotidiana del riesgo inminente, ni hemos de afanarnos con prisas por la supervivencia a plazo fijo. Iniciamos ya otra etapa, más tranquila, más productiva y, sobre todo, mucho más llevadera.

La posibilidad del rescate, el abandono del euro, la desconfianza, son palabras que ya no tiene sentido ni siquiera mencionarlas.

Hoy se habla del atractivo de España para las inversiones, de la caída de nuestra prima de riesgo, del retorno al crecimiento y del gran dinamismo del sector exterior español.

España era un lastre para Europa y hoy se la percibe como parte del motor, como un engranaje importante, cargado de energía potencial.

Hace un año les decía que podíamos encarar el futuro con seguridad porque habíamos conseguido tener un futuro, cosa que no existía cuando llegamos al Gobierno. Ese fue nuestro avance del año 2012: ofrecer un asidero sólido a la esperanza que nos permitiera confiar en el mañana.

Hoy, un año más tarde, contamos con algo aún mejor: un presente, una realidad, una primera cosecha que se mide, que se pesa, que se calibra, porque no es un cálculo ni una previsión, ni una expectativa, sino una realidad tangible.

No es, como hace un año, que el árbol vaya bien y prometa, no; es que ya no necesita prometer porque está dando sus primeros frutos.

Esto nos permite constatar con rigor la eficacia de las tareas emprendidas y planificar con más solvencia las del futuro.

Antes sabíamos que las medidas aplicadas eran las más razonables, ahora sabemos que eran las más acertadas.

Por eso, Señorías, no hablamos ya de esperanzas, sino de ambiciones.

No nos mueve ya la esperanza de que España despierte de su letargo, porque ya lo ha hecho. Hablamos de un país que recupera la confianza en sus posibilidades y que vuelve a sentirse capaz de contemplar el futuro con ambición.

A todo esto, que es una realidad innegable, se le pueden añadir, sin duda, matices y colores.

No discutiré si hemos logrado mucho o poco, digo que ahora avanzamos en la buena dirección. Digo que nuestra situación es distinta y es mejor. Digo que se nos ha abierto el horizonte y que, por las mismas razones y con los mismos medios que hemos llegado hasta aquí, seremos capaces de recorrer todo el camino que falta hasta que la recuperación sea completa.

Repito, a este cambio se le pueden añadir muchos matices. Lo que no se puede hacer es negarlo. Si lo que se quiere negar es el mérito del Gobierno, que nadie se inquiete porque no lo reivindico: éste es un triunfo de los españoles, de su esfuerzo sostenido, de sus sacrificios y de su confianza. Son ellos quienes han logrado un gran triunfo y es justo reconocérselo y aplaudirlo, como acaban de hacer ustedes.

Así lo ven y así lo reconocen desde fuera de España, desde la Unión Europea, desde las instituciones económicas internacionales o desde el mundo de la empresa.

Hemos de tomarlo como lo que es: una confirmación de que el esfuerzo ha valido la pena, porque los resultados empiezan a verse; de que estamos en el camino correcto y no queda hueco para las vacilaciones; y de que nuestro deber es perseverar, sin descanso, en la misma dirección. Por lo tanto, sin ningún tipo de triunfalismo ni de autocomplacencia, perseverar en el camino porque ha demostrado su eficacia.

En lo que a mí respecta, Señorías, lo he dicho más de una vez: no me daré por satisfecho, ni descansaré hasta que el peor rostro de la crisis económica, que es el paro, no comience a disminuir con fuerza, porque éste es nuestro propósito, Señorías.

No hemos venido al Gobierno, y ya lo dije en el discurso de investidura, sino a darle la vuelta a una situación que se puede describir hoy con una sola cifra: más de cinco millones y medio de personas no pueden trabajar.

No entiendo que las cosas se puedan plantear de otro modo. Todas las iniciativas de este Gobierno --en España y fuera de España, en Europa y en el mundo--, no tienen otro propósito que devolver a los parados el bienestar que proporciona un empleo y ofrecer a cada familia española la oportunidad de abrirse camino por sus propios medios, es decir, con su trabajo.

El empleo, contra lo que algunos sugieren, no es la gran tarea pendiente de este Gobierno, como si hasta ahora nos hubiéramos estado dedicando a otra cosa. La estamos atendiendo desde el primer día, desde el primer paso que dio mi Gobierno y desde la primera decisión que llevó al Boletín Oficial del Estado, porque la creación de empleo es el eje que vertebra todas nuestras iniciativas, no diré en política económica, sino en política sin más, en todo nuestro quehacer como Gobierno.

Tiene que ser así, porque el empleo no es algo que pueda abordarse directamente, sino que se produce como consecuencia de otras medidas que no son sencillas y que exigen tiempo para producir efectos. No surge, como algunos piensan, de esta o aquella medida aislada, sino de toda una política articulada con el mismo propósito.

Por eso, lo que importa de verdad es si estamos acertando con las medidas, es decir, si hemos sido capaces de remover los obstáculos que impedían la creación de empleo y hemos puesto en marcha gran parte de las medidas que lo favorezcan.

Señorías, ¿cuáles eran esos obstáculos? La respuesta es una larga letanía. Todo conspiraba en España para destruir empleos: el déficit exterior, la baja competitividad, un sistema financiero en dificultades, el estancamiento, la desconfianza, una normativa laboral arcaica y el despido como único mecanismo de ajuste durante la crisis… Todos los desarreglos económicos, todos, desembocaban en la misma consecuencia: destrucción de puestos de trabajo.

Y es obvio que no bastaba con simples retoques parciales. Eran necesarias reformas profundas y muy diversas; era necesario si queríamos crear empleo de manera sostenida, y crearlo pronto, incluso con tasas de crecimiento económico inferiores a las tradicionales.

Señorías, a esa tarea nos encomendamos desde el primer día y bien podemos decir que los resultados obtenidos no son fruto de la casualidad. No nos los ha regalado nadie, ni hemos necesitado que nadie acudiera en nuestro rescate. Lo hemos perseguido desde el comienzo y no con medidas erráticas, sino con un plan sistemático.

En el camino recorrido a lo largo de estos dos años destacan dos tipos de actuaciones fundamentales: un diagnóstico correcto de los desequilibrios de la economía española y la aplicación de las numerosas medidas y reformas, que ustedes conocen, para corregirlos.

El diagnóstico no consistió sino en reconocer la realidad y llamar a las cosas por su nombre, sin disimulos y sin paliativos. Señorías, con todos mis respetos, como demostró el Gobierno anterior, no se puede corregir lo que no se quiere reconocer.

Medimos con imparcialidad y con precisión aquellos desequilibrios de la economía que ustedes recuerdan y que tantas veces les repetí en esta Cámara: el déficit del sector público, el déficit exterior, la alta inflación, el desmesurado crecimiento de la deuda o la debilidad del sistema financiero. Los diagnosticamos y comenzamos a corregirlos:

- Partíamos de un déficit del sector público del 9 por 100 en 2011 y, desde el principio, acometimos un ajuste estructural sin precedentes y sin comparación en las grandes economías avanzadas.

- Nuestra balanza con el exterior, que llegó a alcanzar no hace mucho el 10 por 100 del déficit, se ha convertido en un superávit que se acerca al 2 por 100 de nuestro Producto Interior Bruto.

- De ser un país tradicionalmente inflacionista, España está marcando en la actualidad los niveles de inflación más bajos de la eurozona, con un crecimiento de los precios y una ganancia de competitividad sostenida mes a mes. Tenemos hoy los mejores datos desde 1962.

- Por lo que se refiere a la deuda de nuestra economía, tanto interna como externa, empieza a minorarse. Empresas y familias están reduciendo su endeudamiento, y nos queda seguir adecuando los ingresos y los gastos del sector público para estabilizar, primero, y disminuir, después, los niveles de endeudamiento del sector público.

- Respecto al sistema financiero, hemos pasado de las dudas a culminar con éxito un programa de reestructuración y saneamiento que, hoy sí, coloca a los bancos españoles en un nivel de solvencia superior a la media europea.

No ha sido por causalidad, Señorías. Sacamos a relucir la verdad y la hemos corregido. Y ¿cómo hemos corregido estos desequilibrios?

El déficit del sector público, acercando los gastos a los ingresos. En unas circunstancias extremadamente difíciles, derivadas de la recesión económica, con gastos sociales extraordinarios derivados de ella, como las prestaciones por desempleo, lo hemos hecho con el esfuerzo conjunto y solidario de todas las Administraciones Públicas, subiendo impuestos, sí, y elevando el control sobre los gastos. Y no podía hacerse de otra manera.

Y lo hemos hecho con nuevas normativas; la principal de ellas, la Ley de Estabilidad Presupuestaria derivada de la reforma constitucional de agosto de 2011. Esa Ley es el pilar, para el presente y el futuro, de una nueva disciplina presupuestaria para todas las Administraciones Públicas.

Señorías, tenemos que acostumbrarnos a gastar lo que tenemos y también a pagar lo que se debe. Eso es lo que hemos hecho y vamos a seguir haciendo.

Ésta ha sido la lógica de los Planes de Proveedores, que han además evitado el traslado de costes al sector privado. Los sucesivos planes de pago a proveedores han movilizado más de cuarenta mil millones de euros y han permitido cobrar sus facturas, más de ocho millones de facturas pendientes, a cerca de doscientos mil proveedores.

Y para garantizar a las Comunidades Autónomas sus compromisos de pago, tanto de los vencimientos de deudas, como de la atención a los servicios públicos esenciales que prestan (sanidad, educación, servicios sociales…), hemos puesto en marcha el Fondo de Liquidez Autonómica que ya ha desembolsado cerca de cuarenta mil millones de euros y que este año 2014 tiene previsto utilizar veintitrés mil millones más.

El resto de los desequilibrios. Señorías, los hemos afrontado con un ambicioso plan de reformas. No quiero entretenerles --ustedes las conocen-- con el amplio catálogo de medidas; basta con enumerar algunas de ellas, quizá las más relevantes: además de la citada Ley de Estabilidad Presupuestaria, la reforma del sistema financiero, la Ley de unidad de mercado, la reforma de las Administraciones Públicas, la reforma del sistema de pensiones, la reforma educativa o la energética, sin olvidar la reforma laboral y la Estrategia de Empleo Joven, a las que me referiré enseguida.

Éste es todo el secreto, Señorías. Nada ha ocurrido por casualidad, sino porque, con convicción, se han aplicado medidas que, si ya en el papel parecían adecuadas, a la vista de los resultados no nos queda sino reconocer su acierto.Unas reformas, por otra parte, que buscan ir más allá de la solución temporal de unos desequilibrios que hacían imposible un crecimiento sostenido y estable de la economía española. Buscan ir más allá de la coyuntura y enraizarse en los usos y comportamientos de todas las Administraciones Públicas, y de todos los agentes económicos y sociales.

Buscamos, Señorías, en definitiva, unos nuevos pilares, unas nuevas estructuras que permitan afrontar con garantías los vaivenes económicos que pudieran producirse en el futuro.

Señorías, las reformas de las que hemos hablado están empezando a dar resultados reales. Porque no hablamos hoy de previsiones: hablamos de resultados.

Después de nueve trimestres en recesión, hemos conseguido abandonarla. Ya estamos creciendo, aunque sea todavía de manera moderada. Como decía antes, el gran cambio de este período: de caer, a subir; de la contracción de la actividad al crecimiento; de perder riqueza a ganarla; de que se reduzca el Producto Interior Bruto a que crezca.

Y eso es posible, entre otras cosas, porque cada vez nos cuesta menos financiar nuestra deuda pública. Piensen, por un momento, Señorías, que en 2013 nos hemos ahorrado 8.800 millones de euros en intereses de la deuda, porque la prima de riesgo ha bajado de 639 puntos a 188 a día de hoy. Bien es verdad que hay quien dice que "con la prima de riesgo no se come". Nada más falso. Esa cantidad, por ejemplo, representa más de un cuarto de lo que el Estado se gasta en prestaciones por desempleo.

Por lo que se refiere a la inversión extranjera, la inversión directa se ha incrementado este año en un 47 por 100 y la inversión en cartera, que fue negativa en 2012 por 66.000 millones de euros, se ha tornado positiva en 14.000 millones de euros. Antes los capitales huían, ahora están de vuelta.

Ésta, insisto, es la muestra más real de la creciente confianza que está recuperando la economía española en los mercados internacionales.

Este mismo fin de semana, Señorías, una de las agencias de calificación ha mejorado su valoración de la deuda española en un escalón y, además, le ha asignado una perspectiva positiva. Se reconoce, así, la nueva realidad de la situación económica en España y los esfuerzos realizados para lograrlo: "la corrección de los desequilibrios para un modelo sostenible de crecimiento --estoy citando textualmente a la agencia--; el desarrollo de las reformas estructurales, particularmente la reforma laboral; la reestructuración del sistema financiero; la consolidación fiscal a todos los niveles y la del sistema público de pensiones ".

En definitiva, como señala el propio informe, "la trayectoria demostrada por el Gobierno en la puesta en marcha de políticas estructurales y presupuestarias".

Señorías, cuando se aprobó la reforma laboral, cuando se aprobó, el paro crecía en España a un ritmo anual del 12,5 por 100. Hoy, todavía con crecimiento negativo, el último año se reduce. El último dato de paro registrado señala una caída del 3,3 por 100 sobre la misma fecha del año anterior. En concreto, el paro registrado se redujo en 166.343 personas. Por primera vez en toda la crisis, Señorías, podemos decir que hay menos parados que hace un año.

Algo parecido ocurre con la afiliación a la Seguridad Social: a finales de enero ha aumentado en 17.845 cotizantes respecto al último día del mes de enero de 2013. Esta tendencia indica que, ya en febrero, con toda seguridad tendremos una variación interanual de afiliados positiva. Podrá decirse que hay más afiliados medios a la Seguridad Social que hace un año. Señorías, éste no es baladí: han transcurrido 68 registros mensuales negativos --Señorías, 68 registros mensuales, uno detrás de otro; cinco años y dos tercios del sexto año-- antes de lograr los resultados a los que acabo de hacer referencia ahora. 68 registros mensuales negativos.

Y, Señorías, debemos destacar también las ganancias en competitividad. Éste es uno de los grandes cambios estructurales que se han producido en la economía española en sólo dos años, es el resultado más visible de las reformas que hemos puesto en marcha y el pilar de la recuperación del país.

Ahora mismo tenemos las mejores cifras de competitividad desde que entramos en el euro, las mejores. Ese incremento de competitividad nos ha permitido alcanzar cifras récord en nuestras exportaciones, como antes les decía, y un notable superávit, en el entorno del 2 por 100, en nuestra balanza de pagos por cuenta corriente. Señorías, el pasado año, con motivo de este mismo Debate, dije aquí lo siguiente: "cuando la balanza por cuenta corriente arroja superávit anticipa el inicio de un ciclo expansivo con crecimiento económico y creación de empleo". Y ahí es donde estamos, Señorías.

Y no quiero dejar de señalar un logro al que concedo una especial importancia. Quiero insistir, otra vez, en que España cuenta a partir de ahora con los diques de refuerzo para evitar que una calamidad como la que hemos vivido y pueda volver a producirse, si se produce, que no pueda provocar las dramáticas consecuencias que ha desencadenado esta crisis.

Señorías, todo eso está muy bien pero, a riesgo de ser reiterativo, tengo que decir otra vez que no cabe el menor triunfalismo ni caer en la autocomplacencia. Lo diré aquí y allí donde vaya. Más de cinco millones y medio de personas que buscan un empleo sin encontrarlo nos impiden hacer otra cosa.

Nada más ingrato, Señorías, que tratar de corregir cifras millonarias de desempleados a los que, por rápidamente que nos movamos, es imposible satisfacer al ritmo que ellos necesitan. Por eso es difícil, repito, que nadie pueda sentirse satisfecho mientras no hayamos logrado que las tasas de parados rebajen el dramatismo con el que hoy reclaman nuestra atención.

Y no es sencillo. Nunca lo es, pero menos aún en nuestras circunstancias.

Les recuerdo, como punto de referencia, que nos hemos enfrentado a la mayor destrucción de empleo de Europa. En la pasada Legislatura el número de parados se incrementó en 3.350.000 y el paro juvenil se duplicó. La tasa de paro se elevó en trece puntos porcentuales, el doble de la tasa de la Unión Europea. El 65 por 100 de todo el empleo destruido en la Europa comunitaria entre 2008 y 2011, el 65 por 100, Señorías, se produjo aquí, en España.

Ésa era la tarea y algo hemos logrado ya, Señorías: detener esa hemorragia y conseguir que afloren los primeros signos de la recuperación.

Lo repito una vez más: éste es el principal objetivo del Gobierno. Todo lo demás no son sino medios, instrumentos, procedimientos para llegar cuanto antes a lo que a todos nos importa: asistir a la caída de las tasas de desempleo y, muy especialmente, a la de los jóvenes, porque ellos representan la gran fuerza de trabajo de la que depende el futuro y el bienestar de los españoles.