Presidente.- Señoras y señores, muy buenos días a todos y muchas gracias por su asistencia.
Ayer y hoy he tenido el placer de recibir aquí, en Santiago de Compostela, a mi buena amiga la canciller de la República Federal de Alemania, Angela Merkel. En los últimos años la canciller Merkel y yo nos hemos encontrado en numerosísimas ocasiones, en España, en Alemania, en Bruselas y en algunos lugares del mundo. Nuestras reuniones y encuentros siempre se han caracterizado por la cordialidad, siempre han sido fructíferos y siempre han servido para encontrar juntos caminos de solución satisfactoria a situaciones a veces difíciles, especialmente en los últimos años, a las que hemos tenido que enfrentarnos juntos y con nuestros colegas de la Unión Europea.
Pero debo decir que en esta ocasión el placer es doble. Esta vez he tenido la oportunidad de mostrar a la Canciller algunos de los lugares emblemáticos de la ciudad donde nací, Santiago de Compostela, Patrimonio de la Humanidad. Además, ayer tuvimos oportunidad, como ustedes saben, de recorrer juntos un trecho del Camino que durante tantos siglos ha traído a Santiago a tantos millones de peregrinos de todo el mundo, infinidad de alemanes entre ellos; un Camino que muchos peregrinos recorren por motivos religiosos, pero en el que todos hallan inspiración; un Camino que tiene numerosos recorridos, pero un destino común que merece la pena: Santiago de Compostela.
Ha sido especial también porque esta reunión informal nos ha dado la ocasión a los dos de reflexionar conjuntamente, con tranquilidad y sin el formalismo de las cumbres o reuniones multilaterales, de asuntos muy importantes, no sólo de la agenda común, no sólo de la actualidad, sino del futuro que juntos tenemos que construir como socios amigos y aliados en el seno de nuestro más importante proyecto común que es la Unión Europea.
Quiero agradecerle por ello a Angela Merkel su visita a Santiago de Compostela.
Señoras y señores,
En España empezamos a ver los frutos de las reformas que hemos acometido, muchas de ellas en estrecha colaboración con Alemania y el resto de nuestros socios de la Unión Europea; el fruto, sobre todo, del esfuerzo de los españoles. Pero estoy seguro, créanme, de que estas reformas y esfuerzos han valido la pena. Hemos conseguido, primero, evitar una situación dramática a la que parecía tan sólo hace dos años y medio que estábamos abocados. Hemos conseguido también corregir los importantes desequilibrios que habíamos ido acumulando durante muchos años. Y después de mucho tiempo de recesión España está creciendo de nuevo; poco todavía, pero ya son cuatro trimestres y el último, a la cabeza de la zona euro. Pero lo que es más importante: nuestra economía está ya creando empleo neto por primera vez desde hace siete años. En definitiva, estamos consiguiendo, entre todos, volver a colocar a España en la senda del crecimiento sostenible, sostenido y creador de empleo.
Pero no nos dejaremos llevar por la autocomplacencia. Sabemos que debemos continuar por la senda reformista y sabemos que ésta es la única garantía de no volver a caer en los mismos errores y desequilibrios, y la única forma de preservar y desarrollar los niveles de bienestar que la sociedad española demanda y merece.
Como les he dicho, la Canciller y yo hemos tenido la oportunidad de reflexionar conjuntamente sobre muy diversos asuntos, tanto de la agenda común de la Unión Europea, como de asuntos internacionales que nos preocupan. Hemos tratado, como es natural, del Consejo Europeo del próximo 30 de agosto que, como ustedes saben, se ha convocado para decidir el nombramiento del nuevo presidente del Consejo Europeo y proponer el próximo Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Además, se prevé que trate algunos de los asuntos más importantes de la agenda internacional.
Ambos coincidimos en que el Consejo Europeo debe ser capaz de acordar estos importantes nombramientos para que las instituciones europeas se pongan a trabajar cuanto antes, con el fin de poner en marcha las prioridades estratégicas para los próximos años y llevar a cabo las importantes reformas que tenemos por delante.
Me habrán oído decir ya que pienso que la Unión Europea y todas sus instituciones deben hacer más, mejor y más rápido. Esto es fundamental para darle más fuerza y credibilidad a este proyecto que nos ha permitido hasta ahora vivir el período más largo de paz y prosperidad de la historia. De ello también hemos hablado la Canciller y yo mismo.
Debemos continuar trabajando y corregir los defectos de diseño de nuestra Unión Económica y Monetaria, y la dirección en la que coincidimos es la que nos lleva a una mayor integración económica, monetaria, bancaria, fiscal y política.
La Unión Europea y sus instituciones deben acompañar los esfuerzos nacionales con medidas y con reformas que impulsen el crecimiento y el empleo. También en eso coincidimos. En este sentido, el paquete de medidas para la inversión y el crecimiento que ha anunciado el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, puede y debe ser parte de esa acción común. Pero el restablecimiento del crédito a las Pymes y el empleo deben convertirse en prioridad básica de todas las instituciones europeas.
La Unión Europea debe, además, profundizar en el mercado interior y aprovechar cuanto antes las oportunidades de crecimiento y empleo del comercio y la inversión trasatlánticos. Por ello, debemos impulsar las negociaciones del Acuerdo Trasatlántico e Inversiones con Estados Unidos y del Acuerdo de Asociación con MERCOSUR.
También hemos tratado la política de inmigración de la Unión. Como saben, la presión migratoria que se vive en el Mediterráneo está alcanzando en 2014 especiales cotas de intensidad y dramatismo. A iniciativa, entre otros, de España, el Consejo Europeo y las demás instituciones están poniendo en marcha medidas para evitar este drama humano. La migración debe ser una opción, no una obligación por falta de recursos para llevar una vida digna en el país de origen. Por ello debe abordarse en la Unión Europea con un enfoque global, por lo que debe tener en cuenta todas sus perspectivas.
Hemos tratado, asimismo, diversos asuntos internacionales como la situación en Ucrania, Irak, Gaza y Libia, así como la próxima Cumbre de la OTAN.
En relación con Ucrania, la Unión Europea ha mostrado su solidaridad, apoyando políticamente la integridad territorial y la soberanía ucraniana, y económicamente el profundo proceso de reformas que deben acometer sus autoridades. Nuestra prioridad en Ucrania es conseguir un alto el fuego que evite un mayor número de víctimas, garantice la seguridad de la población y abra una oportunidad a la negociación. Hemos de saber combinar firmeza y prudencia. Sólo puede haber una solución política a esta crisis.
España siente una enorme preocupación por los acontecimientos que se suceden en Irak. Las violaciones masivas de los derechos humanos, la persecución de minorías y los asesinatos publicitados repugnan a todos. La Comunidad Internacional debe afrontar decididamente esta grave crisis desde un enfoque regional, con el apoyo de los países vecinos y preservando la unidad e integridad territorial de Irak. Confío en que el nuevo primer ministro iraquí configure un gobierno de unidad que siente las bases para reconducir la situación.
En relación con Gaza, lamentamos profundamente la reanudación de las hostilidades y hay que hacer un llamamiento para poner fin a la violencia y para que las partes regresen a la mesa de negociación. Ha habido ya demasiadas víctimas. Apoyamos los esfuerzos de mediación, especialmente los desplegados por Egipto. En las circunstancias actuales no basta con forjar un alto el fuego, sino que debemos generar una esperanza de futuro. Es preciso recuperar el proceso de paz y la Unión Europea debe contribuir con renovado ímpetu a la definición de una solución global al conflicto palestino-israelí sobre la base de la solución de los dos Estados.
En relación con Libia, España, al igual que sus socios de la Unión Europea y los países vecinos, sigue con especial preocupación la crisis que supone un permanente foco de inestabilidad para el país, para la región y para toda la cuenca mediterránea. Las armas deben dejar paso a un dialogo político inclusivo que siente las bases para la estabilidad del país y, por extensión, de la región.
Finalmente hemos analizado la próxima Cumbre de la OTAN que se celebrará, como saben, los próximos días 4 y 5 de septiembre. En concreto, hemos hablado de la culminación de la misión de la OTAN en Afganistán y del futuro compromiso de la Alianza con este país, las repercusiones de la crisis en Ucrania, las relaciones con Rusia, así como que la OTAN preste una atención reforzada a su flaco Sur. Ambos países mantenemos un elevado grado de consenso en estos temas y otros que se tratarán en la Cumbre.
En suma, ha sido ésta una reunión muy provechosa. Las relaciones entre los dos países son magníficas desde siempre. Saben ustedes que quince millones de alemanes nos honran con su presencia en España todos los años. Y saben ustedes que Alemania es nuestro primer proveedor y nuestro segundo cliente, y esta reunión estoy absolutamente convencido de que va a servir para que esas buenas relaciones, si pueden ser más buenas, lo sean en el futuro.
Le agradezco una vez más a la canciller Angela Merkel su presencia aquí, en España y en Santiago de Compostela.